Ya comenzó el calor y aunque para mí cualquier tiempo es bueno para ir a la playa, por supuesto adoro esta temporada. Me gusta estar allí cuando no hay bullicio, en el silencio escuchar el leve sonido (que parece una caricia) de las olas bañando la orilla... Es tan relajante… Hace unos días cuando fui, me invadieron los recuerdos… aquella primera vez que fuimos a la playa juntos… Aquel día se convirtió en una bocanada de aire fresco, la soledad de la playa y la brisa marina crearon el clima perfecto para degustar unos tragos y...
Recuerdo que alegre, risueño, feliz como un niño dijiste: "Mírame… Mira cuánta felicidad, alegría e ilusión me causa verte a mi lado; disfrutando de esta mañana despejada, sentados uno junto al otro contemplando la inmensidad de este océano, que a todos y a nadie pertenece… porque es libre, enorme, distinto y nuevo para los ojos curiosos que cada día lo contemplan. Mi amor, no pienses en nada, sólo disfruta de este tiempo perfecto para los dos, disfruta del momento, del movimiento del mar, de la arena en la piel...”.
La playa estaba solitaria, ¡como se notaba que los niños seguían en la escuela! Cuando llegan las vacaciones está abarrotada... Hizo un día genial, pasamos la tarde tumbados a la sombra, conversando y haciéndonos promesas, después dimos un largo paseo. Amarrado a mi brazo y a mi cuerpo, siendo los dos uno, me mostraste que a tu lado estaba segura… y sin sobresaltos disfrutamos del tiempo, de nuestra mutua compañía. ¡Qué lindo día elegiste para estar allí! Me sentía flotando, sentía que había recuperado mi adolescencia más autentica… después de tantos sentimientos disparados, puedo decirte que te quiero, sin medidas pero bien, con una adolescencia experimentada, eso hace que el relativo control de esta situación, y digo relativo, dispare más (si es que eso fuera posible) todas las sensaciones, convirtiéndolas en sentimientos ciertos y auténticos… Cuando estoy contigo todo es perfecto, y me ilusiona tener el presentimiento de que a tu lado jamás tendré frío.
Nada esta quieto nunca en este continuo ir y venir, el destino al igual que los bombos de la suerte, reparte premios continuamente, y curiosamente sin haber comprado participación alguna, te toca y lo aprovechas o lo descartas. Ha pasado tanto tiempo y aún siento tus caricias suaves como cuando el viento mueve mi cabello, huelo tu perfume como si estuvieras a mi lado, abro los ojos y siento como cada rayo de sol penetra dentro de mi, noto el corazón acelerado como si estuviera corriendo un largo camino pero sin moverme de aquí y la oleada de placer que me invade igual que cuando saboreo mi dulce preferido. El viento me trae esas sensaciones, y así te siento.
Me levanté de la orilla y regresé a la casa, caminé despacio abrumada por todos estos recuerdos de golpe, sintiéndolos vívidos en mi mente y en mi cuerpo… Me dieron ganas de llorar... porque en esto del amor, he aprendido muchas lecciones… una de ellas es que las heridas del corazón cicatrizan con el tiempo, pero siempre hay que extraer conclusiones y enseñanzas: la primera, que no conviene embarcarse en una travesía cuando aún se tiene medio pie en el barco anterior...
Llegué, me duché y casi sin hablar me tumbé en la cama un rato, estaba cansada… Una hora después desperté, me serví un trago y salí al portal envuelta por el silencio de la tarde, hacía calor aunque el cielo estaba un poco nublado… en la casa unos descansaban, otros jugaban… ésa era la realidad, mi realidad, siempre más placentera y más constructiva que el mundo onírico. Mejor agarrarse a lo que tenemos que a los accidentes del destino: especialmente cuando éstos tienen que ver con algo tan etéreo e intangible como el amor, y menos cuando ya no hay soluciones, sino páginas marcadas, subrayadas y bien pasadas del libro de la vida.
Voy de nuevo hacia la playa, tiempo de relax y... ¿lluvia? Me da igual... allí estaré... no importa si llueve y no puedo tumbarme en la arena a disfrutar de la brisa, al menos podré dar un paseo por la orilla con esos aires de tormenta... Así que como dice el refrán quien no se consuela es por que no quiere... por si acaso me llevo una toalla grande para que me abrigue un poquito si la tarde-noche se pone algo fría.
