Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.

jueves, 31 de marzo de 2011

MALOS MOMENTOS

Lo más duro de algunos sentimientos es compartirlos con otras personas, sin embargo hacerlo muchas veces ayuda, tanto si se trata de buenos sentimientos como de otros que no sean tan buenos. Además, el hecho de compartirlos te hace sentir más cerca de la gente que te importa y a quien le importas. Algunos cuando se refieren a los sentimientos, utilizan la palabra "emociones". A mi no me gusta porque creo que no es lo mismo aunque muy parecidos.
Cuando inicié este blog lo hice pensando en tener un espacio propio donde exponer mis opiniones, narrar historias y hablar de sentimientos. Para compartir con otras personas lo que pienso y siento. Como me gusta escribir, este espacio me sirve para desarrollar mi creatividad haciendo un trabajo que me gusta y me relaja, además se convierte en un medio de expresión para llegar a la gente que pueda leerlo. También lo uso para reflexionar conmigo misma y en esas ocasiones, casi sin querer, comparto con los lectores mis más íntimos pensamientos. Este pequeño espacio, muy mío, me apasiona y me hace sentir una mezcla de sentimientos extraños y extraordinarios al mismo tiempo, cuando me detengo a pensar que en cualquier parte del mundo la persona que esté leyendo lo que escribo no sólo está conectándose a mí de una manera increíble sino que a la vez puede sentirse identificada con lo que trato de transmitir, y quizás al leerme se sienta mejor o aclare sus ideas, por lo que este sencillo y pequeño espacio también es una manera de entrar en el corazón de otras personas.
No sé qué puedan pensar de mí los que me leen y más si no me conocen. Los seres humanos tenemos muchas facetas y matices, lo que nos hace muy complejos. Por ejemplo, detrás de este blog hay una mujer optimista, sencilla, humana, observadora, romántica, sensible, soñadora pero con carácter y temperamento. Una mujer como muchas otras, que trata día a día de buscar un equilibrio entre su vida profesional y personal (madre y esposa). Muy cabeza dura según dicen (y reconozco) los que me conocen. Como detesto la rutina, soy trabajadora por naturaleza y de mente inquieta siempre tengo algún proyecto dándome vueltas en la cabeza para emprender cosas nuevas.
Sin embargo, hace días que no escribo en este espacio que tanto me complace, y si me preguntan la razón no sabría qué contestar… Tal vez necesitaba un respiro, porque trabajo mucho realmente, además del trabajo por el que recibo un salario estoy inmersa en dos proyectos y ahora también tengo este blog… y por supuesto las cosas de la casa y los problemas de la familia. Pienso que el agotamiento físico y mental, hizo que me cansara de escribir a pesar del placer que me da hacerlo. Aquí no sólo hablo de cosas de mi vida, de lo que pasa por mi mente, también narro episodios personales matizados con historias creadas por las circunstancias y anécdotas tomadas de otras personas… En realidad no sé con exactitud si fue el cansancio o algunas cosas que me sucedieron en el plano personal que me hicieron sentir mal, de hecho todavía me siento deprimida, opacada, con una sensación que no sabría describir en este momento, lo cierto es que sin querer me alejé de este sitio, de mis escritos y de las opiniones de ustedes.
En dos ocasiones me senté frente al ordenador y lo único que hice fue mirar durante mucho rato la pantalla en blanco que tenía frente a mí. Lo irónico de todo esto es que quería y necesitaba escribir porque es una manera de desahogarme, pero en ambas ocasiones ni siquiera me atreví a poner las manos en el teclado y de veras lo necesitaba. Cuando escribo me siento libre. Aunque no toque el tema que me preocupa o lastima, dejo volar mi imaginación y escribo recuerdos, verdades a medias o mentiras, realidades mezcladas con fantasías que me hacen salir de los problemas y al terminar, cuando regreso a la realidad del momento que estoy viviendo casi siempre me siento mejor, con nuevas fuerzas para seguir y analizar los problemas desde otra óptica. Es algo misterioso que no me puedo explicar, pero es cierto, me ocurre siempre así.
