miércoles, 1 de agosto de 2012

Estabas durmiendo

Habíamos tenido una fuerte discusión y llevábamos varios días sin tan siquiera mirarnos y mucho menos dirigirnos la palabra. Al día siguiente de haber discutido tú intentaste un acercamiento pero yo estaba tan molesta que no lo permití y eso empeoró más las cosas. Siguieron pasando los días y ninguno de los dos quería dar el primer paso. Pero yo ya no podía soportar más esa situación y sabía que necesitábamos hablar.
Aquel día muy temprano, abrí la puerta del cuarto suavemente, suponiendo que ya estabas levantado, pero para mi sorpresa, aún estabas dormido. La habitación estaba ligeramente iluminada por la reciente claridad del día. Me recosté a la pared y me quedé observándote, siempre me ha gustado mirarte cuando duermes. Y mientras te miraba pensaba que tú eres el misterio azul de mi cielo y el rojo encendido de mi infierno.
Eres tú quien puede hundirse en lo profundo de mis ojos y nadar en el océano de mi alma porque si estás conmigo, sus aguas son tranquilas, mansas. Tú puedes caminar en mis pensamientos y viajar en mis sueños, puedes latir en mis adentros igual que mi corazón, puedes vivir en mi, sentir mi sangre, tocar mis entrañas, acariciarme el alma, ser mis ideas, mis sentimientos…
Quería sentir tu fuego, necesitaba tu pasión, bañarme en la lava ardiente de tu cuerpo que es como volcán en erupción… quería saciarme de ti y cobijar mi cuerpo en tus brazos que son mi abrigo… estar entre tus brazos, deslizarme por tu cuerpo y tú en el mío, hallar el ajuste perfecto entre mis piezas y las tuyas.
Caminé hacia la cama y me paré cerca de ti, acaricié tu pelo suavemente mientras rocé mis labios con los tuyos y recorrí con mis dedos tu rostro… Estabas plácidamente dormido, me encanta verte así, tierno, desvalido, a mi merced, completamente entregado a tu descanso, pero no pude evitar que me asaltaran las ganas y cruzaran mi mente pensamientos "impuros", sentí unas ganas tremendas de aprovecharme de ti, de la situación, abusar de la ventaja de tu inconsciencia.
Me encanta contemplarte mientras duermes, me excita verte así, desnudo, vulnerable... a mi entera disposición... Tu respiración era sosegada, casi silenciosa, pero me moría por tocarte, por besarte... necesitaba amarte... Sonreí mientras me acercaba más a tu cuerpo... me sentía como una gata golosa en busca de su premio... sabía lo que quería y estaba decidida a disfrutarlo...
Me pegué a la cama y deslicé lentamente la sábana dejando tu cuerpo completamente al descubierto, mis dedos iniciaron un recorrido por tu piel a la par que mis ojos, mi mano se detuvo sobre tu corazón y mis labios se acercaron para notar el ritmo de tu descanso. Me encanta tu latir bajo mis labios, ese que noto también cuando mi boca asciende hacia tu cuello y se detiene sobre tu carótida sintiendo el bombeo del corazón, no sé, son detalles que no pasan inadvertidos para mí.
Seguí deslizando suavemente mis dedos por tu cuerpo, llegando a tu cintura me detuve por un momento, para darle lugar a mis labios, tu cuerpo se estremeció… pero continuaste dormido aunque la agitación de tu cuerpo era incontenible, me moría por cubrirte de besos, por ahogarme en tus labios... pero no quería despertarte aún.
Tus ojos seguían cerrados, permitiéndote abrir la puerta a la fantasía, a un mundo de sueños en donde te apoderas de todo. Tus labios se sonrieron levemente y tu sonrisa encendió tu rostro. Soñabas y yo... acariciaba nuevamente tu pelo. Mis labios poseídos por el deseo incontenible de besarte, se posaron suavemente en los tuyos para no despertarte.
Sonreí nuevamente porque pensé que mi vicio empieza cuando tus ganas yacen yermas y acudo descarada y atrevida a cultivarlas bajo tus sábanas, pero me concentré de nuevo en el caminar de mis dedos por tu pecho, y seguí la línea descendente hasta donde yacía tu guerrero, mojé mi dedo índice con mi lengua y lo deslicé por tu hermoso miembro suavemente… Ahora fue tu sexo el que respondió con leves y tímidos latidos a las suaves caricias propinadas por mi dedo curioso, que siguió sutilmente su recorrido una y otra vez.
Me encantaba ese juego, me sentía dueña y señora de lo que empezaba a ser una incipiente erección. Tú seguías dormido mientras tu miembro respondía por si solo a mi llamado. Me sentía dominante y caprichosa, rodee tu glande suavemente, dando unos toquecitos sobre él que parecía que seguía a mi dedo húmedo donde quiera que éste quisiera ir... Sigilosa me deslicé hacia la parte baja de la cama, para colocarme cómodamente entre tus piernas y fue mi boca la que siguió lo que empezó mi dedo, ya con una erección casi en toda regla...
Adoro, ver crecer lo que te hago sentir a modo de erección, eso me hace sentir dueña de ti por unos momentos, de tu mente, de tus ganas y tu lujuria que no pueden pensar en otra cosa que no sean mis juegos. ¿Sabes? Mi vicio acaba en tu sexo erecto, en la intención de rendirlo sin más guerra que la que provoca mi lengua, sin más tortura de la que ofrece mi boca aprisionando tus ganas hasta agotarlas, succionando de ti, la rendición absoluta.