Llego a la orilla y meto mis pies en el agua, a pesar del tiempo se siente calida, camino lentamente y vuelven los recuerdos… Ahora es de aquel día en que estaba muy disgustada y me llevaste al mar (sin decirme dónde íbamos), fui a regañadientes y cuando llegamos me sorprendí de estar allí, de que hubieras tenido esa idea tan fantástica y no me quedó más remedio que reconocer que me había equivocado… había creído otra cosa. Con una sonrisa tranquilizadora y pícara me abrazaste y dijiste: “Te equivocaste porque pensaste”. Y es verdad, muchas veces mientras más pienso para no equivocarme, puff el fiasco. “Tranquila, todo va a fluir, ven, desvístete, vamos al agua y siente como ésta corre por tu cuerpo, ya verás que esa sola sensación te hará sentir feliz” susurraste en mi oído y nada más importó. Pasaron las horas, tranquilas, alegres, reímos mucho y escuchamos música de esa que te sale o te llega al alma, nos sentíamos piratas conquistando y habitando una isla, caminando por la arena blanca sin cansarnos, retozando en el agua como niños traviesos... Sentimos sabores dulces, salados… Reímos sin pensar, sentimos la tranquilidad y la calidez más profunda y… a la vuelta vimos el mar en el retrovisor y sonreímos satisfechos, cómplices. Fue maravilloso.
Camino de regreso a la orilla y me salpican las olas… Mientras en el horizonte luces de esperanza se baten con el furioso mar en un atardecer anaranjado que inunda todo con olor a salitre… llenando de paz mi alma cansada, transmitiendo equilibrio, arropándome junto al crepúsculo de belleza sin igual, magia para los ojos, regalo para los sentidos, es como si el tiempo se parase y una sensación tan poderosa como mágica e inexplicable... me arropara, me invadiera… mientras mi mente vuela entre magia, deseos y sueños.
Es tarde, me paro frente al inmenso océano para despedirme voy para la casa antes de que sea más tarde, finalmente no llovió… Extiendo la vista allá detrás del mar, más lejos de la línea que separa el agua del cielo, donde ya apenas se ve el sol, donde dentro de un rato la luna llena se relajará y quizás jugueteen traviesas las estrellas, sonrío, es en ese lugar donde duermen mis sueños...
Me uno al pequeño grupo de regreso a la casa, todavía absorta en mis pensamientos… vuelvo a la realidad cuando una mano amiga me da una cerveza fría y comienza a reír y a comentar lo bien que la hemos pasado, que ha sido un día fabuloso… yo ratifico sus palabras, tomo un sorbo y sonrío, porque realmente hemos pasado un magnífico día… pero además en mi sonrisa estás tú, porque estuviste presente en mi mente casi todo el tiempo, y esos recuerdos me llenaron de añoranza...
Recuerdo que alegre, risueño, feliz como un niño dijiste: "Mírame… Mira cuánta felicidad, alegría e ilusión me causa verte a mi lado; disfrutando de esta mañana despejada, sentados uno junto al otro contemplando la inmensidad de este océano, que a todos y a nadie pertenece… porque es libre, enorme, distinto y nuevo para los ojos curiosos que cada día lo contemplan. Mi amor, no pienses en nada, sólo disfruta de este tiempo perfecto para los dos, disfruta del momento, del movimiento del mar, de la arena en la piel...”.
La playa estaba solitaria, ¡como se notaba que los niños seguían en la escuela! Cuando llegan las vacaciones está abarrotada... Hizo un día genial, pasamos la tarde tumbados a la sombra, conversando y haciéndonos promesas, después dimos un largo paseo. Amarrado a mi brazo y a mi cuerpo, siendo los dos uno, me mostraste que a tu lado estaba segura… y sin sobresaltos disfrutamos del tiempo, de nuestra mutua compañía. ¡Qué lindo día elegiste para estar allí! Me sentía flotando, sentía que había recuperado mi adolescencia más autentica… después de tantos sentimientos disparados, puedo decirte que te quiero, sin medidas pero bien, con una adolescencia experimentada, eso hace que el relativo control de esta situación, y digo relativo, dispare más (si es que eso fuera posible) todas las sensaciones, convirtiéndolas en sentimientos ciertos y auténticos… Cuando estoy contigo todo es perfecto, y me ilusiona tener el presentimiento de que a tu lado jamás tendré frío.
Nada esta quieto nunca en este continuo ir y venir, el destino al igual que los bombos de la suerte, reparte premios continuamente, y curiosamente sin haber comprado participación alguna, te toca y lo aprovechas o lo descartas. Ha pasado tanto tiempo y aún siento tus caricias suaves como cuando el viento mueve mi cabello, huelo tu perfume como si estuvieras a mi lado, abro los ojos y siento como cada rayo de sol penetra dentro de mi, noto el corazón acelerado como si estuviera corriendo un largo camino pero sin moverme de aquí y la oleada de placer que me invade igual que cuando saboreo mi dulce preferido. El viento me trae esas sensaciones, y así te siento.
Me levanté de la orilla y regresé a la casa, caminé despacio abrumada por todos estos recuerdos de golpe, sintiéndolos vívidos en mi mente y en mi cuerpo… Me dieron ganas de llorar... porque en esto del amor, he aprendido muchas lecciones… una de ellas es que las heridas del corazón cicatrizan con el tiempo, pero siempre hay que extraer conclusiones y enseñanzas: la primera, que no conviene embarcarse en una travesía cuando aún se tiene medio pie en el barco anterior...