A veces la vida se convierte en una simple sucesión de hechos, sin un por qué ni un para qué, y si para colmo alguien con sus actos o palabras te hiere caes en un estado de pasividad lastimosa, indiferencia, pierdes momentáneamente el rumbo… así he estado por muchos días… pero hoy recordé algo que decía mi abuela: “cuando estés muy agobiada o triste y creas que tu problema es el mayor del mundo, detente y mira a tu alrededor, porque siempre hay alguien peor, con un problema mucho mayor que el tuyo y a pesar de eso sigue adelante, no se amilana aunque tenga las esperanzas en el piso y el alma rota, porque esa es la vida”. Me quedé pensando que mi abuela tenía mucha razón, por eso me levanté de mi cama, respiré profundo y me senté frente a mi ordenador a escribir… sin saber a ciencia cierta que tema tratar, tal vez he mezclado algunas cosas, quizás quien me esté leyendo se diga: “Esta mujer está loca, en resumen, ¿de qué está hablando?”, porque no le encuentra un sentido lógico a lo que lee… espero que sepan perdonarme porque hoy no tengo las ideas claras del todo, pero me senté a escribir porque me hace sentir viva, porque siento en lo profundo de mi alma cada letra tecleada y cada palabra escrita… decididamente necesitaba hacer esto, no sé cuántos lo lean y lo entiendan, pero lo cierto es que ya voy a terminar esta reflexión un poco loca y me siento revitalizada, con ganas de vivir y hacer, no importan los tropiezos y las heridas, hay que dejarlos de lado, lanzarlos a lo más profundo del corazón y seguir adelante, trabajar, luchar por la vida, amar, estrechar la mano de un buen amigo, recibir un abrazo que te devuelva la paz y te haga sentir el cariño de quien te lo da...
Lo cierto es que no he escrito sobre lo que me tiene así, tan deprimida y abatida... pero sin embargo, ahora estoy en paz.

lunes, 14 de marzo de 2011

Ser madres nos cambia la vida

Al convertirnos en madres se nos acaba la paz, cuando esos pequeños seres nacen la normalidad en nuestra vida simplemente deja de existir. Es increíble lo pequeños que son y cómo desmontan tu mundo nada más llegar, es asombroso. Un hijo no sólo se lleva en el vientre nueve meses sino en el corazón durante toda la vida porque además de ser madre por instinto hay que aprender a serlo, con paciencia y dedicación, y no significa que las buenas madres no gritemos y perdamos el control cuando rompen algo, se suben de tono con un vecino o cuando te dan una queja por algo que le has dicho mil veces que no se hace. Es cierto que hay que tener aguante para educarlos porque ellos no vienen con instrucciones bajo el brazo y un sello de garantía que diga “de buenos padres siempre salen buenos hijos”.
Las respuestas de cómo criarlos no se encuentran en los libros escritos por psicólogos, te ayudan indudablemente, pero no te dicen qué hacer o hasta cuántos números contar cuando se suben a un árbol o a un muro donde si se caen lo menos que puede ocurrir es que se partan un hueso, ni tampoco cómo no perder el control y aterrorizarte cuando son muy pequeños y se meten algo por la nariz… todas esas cosas las aprendes a base de sustos y la cuota de sufrimientos que trae cada ocasión.
Lo más difícil y doloroso de ser madre no es el parto como muchos piensan, yo les garantizo que no lo es. Ese simplemente es el comienzo de nuestra vulnerabilidad porque el dolor nos traspasa cada vez que se enferman y los vemos indefensos, en peligro… entonces rogamos y esperamos con desesperación que la medicina cumpla su cometido lo antes posible… sufrimos cuando los vemos llorar, cuando se caen y el golpe es demasiado fuerte y te sientes (irónicamente) culpable por no haberlo previsto, mueres de angustia cuando los dejas por primera vez en el círculo infantil y con esos ojitos llenos de lágrimas te suplican “mamita no me dejes”, esos dolores son mucho más grande y lacerantes que los dolores de parto.
