¿Les
han dicho alguna vez sus hijos: ¡Mamá no te metas en mi vida!? Es una de las
frases favoritas de los adolescentes. Yo la he escuchado (como muchos de
ustedes) y esta frase ha calado hondamente en mí. He dado alguna que otra
respuesta en su momento, pero creo que la más acertada sería:
¡¡Hijitos,
un momento, es verdad que yo me meto en sus vida y ustedes se han metido en la
mía!!
Voy
a contarles cómo se metieron en mí vida: hace años, su padre y yo decidimos
tener hijos, pues llevábamos ya varios años de casados. Inmediatamente de tomar
tan gran decisión yo quedé embarazada y desde el primer instante de tu vida en
mi vientre, hijito, ya todo mi pensamiento y mi tiempo era para ti y en función
tuya. Ocupaste todo nuestro tiempo aún antes de nacer. Desde ese entonces toda nuestra
vida ha sido primero para ti y unos años después cuando nació tu hermana, para
los dos.
Déjenme
explicarles para que entiendan por qué aún antes de nacer ya ocupaban nuestro
tiempo. En el caso tuyo, hijito, el embarazo no fue malo, realmente me sentía
bien, aunque mis piernas se hinchaban mucho y mis pies aumentaron una talla. Los
gastos se acrecentaron increíblemente, tanto que gran parte de lo nuestro se
gastaba en ti, porque además de la alimentación y los medicamentos para llevar
un embarazo saludable, yo me gastaba grandes sumas de dinero en comprarte todo
un guardarropa, ¡y juguetes! Compraba carritos, pelotas, soldaditos, etc. Ni
siquiera me di cuenta cuándo dejé de comprarme cosas para mí.
Tu
padre me decía que era una locura que eso no era normal, pero aquello después
lo vimos como una bendición porque después de tu nacer el país pasó por unos
años muy difíciles, de una fuerte crisis y carencia casi total de todo pero
nosotros no teníamos que preocuparnos por ropa y zapatos para ti porque tenías
demasiada. En mi locura había comprado de todo en cantidades y de todas las
tallas por lo menos hasta que tuvieras tres años. Tu padre decía que gracias a
mi locura sólo nos teníamos que ocupar de la comida.
El
embarazo tuyo, hijita, fue más difícil porque estuve muchos meses en reposo y
no me sentía bien. Me puse muy gorda, me costaba trabajo moverme y en las
últimas semanas no podía ni dormir. Su padre tenía que despertar temprano para
ir a trabajar, sin embargo, se esforzaba y se pasaba horas despierto junto a mí
tratando de que me sintiera mejor. Además tuvo que hacer maravillas con su
tiempo para ayudarme, tuvo que repartirlo entre su trabajo, la construcción de
la casa, ayudarme a cuidar a tu hermano y en las tareas del hogar. Fueron meses
muy difíciles.
Desde
el principio siempre quisimos lo mejor para ustedes, yo dejé de fumar, las
parrandas fueron disminuyendo hasta llegar a cero, no frecuentábamos tanto a
los amigos, de hecho de algunos de ellos nos separamos por ustedes... renunciamos
a muchas cosas por ustedes pero ni un sólo instante nos peso ningún sacrificio.
Y
se atreven a decirme ¡QUE NO ME META EN SUS VIDAS!
Después
de los meses de espera vino el parto, y fuimos inmensamente felices al ver sus
caritas (cada uno en su momento), pero después de ese momento sublime nuestro
sueño se fue para siempre. Primero porque cada tres horas, como si fueran una
alarma de reloj, nos despertaban para que le diéramos de comer; en otras se
sentían mal, lloraban y lloraban sin que nosotros supiéramos que hacer. Otras
veces el llanto no era por hambre, simplemente se mojaban y nos levantábamos a
cambiar el pañal y antes de haber cogido el sueño ya estaba el bebé llorando
otra vez, y a esto súmenle los días y las noches que estaban enfermos.
