Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.

viernes, 14 de agosto de 2015

Hoy es uno de esos días…



Hoy es unos de esos días en los que camino sin rumbo por la calle, perdiendo mi mirada entre la gente, sintiendo el roce de cada persona que pasa a mi lado sin saber lo que llevo en mis pensamientos… en mi corazón. Hoy es uno de esos días en los que te busco en la inmensidad del cielo al alzar mis ojos, en la calidez del sol cuando abro mis brazos, en los que busco tu sonrisa en cada flor que regala su perfume...
Amarte a ti es ser yo misma, es tan sencillo como vivir o morir, es tan emocionante como leer o escribir, es la esencia de la vida misma, es mi propia existencia, es tan fácil como respirar, es estremecerme solo de pensar en ti, es perderme en lo profundo de tu mirada y quedarme sumergida en esa caricia sin desear encontrar el camino de vuelta. Amarte a ti es ser yo en todos mis latidos. Me hundo en el abismo de tu ausencia, estoy enloqueciendo a diario ansiando tú regreso.
Hoy es uno de esos días que quiebran la cintura, que me superan. Se van deshaciendo entre mis dedos y me acuerdo de ti estos días, me dan ganas de llamarte y contarte lo que me pasa, lo que hace que se me desajuste el ritmo. Pero no puedo hacerlo. Y me recreo en mis recuerdos para reconstruirte y contártelo aunque no me escuches.
Hoy quisiera cabalgar en tus brazos, remontar el cielo, desbordarme de pasión y lujuria, mientras nuestros sudorosos cuerpos están piel con piel y nuestras lenguas bailan al son de la pasión. Hoy quisiera acariciar tu piel y ver como te enloquezco lentamente llevándote a un lugar sin retorno, donde la vida es muerte y la muerte es vida, y tú te conviertes en mi todo. Te quiero porque te quiero porque decidí quererte así, te tengo y no te tengo, intento aceptarlo así y hay días que no puedo, grito tu nombre en silencio y dejo de ser fuerte, me hundo en esta distancia y es cuando más necesito un abrazo tuyo.
Hoy te pienso, me pasa aunque pase el tiempo. Hoy me acuerdo que me agarraste de improviso y equilibraste mi equilibrio. Hoy a oscuras te extraño tanto… hoy no sale el sol. Quemé las fotos y ahora te voy recreando y buscando por donde se me ocurre.
El hoy me duele, es algo que yo decidí y ahora me pasa factura. Supongo que en el fondo no me lamento de estar así, ni de desearte, aún tanto. Soy la vigilia de una noche que inicia en la ausencia de tu cuerpo y que concluye en la soledad de las palabras calladas por doquier. Eres mi sueño blanco, en el que cada suspiro que se va, es una eternidad que estremece. Me duele la vida sin ti… y tengo ganas de verte, ven y abrázame.
Qué difícil es despertar y tratar de no pensarte, abrazar mi almohada y sentir el vacío, que difícil es comparar tu sonrisa con otras mil sonrisas y sentir de pronto lo diferente que es el mundo cuando no estas conmigo. Se asoman a mi ventana las voces del recuerdo de éste amor que llega hasta el umbral de mi alma, y es que contigo, solo contigo cada día, cada noche yo me vuelvo a enamorar… las fuerzas de siempre serán renovadas en algún peldaño del cosmos, trepando montañas, cruzando mares, quemándote la piel, amándote…
Hoy quiero volar y remontar la cima de la pasión mientras en un ronco grito de agónico éxtasis digo tu nombre. Caer rendida entre tus brazos mientras el mundo gira y lentamente desciendo del paraíso terrenal. Abrir los ojos y ver tu rostro relajado por la liberación. Darnos un beso que raye con la más exquisita de las ternuras mientras me abrazas fuertemente y entre susurros de amor caer rendida a Morfeo a medida que tú vos se desvanece y tus labios dicen TE AMO. Eso es lo que quiero para hoy.
Te quiero junto a mí no importando a que distancia estés cuando leas esto, no importando el día en que lo leas, no importando lo que este pasando entre nosotros en el instante que leas estas palabras. Porque lo importante de estas palabras no es el momento en que las escribí, porque estas palabras son eternas y están escritas en un presente continuo. Así, cuando las leas siempre será lo que estoy pensando en ese instante. Porque hoy, sólo quiero que sepas, que te quiero junto a mí.
Ven y tómame entre tus brazos y roba de mi cada suspiro, quítame el aliento con cada beso… Encuéntrate conmigo en este lecho de ternura y toquemos juntos la luna, hasta que el sol emerja por el horizonte. Espero con ansias tu regreso a mi; porque es donde perteneces, entre mis brazos y mis besos.
El tiempo ya se ha hecho muy largo y pesado. ¡Tiempo! sé justo y dile al hombre que amo, al que lleva el brillo de mi mundo, que busco refugio a ésta distancia, a éste transcurrir de los días, de los meses... ¡Tiempo! pasa deprisa, quiero mi realidad de ensueños, mi corazón no descansará hasta que llegue el día en que vea nuevamente mi reflejo en sus ojos.
Este texto es sencillo, simple, sin giros, tal vez a veces sin sentido, pero quizá en su simpleza se esconda alguna esencia que hasta a mi se me escapa. Seguiré arañando el cielo de la noche para sentir otra vez el tacto entrelazado de tus dedos con los míos.