Y ni qué decir si estamos lejos de ellos, cuando estamos fuera de casa, en el trabajo, en una reunión importante o en una fiesta, a cada instante viene a tu mente su olor, su risa, sus manitos en tu rostro… y pensamientos como “qué estarán haciendo”, “estarán bien”, “diablos, estoy loca por irme a casa”… y ahí es donde tenemos que endurecer el corazón para no abandonarlo todo y salir corriendo junto a nuestros críos para asegurarnos que están bien, que no corren ningún peligro… Nos tenemos que llenar de coraje para no obedecer al corazón y entender que las demás cosas de la vida también requieren nuestra presencia porque necesitamos trabajar, porque la reunión es verdaderamente importante y no podemos abandonarla así como así… también la fiesta está genial y la estamos pasando súper con nuestros amigos y pareja (si la tenemos), en el fondo sabemos que nos hace bien seguir compartiendo y divirtiéndonos porque de esa forma salimos de la rutina, de las preocupaciones (menos una claro “ellos”), necesitamos un poco de relax por nuestro bien y el de toda la familia, para seguir afrontando con energías el día a día, por eso y porque nos lo merecemos como persona tenemos que quedarnos un rato más.
Y cuando crecen… cuando crecen no dejamos de preocuparnos, todo lo contrario las preocupaciones son mayores porque ya están fuera de nuestro círculo protector y entonces suplicamos a Dios todos los días que no les pase nada malo, que sepan tomar las decisiones correctas, que en sus estudios o trabajos salgan adelante y puedan labrarse un futuro merecedor de hombres honestos y dignos, que encuentren un amor sincero que los llene de felicidad porque los yernos y nueras también nos llegan al corazón, y según dicen los que tienen nietos, cuando esos llegan... esa es la “tapa al pomo”.
Nos duele y nos angustia cuando son injustos con nosotras, cuando nos dicen “te equivocaste”, “me hiciste sentir muy mal”, “en qué estabas pensando”… ahí dudamos en si somos realmente lo que ellos esperan y la inseguridad nos golpea, nos lastima, a nosotras que hemos hecho de todo (porque cuando nos convertimos en madre también nos convertimos en enfermeras, educadoras, cocineras, artistas de teatro, etc) y lo sacrificamos todo (estudio, trabajo, diversión, etc) por ellos, solo por ellos con el mayor placer y entrega, con una dedicación total. Es cierto que a veces nos equivocamos pero en esos momentos en vez de un duro reproche o palabras hirientes, queremos y creo que merecemos comprensión, escuchar en medio de la conversación aclaratoria de lo ocurrido “yo sé que no te diste cuenta”, “no te preocupes, sólo te lo digo para que entiendas como me sentí”, “dame un beso, no quiero que te sientas mal”, “te quiero”… Porque nosotras necesitamos como cualquier persona que nos señalen nuestro error pero ellos no deben olvidar que ser madre no es perder nuestra condición de ser humano y por tanto nos equivocamos y tenemos el derecho a hacerlo y a rectificar al igual que ellos. Y en esos momentos, donde también nosotras nos sentimos mal, es cuando más necesitamos saber que nos aman y que nuestra equivocación ha quedado aclarada sin haber levantado un muro entre nosotros.
Tener hijos nos cambia la vida totalmente, las heridas del parto sanan pero convertirnos en madre nos abre una herida sentimental tan grande que nos convierte en seres vulnerables para siempre… Donde quiera que estamos cada cosa mala que escuchamos que le ocurre a un niño, un accidente de tránsito, una muerte prematura… nos llevarán a una sola interrogante, a un pensamiento que nos partirá el corazón: ¿Y si fueran mis hijos? En ese momento no importa lo inteligentes y preparadas que estemos para enfrentar la vida, no importa que seamos “duras”, verdaderas “mujeronas” ante las adversidades, nada, nada importa porque sencillamente convertirnos en madre nos lleva a un nivel muy primitivo de la existencia donde lo más importante es proteger a las crías por encima de todo, ante todo.
Somos capaces de sentirnos unidas a otras mujeres que ni conocemos simplemente porque desean acabar con las guerras y nos une un lazo indisoluble con todo aquel que sea capaz de amar con sinceridad a nuestros retoños y protegerlos. Yo tengo dos hijos, mi “príncipe” y mi “princesa” cada uno más hermoso y especial que el otro, diferentes en carácter, forma de actuar, pensamiento… pero son mi mejor creación, mis obras de arte perfectas y hermosas, nada de lo bueno que he tenido en la vida se compara con ellos, nada de lo que yo haya podido hacer o desear, vivo por ellos, para ellos, sin olvidarme de mí pero en esencia es así.
