jueves, 7 de julio de 2011

Las emociones, los deseos y siempre la realidad

Hace un rato colé mi tan preciado café, es media tarde y está lloviendo mucho, la niña duerme, en medio del silencio y la tranquilidad, encendí un cigarrillo y me dieron ganas de escribir, me senté frente a la computadora… ¡Ah! como siempre y sin cesar, la música a mi lado (bajita para no despertar a mi princesa), ya dispuesta a escribir puse mis manos en el teclado y lo curioso es que me he quedado con la mirada perdida frente a la pantalla, con la mente en blanco mientras un vacío extraño se apodera de mi interior. No lo entiendo pero de pronto no sé a ciencia cierta que voy a escribir, sin embargo tengo ganas de hacerlo, contradictorio ¿no? Me siento feliz, animada… y de pronto me encuentro vencida por una sensación extraña que no sé explicar.

Por más que pienso sigo sin decidirme por un tema, y la realidad es que sigo sentada aquí con la mente en blanco pero con deseos de escribir. La realidad tan obstinada como siempre, se impone a los deseos, así que por mucho que a veces nos empeñamos en llevarle la contraria acaba ganando. En ocasiones logramos esquivarla, pero nos termina encontrando y dice eso de "aquí estoy yo" y entonces no hay nada que hacer más que aceptarla o intentar zafarnos de ella a la mínima que se despiste. Y eso justamente es lo que estoy haciendo, despistarla porque sin saber sobre qué exactamente he comenzado a escribir. Voy por otro café, enseguida regreso…

Ya estoy de vuelta, enciendo otro cigarrillo y comienzo a sonreír… es increíble, he comenzado de forma un poco rara, quizás sea esta tarde gris con su humedad lo que me ha trabado pero ya mi mente comienza a despertar y voy perfilando mis pensamientos, así que ahí les va esta amalgama de ideas.

Hace un tiempo me di cuenta lo importante que es vivir el aquí y ahora, por eso ya no pienso en un futuro lejano como antes, ni tampoco en el pasado. Tengo días positivos y negativos como todo el mundo, si somos realistas hay que reconocer que nadie está todo el tiempo cien por ciento feliz. Ahora me gusta pensar en las cosas buenas que tengo, agradezco a la vida y a Dios el tener esta familia que adoro, que todos tengamos salud, tengo un trabajo que me gusta, unos amigos entrañables, etc. Cuando pienso en todo eso me siento feliz, sin importar en las adversidades que a todos nos tocan.

En la vida de alguna manera todos hemos tenido experiencias difíciles y aunque siempre pensamos que las cosas pudieran haber sido diferentes, lo cierto es que no podemos cambiar el pasado. A veces creemos que todo lo que nos sucede tiene su lado bueno, eso es una falacia, a lo largo de la vida nos pasan cosas que no tienen nada de bueno y dejan marcas muy difíciles de superar, heridas que sangran mucho. Y ahí es donde nos preguntamos ¿cómo podemos librarnos de nuestras experiencias amargas? Solo hay una manera: viviendo el presente. Sí, viendo el presente porque aunque no podamos cambiar el pasado, sí podemos cambiar lo que sucederá durante la tarde y las decisiones que tomemos antes de dormir pueden ser muy significativas.

Creo que las pequeñas cosas de la vida son las realmente importantes (una flor, una canción, un abrazo sincero, un beso dado con el corazón, una mano extendida para apoyarte cuando estás cayendo…), pero lo curioso es que muchas veces no nos damos cuenta. Hay personas que piensan que es más importante el éxito, el dinero (qué hace mucha falta es verdad), el lucro… ¡qué idiotas! Por eso muchos son tan infelices.

En cada instante de la vida experimentamos algún tipo de emoción o sentimiento. En un santiamén nuestro estado emocional varía dependiendo de lo que nos ocurre y de los estímulos que percibimos, aunque no siempre sabemos y podemos expresar con claridad qué emoción experimentamos en un momento dado. Siempre tenemos la impresión de que nos faltan palabras para describir con precisión nuestras emociones, experimentamos cambios de intensidad emocional bruscos o graduales, hacia lo positivo o hacia lo negativo. Las emociones son un mecanismo que tenemos los seres vivos para orientarnos en nuestra lucha por la supervivencia.

En lo particular no quiero, ni me gusta que controlen mis emociones (aunque a veces lo hacen), cuando estoy triste pienso en lo peor y cuando estoy feliz siento que no hay nadie en el mundo mas feliz que yo, en ocasiones creo que eso no es normal. Si estoy feliz, quiero detener el tiempo (imposible ¿cierto?), me propongo muchas metas, siento que puedo alcanzar cualquier cosa, que tengo el mundo en mis manos y se refleja la alegría y el optimismo en mi cara.