lunes, 3 de agosto de 2015

Me gusta mi silencio



Yo muchas veces necesito estar a solas, estar callada, estar en silencio, y no quiere decir que esté molesta por algo, no… simplemente a veces necesito eso: silencio. Me gusta el silencio. Por supuesto, decir algo así es una generalización, porque no hay un solo silencio sino muchos y cada uno tiene su particular sabor, su propia textura. También hay silencios de dolor, de vergüenza, de miedo; silencios pesados como losas, angustiosos o interminables. Entonces me corrijo: me gustan algunos silencios. Me doy cuenta de que los busco, los construyo y, a veces, cuando paso tiempo sin ellos, los añoro.
¿No les pasa que en ocasiones se sienten como sumergidos, atrapados en el ruido? Gritos, bocinazos, anuncios, consejos, opiniones, canciones huecas, el hit del momento, la noticia repetida hasta el infinito, las exigencias, el último chiste, el reclamo… Yo sé que es imposible desaparecer del Universo todos los sonidos que no nos gustan, que estorban, que asfixian… pero a veces quisiera que alguien pudiera robarse a mi alrededor todos esos ruidos extraños, sofocantes, artificiales, horripilantes… que caracterizan civilizaciones, costumbres o cotidianidades, y que entorpecen la magia de escuchar crecer las flores.
Yo necesito mi silencio para disfrutar de lo bueno y de lo malo que me da la vida. Encuentro mucho placer en esa "nada auditiva" en la que muy a menudo me veo inmersa dentro de mi mundo propio y solitario. Es tranquilizador, llama a la reflexión y sin duda me agrada mucho. Me imagino que a todas las personas a las que les gusta la música les debe gustar también el silencio. El silencio es el lienzo para los ritmos, es la hoja en blanco para el escritor, es el mar para el navegante. El silencio es el mundo donde sucede todo y nada. Y esa nada incluso puede ser placentera.
Esos momentos de silencio me gustan para encontrarme a mí misma, para pensar qué debo hacer con mi vida, qué debo hacer con mis amigos… intento arreglar lo que veo malo en mi vida, trato de analizar cómo van mis cosas, me pregunto en qué punto de mi vida estoy, qué deseo de mi vida personal y profesional, como mujer… y no crean que siempre lo entiende quien vive cerca de mí. No, absurdamente piensan que estoy enojada, o que me molesta algo…
Mi silencio, aunque parezca vacío, está lleno de significado. Es como la pausa que hace el director entre movimiento y movimiento en una sinfonía. Nadie aplaude. Todos quedan en trance con la melodía anterior para entrar en la siguiente. Mi silencio no es olvido, es atención. Mi silencio es profundo, lleno de reflexiones y sobre todo, lleno de preguntas.
Mi silencio, con una chispa en la mirada, siempre me permite observar, cada vez que quiero, muchas cosas buenas y gratificantes que me han pasado. Tiene también cada uno de los abrazos de mis hijos, porque cada vez que me abrazan, un estremecimiento profundo me asalta por sorpresa, y su ternura me deshace por dentro, dejando sólo un calorcito invencible y una razón poderosa para hacer bueno el futuro.
