La
famosa psiquiatra suizo-estadounidense Elizabet Kübler dijo: “Si se pudiera
proteger a los acantilados de las tormentas, nunca podría admirarse la belleza
de sus quebradas”. Creo que tiene razón.
Hoy
me puse a pensar la importancia que no le damos a la vida, cuando ésta sin
querer nos quita cosas, pensamos que es injusta y olvidamos que sin ella no
seríamos quienes somos. Todos estamos llenos de momentos felices y nos sentimos
morir cuando algo se termina. Cuando la vida parece ponerte un desafío, una
reflexión puede ser tu respuesta.
Sentimos
que la vida es dura cuando te hacen sentir mal, cuando crees que no hay nadie
en quién puedas confiar, cuando te sientes sola... Cuando el más mínimo detalle
te hace llorar o recordar cosas que te han pasado. Pero la vida es realmente
dura cuando no la disfrutas, cuando no aprendes a valorar el hecho de respirar,
porque el hecho de estar vivo es lo más maravilloso. Y se los digo yo que me
han pasado muchas cosas…
A
veces he escuchado decir: “No quiero tener hijos, porque solo se viene a este
mundo a sufrir. Y quiero ahorrarles ese sufrimiento”. Pero… ¿Realmente la vida
es así o nosotros la hacemos así? Lo que realmente nos hace sufrir, no es la
vida en sí… son nuestras expectativas respecto a cómo debería ser el mundo o
cómo debería actuar determinada persona. Por ejemplo, cuando te enojas con tu
pareja porque no llegó a tiempo o no hizo lo que tú esperabas, lo que te daña
no es tu pareja… son tus pensamientos y emociones con respecto a como debía
actuar de acuerdo a la etiqueta del hombre o mujer perfecto que tienes.
Todos
tenemos una naturaleza propia que hay que seguir y eso se refleja en hacer lo
que más deseamos, lo que más nos apasiona. Cuando decidimos no seguir los
impulsos del corazón y elegimos hacer sólo lo que conviene o lo que otros nos
dicen, es como si construyéramos una ciudad artificial dentro de nosotros. Es
decir, construimos un mundo en el que la conformidad es la regla y gradualmente
comenzamos a percibir que no nos sentimos satisfechos porque nos sentimos
prisioneros de las reglas sociales y las expectativas de otros. Y es entonces
cuando invariablemente nuestra naturaleza comienza a querer imponerse y salir,
porque la habíamos eliminado. La voz del alma comienza a gritar para que la
sigamos y nos atormenta.
Cuando
no seguimos los impulsos del corazón comenzamos a sentir señales de hastío y
depresión, y ellas son las que te indican que algo no está bien. Puedes elegir
suprimirlas, pero como en el caso de la raíz de un árbol cortado que lucha por
salir debajo de una acera y la deforma, así nuestra naturaleza va a seguir exigiendo
que sigamos los impulsos del corazón una y otra vez, afectando nuestro cuerpo
mientras no lo hagamos.
Cuando
estamos felices con lo que hacemos es como si ganáramos un “salario emocional”
(eso lo leí en algún lugar) que no es más que el grado de emoción y
satisfacción interior que sentimos al hacer las cosas. Recordemos que el cuerpo
vive de comida y el espíritu de emociones. Si no ganamos dinero no podemos alimentarnos
y por tanto adelgazar y enfermamos. Pero si no ganamos salario emocional es
nuestro espíritu quien adelgaza y enferma. Aunque alimentemos bien el cuerpo,
no olvidemos que las enfermedades del alma también afectan al cuerpo.
Vivimos
en un mundo sumamente hipócrita y eso trae muchas falsedades. No entiendo a la
gente creo que no hay nada mejor que mostrar los sentimientos tal cual son.
Muchas personas disimulan lo que sienten, regalan sonrisas y marcan las
miradas. Les gusta seleccionar los momentos con una fecha y dejar las historias
sin final. Muchos dicen “te quiero” como si dijeran “hola”, regalan los besos y
se ha convertido en rutina quitarse un calentón en cualquier esquina o parque a
cualquier hora del día. Si son felices así… está bien, pero yo no puedo ser
así. Cuando digo “te quiero” es porque te quiero de verdad, sin interés y con
todas las consecuencias que conlleva hacerlo, puedo parecer un bicho raro, pero
pienso que siendo de otra manera las palabras pierden su valor.
Es
importante en la vida demostrar lo que sentimos porque la vida no es un sueño,
en ella no hay ensayos y mucho menos en el amor, hay que aprender a comerse el
mundo saboreando cada bocado con sinceridad, con intensidad… tenemos que
aprender a pensar rápido en un instante decisivo, caminar con cuidado porque
pisas una mina y lo destruyes todo, aprende que la vida es una mierda de vez en
cuando y no esperes que cambie, aprende de los errores y nunca los repitas,
aprende a abrazar y aceptar todo el calor que te está ofrece, aprende a dejarlo
volar, no lo retengas, aprende que todo se termina alguna vez, aprende a asumir
un “Esto se acabó”, aprende a estar con la vida y no sentirte un tonto.