Cuando nos convertimos en madres ya nada vuelve a ser igual, nuestra vida y todo lo importante que teníamos hasta ese momento, incluidas nosotras mismas pasa a un segundo plano desde el mismo instante que los traemos al mundo. Somos felices cuando los vemos sonreír por primera vez, cuando los vemos intentar dar sus primeros pasos para aprender a caminar, sus balbuceos para comenzar a hablar… estamos convencidas que sin dudarlo damos nuestra vida por salvar la de ellos, que ya no nos importa tanto cumplir nuestros sueños sino ver los de ellos cumplidos y... no puedo seguir escribiendo más por hoy porque las tontas lágrimas me nublan la vista…

miércoles, 9 de marzo de 2011

Verdaderas amigas

En cuestiones de amistad, se ha comprobado a través de varios estudios realizados que, las mujeres somos mejores amigas que los hombres porque tenemos emociones más profundas y un mayor sentido de la moral, y por eso tendemos a mantener amigos en las buenas y en las malas. Los estudios han indicado que las mujeres establecemos amistades más reales y sólidas.
La amistad es una necesidad vital; como hacer ejercicio o comer, es algo que tenemos que vivir y asir, es un vínculo sagrado y esencial. Por eso tenemos que saber valorarla, necesitamos encontrar espacios para fomentarla y enriquecerla. Cuando esa relación es sincera a través de ella podemos recuperar nuestra verdadera razón de ser. También se ha demostrado en algunos estudios que las mujeres con amistades auténticas son más saludables y viven más. Así que ya sabes, compartir con amigas es terapéutico. No podemos dejar que los estudios, el trabajo, nuestra pareja o los hijos nos alejen definitivamente de una verdadera amiga.
A veces me pregunto: ¿qué hombre tendría la paciencia de atender por teléfono los lamentos de un amigo desolado por un amor imposible? ¿Serían capaces de escuchar durante horas las palabras y quejas de un amigo que sufre sin emborracharse? ¿Tendrían la infinita paciencia que tendría una mujer? Estoy segura que no.
Las mujeres siempre estamos dispuestas a escuchar a nuestra amiga en problemas sin importar la hora que sea. Es a ella a quien llamamos para hablar sobre el dolor que nos causa una pérdida, un amor imposible, una pelea con nuestros hijos o con nuestra pareja, cualquiera que sea el tema que nos atormenta y no solo nos escucha con paciencia sino que nos da aliento, nos aconseja, pero además es incapaz de dejarnos mientras no compruebe que nos sentimos mejor de ánimo.
Muchas veces nos encontramos para hablar pero en ocasiones pueden ser encuentros donde necesitamos a esa hermana de la vida, pero en silencio porque nos sentimos tan mal que no podemos ni siquiera hablar del tema que nos aflige, y ahí… en esos momentos de silencio compartido percibimos la fuerza de esa amistad y cariño que nos profesamos, con un abrazo, una mirada, un gesto, sin mediar una palabra somos capaces de transmitirnos apoyo y comprensión.
Es ella y no otra, la que encuentra las palabras justas para hacernos desistir de nuestra intención de querer “asesinar” a alguien. La que nos aguanta durante horas cuando estamos con los nervios destrozados y queriendo llamar a todos los lugares posibles, a la policía, a los hospitales… porque ya es de madrugada y nuestros hijos adolescentes no han regresado a casa. Pero además hace funciones de arbitro cuando al llegar los “nenes” a la casa con su cara fresca y tranquila te dicen: “se me pasó la hora, me entretuve”, “para qué me esperaste, perdí la noción del tiempo”, “te preocupas demasiado” y entonces tú frenética y descontrolada quieres matarlos.
En esa amiga del alma depositamos los más íntimos secretos, miedos y tabúes porque sabemos que se irán con ella a la tumba. Esa confianza es la que construye una relación que sobrevive a todo. En la relación con nuestros maridos o hijos solemos ponernos al servicio de sus necesidades, en cambio con una amiga no, porque es nuestro par. Y en esta cofradía de hermanas-amigas nos cuidamos y somos cuidadas, nos curamos cualquier herida, nos divertimos (mucha veces a lo grande), hay cosas que son más divertidas de hacer con las amigas… y estaremos de acuerdo en que hay otras que solamente se pueden hacer entre amigas… ¿no es cierto?
