Las palabras a veces pesan y caen rotundas al suelo como piedras de una densidad infinita, otras veces son mariposas que vuelan sin rumbo, como si dudaran a cada segundo y se elevan como si quisieran escaparse de este mundo para llegar a los cielos. En ocasiones las palabras son puñales afilados que se clavan con saña y en otras son caricias de seda.
Lo mismo ocurre con los días que algunos pasan sin mayor gloria, sin momentos especiales, que no saben a nada, que no se recordarán porque no dejan huella, son vacíos, días ingratos que llegan sin promesas y se van sin ellas. Pero también hay días radiantes con un cielo azul y despejado, donde ocurren cosas importantes en nuestra vida, que están marcados por la felicidad y el amor, días que dejarán una huella imborrable en nosotros.
La vida es así, siempre en completo movimiento, nada es estático, en ocasiones pueden oírse risas cercanas e intentar cogerlas de la mano pero todas se escapan; en otras todo invita a reunirse con el mar (ya saben que es una de mis pasiones), a volverse ola y danzar en su cadencioso compás por toda la eternidad. Y por momentos sientes necesidad de apagar la luz y contemplar la oscuridad en la más plena soledad, mientras escuchas música cálida y respiras profundamente. A veces te miras al espejo y observas que tus ojos piden a gritos una simple señal. Un “¿cómo estas?” o un mero “aquí estoy”.
Soy una mujer que en ocasiones me pierdo en preguntas sin respuesta aceptando mi propia realidad y me resisto a la desesperación de la incomprensión del mundo. Soy así, mi pasión incontrolada me lleva a lugares que son invisibles para las mentes comunes, segura de mi esencia me lanzo a una vida que me atrapa con la intensidad de sus contadas horas. Soy una creadora de sueños porque imagino mundos diferentes, pienso en lo que soy y en lo que no soy. La imperfección de este mundo convulso a veces me desanima pero mi fe en la humanidad me llena de fuerzas para seguir adelante. Amo con entrega, con fuerza incontrolable, sin la reserva de la duda y con el alma desnuda, siento la magia de los deseos, me alimento de la esperanza y cuando estoy deprimida o triste me encierro en mi caparazón. Si me caigo me levanto con coraje, no temo al mundo, soy capaz de desconocer, ansiar, sufrir, apasionarme, sentir vergüenza, reconocer, huir, alejarme...
¿Cuántas caricias se quedarán sin dar esta noche?, ¿dónde irán los besos ansiados que ya hoy no serán dados?, se perderán las miradas en el infinito sin cruzarse con los ojos deseados, se convertirán en silencio las palabras que se quieren decir, esta noche ya nada será, mañana tal vez sí. A veces me gustaría dormirme y soñar, dejando los días pasar mientras el mundo sigue su camino y que al despertar todo fuera tal y como yo deseo. Es un pensamiento absurdo, casi infantil, pero de vez en cuando lo tengo. Sé que esta noche me acostaré y mañana cuando despierte muchas cosas no serán como yo deseo.
En ocasiones quisiera volverme mar... mar sin memoria, sin recuerdo, sin sueños, mar eterno, infinito, inabarcable en una mirada, indiferente a todo, distante y frío, profundo y tempestuoso... Sí, a veces quisiera ser ese mar sin alma, de un precioso azul verdoso que enamora a quien lo mira por primera vez y después nunca más puede separar su mirada de él. Un mar que provoque una loca pasión, tan fuerte que un día se atreva a surcarlo, sabiendo el destino y ser feliz hasta un instante antes de acabar naufragando.
Todos los caminos son iguales, atraviesan, van o pasan por un lugar. La única pregunta a plantearse es "¿Tiene este camino un corazón?". Si lo tiene, entonces el camino es bueno. Si no lo tiene, no vale la pena. Si tu camino es el amor, la meta no tiene importancia, el proceso tendrá "corazón".
El corazón de las mujeres es la zona más emotiva de nuestro cuerpo y la parte más elevada de nuestro ser. Nuestra alma es tan frágil y entregadamente fiel porque está compuesta de sentimientos cálidos y tibios como los rayos matutinos. Sin embargo, ni aún así el hombre (hay excepciones) es capaz de verlo claro ni pensar tan alto, como lo hace una mujer que va por la vida remendando con hilos de ternura su propio corazón y los ajenos.El dramaturgo alemán Christian Dietrich Grabbe dijo: "La mujer ve en profundidad; el hombre, en amplitud. Para el hombre el corazón es el mundo, para la mujer el mundo es el corazón”.
Lo mismo ocurre con los días que algunos pasan sin mayor gloria, sin momentos especiales, que no saben a nada, que no se recordarán porque no dejan huella, son vacíos, días ingratos que llegan sin promesas y se van sin ellas. Pero también hay días radiantes con un cielo azul y despejado, donde ocurren cosas importantes en nuestra vida, que están marcados por la felicidad y el amor, días que dejarán una huella imborrable en nosotros.
La vida es así, siempre en completo movimiento, nada es estático, en ocasiones pueden oírse risas cercanas e intentar cogerlas de la mano pero todas se escapan; en otras todo invita a reunirse con el mar (ya saben que es una de mis pasiones), a volverse ola y danzar en su cadencioso compás por toda la eternidad. Y por momentos sientes necesidad de apagar la luz y contemplar la oscuridad en la más plena soledad, mientras escuchas música cálida y respiras profundamente. A veces te miras al espejo y observas que tus ojos piden a gritos una simple señal. Un “¿cómo estas?” o un mero “aquí estoy”.