Me gusta mi silencio en el mar junto al balanceo tenue de las olas pensativas y en la oscuridad de las noches… Es entonces cuando el sosiego ya no me abandona y ya no me importan las angustias del día que pasó. Callo dichosa ante esa inmensidad azul verdosa y en una mirada estelar abarco todo el mundo… el salitre me cubre y la brisa me acaricia mientras en mi silencio me entrego a mis sueños y bajo ese espejismo mágico me extravío por los mares.
Mis silencios los prefiero lineales, un poco ambiguos y muy relajantes. El silencio (el que me gusta y disfruto) puede convertirse en una jungla, una selva, un planeta recóndito e inexplorado, donde el camino de regreso está siempre en mi memoria. Me gusta la gente que entiende mi silencio, que sabe que no siempre me apetece hablar. Los que están sin pedirme explicaciones.
Sí, me gustan esos momentos de silencio, conmigo misma. Otras veces los busco porque me molestan los ruidos que me alejan del sonido de tu risa en la distancia y me despojan del murmullo de tus sueños o del roce de tu mirada cada vez que me descubres. Me gusta la forma que abrazas mi silencio. Creo que si me preguntaras por qué a veces me gusta tanto el silencio no diría ni una palabra. Me gusta y ya. Necesito “escucharlo” para seguir siendo yo, para reencontrarme con mis musas, con mis sueños, con mis dudas, mis recelos, mis recuerdos… No te asombres si un día te confieso las muchas veces que me sorprendo cerrando los ojos para pensarte en el silencio.
No indagues nada, no me interrogues. No te molestes si en ocasiones solo te miro y sonrío sin pronunciar siquiera una palabra. Mi silencio se pierde también en fantasías, imaginando un mundo que nos pertenece, se apoya en las veces que te he sentido cerca y se sonríe al recordar tus palabras. Mi silencio te extraña. No pienses que significa renuncia, no pienses que significa huida. El silencio para mí tiene significados especiales, desde mi silencio poco importa si estás lejos, con solo cerrar un poco los ojos… también seguro podré escucharte.
Me gusta mi silencio, porque es en esos momentos cuando puedo encontrarme conmigo misma, detrás de mi silencio aún veo a una chica a la que le faltan muchas cosas por hacer en esta vida. Y les aseguro que después de mis “permitidos silencios” (porque no siempre los logro tener) salgo más renovada, a veces más herida pero más valiente, y con más ganas de ayudar a quien necesite de mí… (Yo también muchas veces necesito ayuda).
No se confundan con todo lo que les he contado y piensen que no me gustan las palabras, por el contrario las palabras son mágicas y como amante obsesiva de la literatura me gustan mucho. No sólo por su significado sino también por su sonido, su secreta música; el modo como se hilan unas con otras y se transforman y al decir, nos dicen. Pero no se puede amar la palabra sin amar el silencio que la hace posible, que es el fondo en donde se destacan y cobran sentido.
Por eso creo en el silencio que precede a la palabra, que le da sustento y la nutre; y creo también en el silencio que sigue a la palabra, que permite asimilarla, saborearla, volverla mía.
Sin dudas el silencio es uno de mis momentos zen. Y con ello no pretendo cambiar el futuro, ni descubrir la panacea universal, sino llegar a concienciar que cada momento de la vida es único, extraordinario e irrepetible.