Las
mujeres somos sensibles, delicadas y cariñosas… hasta que alguien saca la fiera
que llevamos dentro. Generalmente tendemos a enojarnos más que los hombres, y sin
duda cuando nos enojamos somos peores. Ya que los sentimientos son sentidos
doblemente, por el tema de los polos del cerebro y demás, pero no vamos a
entrar en cuestiones científicas.
Cuando
nos enojamos dejamos salir una energía increíble que muchas veces no podemos
ocultar aunque pongamos esfuerzo en ello, el enojo surge a consecuencia de
situaciones que nos causan malestar y que a la vista de otras personas pueden
parecer insignificantes. Puede suceder que tengamos más tendencia al enojo
cuando nos sentimos cansadas, bajo un fuerte estrés o sencillamente porque
algunas veces estamos más sensibles de lo acostumbrado, y lo que en determinado
momento nos provoca enojo, en otro momento podría no afectarnos.
Uno
de los peores escenarios con los que se puede topar cualquier hombre, es tener
que lidiar con una mujer enojada, porque una chica molesta es sumamente difícil
de manejar y controlar. Cuando una mujer atraviesa por un episodio de ira
descomunal, el hombre que está a su lado debe guardar la compostura y la calma;
deberá sacar a la luz el psicólogo que guarda en su interior (aunque algunos no
lo tienen evidentemente) y así calmar la furia de la fémina que está más que
molesta por algo que el caballero hizo o porque alguien más ha perturbado su
entorno.
Muchos
hombres dicen que las mujeres nos vemos más bonitas cuando nos enojamos, no lo
creo. También dicen que cuando ellos se enojan nosotras siempre terminamos
dándole la vuelta a las cosas. Lo cierto es que muchos enojos femeninos son
incomprensibles para los hombres. Todo está bien, o así lo creen, y de pronto
todo está mal. Es algo sorpresivo y no vacilan en calificarlo de ilógico,
irrazonable, caprichoso e incluso histérico. Enseguida piensan: "¿Por qué
se enojó?”, "No entiendo", "Es injusto".
Hombres
y mujeres manejamos el estrés de manera diferente. Cuando nos enojamos, las
mujeres queremos y necesitamos hablar porque al hacerlo liberamos el estrés logrando
calmarnos y llegar a un acuerdo. Pero los hombres no son así. Cuando se enojan
o no pueden resolver un problema liberan el estrés poniendo distancia de por
medio o simplemente se ponen a hacer otra cosa (ver la televisión, arreglar
algo o salir). Eso es muy fácil para ellos y creen que así lo resuelven,
volviendo luego como si nada. Con esta actitud muchas veces lo que hacen es
empeorar las cosas.
Todos
los que se han enfrentado a una mujer enojada saben lo difícil que es manejar
un episodio semejante. Por eso cuando hay un tema controvertido o una
diferencia de opinión o un descuido de actitud… los hombres lo mejor que pueden
hacer es escucharnos cuando les hablamos antes de que estalle la tormenta y
tratar de no decir cosas que puedan agravar la situación. En ese momento no
deben enojarse porque si lo hacen, nosotras retrucaremos su enojo y ahí la
situación será difícil de controlar. Entraremos en furia y los dos terminaremos
a los gritos. Y se los aseguro, nosotras gritaremos más que ustedes. Si están
equivocados admitan sus errores, dejen el orgullo a un lado. Si saben que tenemos
la razón admítanlo antes de que las cosas se pongan más feas.
Los
hombres piensan que las mujeres nos enojamos “nada más, porque sí” sin embargo,
usualmente nosotras somos bastante tolerantes y cuando nos enojamos es porque
ya se acumularon varias cosas que simplemente hacen que nuestro estado zen se
rompa en mil pedacitos. ¡Y por Dios!, que dejen de echarle la culpa al síndrome
pre menstrual. Porque ahora esa es la moda. En otras épocas era normal hablar
de menstruación pero no del síndrome pre menstrual por tanto si una mujer estaba
de malhumor o angustiada tenía un problema de carácter. Es decir había mujeres
problemáticas o gritonas, no mujeres con SPM, es decir de hormonas ni hablar.
Ahora,
sucede lo contrario. ¿Y saben por qué? Porque hablamos tanto y con tanta
libertad del SPM, que sin querer le hemos dado a los hombres un motivo cómodo
para justificar todo lo que no entienden de nosotras. Para ellos si lloramos,
gritamos, nos angustiamos, estamos de malhumor, estamos sensibles, nos enojamos…
siempre es lo mismo: nos está por venir la menstruación. ¡Nunca nos enojamos
porque han dicho o hecho algo indebido o se han olvidado de un aniversario! ¡Siempre
es el bendito SPM el culpable de todo!, pasó de ser inexistente, la nada misma,
a ser absolutamente todo.
