Es
de madrugada y estoy cansada, pero he salido como tantas otras noches a la
terraza a respirar un poco el aire fresco de la noche y a mirar ese horizonte
que a penas se intuye entre las sombras, pero que yo sé que esta ahí. Me gusta
mucho esa quietud, ese silencio. Y hoy, especialmente, lo he saboreado más,
porque me siento tranquila, relajada.
El
otro día le dije a alguien que yo prefiero trabajar o batallar con un hijo de puta
inteligente que con buenazo mediocre y se molestó mucho, me dijo horrores. En
distintos momentos de mi vida he sido criticada por mi gusto por la inteligencia.
Cuando uno habla de que le gusta la gente inteligente o aún peor, de que uno se
considera inteligente, suena pedante. A mi la pedantería me incomoda. Pero
también es cierto que me considero inteligente. En este punto es necesario saber
qué se entiende por inteligente, porque en realidad no es un puntaje de C.I.,
cuando yo hablo de inteligencia me refiero a una mezcla entre creatividad,
ingenio, y una gran dosis de interés por las actividades que se hacen.
Es
cierto que hay otras cosas importantes. Obvio. De hecho, mucha gente que
considero inteligente son bastante insufribles, inestables emocionalmente, limitados
en su área de conocimiento, o simplemente malas personas. También hay quienes confunden
inteligencia con seriedad, lo que es un error, ya que no hay nada menos
inteligente que no tomarse las cosas con humor. Tampoco es conveniente
confundir inteligencia con una aureola de "bondad" generalizable a
todos los ámbitos. En lo personal, he conocido muy buenas personas que han
estado lejos de ser brillantes.
Llevo
varias semanas agobiada con mucho trabajo (de esos que no sabes cómo entrarles y
los vas dejando hasta que te pones contra-reloj) y problemas personales. Algunas
veces lo que quiero y lo que no quiero, se ignoran mutuamente, negándose
importancia. Lo mejor podría ser abandonar, la esperanza para empezar, la
nostalgia para seguir, los objetivos en general, para terminar. No quiero defender
el hedonismo, no quiero defender nada. No quiero ningún estandarte. A veces lo
que uno quiere no está entre las alternativas y elegir nada, al final es elegir
algo, porque eso sí estaba dentro de las opciones. Tener una historia para
contar nunca es malo, aunque sea una historia triste.
Bueno,
creo que me he ido enredando toda, pero lo cierto es que ahora, ya lo he
encaminado casi todo y empiezo a sentir menos presión. Eso hace que me sienta
más liberada y feliz. Pero esto me ha llevado a pensar en el valor que uno le
da o no le da a las cosas en determinado momento. Dicen que sólo valoramos
aquello que perdemos, ¡qué estupidez la nuestra!, aunque muchas veces es así.
Por
ejemplo en este instante yo valoro la paz que siento y es que me doy verdaderamente
cuenta de lo que significa no sentirse presionada; pero a veces no valoramos el
que tenemos trabajo, o a la gente que nos quiere de verdad, o que tengamos 20
putos pesos en la cartera, o que alguien nos sonríe al darnos los buenos días…
Si
algo tengo claro es que cualquier cosa que hoy tengo, mañana tal vez ya no la
tenga. Y en ese saco incluyo todo cuanto poseo, desde lo más valioso, como la
gente que quiero, a las cosas más insignificantes, como el simple trago que me
estoy tomando. Hoy estoy aquí pero mañana no sé donde estaré, hoy he sonreído
escuchando el canto de los pájaros pero tal vez mañana no pueda escucharlo; he
trabajado, me he reído, he hablado con mucha gente, he besado a mis hijos y he
tecleado como loca en mi computadora. Pero, mañana, tal vez no pueda hacer
ninguna de esas cosas.
En
cada amanecer, abrimos los ojos para enfrentarnos a un día más... La mañana se
va llenando de un taconeo incesante, las calles se llenan de estudiantes y
trabajadores marchando hacia sus tareas diarias, y otras muchas personas empeñadas
por llegar al lugar deseado... Tanta es la prisa que miramos sin mirar...
Quizás recordamos una marca, comentamos el gesto huraño de alguien sin
importarnos la causa que lo provocó. Así transcurre el día y nos quedamos sin descubrir
el interior de quienes nos acompañan, o nos privamos del disfrute del vuelo de
los pájaros o la sonrisa de los niños cuando juegan. etc. Todos los días son
buenos para redescubrir sonrisas hermosas, actos valiosos, manos habilidosas,
espíritus valientes, luchadores incansables de lo bueno.
Por
eso hoy quiero ser consciente, valorar y agradecer a la vida todo cuanto tengo
antes de perderlo, o, más todavía, aunque no lo pierda nunca. Y, sobre todo,
agradecerle esta capacidad que constantemente me brinda para sentir, para ser
capaz de conmoverme cuando siento el viento fresco de la noche en mi piel o
mientras intuyo un horizonte entre las sombras.
