Habíamos
tenido una fuerte discusión y llevábamos varios días sin tan siquiera mirarnos y
mucho menos dirigirnos la palabra. Al día siguiente de haber discutido tú
intentaste un acercamiento pero yo estaba tan molesta que no lo permití y eso
empeoró más las cosas. Siguieron pasando los días y ninguno de los dos quería
dar el primer paso. Pero yo ya no podía soportar más esa situación y sabía que
necesitábamos hablar.
Aquel
día muy temprano, abrí la puerta del cuarto suavemente, suponiendo que ya estabas
levantado, pero para mi sorpresa, aún estabas dormido. La habitación estaba ligeramente
iluminada por la reciente claridad del día. Me recosté a la pared y me quedé
observándote, siempre me ha gustado mirarte cuando duermes. Y mientras te miraba
pensaba que tú eres el misterio azul de mi cielo y el rojo encendido de mi
infierno.
Eres
tú quien puede hundirse en lo profundo de mis ojos y nadar en el océano de mi
alma porque si estás conmigo, sus aguas son tranquilas, mansas. Tú puedes
caminar en mis pensamientos y viajar en mis sueños, puedes latir en mis
adentros igual que mi corazón, puedes vivir en mi, sentir mi sangre, tocar mis
entrañas, acariciarme el alma, ser mis ideas, mis sentimientos…
Quería
sentir tu fuego, necesitaba tu pasión, bañarme en la lava ardiente de tu cuerpo
que es como volcán en erupción… quería saciarme de ti y cobijar mi cuerpo en
tus brazos que son mi abrigo… estar entre tus brazos, deslizarme por tu cuerpo
y tú en el mío, hallar el ajuste perfecto entre mis piezas y las tuyas.
Caminé
hacia la cama y me paré cerca de ti, acaricié tu pelo suavemente mientras rocé
mis labios con los tuyos y recorrí con mis dedos tu rostro… Estabas plácidamente
dormido, me encanta verte así, tierno, desvalido, a mi merced, completamente entregado
a tu descanso, pero no pude evitar que me asaltaran las ganas y cruzaran mi
mente pensamientos "impuros", sentí unas ganas tremendas de
aprovecharme de ti, de la situación, abusar de la ventaja de tu inconsciencia.
Me
encanta contemplarte mientras duermes, me excita verte así, desnudo, vulnerable...
a mi entera disposición... Tu respiración era sosegada, casi silenciosa, pero
me moría por tocarte, por besarte... necesitaba amarte... Sonreí mientras me
acercaba más a tu cuerpo... me sentía como una gata golosa en busca de su premio...
sabía lo que quería y estaba decidida a disfrutarlo...
Me
pegué a la cama y deslicé lentamente la sábana dejando tu cuerpo completamente al
descubierto, mis dedos iniciaron un recorrido por tu piel a la par que mis ojos,
mi mano se detuvo sobre tu corazón y mis labios se acercaron para notar el
ritmo de tu descanso. Me encanta tu latir bajo mis labios, ese que noto también
cuando mi boca asciende hacia tu cuello y se detiene sobre tu carótida sintiendo
el bombeo del corazón, no sé, son detalles que no pasan inadvertidos para mí.
Seguí
deslizando suavemente mis dedos por tu cuerpo, llegando a tu cintura me detuve
por un momento, para darle lugar a mis labios, tu cuerpo se estremeció… pero continuaste
dormido aunque la agitación de tu cuerpo era incontenible, me moría por
cubrirte de besos, por ahogarme en tus labios... pero no quería despertarte
aún.
Tus
ojos seguían cerrados, permitiéndote abrir la puerta a la fantasía, a un mundo
de sueños en donde te apoderas de todo. Tus labios se sonrieron levemente y tu
sonrisa encendió tu rostro. Soñabas y yo... acariciaba nuevamente tu pelo. Mis
labios poseídos por el deseo incontenible de besarte, se posaron suavemente en los
tuyos para no despertarte.
Sonreí
nuevamente porque pensé que mi vicio empieza cuando tus ganas yacen yermas y
acudo descarada y atrevida a cultivarlas bajo tus sábanas, pero me concentré de
nuevo en el caminar de mis dedos por tu pecho, y seguí la línea descendente
hasta donde yacía tu guerrero, mojé mi dedo índice con mi lengua y lo deslicé
por tu hermoso miembro suavemente… Ahora fue tu sexo el que respondió con leves
y tímidos latidos a las suaves caricias propinadas por mi dedo curioso, que
siguió sutilmente su recorrido una y otra vez.