Hay
cosas que logran “sacarnos de casillas” y realmente en muchas de ellas
simplemente reaccionamos y ya. En momentos así es mejor que nos dejen
tranquilas porque somos como volcanes en erupción, si les pedimos que nos dejen
solas deben hacerlo por el bien de todos, porque si no empezamos a discutir y
terminamos saliéndonos un poco de lugar y en el caso que les pidamos hablar lo
mejor es que escuchen nuestras razones.
Amigos,
déjenme ayudarlos un poquito para que aprendan algo. A veces ustedes dicen cosas
que consideran totalmente inocuas pero son frases que, una vez sueltas en un
ambiente volátil, provocan una explosión. Así que si quieren tener una vida
tranquila, que no los fulminen con miradas matadoras y otras consecuencias, lo
más aconsejable es que no usen esas frases aparentemente tan inofensivas. No
estoy bromeando, es así. Hay frases prohibidas cuando una mujer está enojada.
Por
ejemplo, nunca digan “cálmate”, a ustedes puede parecerle lógico decirle eso pero
decididamente es la idea más estúpida que pueden tener. Y si el enojo tiene
algo que ver con ustedes, peor porque al decirlo están negando que exista
alguna razón para perder el control, es decir le están diciendo que está loca.
Y queridos míos, las mujeres algunas veces nos sentimos locas y bromeamos
acerca de ello, pero cualquier cosa que nos acuse de locura nos llena de ira.
Así que mejor digan: “vamos a resolverlo juntos”, de esta manera percibimos comprensión
y eso muchas veces ayuda a… calmarnos.
Otra
cosa… las relaciones están llenas de decisiones y para las mujeres es
importante que los hombres nos ayuden a decidir, esa una manera de sentirnos
apoyadas. Así, que cuando en determinados asuntos ustedes dicen “como quieras”
o “lo que decidas estará bien para mí”, nos sentimos abandonadas. Es mejor
decir “podría ser A o B, pero no me opongo tampoco a C. ¿Tú qué piensas?”. Esto
muestra que estás escuchando y sugiere que te importa.
Algo
más, decirle a una mujer en un momento de discordia “sabías que yo era así
cuando te casaste conmigo” es decirle que lo que estás haciendo, que además a
ella le disgusta, será así siempre. Y para ser sinceras hay muchas cosas que
uno ni se las imagina cuando se casa porque sino… ni el sol les da.
Por
último cuando dices “…” (nada), a veces por temor a decir algo inapropiado o
pensando que si mantienes la boca cerrada estarás bien. Pues… NO. Eso empeora
las cosas, porque nos parece que están haciendo oídos sordos con todo lo que estamos
diciendo, es decir en buen español, que nos están tirando a mierda. Nosotras vemos
el silencio como un manejo de poder y muchas se sienten menospreciadas y dejadas
de lado. Así que mejor digan algo, aún bajo el riesgo de fallar porque es la
manera de hacernos sentir que mantienen su cabeza en el problema.
¡Ah!,
recuerden que cuando nos enojamos no somos “histéricas” somos “históricas”
porque sacamos peleas o discusiones antiguas para ganar la pelea actual. Y sí,
a veces estamos nerviosas, histéricas, nos vino la menstruación y efectivamente
es por el SPM. ¡Pero no siempre!, así que cuídense. Más de una vez, cuando
ustedes piensan que estamos en “esos días”, estamos a punto de volvernos
realmente locas y en esos momentos somos ciertamente muy peligrosas.
Para
los hombres la vida emocional de la mujer es un misterio. Para la mujer es
importante sentirse tenida en cuenta en sus necesidades de apoyo emocional. De
ahí que a menudo ellos se preguntan una y otra vez en qué fallaron sin obtener
una respuesta "razonable". Por otra parte el hombre tiene miedo de
los enojos femeninos. De ahí que frente al enojo de la mujer el hombre se bloquea,
hace cortocircuito y reacciona con mecanismos que no responden a la situación
concreta de ese momento.
Los
motivos de por qué nos enojamos son variadísimos y los grados de intensidad
también, pero no es más que expresar lo que sentimos ante lo sucedido y
demandar respuesta. Y si no lo logramos casi todas al terminar la pelea hacemos
como dice mi hermanita “pleito que no gano lo dejo enredado” porque sin dudas
enojadas somos un volcán en erupción, ¿no creen?