Cerré los labios sobre el glande sin dejar de mover mis dedos... impregné de saliva su superficie, lo besé, lo chupé... me vuelve loca de placer tener tu sexo duro en mi boca. La excitación te despertó, pero no te moviste... te dejaste llevar... Tu sexo estaba cada vez más duro... no dejé de lamerlo y chuparlo lascivamente, a mi capricho, apretándolo contra el paladar mientras con la lengua le prodigaba múltiples caricias... por momentos muy fuertes y a ratos suaves...
Sentía tus estremecimientos, de tus labios se escapaban pequeños gemidos... entonces te tomé completo en mi boca y en el retroceso mis labios te apretaban con fuerza, dándote uno de los instantes de mayor éxtasis hasta ese momento... provocando que tu espalda se arqueara y gimieras de placer... susurrando “Por Dios, ya no aguanto más”. Me detuve en el glande, con los labios cerrados... mientras mi mano culminaba los últimos movimientos, intensos, profundos, rápidos de arriba abajo y viceversa... hasta que estallaste, inundando mis labios y mi boca con un río de lava caliente...
Aún tembloroso me atrajiste hacia ti, tu boca buscó mi cuerpo con pasión, anhelando mi humedad, tu lengua recorrió mi sexo provocando un estallido de placer y tu boca hambrienta chupó y saboreó mi intimidad… incitándome, provocando un fuego de lascivia, me doblegaste jugando con mi sexo, bebiendo el líquido caliente que salía de mi surco… tus dedos entraban en mi mientras tu lengua seguía volviéndome loca, te deseaba con fuerza, comencé a sentir el temblor en mi vientre entonces te pedí que te detuvieras y que entraras en mí, pero tu seguiste chupando mi clítoris, lo lamías con ternura, los gemidos y susurros salían en torrente de mi boca temblorosa, estabas agitando mis entrañas como un huracán. Cuando el orgasmo estalló un grito de placer salió de lo más hondo de mi ser, mis piernas no dejaban de temblar, me hiciste el amor con tu boca y tu lengua como anaconda me hizo feliz.
“Buenos días amor”, murmuraste y nos fundimos en un beso profundo, degustando nuestras lenguas con nuestros sabores, tus manos no se estaban quietas me acariciaban por doquier y volviste a mi sexo, penetrándome con tus dedos haciéndome perder la poca cordura que me quedaba, ya no podía esperar más, había escalado al máximo de mi resistencia, te necesitaba dentro de mí. Te colocaste entre mis piernas situando tu sexo a la entrada de mi humedad y de un solo golpe te introdujiste por completo en mi, ¡Dios, que placer sentirte tan dentro! impregnada quedó de ti mi cintura; llena de ti mi entraña; saturado el aliento, mi respiro; ahogada en tu boca mi nostalgia. El vaivén de tu cuerpo fue aumentando de ritmo, entre gemidos te escuché decir “te amo”, pero ya yo no podía emitir una respuesta coherente. De pronto una sensación sublime me hizo su presa, el nuevo orgasmo me estremeció con violencia me aferré a ti, tu seguías dentro de mi duro y erecto moviéndote intensamente, hasta que instantes después te llegó ese otro orgasmo tan esperado (y bien merecido).
Suspirando y temblando nos quedamos uno en brazos del otro. Entre besos y caricias murmuró “Te he extrañado tanto, me acosté muy tarde y cansado porque quería dormir profundamente y así fue porque no te sentí llegar”. Yo sonreí mientras le decía “Te veías tan tentador y pasivo mientras dormías… que no pude contenerme aunque sé que tenemos que hablar”. Se quedó mirándome un instante y luego me abrazó otra vez diciendo “No amor, justo acabamos de decirnos todo lo necesitábamos escuchar”.
En esos instantes solo existimos tú y yo, presos voluntarios en el éxtasis. Todo está permitido en este juego peligroso, en este juego prohibido, nos amamos sin miedos, disfrutando de ese paraíso pasajero. Aunque luego de esta gloria… Dios furioso nos expulse y nos condene al destierro.
Me gusta hacer el amor muy de mañana, antes de comenzar mi jornada, hasta morir y más allá... sin condicionar lo que se da. Sé que nada es eterno y que quizás esta pasión no ha de durar, no me preocupa el mañana lo que quiero es disfrutar hoy a tu lado de esta pasión que nos domina.
Bajo las sábanas, dentro de este lecho tibio, puedo permanecer siempre contigo, en este sitio no hay tristeza, los colores hacen magia en tus ojos, nos amamos con la fuerza que llevamos en la sangre… aquí sólo se escuchan palabras entrecortadas y gemidos que nacen de dos cuerpos desquiciados, de locura y de orgasmos alcanzados; gemidos que delatan supremas sensaciones… aquí todo entre nosotros es placer y gozo, éxtasis y humedad. Desnudos nuestros cuerpos se entregan al deseo, en un beso profundo explota toda la pasión contenida y nuestros delirantes labios gritan nuestro amor, pero nadie escucha nuestras voces porque el mundo está dormido, ajeno a lo que sucede.