Me
encantaba ese juego, me sentía dueña y señora de lo que empezaba a ser una
incipiente erección. Tú seguías dormido mientras tu miembro respondía por si
solo a mi llamado. Me sentía dominante y caprichosa, rodee tu glande
suavemente, dando unos toquecitos sobre él que parecía que seguía a mi dedo
húmedo donde quiera que éste quisiera ir... Sigilosa me deslicé hacia la parte
baja de la cama, para colocarme cómodamente entre tus piernas y fue mi boca la
que siguió lo que empezó mi dedo, ya con una erección casi en toda regla...
Adoro,
ver crecer lo que te hago sentir a modo de erección, eso me hace sentir dueña
de ti por unos momentos, de tu mente, de tus ganas y tu lujuria que no pueden
pensar en otra cosa que no sean mis juegos. ¿Sabes? Mi vicio acaba en tu sexo
erecto, en la intención de rendirlo sin más guerra que la que provoca mi
lengua, sin más tortura de la que ofrece mi boca aprisionando tus ganas hasta
agotarlas, succionando de ti, la rendición absoluta.
Cerré
los labios sobre el glande sin dejar de mover mis dedos... impregné de saliva
su superficie, lo besé, lo chupé... me vuelve loca de placer tener tu sexo duro
en mi boca. La excitación te despertó, pero no te moviste... te dejaste llevar...
Tu sexo estaba cada vez más duro... no dejé de lamerlo y chuparlo lascivamente,
a mi capricho, apretándolo contra el paladar mientras con la lengua le prodigaba
múltiples caricias... por momentos muy fuertes y a ratos suaves...
Sentía
tus estremecimientos, de tus labios se escapaban pequeños gemidos... entonces te
tomé completo en mi boca y en el retroceso mis labios te apretaban con fuerza,
dándote uno de los instantes de mayor éxtasis hasta ese momento... provocando
que tu espalda se arqueara y gimieras de placer... susurrando “Por Dios, ya no
aguanto más”. Me detuve en el glande, con los labios cerrados... mientras mi
mano culminaba los últimos movimientos, intensos, profundos, rápidos de arriba abajo
y viceversa... hasta que estallaste, inundando mis labios y mi boca con un río
de lava caliente...
Aún
tembloroso me atrajiste hacia ti, tu boca buscó mi cuerpo con pasión, anhelando
mi humedad, tu lengua recorrió mi sexo provocando un estallido de placer y tu
boca hambrienta chupó y saboreó mi intimidad… incitándome, provocando un fuego
de lascivia, me doblegaste jugando con mi sexo, bebiendo el líquido caliente
que salía de mi surco… tus dedos entraban en mi mientras tu lengua seguía
volviéndome loca, te deseaba con fuerza, comencé a sentir el temblor en mi
vientre entonces te pedí que te detuvieras y que entraras en mí, pero tu seguiste
chupando mi clítoris, lo lamías con ternura, los gemidos y susurros salían en
torrente de mi boca temblorosa, estabas agitando mis entrañas como un huracán. Cuando
el orgasmo estalló un grito de placer salió de lo más hondo de mi ser, mis
piernas no dejaban de temblar, me hiciste el amor con tu boca y tu lengua como
anaconda me hizo feliz.
“Buenos
días amor”, murmuraste y nos fundimos en un beso profundo, degustando nuestras
lenguas con nuestros sabores, tus manos no se estaban quietas me acariciaban por
doquier y volviste a mi sexo, penetrándome con tus dedos haciéndome perder la
poca cordura que me quedaba, ya no podía esperar más, había escalado al máximo
de mi resistencia, te necesitaba dentro de mí. Te colocaste entre mis piernas
situando tu sexo a la entrada de mi humedad y de un solo golpe te introdujiste
por completo en mi, ¡Dios, que placer sentirte tan dentro! impregnada quedó de
ti mi cintura; llena de ti mi entraña; saturado el aliento, mi respiro; ahogada
en tu boca mi nostalgia. El vaivén de tu cuerpo fue aumentando de ritmo, entre
gemidos te escuché decir “te amo”, pero ya yo no podía emitir una respuesta
coherente. De pronto una sensación sublime me hizo su presa, el nuevo orgasmo
me estremeció con violencia me aferré a ti, tu seguías dentro de mi duro y
erecto moviéndote intensamente, hasta que instantes después te llegó ese otro
orgasmo tan esperado (y bien merecido).