Si bien la soledad es una condición humana y es importante ser conscientes de eso, nosotras podemos sentir que el mundo se transforma en un lugar más acogedor porque tenemos un refugio cálido y seguro siempre que lo necesitamos. Las amigas juegan un papel crucial en la vida. Es inconcebible pensar en una mujer sin su amiga del alma. Es a quien le contamos todo, a veces hasta con lujos de detalles, solamente si ella y no otra persona, lo pide. La única que sabe entrar en acción cuando la situación lo requiere, para comprendernos, apoyarnos y hasta protegernos… y siempre sin escatimar en tiempo. Novios, esposos, amantes, todos están enterados que una mujer tiene una sombra indeclinable: su mejor amiga.
La amistad femenina, por lo tanto, es una relación entrañable en la que, exceptuando el sexo, todo se hace con una complicidad que no se haya en ninguna otra relación. Los maridos, amantes y novios por una cuestión de género, indudablemente no podemos vivir sin ellos, pero siguen siendo de Marte y nosotras de Venus, no hay más vuelta que darle. Por eso no hay mujer que se precie de tal que no cuente en su haber con una o más amigas del alma, apta para cualquier tipo de confesiones y a cualquier hora. Una amiga leal guarda tus secretos más íntimos y no te juzga. Únicamente ella está dispuesta a romper algunas reglas y ser tu cómplice.
Yo tengo la suerte de tener una amiga así (no todo el mundo tiene la fortuna de encontrarla o quizás la encuentra y no sabe retenerla), hace años que somos amigas. Conoce mis sueños, mis proyectos, mis secretos más profundos. No me juzga aunque no esté siempre de acuerdo con mis decisiones. Una amiga, como ella, hace que el peso de los problemas o de la angustia se divida y sea más llevadero. Nuestras risas nos contagian, nuestros abrazos nos contienen, nuestra amistad nos hace únicas. Nos hemos hecho inseparables, siempre resistiendo las idas y vueltas de la vida.
Ambas sabemos que la amistad no es algo mágico, que es una elección consciente a la que hay que ponerle pilas y así lo hacemos. Juntas vivimos desde las salidas descontroladas de nuestros hijos adolescentes y las dificultades de la vida hasta los problemas laborales. Muchas veces nos reímos porque en los encuentros familiares (que ya son muchos), cada uno coge su sitio, los hombres hacen algún trabajo o juegan dominó, los hijos varones de ambas juegan en la computadora y nuestras hijas hembras han heredado nuestra complicidad y se encierran durante horas a contarse sus cosas, y en medio de todo eso nosotras, anfitrionas, jueces y cómplices, aprovechamos también para ponernos al día.
Lo que más valoro de ella es su sinceridad y su apoyo, la confianza que hay entre las dos, juntas nos divertimos mucho, bajo cualquier circunstancia. Me acepta tal como soy. Es una persona con sentimientos muy nobles y es muy divertida. Tenemos como un sexto sentido entre nosotras.
Las verdaderas amigas son nuestras hermanas por elección, nuestras confidentes y siempre esenciales en el camino de la vida. Por eso, busca siempre un tiempo para compartir con tu o tus amigas, esa relación hay que conservarla a toda costa porque vale la pena.

lunes, 7 de marzo de 2011

La dicha de ser mujer



Estoy orgullosa de mi género por miles de razones, entre ellas porque ser mujer es arriesgarse a vivir con el corazón, es sentir, reír, tener en tus entrañas el don divino de la vida, mujer es consejo y amor, ternura y bendición. También es dolor, porque a veces ser mujer duele, aunque tenemos la capacidad de saber soportarlo con estoicismo y a pesar de sangrarnos el alma somos lo suficientemente fuertes para esperar el momento de dejarlo salir, sabiendo que sólo hay un escape: ¡lágrimas de mujer!
Nosotras tenemos una fuerza que asombra a los hombres. Somos capaces de cargar niños, penas y cosas pesadas, pero además tenemos espacio para la felicidad, el amor y la alegría. Poseemos el coraje necesario para sonreír cuando queremos gritar, cantamos cuando queremos llorar... pero también lloramos cuando estamos contentas y reímos cuando estamos nerviosas. Nos damos las gracias por existir, por ser quiénes somos y porque entre nosotras entendemos el valor de ser mujer.