Sin embargo cuando me agarra la tristeza todo cambia, quiero estar sola, alejarme del mundo, me desmotivo por completo, no quiero ir a ningún lado (otras quiero volar y desaparecer), quiero simplemente poder llorar y desahogarme, me distraigo y no logro concentrarme, se me olvidan las cosas… a veces ni siquiera sé el motivo exacto de mi tristeza, otras me atrapa incluso por algo ajeno a mí, algo que presencié o escuché, un recuerdo doloroso, una canción… lo cierto es que cuando estoy así muy pocas cosas pueden traerme de regreso a la normalidad. Por eso trato de controlar mis emociones para que no me dominen.

Siempre he tenido muchas cosas dentro que no sabía cómo explicar. Ahora sé que lo que yo quería era exteriorizar sentimientos que a veces no entendía. Puedo decir que a base de ideas y párrafos, he aprendido a entender, describir y reconocer no sólo mis propios sentimientos sino también los de los demás. He aprendido que esa sensación de que te ahogas por no poder gritar, se llama impotencia. Me gusta pensar que todo es posible… sentirme viva en las pasiones y también en la espera, en los aciertos y desaciertos, en el éxito y el fracaso...

Muchos escapan a estas cosas cuando llega el momento de entrarle a la vida de frente, otros dicen que no saben cómo, que no tienen la oportunidad. Pero no es así, la puerta siempre está frente a nuestros ojos solo que a veces creemos que es mejor, por conveniencia, no abrirla. Digo por conveniencia porque cuando pensamos en algo que no resultó como esperamos, cuando nos pegaron justo en el corazón y el sacudión nos dejó débiles... preferimos alejarnos y protegernos antes de volver a intentarlo... y es por eso que no abrimos la puerta… por miedo, por no arriesgarnos mientras en la mente nos rondan las mismas preguntas ¿y si fracaso? ¿y si sufro porque vuelven a hacerme daño? ¿y si pasa lo mismo?

Ese es un terrible error, quizás el más grande de todos porque solo aprenden verdaderamente a vivir los que se entregan sin temor, los que se animan a entrar a la vida por esa puerta con el convencimiento de que serán los protagonistas de su historia aunque tengan que levantarse una y otra vez de las caídas, pero que lo harán con más fuerza y sabiduría, que renacerán con cada fracaso y que vivirán a plenitud el amor.

Si han tenido alguna vez o tienen ese miedo (yo lo he tenido) levanten ese ánimo que la vida es bella. Y por eso cuando amanezca de nuevo solamente recuerden lo mejor de ustedes porque es lo que les ayudará a olvidar las tormentas que hayan dejado atrás, acepten lo que ven sus ojos, expulsen de su mente y su corazón lo que les hace daño y amen con intensidad. Aprendan a percibir todo el amor que les rodea, porque el amor es el único que puede sanar las heridas. Nunca olviden que todo es posible si nosotros lo creemos posible.

Hoy he pensado en muchas cosas, en las que no pasan y en las que suceden sin buscarlas, en sentimientos que nacen sin sentido y sin razón pero que no tienen olvido… lo mejor es dejar de pensar tanto, porque nada es por nada, siempre hay un por qué aunque no le encontremos explicación. Todo es causa y efecto de algo… el amor perdido, la sonrisa de un niño, la flor que se marchita, el recuerdo de un beso apasionado… Así es la vida, así somos los humanos una vana imperfección que intenta encontrar la perfección que no llega... Tenemos que vivir la vida, sentirla a cada paso, saborear el amor... ¡dejar de pensar tanto!

¡Ah! Antes de despedirme quiero darles las gracias a ustedes por seguir aquí. Este espacio acaba de cumplir cinco meses y cada día somos más (el blog tiene casi 2000 visitas), es señal de que les gusta, que entienden lo que escribo y quizás muchos se ven reflejados en estas líneas. Agradezco infinitamente sus comentarios, todos son personas encantadoras y de buen corazón (algunos me enloquecen como imagino que yo a ellos) y siempre hago hasta lo imposible por contestarles pero el tiempo es mi mayor enemigo. Me interesan mucho sus opiniones, conocer su manera de pensar y eso me ayuda a darme cuenta de que en muchas cosas no estoy errada, porque nuestros criterios coinciden. Gracias una vez más por seguir conmigo, con mis aciertos y desaciertos, pero siempre con amor, sinceridad, imaginación y echándole muchas ganas. Los quiero amigos, un beso.

3 comentarios:

  1. yo pienso como tu las cosaspequeñas de la vida son las + importantes. hay q vivir el ahora y decirle a la gente cuanto se le quiere. las gracias hayq dartelas a ti por lsscosas lindas y ciertas q escribes.

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  2. El placer es todo nuestro preciosa, leerte es refrescante y cuando escribes de amor es ardiente. Un beso para ti.

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  3. Es cierto que hay que dejar de pensar tanto, en eso tienes toda la razón, la vida hay que sentirla, el amor hay vivirlo a plenitud y saborearlo a cada paso sin miedos, como tu misma dices todo es posible si lo creemos posible. Encantadora eres tu y a veces nos enloqueces es cierto, cuando dejas de escribir o cuando escribes de amor con tanta pasión que quitas la respiración, que sofocas, que enalteces el alma y los deseos. Un beso también para ti.

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