Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.

martes, 31 de mayo de 2016

Qué se siente al ser vieja

Esto lo leí y me encantó, yo pienso igual que la autora aunque todavía no soy una vieja pero ojala llegue a serlo. Aquí lo comparto con ustedes.

¿Qué se siente al ser vieja? (Texto anónimo)

El otro día, una persona joven me preguntó: ¿Qué sentía al ser vieja?
Me sorprendió mucho la pregunta, ya que no me consideraba vieja. Cuando vio mi reacción, inmediatamente se apenó, pero le expliqué que era una pregunta interesante. Y después de reflexionar, concluí que hacerse viejo es un regalo.
A veces me sorprendo de la persona que vive en mi espejo. Pero no me preocupo por esas cosas mucho tiempo. Yo no cambiaría todo lo que tengo por unas canas menos y un estomago plano. No me regaño por no hacer la cama, o por comer algunas "cositas" de más. Estoy en mi derecho de ser un poco desordenada, ser extravagante y pasar horas contemplando mis flores.
He visto algunos queridos amigos irse de este mundo, antes de haber disfrutado la libertad que viene con hacerse viejo.
¿A quién le interesa si elijo leer o jugar en la computadora hasta las 4 de la mañana y después dormir hasta quien sabe qué hora?
Bailaré conmigo al ritmo de los 50's y 60's. Y si después deseo llorar por algún amor perdido... ¡Lo haré!
Caminaré por la playa con un traje de baño que se estira sobre el cuerpo regordete y haré un clavado en las olas dejándome ir, a pesar de las miradas de compasión de las que usan bikini. Ellas también se harán viejas, si tienen suerte...
Es verdad que a través de los años mi corazón ha sufrido por la pérdida de un ser querido, por el dolor de un niño, o por ver morir una mascota. Pero es el sufrimiento lo que nos da fuerza y nos hace crecer. Un corazón que no se ha roto, es estéril y nunca sabrá de la felicidad de ser imperfecto. Me siento orgullosa por haber vivido lo suficiente como para que mis cabellos se vuelvan grises y por conservar la sonrisa de mi juventud, antes de que aparezcan los surcos profundos en mi cara.
Ahora bien, para responder la pregunta con sinceridad, puedo decir: ¡Me gusta ser vieja, porque la vejez me hace más sabia, más libre!
Se que no voy a vivir para siempre, pero mientras esté aquí, voy a vivir según mis propias leyes, las de mi corazón. No pienso lamentarme por lo que no fue, ni preocuparme por lo que será. El tiempo que quede, simplemente amaré la vida como lo hice hasta hoy, el resto se lo dejo a Dios.
(Anónimo)

jueves, 12 de mayo de 2016

El dolor me rebasa

Llevo muchos días apesadumbrada, y hoy mirándome al espejo me dije: ¿Que fue de esa mujer que reía feliz y hoy tiene tanta pena en el alma? Ya no sé dónde está esa mujer, ya casi nunca la encuentro, el dolor y el pesar me superan. Mi niña interior esta golpeada y herida en lo más profundo de su ser. Me levanto cada día intentando ser mejor y olvidar un poco el sufrimiento en el que me he ido viendo inmersa con la enfermedad de mi madre. Cuando creo que lo estoy logrando algo peor ocurre y el dolor vuelve implacable y golpea fuertemente en las puertas de mi corazón. La mirada perdida y la sonrisa vacía de mi madre me han quitado la paz y me están quitando las fuerzas, es muy grande el sufrimiento de verla así.
A veces me quedo observándola y conteniendo las lágrimas observo su cuerpo deteriorado más de lo normal, más de lo que hace el paso de los años… miro sus manos, esas manitas… las mismas que me acariciaban... las que me mecían, las que me abrigaban... las que cocinaban la mejor comida… y las que arreglaban mi ropa estropeada... hoy se mueven sin control y golpean cualquier estructura… ya no recorren mi rostro y observo sus ojos, esos ojos lindos, esos ojos puros que estaban llenos de esperanzas y amor… ahora ya no me ven…
Ya no me ve, no me conoce… La tengo conmigo y sin embargo la sensación de orfandad no me abandona. Sólo me resta seguir luchando mientras mis fuerzas me lo permitan y seguirme sosteniendo en sus consejos y en el recuerdo de esas manos que antaño me guiaron por la vida.
Ya no sé qué hacer y sin embargo estoy convencida de que tengo que salir “a flote” como decimos los cubanos para poder seguir adelante. No sé si la mujer que fui volverá algún día a poblar este cuerpo de alegría, si mi niña interior renacerá. No sé si la paz volverá a anclarse en mi corazón dolido y esa mueca que a veces hago con mis labios se tornará nuevamente en una verdadera sonrisa.