Somos luchadoras por naturaleza, a través del tiempo hemos batallado contra viento y marea para llegar a donde estamos, en una posición cada vez más en alza, equiparada al hombre y dando muestra de nuestra enorme capacidad de superación. Durante generaciones las mujeres han luchado en sus respectivos contextos históricos por dar un paso adelante y ganar una posición digna en la sociedad para heredar a sus descendientes. Por desgracia seguimos viviendo en un mundo machista, por eso tenemos que estar concientes de que cada batalla ganada no es un triunfo solo de nosotras sino de nuestro género.
Toda mujer merece reconocimiento en su día y cada día del año. El significado de ser mujer va más allá del milagro de dar vida o vivir por el amor, es todavía más espiritual porque estamos llenas de instintos, misterio, incertidumbre pero pocas veces somos las que nos rendimos. Mujer es sinónimo de fuerza y vitalidad, dirección y seguridad, amor y ternura, sabemos reconocer cuando nos equivocamos y no nos apena decirlo, soportamos más que cualquiera y aún así salimos adelante. Sólo basta que la vida nos ponga las pruebas y poner el corazón para enfrentarlas.
Si los hombres siempre fueran capaces de comprendernos... El corazón de una mujer es lo que hace girar el mundo. Las mujeres queremos una mirada profunda, una caricia, afecto, dulzura y amor. Deseamos un abrazo, un beso, una flor, pasar tiempo con las personas que amamos.
Todo el tiempo luchamos a brazo partido por la igualdad pero eso no significa que nos agrade ser tratadas como un hombre, eso lo detestamos. En el fondo de nuestro corazón nos gusta que nos halaguen y nos hagan sentir bellas, amadas, respetadas, admiradas, conquistadas porque somos sentimentales... Eso queremos, buscamos, deseamos y esperamos de los hombres. Ellos tienen que aprender que las mujeres no somos lo que ellos creen sino mucho más, somos corazón, misterio, amor, pasión... El problema no es conocernos es entendernos.
Me siento tan orgullosa de ser mujer, de librar mis guerras cotidianas, de lo que he logrado y lograré, de poder enamorarme sin temor a estar ocultando lo que siento, de poder enojarme sin preocuparme por el que dirán... soy feliz de saber que puedo leer un cuento y emocionarme. A pesar de esos malestares mensuales, de esos cambios de humor repentinos, las mujeres somos tan afortunadas de poder ser frágiles y fuertes al mismo tiempo. A pesar de mis luchas y mis caídas, de amores y desamores, de encuentros y desencuentros, de traiciones y frustraciones, agradezco ser mujer y como dice una amiga mía "agradezco a Dios que me haya dado un par de XX y no de XY".
Me gusta ser una mujer consciente del milagro de la vida, sentir que tengo todo el derecho de vivir y disfrutar lo que ella me ofrece. Ser feliz siendo yo misma, sin máscaras, sin sentimientos de culpa, conforme a mi vocación, a mi misión y a mis sueños. Tener el coraje de sentirme libre para elegir mis caminos, vencer mis temores y asumir las consecuencias de mis actos. Tener alegría para reír, para hacer y recorrer mi propio camino, para vivir plena e intensamente.
Cada mujer tiene que aprender a reconocer que es única, irrepetible e irremplazable.
Amo ser la protagonista de mi historia, amo el presente, elijo el futuro y lo hago con el corazón. Trato de no cometer los mismos errores y me gusta disfrutar mi presente teniendo plena conciencia de que lo único seguro, es el hoy, el aquí y el ahora. También trato de perdonarme mis errores, mis culpas, mis caídas y liberar la carga para hacer más liviano mi caminar. Todos los días de mí vida agradezco cada experiencia vivida, que me han hecho ser quien soy, con mis defectos y virtudes.
