No
sé que tenías que me volvías loca. No eras un hombre lindo, ni muy alto, ni muy
fuerte, ni tenías la sonrisa perfecta (aunque hoy eres perfecto para mí). Sólo
sé que muchas noches imaginaba que eran tus manos las que encendían mi piel en la
oscuridad de mi cuarto.
Como
describir cuando por primera vez nuestros cuerpos se entrelazaron con esa sed
voraz de caricias y suspiros, de besos apasionados y palabras dulces, de
gemidos cortos y largos que no dejábamos de lanzar. Como describir ese momento
en el que se desbocaron nuestras emociones y pasiones en un frenesí desesperado
en la entrega total de tu cuerpo y el mío. Ese momento en el que a solas en ese
cuarto nos prodigamos caricias y besos, promesas y palabras plagadas de amor
contenido.
Fuimos
a tomar café y conversamos con la mayor de las facilidades, ambos estábamos
cómodos y las palabras fluían como si nos hubiéramos conocido desde antes. Yo
tenía miedo. Podía intentar fingir lo contrario, decirte que todo estaba bien,
jurarte que no me iría, pero en realidad me moría de miedo. No sabía cuanto
tiempo aguantaría ahí, haciendo como que nada pasaba, intentando esquivar el
tema como si jamás hubiera pasado nada.
Y
una cosa llevo a la otra y el tema que tanto intentaba evitar, antes de darme cuenta
salió a flote. Tú decías que te hubiera gustado ser más inteligente y entonces,
a pesar de mis esfuerzos, me ganó la curiosidad y te pregunte por qué. Tú
querías dejar todo claro, yo sólo deseaba salir corriendo. Hubiera deseado ser
lo suficientemente fuerte para alejarme por unos días, semanas; pero no podía.
No sé como, cedí. Yo nunca cedo, pero contigo… mis fuerzas flaqueaban por día,
era sorprendente y hasta atemorizante sentir como te me ibas metiendo en el
alma sin poder evitarlo.
¿Recuerdas
la primera vez que me besaste? Entonces las cosas se fueron precipitando mucho
más, todo se hacía más intenso, cada palabra, cada roce, el deseo de acariciar
nuestros cuerpos, de besarnos, de sentirnos, de fundirnos en un solo ser. Me
sentí deseada y me gustó. Hasta que sucedió, era inevitable, ninguno de los dos
podía ni quería detenerlo.
Como
describir ese momento en el que dos cuerpos arden de deseos de explorar ese
mundo en el que por primera vez haces el amor con la persona que te enciende
sólo con mirarte. Momento en el que sólo se escucha el agitado respirar, donde
los ojos se buscan desesperados para hacerse mil promesas de amor al solo
mirarse.
Sentí
tus manos que me acariciaron toda y me fui sumiendo en deseos locos hasta
entregarte todo mi cuerpo, mis sentidos y mi alma. Tus labios me besaban toda y
me fui entregando hasta caer rendida en el arte del amor. Sentía la humedad de
mi entrepierna, quería que me tomaras y me doblegaras con dulzura a tus deseos
carnales. En una mirada comprendimos que eso no terminaría ahí, nos entregamos
al deseo y al placer... mientras nos besábamos sentí la fiebre que tus manos me
hacían sentir... tus dedos suaves me tenían al borde de la locura, tenías en
tus manos tu dulce premio, suave caliente y húmedo... sin duda ya yo había
sucumbido entregándome por completo al placer... y tú no pudiste contener el
deseo de introducir tus dedos en mi, mojando por completo mi sexo, tocando
también mi centro del placer una y otra vez en movimientos rítmicos...
Ya
no aguantabas más la prisión de tu pantalón, y yo te ayudé… desabroché,
acaricié y lamí… ya no podíamos más y levantando una de mis piernas te colocaste
entre ellas y me entregaste toda tu dura virilidad. Sentí como entrabas
lentamente en mi cuerpo ardiente buscando el éxtasis de un orgasmo completo.
Sintiendo ese calor embriagador era como si siempre hubiéramos estado juntos, después
arremetiste con fuerza una y otra vez... hasta que ambos nos entregamos al
placer y a la lujuria de un orgasmo ensordecedor... sudados, agitados,
cansados, sonreímos con la certeza de que no sería la última vez que estaríamos
juntos. Fui tuya y tu mío y así... nos quedaremos hasta que pasen los años y
recordaremos siempre ese aroma a sudor y sexo.
Cautiva
en las alturas del goce del vivir pleno y apartado, entregados al placer del
cuerpo, íntimamente unidos, fundidos beso a beso, palmo a palmo… enfebrecidos
los sentidos, unida a ti y a tu ternura. Me embriaga tu aroma varonil, la sutil
suavidad de tus manos, tu sentir pleno y entregado. Conozco tus detalles, tus
encantos y tus defectos, tú conoces mi cuerpo sin reparos y me gusta que me sepas
tuya cuando nos amamos tanto.
¿Recuerdas
la primera vez que me dijiste "TE AMO"? Fue un momento mágico en el me
entregaste tu vida y yo la mía, donde queríamos detener el tiempo para
prolongar las caricias y besos, los susurros y palabras dulces que por tanto
tiempo contuvimos. Ese momento en el que nos amamos sin prisas, donde nacimos
el uno para el otro sin si quiera esperarlo.
Caricias, abrazos y besos… ensalzas la razón y arritmias el corazón. Los sueños se hacen realidad, depende con quien los sueñes y las ganas que tengan ambos de soñar... Por Dios yo también quiero un café en este instante.
ResponderEliminarLas cosas del amor son así amiga mía, por ejemplo a mi mujer cuando la vi por primera vez y ella me miró supe enseguida que se había tatuado en mi alma y que ya solo quedaba esperar el encuentro porque aunque tardara, un día sucedería. No me cabía duda de eso. Y así fue. Un día aconteció. Ese ansiado día nos vimos, hablamos y nada volvió a ser igual en nuestras vidas. Desde que la vi tuve la certeza de que algo nos empujaba el uno hacia el otro y no había quien lo impidiera. Ella aparecio en mi vida, así repentinamente, pero para no irse jamás. Es el gran amor de mi vida, a nadie he querido como a ella. Un día le robé un beso, ¿lo recordará? Quizás lo recuerda, pero yo no sólo lo recuerdo sino que aun siento su calor mientras me correspondía a ese bendito beso.
Te conté mi sueño, sin muchos detalles por miedo a asustarte, a que te alejaras de mí. No quería perderte, no quiero hacerlo. Esa noche me pediste que soñara contigo, y desde entonces no he dejado de hacerlo.
ResponderEliminarWaoooooo… me encantó.
ResponderEliminarAmiga, ¿me dirás que todo fue por un café? como dice una canción. Me gustó cada línea, hay pasión a raudales, sensualidad, belleza en tus palabras, emociones dulces y sentires que laten, acaricias con tus palabras. Un beso, linda, cuidate.
ResponderEliminar¿Quién eres? que la pasión transformas en amor y el amor en romántica pasión.
ResponderEliminarUn relato sensual, escrito con mucho sentimiento y pura pasión. Así es como se debe escribir, amiga.
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