No
podemos vivir tan deprisa, eso conspira contra nosotros mismos. Siento rabia y
tristeza cuando me doy cuenta de que no nos detenemos ni un instante y es
necesario hacer un alto como el que he hecho esta noche, para tomar consciencia
de muchas cosas. Y aunque me arden los ojos, no he querido acostarme sin
sentarme a escribir esto, para ver si de este modo me lo grabo definitivamente
en mi memoria, en esta mente traicionera y desleal que muchas veces se empeña
en hacerme olvidar lo maravilloso que es vivir cada instante y disfrutar de las
cosas simples.
Las
cosas que el dinero no compra son las más valederas. La recompensa más grande
es la sensación de haber hecho "mi mejor esfuerzo", de no haber desmayado
en la lucha, de no tenerle miedo a la noche sino dejarme seducir por su
profundidad. La recompensa más grande es darle gracias al camino cuesta arriba
que en lugar de cansarme, me revitaliza. El premio más grande es verme con
grandes ojeras acompañadas de una gran sonrisa que dice he caminado un largo
trecho, con muchas caídas y desaciertos, con algunas cicatrices, polvo y
lágrimas, en medio de algunos berrinches y angustias, pero que cada obstáculo
me dio un talento, mientras más grande es el reto más son las ganas de superarlo.
¡Ah!
Déjenme decirles algo más en cuanto a la inteligencia, cuando digo que me gusta
la gente inteligente, no es una declaración de principios con respecto al valor
de las personas, que suelen tener cualidades en los diversos ámbitos, sino
solamente una declaración de gustos. La inteligencia me gusta como me gusta el
cine, me atrae como me atraen los hombres, ni más ni menos. No hay por qué
molestarse.
Soy
consciente de la suerte que tengo por estar aquí, por ser, por aceptar y
disfrutar todo cuánto la vida me regala en cada momento. Quiero sentirme todos
los días (sé que eso es imposible) tan liberada y feliz como me he sentido esta
noche, cuando buscaba ese horizonte entre las sombras, disfrutando del frescor
de la madrugada y con la satisfacción de muchas cosas resueltas.
Coincido mcontigo en lo de la inteligencia. En lo de la prisa no creo que sea tan así, porque en muchos casos no es por mero gusto sino por lo difñicil y complicado de la vida, aunque tienes razón en que necesitamos detenernos de vez en vez para disfrutrar esos pequeños instantes y pensar en lo que tenemos.
ResponderEliminarSos genial, me encanto eso de "la inteligencia me gusta como me gusta el cine, me atrae como me atraen los hombres, ni más ni menos. No hay por qué molestarse". decís bien, fijaos si me gusto que copie textual las palabras.
ResponderEliminarEsta sociedad de consumo, consume igual a los intelectuales. Se quedan en poesias orientales lamiéndose las heridas que no tienen tiempo de curarse.
ResponderEliminarIncluso la "vida acelerada" tiene un fin humano que los funcionarios han logrado 'descafeinar' como lo hacen con todo. Creo que cuando uno viaja en moto a mil por hora, tiene que confiar en los instintos y los reflejos mas que nunca. Pero, no funciona cuando nos empujan a movernos y no es algo que sentimos... ¿Cómo conocernos mejor?
Me preocupan esas nuevas esclavitudes que generan como preguntas en ese gran cerebro que forma toda la humanidad:
El alquiler de vientres, es algo que siempre ha existido. Pero, hoy, una pareja homosexual paga $12000 para inseminar un óvulo comprado y gestarlo en el vientre de una chica hindú-musulmana. La chica, no le cuenta nada a su familia, porque no entenderían ni creerían toda esa tecnología. Se va a Nepal a vivir por un año y vuelve para comprarse una tienda y empezar una nueva vida. Pero, a ella le pagan como mucho $3000 cuando deberían pagarle $6000. Y dicen que hay chicas que acceptan incluso $300!!.
Me preocupa que si algún dia terminan con esa mafia, estos van a secuestrar chicas para seguir el negocio, imponiéndose por la fuerza, como siempre...
La mayoría de los problemas actuales surgen porque no le damos a las cosas el valor que realimente tienen.
¿Cómo hacerlo? ¿Seguiremos creyendo que si podemos pagar por algo, nos merecemos tenerlo? ¿Y podemos tirarlo cuando nos cansamos?
Tiene que existir algo que nos impida obtener las cosas hasta que no creamos que nos las merecemos... Algo que salga de nosotros mismos, sin importar lo que nos diga nadie.
Me faltaba agregar una sugerencia que en un momento mencionó S. Hawkings sobre como decidía sus próximas actividades. Decía que solo se guiaba por lo que tenía en 'la punta de la nariz' para seguir adelante. Descartando un universo (imaginar las ideas de ese genio) de asuntos, como menos interesantes...
EliminarAsí, logró negar su propia teoría de que nada podía escapar de un agujero negro. Volviendo a sorprender a los mismos científicos que ahora son sus seguidores...