Cuerpo
y espíritu están unidos y las cosas que nos tocan el alma y nos impulsan a
hacer lo que dicta el corazón son las que nos hacen verdaderamente felices. El
fracaso no existe, existen los errores. Los hechos son los que hablan, bien o
mal, siempre lo bueno o lo malo con el tiempo, se recompensa. Pero lo que nos
hace crecer son las ganas de salir adelante, las ganas de ser tú misma, los
propósitos, las metas, lo que quieres hacer.
Tal
vez yo peco de ser una persona rencorosa, una persona que todo lo vive y todo
lo siente, una persona que llora… pero lo cierto es que le he encontrado
sentido a la vida y en vez de buscar mi mal prefiero encontrar mi bien, y por
sobre todo siempre pensando que hay una vida que vivir. Gracias a las cosas
buenas y malas de la vida soy la persona que soy, eso no lo olvido nunca, y
hasta le agradezco a los que me han hecho daño porque me han hecho ser más
fuerte. La felicidad llega en cualquier momento, todo en el mundo se termina, desde
lo más hermoso hasta lo más molesto y doloroso. El amor tiene un millón de
vueltas, a veces nos sorprende y nos da felicidad y a veces se transforma en algo
doloroso. Pensando todo esto, crecí un poquito más.
He
aprendido a ver la realidad tal como es y eso no me ha hecho dejar de reír que
es lo importante. Ayer mismo, en la noche, tuve un pequeño disgusto por unas
palabras que dijo alguien que quiero mucho pero al mismo tiempo una gran satisfacción
por la respuesta de otra persona que también quiero mucho, la diferencia entre
ambas personas es que el amor y la bondad que le sobra a él le falta a ella,
por eso ella lastima sin pensar y sin necesidad a personas que la quieren, pero
la vida la va a enseñar a base de golpes y eso me duele pero tiene que ser así
porque ella no entiende con palabras.
El
disgusto fue momentáneo para mí, no para mi hija que se vio envuelta en algo en
lo que no tiene nada que ver ni le interesa y también quiere mucho a ambos.
Para mí fue momentáneo porque he aprendido que no sirve el ORGULLO cuando
existe la AMISTAD,
como mismo no sirve llorar cuando un amor se va, que no vale la pena aprender a
callar y que no existen fronteras cuando nos sentimos vivos.
Sé
que a veces soy insoportable, no quiero saber nada de nadie, digo cosas de las
que luego me arrepiento, hablo mal a las personas que más me quieren y que
siempre están conmigo. Sé que a veces soy un poco egoísta cuando quiero escapar
a otro lugar en el cual nadie me moleste o encerrarme en mi habitación y no
saber nada de la gente que está a mí alrededor. Pero también sé que cuando
estoy así es porque necesito que alguien me quiera de una manera diferente. Así
que quiéreme aunque no quieras, aunque sea sólo un poco. Quiéreme por la
mañana, por la tarde, por la noche, al irte a dormir, al despedirnos, al saludarnos.
Quiéreme aunque no esté presente, quiéreme cuando te miro, cuando te hablo,
cuando te quiera. SOBRE TODO QUIÉREME CUANDO MENOS ME LO MEREZCA PORQUE SERÁ
CUANDO MÁS LO NECESITE.
Por fin te tenemos de regreso y como siempre comparto todos tus puntos de vista. Es una pena lo que te pasó anoche muchas veces las personas nos hieren sin darse cuenta. T eentiendo cuando dices que como no entiende con palabras la vida va a enseñarla a base de golpes y que eso te duele, siempre nos duele cuando es alguien a quien queremos mucho, deduzco por tus palabras que es alguien joven, recuerda que con los jóvenes esas cosas pasan a menudo y hasta que la vida no los golpea no aprenden. Aunque te repito y me repito nos duele cuando los queremos mucho pero así es como único aprenden determinadas cosas que son sagradas como la amistad y el amor.
ResponderEliminarHa sido todo un placer volver a leerte, linda, no te pierdas más por Dios.
Coincido con Peter es todo un placer tenerte de vuelta. Y con lo que dices de la vida también coincido, es dura, a veces duele, pero siempre vale la pena vivirla y si es a plenitud mejor. Tenemos que disfrutar de cada instante y sentirlo hasta lo más profundo del alma.
ResponderEliminarEn cuanto al disgusto de anoche por tus palabras presumo que no fue con uno de tus hijos por suerte, y me alegra que el disgusto solo haya sido momentáneo aunque evidentemente te dolió, pero ya ves dices que la respuesta de otra persona te dio mucha satisfacción, estoy seguro que eso te ayudó a mermar el contratiempo.
No te alejes más, piensa en quienes te esperamos a diario.
Cuidate mucho.
La vida es una sola y merece la pena disfrutarla, por eso no podemos dejar que las adversidades nos hgan dejar de valorar la gran suerte que tenemos de estar vivos.
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