Cuando
empezaron a gatear me levantaba a las cinco de la madrugada, para antes de que
ustedes se despertaran poder lavar su ropa, adelantar la preparación de la
comida y limpiar para que no cogieran microbios al andar por el piso. Después cuando
dejaron de ser bebé y empezaron a andar… ¡diablos! no sé cuándo hemos tenido
que estar más detrás de ustedes, si cuando empezaron a caminar o cuando creían
que ya sabían. Había que estar atrás de ustedes todo el tiempo, para que no se cayeran,
para que no metieran los deditos o cualquier otra cosa en los enchufes, para
que no se cogieran las manos con una puerta o una gaveta, no podíamos sentarnos
tranquilos ni a conversar porque en un santiamén se perdían de nuestra vista y
teníamos que salir corriendo para evitar que se lastimaran con cualquier cosa. En
fin teníamos que tener mil ojos para que no les pasara nada.
Todas
las enfermedades les dieron y para rematar eran asmáticos. Tuvimos que
suspender muchas salidas, ya arreglados, listos para partir, y yo sentir alguno
un poco caliente y decirle a su padre: “Cambio de planes, el niño/a tiene fiebre,
no podemos ir”.
Y
me dicen ¡QUE NO ME META EN SUS VIDAS!
Tú
hijito, todavía recuerdo la primera vez que fuiste al jardín infantil, ¡Dios
mío! La angustia me mataba porque justo en la puerta te abrazaste a mí a llorar
y a suplicarme que no te dejara, no había forma de que me soltaras y toda
explicación era inútil. Tuve que hacer de tripas corazón para dejarte. En tu
caso, hijita, eras más independiente y aunque lloraste un poco cuando te
expliqué que debías quedarte para que mamá pudiera trabajar y que mientras tu
jugarías con otros niños hasta que yo volviera, te abrazaste a mi y me pediste
aún llorosa que no se me olvidara ir a buscarte. ¡Olvidárseme! Si al dejarlos a
cada uno en su sitio cada mañana yo dejaba el corazón con ustedes.
Aunque
habían ido creciendo y dormían toda la noche, seguí teniendo un sueño muy
ligero por si me llamaban, por si me necesitaban a media noche para que les
diera algo, por si se sentían mal… Las tardes y los fines de semana eran para
ustedes, íbamos al cine, al parque, jugábamos en casa, apenas nosotros veíamos la TV no sólo por la falta de
tiempo sino porque cuando queríamos ver algo casi siempre coincidía con algún
programa infantil.
Continuábamos
haciendo malabares con el dinero para poder comprarles todo lo que necesitaban,
pero no nos quejábamos porque éramos felices con verlos felices a ustedes, y
más cuando llegaban en la tarde como una tromba a la casa haciendo cuentos de
la escuela, y nos abrazaban y besaban diciendo cuánto nos querían.
El
trabajo también aumentaba con su tamaño porque constantemente yo tenía que
estar recogiendo sus cosas por toda la casa y en sus cuartos, porque los
arreglaba un día y al otro tenía que volverlo a hacer porque el desorden era
horrible.
¿¡QUE
NO ME META EN SUS VIDAS!?
Siguieron
creciendo y con ustedes crecían las aventuras y las preocupaciones. Y ahora que
ya son adolescentes hemos vuelto a perder el sueño porque salen solos en las
noches, tienen mucho más que estudiar, nos preocupan sus amistades, sus notas,
su futuro y sus vida en general. Quieren ir muy aprisa, les urge conocer todos
los lugares de diversión, apenas con 14 y ya querían ir a todas las fiestas de
sus amigos y no querían que los lleváramos, a duras penas dejaban que los
acompañáramos hasta una cuadra antes y para recogerlos igual. ¿Se acuerdan?