Suspirando
y temblando nos quedamos uno en brazos del otro. Entre besos y caricias murmuró
“Te he extrañado tanto, me acosté muy tarde y cansado porque quería dormir
profundamente y así fue porque no te sentí llegar”. Yo sonreí mientras le decía
“Te veías tan tentador y pasivo mientras dormías… que no pude contenerme aunque
sé que tenemos que hablar”. Se quedó mirándome un instante y luego me abrazó
otra vez diciendo “No amor, justo acabamos de decirnos todo lo necesitábamos
escuchar”.
En
esos instantes solo existimos tú y yo, presos voluntarios en el éxtasis. Todo
está permitido en este juego peligroso, en este juego prohibido, nos amamos sin
miedos, disfrutando de ese paraíso pasajero. Aunque luego de esta gloria… Dios
furioso nos expulse y nos condene al destierro.
Me
gusta hacer el amor muy de mañana, antes de comenzar mi jornada, hasta morir y
más allá... sin condicionar lo que se da. Sé que nada es eterno y que quizás
esta pasión no ha de durar, no me preocupa el mañana lo que quiero es disfrutar
hoy a tu lado de esta pasión que nos domina.
Bajo
las sábanas, dentro de este lecho tibio, puedo permanecer siempre contigo, en
este sitio no hay tristeza, los colores hacen magia en tus ojos, nos amamos con
la fuerza que llevamos en la sangre… aquí sólo se escuchan palabras
entrecortadas y gemidos que nacen de dos cuerpos desquiciados, de locura y de
orgasmos alcanzados; gemidos que delatan supremas sensaciones… aquí todo entre nosotros
es placer y gozo, éxtasis y humedad. Desnudos nuestros cuerpos se entregan al
deseo, en un beso profundo explota toda la pasión contenida y nuestros delirantes
labios gritan nuestro amor, pero nadie escucha nuestras voces porque el mundo
está dormido, ajeno a lo que sucede.
No tengo más palabra, tú las has dicho todas, has llenado el universo de sentimientos inigualables de adoración. De un amor total , de más que amor,. De una unión perfecta y Divina. Es un placer leerte. un saludo amiga.
ResponderEliminarTe has robado todas las palabras... porque en ti nada acaba y en ti todo empieza... Mujer real e irreal, posible e imposible, universal y anónima, desnuda y vestida. Mujer como concepto y como esencia, como cuerpo y como alma, como caricia y como beso, como placer sometido y liberado. Mujer con nombre propio y sin nombre alguno, con medidas y desmedida, sensual y sexual, ideal e ideada, utópica y cercana en los sueños y en la vida. Mujer que ilumina la oscuridad con su claridad alumbradora. Piel de mujer, marcada con besos de fuego...
ResponderEliminarGracias... por cada escalofrío que provocan tus palabras...
ResponderEliminarEl deseo satisfecho de dos amantes es lo más bonito y tierno de este mundo, y sabeis relatar como nadie, la urgencia y la necesidad que se siente, sencillamente precioso y caliente.
ResponderEliminarMe encantó, uffffff me has dejado sin palabras, porque he sentido cada una de las tuyas en mi propia piel. Si el Amor pudiera escribir seguramente elegiría expresarse con tu pluma... Si pudiera hablar se quedaría sin palabras al leerte... Si pudiera elegir una forma sería la de tus párrafos... ¡Estoy seguro! El dramaturgo español Jacinto Benavente dijo: “Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas... ¿Qué valdría la vida?”. Cuidate mucho linda.
ResponderEliminarTe vuelvo a leer y es como volver a descubrirte...
ResponderEliminarEn la cabecera de tu blog deberías de poner las contraindicaciones, porque leerte crea síntomas inequívocos de romanticismo, embeleso y adicción. Yo me tomaría esto muy en serio. Ya que soy una de tus victimas.
ResponderEliminarMuy caliente y divino, menos mal que ya no esttoy a dieta, maravilloso lo que relatas .......
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