No sé por qué me buscas si te he dicho que no te quiero. No me busques más porque no quiero volver a caer en tu red, te lo pido por favor, no te preocupes si soy feliz o no. Olvídame, no me tientes más y vete. No sabes qué vacío has dejado en mí, aunque no te quiera, no te olvido. Siempre que busco refugio en una piel, evoco la tuya, morena, con tus lunares y cicatrices. Todo tú sigues refugiado en ese rincón que tanto te resistes a desocupar. Quizás es porque nuestros latidos siguen entendiéndose con el mismo código morse… Me duele y cuesta seguir sin ti. Si me pierdo reviviendo tan solo tus pupilas ¿qué va a ser de mí cuando te encuentre de nuevo? Todo empieza a girar, a dar vueltas, a ser desconcertante, como la falta de orientación que me lleva a esas calles estrechas de las que ya no sé salir.
Es como pretender esconder el mar dentro de una botella de cristal para mandarlo envuelto navegando por la nada que dejaste tras el barrido de tus pestañas. A mi ya no me quedan limites de entendimiento, control, represión de mis ganas de recorrerte otra vez. Puedo ser un camino más firme para el juego de tus dedos índice y corazón, y dejarlos pasear entre mi cuello y mi ombligo si prometen no salirse de ahí, puedo ser un dulce para tus labios, un caramelo para tu lengua, puedo ser todo aquello que tus pupilas quieran. A pesar de no querer verte, locos están mis ojos de buscarte entre tinieblas, locos y perdidos.
No tienes idea de la forma en que me siento sin ti, extraño desde tu voz hasta tu forma de hacerme reír. Si quisiera sabes que puedo latir a tu ritmo, concederte el deseo más tonto o más perverso porque compré un billete en primera clase hacía tu cama.
Puedo hacer que coincida el tiempo de mi pregunta con la solución a tu adivinanza... puedo hacer mil locuras… Así me voy perdiendo en los recuerdos y mis deseos por ti, mientras quiero alejarme más de ti y al mismo tiempo espero que vuelvas a robarme un beso y volver a oír al despertar de un sueño tus "buenas, princesa", mientras escondo mis ganas de hacerte el amor… sé que piensas que deberían torturarme para obligarme a decírtelo, porque mi orgullo y mi razón no me dejan, solo si me volviera loca te diría esa gran verdad, que haría el amor contigo toda la vida sin importar nada más.
Siempre supimos ser a la perfección, dos cuerpos buscando estrangularse. Aunque sigamos con nuestro eterno "cuando tu vas yo vengo"... ¿recuerdas lo bien que encaja tu mandíbula en mi cuello? No quería aceptarlo, pero he tenido tantas ocasiones de comprobar lo que me pasa por dentro cada vez que me rozas, que si sigo negándolo terminaré cayendo en la mentira más tonta, la mía. Te encantará leer esto, disfrutas cuando reconozco que me equivoco. Sé que no será bueno a largo plazo para ninguno de nosotros revivir tantos recuerdos, sin embargo ninguno de los dos puede evitarlo… Me gusta todo de ti, me apeteces a destiempo, como siempre. No sé si llegaste a entender nunca, que cada uno de mis mordiscos se dirigían a tu yugular embriagados de una demencia dominada por la idea de comprobar a qué sabes. El alcohol y el humo de tus besos mezclados con ese chocolate... ¡Dios bendito! eres un postre delicioso, aunque empalagues.
Me encantan esos ojos que me miran y me mandan relámpagos al corazón. Los míos intentando esconder todo sentimiento más allá de la pupila. Y no quiero besarte porque me muero en el último segundo de cada beso, me muero por dentro. No me hace falta ni frasco de veneno ni puñal que yo muero con un beso de tu boca, por si acaso fuera el último, y revivo en el primer segundo del siguiente, si lo hay. Constantemente cierro los ojos y te veo, estoy constantemente sintiendo el cosquilleo de mariposas reviviendo por el electrochoque del roce de tus manos, constantemente queriendo estar contigo para toda la eternidad y al mismo tiempo impidiéndolo.