Pienso que toda mujer debe tener un viejo amor al que regresar en sus sueños... y otro que le permita darse cuenta de lo lejos que ha llegado. Tener el valor necesario para alejarse cuando no la aman, tener una juventud y un pasado rico en experiencias para ser contado al llegar a una edad avanzada, la amistad de alguien que siempre la haga reír y también le permita llorar. Toda mujer debería saber cómo enamorarse sin dejar de ser ella misma, cómo renunciar a un trabajo, terminar una relación y cómo afrontar los problemas con un amigo sin arruinar la amistad, cómo pasárselo de maravilla en una fiesta a la que, quizás, no deseaba asistir. Conocer la forma de pedir algo que desea... de manera que lo consiga. Lo que podría o no podría hacer por amor... o lo que debería o no. En quién confiar y en quién no. A dónde ir a sentarse con su mejor amiga cuando su alma necesita alimentarse o tranquilizarse. Saber siempre lo que puede ser capaz de lograr.
Las mujeres inteligentes saben que las citas se inventaron para poder descubrir las cosas negativas de un hombre antes de involucrarse con él, no después. Que si permanecen o vuelven con el hombre equivocado quizás no tengan la oportunidad de conocer al hombre correcto. Que las palabras "Te quiero" no salen con facilidad o rapidez de la boca de un hombre sincero, y aunque sea la mujer adecuada, el hombre equivocado siempre será el hombre equivocado. Que el hombre que no sabe "lo que quiere" no merece lo que tiene, y por supuesto debe pensarlo dos veces antes de salir con un hombre mujeriego o casado. Recordar que esperar que un hombre cambie es como esperar ganar la lotería. Aunque bueno, algunos hombres cambian, pero casi siempre cuando lo hacen... también cambian de mujer. Nunca olviden, amigas, que no es inteligente aferrarse al dolor.
Por eso trata de lucir bonita aunque vayas simplemente al trabajo... porque no sabes si en el camino encontrarás a alguien que se fije en ti, siempre siéntete bonita porque recuerda que una mujer no solo es bonita por naturaleza o cuando usa ropas caras y un buen maquillaje... una mujer refleja lo bonita que se siente si se muestra segura de sí misma.
Los hombres inteligentes buscan nuestra belleza real a través de nuestros ojos que son la puerta al corazón, que es el lugar donde reside el amor... y también se refleja en el alma, en la pasión con que nos entregamos a los que amamos, saben que la belleza de una mujer con el paso de los años crece hasta el infinito.
Me siento feliz de haber nacido mujer, SI, porque soy capaz de gritar de alegría, desesperación, miedo, asombro o broma. Puedo llorar por una película, un detalle, un atardecer, una caricia, unas palabras, por enfado, desesperación, tristeza o quizás hasta de alegría sin que nadie cuestione o dude de mi sexo. Soy capaz de caminar por la calle con una sonrisa saludando a todos, escuchando y atendiendo las necesidades de otros, sin que nadie note mi dolor interno porque estoy en mi período, o note que estoy triste, lastimada por algo o por alguien.
Me maravilla como nosotras somos capaces después de una noche de insomnio, en la mañana salir de la casa transformada por un baño reparador y algunos trucos de maquillaje, sin que nadie note mi mala noche y algunos hasta me digan que me veo linda. Es tan bello y reconfortante ser mujer, que sinceramente no me imagino como sería mi vida de no serlo. ¿Cómo haría para armar un escándalo por un ratón, una cucaracha o una araña, y al mismo tiempo enfrentar al mundo entero si es necesario por defender a los míos? ¿Cómo haría para después de una larga jornada laboral, llegar a la casa a preparar la comida, atender los problemas de la familia y además estar lista para disfrutar de una noche de amor? De verás no lo sé, porque eso son virtudes que sólo tenemos las mujeres.
Sí, definitivamente me siento orgullosa de ser mujer, no importa si subo o bajo de peso, si ya no hago muchas cosas que antes hacía o si las líneas de mi rostro informan la maravillosa experiencia de la vida que he vivido. A pesar de que el paso de los años le va poniendo distintos colores a mí cabello y lo noto en el espejo. Adoro ser una mujer que se desarrolla profesionalmente y además cocina, juega, seduce, coquetea, ama, siente, festeja, se enfada, cura, sufre, llora, ríe, escucha, atiende, baila, cuida y se divierte. ¡Me encanta ser mujer!
Felicitémonos nosotras mismas, si nadie es capaz de hacerlo, regalémonos una flor y sonriámosle a la vida. No lo duden, si somos capaces de amarnos, los demás aprenderán a hacerlo también.