Soy una mujer que en ocasiones me pierdo en preguntas sin respuesta aceptando mi propia realidad y me resisto a la desesperación de la incomprensión del mundo. Soy así, mi pasión incontrolada me lleva a lugares que son invisibles para las mentes comunes, segura de mi esencia me lanzo a una vida que me atrapa con la intensidad de sus contadas horas. Soy una creadora de sueños porque imagino mundos diferentes, pienso en lo que soy y en lo que no soy. La imperfección de este mundo convulso a veces me desanima pero mi fe en la humanidad me llena de fuerzas para seguir adelante. Amo con entrega, con fuerza incontrolable, sin la reserva de la duda y con el alma desnuda, siento la magia de los deseos, me alimento de la esperanza y cuando estoy deprimida o triste me encierro en mi caparazón. Si me caigo me levanto con coraje, no temo al mundo, soy capaz de desconocer, ansiar, sufrir, apasionarme, sentir vergüenza, reconocer, huir, alejarme...
¿Cuántas caricias se quedarán sin dar esta noche?, ¿dónde irán los besos ansiados que ya hoy no serán dados?, se perderán las miradas en el infinito sin cruzarse con los ojos deseados, se convertirán en silencio las palabras que se quieren decir, esta noche ya nada será, mañana tal vez sí. A veces me gustaría dormirme y soñar, dejando los días pasar mientras el mundo sigue su camino y que al despertar todo fuera tal y como yo deseo. Es un pensamiento absurdo, casi infantil, pero de vez en cuando lo tengo. Sé que esta noche me acostaré y mañana cuando despierte muchas cosas no serán como yo deseo.
En ocasiones quisiera volverme mar... mar sin memoria, sin recuerdo, sin sueños, mar eterno, infinito, inabarcable en una mirada, indiferente a todo, distante y frío, profundo y tempestuoso... Sí, a veces quisiera ser ese mar sin alma, de un precioso azul verdoso que enamora a quien lo mira por primera vez y después nunca más puede separar su mirada de él. Un mar que provoque una loca pasión, tan fuerte que un día se atreva a surcarlo, sabiendo el destino y ser feliz hasta un instante antes de acabar naufragando.
Todos los caminos son iguales, atraviesan, van o pasan por un lugar. La única pregunta a plantearse es "¿Tiene este camino un corazón?". Si lo tiene, entonces el camino es bueno. Si no lo tiene, no vale la pena. Si tu camino es el amor, la meta no tiene importancia, el proceso tendrá "corazón".
El corazón de las mujeres es la zona más emotiva de nuestro cuerpo y la parte más elevada de nuestro ser. Nuestra alma es tan frágil y entregadamente fiel porque está compuesta de sentimientos cálidos y tibios como los rayos matutinos. Sin embargo, ni aún así el hombre (hay excepciones) es capaz de verlo claro ni pensar tan alto, como lo hace una mujer que va por la vida remendando con hilos de ternura su propio corazón y los ajenos.El dramaturgo alemán Christian Dietrich Grabbe dijo: "La mujer ve en profundidad; el hombre, en amplitud. Para el hombre el corazón es el mundo, para la mujer el mundo es el corazón”.
las palabras tienen una fuerza increíble, llegan muy lejos y muy adentro, cuando son dichas con sinceridad y con fuerza. Las tuyas por ejemplo llegan al corazón como "caricias de seda" como tu misma dices.
ResponderEliminarEl mar te apasiona de una manera asombrosa, también a mí. Me gusta cuando dices que "la pasión incontrolada te lleva a lugares invisibles para las mentes comunes". Eres una mujer adorable, que sabe amar, y no estoy de acuerdo cuando dices que no tienes nada que te tienes a ti misma, porque alguien como tu tiene mucho porque da mucho y lo das sin reserva.
A mi también me gusta el mundo de los sueños para poder, sobre todo, soñar con ella con la mujer de mi vida. Esa mujer que amo con toda mi alma y no me la puedo sacar ni un instante, la llevo graba en mi a fuego puro, a cada instante pienso en ella.
A cada momento ella, rondando siempre en mi mente, permanente su recuerdo, el de sus besos, el de sus caricias. Cada día, cada hora revivo en mi memoria los instantes, las miradas, las palabras, los silencios, los abrazos porque la echo de menos, porque me gusta verla y tenerla, nada hay mejor, es maravilloso lo que siento a su lado, porque me excita, me provoca, y la deseo con tanta fuerza que me asusta. La recuerdo a cada momento de día o de noche, cuando duermo y sueño o cuando sueño despierto, pero siempre ella, a cada momento ocupando mi vida, mi mente, mi corazón.
Yo también pienso en cuántas caricias se quedarán sin dar esta noche y cuántos besos ansiados se perderán.
Yo soy un hombre que ama con intensidad, aunque nunca había amado a nadie como la amo a ella, ahora sufro porque no la tengo,pero espero poder recuperarla en cualquier forma. Tu que eres una mujer llena de amor y pasión ¿qué me aconsejas que haga?
Gracias por tus elogios, me agrada que te guste lo que escribo.
ResponderEliminarEs difícil dar consejos de amor, porque en el corazón no se puede mandar y aunque yo te diga que la olvides eso no depende solo de palabras, sino de hasta donde esa mujer te haya marcado, que al parecer fue muy profundo.
Yo te entiendo porque sé lo que es llevar el amor a flor de piel y grabado en el alma. Sé lo que es desear a alguien con todas tus fuerzas y no tenerlo. Esas son las penas y las trampas del amor.