Ya
casi no nos cuentan lo que hacen en la escuela, les aburre hablar con “viejos”
que no entienden el mundo de hoy, no nos cuentan lo que hacen con sus amigos, no
nos dicen que nos quieren, pero nos reclaman infinidad de cosas en nuestro
comportamiento, dicen que no los entendemos, que no los comprendemos, y que no
nos metamos en sus vidas. Tampoco podemos hacer comentarios acerca de sus
amigos sin que la mayoría de las veces se vuelvan contra nosotros, es como si
los conocieran a ellos de toda la vida y nosotros fuéramos unos perfectos
"desconocidos" para ustedes. Cada vez sabemos menos de ustedes, por
ustedes mismos, muchas cosas las sabemos por otras personas.
Cuando
salen, la mayoría de las veces, me paso las noches en vela esperando su regreso
y empiezo a desesperarme cuando llega la hora que prometieron regresar y veo
que no han llegado, que es de madrugada y no me han llamado, llego a mis
límites si veo que son más de las tres de la madrugada y siguen sin llegar...
Hasta que por fin los siento entrar y entonces, finalmente puedo dormir.
En
cada etapa de la enseñanza cuando se han graduado, hemos estado a su lado
llenos de orgullo, hemos dejado compromisos importantes por estar allí junto a
ustedes que son lo más importante en nuestras vidas. ¿Cómo me lo iba a perder?
Nos
buscan muchas veces cuando necesitan algo o peor aún, los buscamos nosotros,
cuando tenemos que llamarles la atención. Hablan poco con nosotros porque dicen
que los regañamos mucho y que todo lo que hacemos está mal. Yo les pregunto:
¿No han pensado que con estos defectos que nos señalan les hemos dado lo que
tienen hasta ahora? ¿Somos realmente seres humanos tan torpes e inconscientes? ¿Quién
se mete en la vida de quién?
Los
hijos son un acto de amor, nadie los elige te tocan los que vienen, no son
genios ni un dechado de virtudes pero son mis hijos, mis amores, los quiero y estoy
orgullosa de ustedes. No importa las diferencias que tengamos en algunos momentos,
yo me seguiré metiendo en sus vida porque esa es mi obligación para poder velar
por ustedes y educarlos lo mejor posible.
“No
te metas en mi vida”. Sin duda a ésta frase cada uno de ustedes como padres,
pueden añadir grandes anécdotas, corregir y aumentar, pero no quiero ni
imaginar el hecho de que ustedes hubieran decidido no meterse en la vida de sus
hijos, ¿qué hubiera pasado? Seguramente algunos de ellos no estarían aquí. Y si
sólo se hubieran metido inicialmente y luego hubieran abandonado la tarea de
alimentar, educar, cuidar, etc. Muchos de sus hijos no habrían logrado ninguna
meta a pesar de sus esfuerzos. Si los padres no se preocuparan por lo que
hacen, a qué hora regresan y en qué estado, a dónde van y con quién, quizá
muchos ya no estarían entre nosotros, o estarían en un hospital o presos de
algún vicio.
Estoy
segura que ante estas palabras “NO TE METAS EN MI VIDA”, podemos responder
juntos.
Hijos,
nosotros no nos metemos en sus vida, ¡ustedes se han metido en la nuestra! Pero
les aseguramos que desde el primer día hasta hoy, estamos muy felices de
tenerlos, no nos arrepentimos que se hayan metido en nuestras vidas y la hayan
cambiado para siempre. ¡MIENTRAS ESTEMOS VIVOS NOS METEREMOS EN SUS VIDAS!… para
ayudarlos, formarlos, amarlos y hacer de ustedes personas de bien.
A
todos los que son buenos padres ¡¡ BENDITOS!! Por meterse en la vida de sus
hijos, ahhh más bien (corrijo) por haber dejado que sus hijos se metan en sus
vidas. Todos los que se meten en la vida de sus hijos consiguen verlos realizados
en cada etapa de su formación y logran hacer de ellos hombres y mujeres de
bien.