A las dos de la tarde recostada en mi butacón empecé a pensar nuevamente en ti, y cuando a los cinco minutos me dio por mirar el reloj, eran las siete. Si escapo de ti algún día, si puedo volver a caminar tranquila por la calle sin miedo a que aparezcan tus ojos detrás de cualquier esquina, o cuando pueda pasear por todos y cada uno de nuestros lugares olvidados y desatendidos sin que esos dedos negros y húmedos del dolor me opriman el corazón, si algún día consigo ver más allá de ti y de contigo, entonces quizá, si tú quieres, podremos dejar de ser dos desconocidos... pues eres el desconocido más importante de mi vida. Aún siento el murmullo de tu voz, casi no duermo, no dejo de fumar. Cada recuerdo es una lágrima y aunque me digo que es la última, vuelvo a caer cuando pienso en ti. Pero cómo voy a olvidarte si tú no me dejas escapar de ti y te llevo en la sangre, y aún me pierdo en el último abrazo. No encuentro un antídoto para tu recuerdo, para tu amor que todavía me quema. Pero no sé la razón, no estás aquí porque yo lo quiero así, entonces por qué no puedo olvidarme de ti por más que trato.
Tal ves esta noche duerma con el sabor de tus labios en mi piel, las huellas de tus besos aun están tibias en mi cuerpo. Quizás cuando la magia del sueño se apodere de mi ser y caiga rendida sienta nuevamente tus labios, quizás en la calma profunda de mis sueños te aparezcas y me entregues tu cuerpo ardiente de deseos embriagándome de amor, tal vez nuestros cuerpos se unan en un mismo deseo que enciendan el fuego de la pasión y se fundan en ello... perdiéndose en una explosión de éxtasis... Quiero despertar con la humedad de tu piel, con tu cuerpo cálido abrigándome del frío.
Los ves, me alejo de ti pero mi mente vuelve una y otra vez a ti, a los recuerdos… y cada llamada tuya, cada súplica me pone peor, me hace flaquear. No-me-dejas-escapar. Y yo quiero huir. Por eso te rehuyo para no pensarte, vivirte o soñarte. No puedo permitirme el lujo de revivir tus lunares, repensar tus palabras, “resoñar” tus gestos. Sabemos que puedes hacer caer del cielo la llave que me abre y me expone, que hace que siempre termine diciendo que si. Una vez quise aparentar que nunca habías existido, ejecutando hasta a tu nombre que se volvió impronunciable y contra mí. ¡Qué estúpida! Como si realmente fuera posible aparentar que no ha existido alguien que llevas grado a fuego en la piel y en el corazón. Por eso te pido… ódiame, maldíceme, mátame... pero no me pidas que vuelva... a ti, porque si lo haces ya no tendré fuerzas para resistirme.
Me gusta cuando escribes así, lo haces de una forma que uno te siente muy cerca.
ResponderEliminarTe entiendo muy bien porque a mí me pasa lo mismo, tu sabes que la mujer que amo me dejó pero cómo puedo olvidarla si está muy dentro de mí, cómo vivir tan lleno de ansiedad de ella… no lo sé por eso le escribí esto:
ResponderEliminar“Hoy mi carta es serena, como yo, que soy sereno y soy intenso, soy pasión y calma, soy sonrisa y seriedad, soy tímido y atrevido, soy yo y soy tú. No soy un ser perfecto, pero soy el ser humano que estaría siempre a tu lado sin necesidad de que me lo digan tus labios… No hay nadie que desee con más intensidad que yo estar en cada uno de tus momentos… buenos y malos… simplemente porque tu me haces sentir vivo. Siempre aguardaré en silencio cuando necesites silencio, siendo tu lo que más quiero y lo que más protejo. Si no estás entre mis brazos… tranquila, que a pesar del dolor en mi corazón. Lo que siento aclara cada uno de tus sentidos, aun estando tan lejos… No te sientas presa de este amor… eres libre aún conmigo… mi amor vive para cuidarte, protegerte, amarte, brindarte abrigo cuando necesites unas pocas llamas de calor”.
Amiga, olvidar, que difícil olvidar cuando existe tanta ausencia sonora, cuando los besos dejan quieto los labios y la soledad se hace tan larga... Cuando faltan besos y su aroma está tan dentro, olvídate de olvidar porque no se puede.
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