8 comentarios:

  1. No tengo más palabra, tú las has dicho todas, has llenado el universo de sentimientos inigualables de adoración. De un amor total , de más que amor,. De una unión perfecta y Divina. Es un placer leerte. un saludo amiga.

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  2. Te has robado todas las palabras... porque en ti nada acaba y en ti todo empieza... Mujer real e irreal, posible e imposible, universal y anónima, desnuda y vestida. Mujer como concepto y como esencia, como cuerpo y como alma, como caricia y como beso, como placer sometido y liberado. Mujer con nombre propio y sin nombre alguno, con medidas y desmedida, sensual y sexual, ideal e ideada, utópica y cercana en los sueños y en la vida. Mujer que ilumina la oscuridad con su claridad alumbradora. Piel de mujer, marcada con besos de fuego...

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  3. Gracias... por cada escalofrío que provocan tus palabras...

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  4. El deseo satisfecho de dos amantes es lo más bonito y tierno de este mundo, y sabeis relatar como nadie, la urgencia y la necesidad que se siente, sencillamente precioso y caliente.

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  5. Me encantó, uffffff me has dejado sin palabras, porque he sentido cada una de las tuyas en mi propia piel. Si el Amor pudiera escribir seguramente elegiría expresarse con tu pluma... Si pudiera hablar se quedaría sin palabras al leerte... Si pudiera elegir una forma sería la de tus párrafos... ¡Estoy seguro! El dramaturgo español Jacinto Benavente dijo: “Si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almas... ¿Qué valdría la vida?”. Cuidate mucho linda.

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  6. Te vuelvo a leer y es como volver a descubrirte...

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  7. En la cabecera de tu blog deberías de poner las contraindicaciones, porque leerte crea síntomas inequívocos de romanticismo, embeleso y adicción. Yo me tomaría esto muy en serio. Ya que soy una de tus victimas.

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  8. Muy caliente y divino, menos mal que ya no esttoy a dieta, maravilloso lo que relatas .......

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