Y
ustedes HIJOS, empiecen a valorar a sus padres, porque a pesar de no ser
perfectos (ustedes lo son mucho menos) se esfuerzan mucho por y para ustedes,
porque los quieren y darían su vida si fuera necesario por ustedes, porque lo
único que quieren es que sean felices y triunfen en la vida, que lleguen a ser
grandes personas con grandes valores.
Empiecen hoy mismo a darle las gracias a sus padres por haber dejado que
ustedes se metieran en su vida, o si no, esperen un poco a que lleguen los críticos
más implacables… sus propios hijos. La vida da muchas vueltas, y en menos de lo
que ustedes se imaginan alguien les dirá... "¡¡¡NO TE METAS EN MI VIDA!!!”.
Veremos entonces qué piensan y qué dicen.
La conclusión a la que llego es que siempre...SIEMPRE...me meteré en la vida de mis hijos, con consejos y sugerencias. Pero son libres de elegir. No seré yo quien les reproche que no hayan seguido mis pautas,pues necesitan vivir sus propias experiencias y tener su propio vuelo. No puedo imponerle el mío, ni mi foma de volar. Pero nunca quedaré callado ni indiferente ante sus proyectos. No me lo perdonaría. ¿Quien se mete en la vida de quien? Solo es cuestion de respeto mutuo. Hermoso y reflexivo lo que has escrito. Solo debemos tener paciencia con los hijos. Lo entendemos a cabalidad cuando.....nacemos como padres. Gracias por el post!!
ResponderEliminarPrecioso y cuanta verdad. Es claro lo que dice Peter entendemos mejor a nuestros padres , cuando emprendemos la hermosa tarea de serlo Saludos y gracias por compartirlo.
ResponderEliminarEs muy cierto todo lo que narras y, cuántas veces dije "no te metas en mi vida" a mis padres, no lo sé... Sólo sé que hoy mi necesidad es estar cerca de mi mamá. Agradezco que me haya dado espacio para ser, pero que no haya desaparecido. Ella no sería madre sin mí, y yo no sería hija si no hubiera sido así...Relato reflexivo sin dudas. Gracias!
ResponderEliminar¡asi es, joder! cuando uno es madre nunca mas vuelve a dormir tranquila nunca mas te sentis sola y tus problemas son nada si ellos sufren, nuestras vidas cambian tanto que nunca mas volvemos a ser las mismas ....somos ellos. besos
ResponderEliminarPrefiero no opinar, yo no elegí nacer...
ResponderEliminarpues aunque no opines Turco por lo menos debería servirte para reflexionar porque piuenso que esa expresión de "yo no pedí nacer" dices mucho, tu debes ser de esos que grita NO TE METAS EN MI VIDA, sin la menor consideración y respeto. Los padres damos todo por los hijos,dar sin esperar nada,es complicado pero la vida es asi, este es un texto para pensar y meditar,un abrazo.
ResponderEliminarCuando los hijos van creciendo pareciera que el consejo y el cuidado de los padres no importara tanto como el de los amigos y muchachos de su edad. Creo que es un proceso normal de crecimiento, tienen que afianzarse en su personalidad, y uno confiar en ellos y en los valores que le hayamos dado. No es fácil, todo desprendimiento de ellos es duro, pero necesario. Un placer pasar por tu espacio y reflexionar sobre tantas cosas interesante que nos escribes. Un gran abrazo, amiga.
ResponderEliminares cierto, ellosno entienden q todo lo q hacemos y decimos es por su propio bien porque son lo + importante para nosotros y entonces como en r evancha se atraven a juzgarnos como si fueeran ellos perfectos y tuvieran las verdades en sus manos. no piensan q al entrar en nuestra vida aunque sean niños deseadospusieron nuestro mundo de cabezas, esa es la mera verdad.
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