Llegué, me duché y casi sin hablar me tumbé en la cama un rato, estaba cansada… Una hora después desperté, me serví un trago y salí al portal envuelta por el silencio de la tarde, hacía calor aunque el cielo estaba un poco nublado… en la casa unos descansaban, otros jugaban… ésa era la realidad, mi realidad, siempre más placentera y más constructiva que el mundo onírico. Mejor agarrarse a lo que tenemos que a los accidentes del destino: especialmente cuando éstos tienen que ver con algo tan etéreo e intangible como el amor, y menos cuando ya no hay soluciones, sino páginas marcadas, subrayadas y bien pasadas del libro de la vida.
Voy de nuevo hacia la playa, tiempo de relax y... ¿lluvia? Me da igual... allí estaré... no importa si llueve y no puedo tumbarme en la arena a disfrutar de la brisa, al menos podré dar un paseo por la orilla con esos aires de tormenta... Así que como dice el refrán quien no se consuela es por que no quiere... por si acaso me llevo una toalla grande para que me abrigue un poquito si la tarde-noche se pone algo fría.
Llego a la orilla y meto mis pies en el agua, a pesar del tiempo se siente calida, camino lentamente y vuelven los recuerdos… Ahora es de aquel día en que estaba muy disgustada y me llevaste al mar (sin decirme dónde íbamos), fui a regañadientes y cuando llegamos me sorprendí de estar allí, de que hubieras tenido esa idea tan fantástica y no me quedó más remedio que reconocer que me había equivocado… había creído otra cosa. Con una sonrisa tranquilizadora y pícara me abrazaste y dijiste: “Te equivocaste porque pensaste”. Y es verdad, muchas veces mientras más pienso para no equivocarme, puff el fiasco. “Tranquila, todo va a fluir, ven, desvístete, vamos al agua y siente como ésta corre por tu cuerpo, ya verás que esa sola sensación te hará sentir feliz” susurraste en mi oído y nada más importó. Pasaron las horas, tranquilas, alegres, reímos mucho y escuchamos música de esa que te sale o te llega al alma, nos sentíamos piratas conquistando y habitando una isla, caminando por la arena blanca sin cansarnos, retozando en el agua como niños traviesos... Sentimos sabores dulces, salados… Reímos sin pensar, sentimos la tranquilidad y la calidez más profunda y… a la vuelta vimos el mar en el retrovisor y sonreímos satisfechos, cómplices. Fue maravilloso.
Camino de regreso a la orilla y me salpican las olas… Mientras en el horizonte luces de esperanza se baten con el furioso mar en un atardecer anaranjado que inunda todo con olor a salitre… llenando de paz mi alma cansada, transmitiendo equilibrio, arropándome junto al crepúsculo de belleza sin igual, magia para los ojos, regalo para los sentidos, es como si el tiempo se parase y una sensación tan poderosa como mágica e inexplicable... me arropara, me invadiera… mientras mi mente vuela entre magia, deseos y sueños.
Es tarde, me paro frente al inmenso océano para despedirme voy para la casa antes de que sea más tarde, finalmente no llovió… Extiendo la vista allá detrás del mar, más lejos de la línea que separa el agua del cielo, donde ya apenas se ve el sol, donde dentro de un rato la luna llena se relajará y quizás jugueteen traviesas las estrellas, sonrío, es en ese lugar donde duermen mis sueños...
Me uno al pequeño grupo de regreso a la casa, todavía absorta en mis pensamientos… vuelvo a la realidad cuando una mano amiga me da una cerveza fría y comienza a reír y a comentar lo bien que la hemos pasado, que ha sido un día fabuloso… yo ratifico sus palabras, tomo un sorbo y sonrío, porque realmente hemos pasado un magnífico día… pero además en mi sonrisa estás tú, porque estuviste presente en mi mente casi todo el tiempo, y esos recuerdos me llenaron de añoranza...
Lindo como todo lo que escribes y sientes. Lleno de vida y fuera como tú. Es increíble la paz y sosiego que el mar te da, tu fascinación por el es tan adorable como tu, lo se por lo que he leído que escribes del mar. Los recuerdos que llevamos grabados en el alma nos hacen volver a vivir y a ti como a mi sentarte frente al mar, no solo te relaja sino que te trae buenos recuerdos, momentos inolvidables y muy placenteros.
ResponderEliminarCon esa pasión que llevas dentro y tu amor por el mar estoy seguro que has vivido a la orilla de cualquier playa momentos intensos. Ese día o esos días de los que hablas porque fueron varios los llevas grado de manera increíble, porque los viviste de manera intensa y profunda junto a esa persona que amas, que te llena. El también tiene que ser muy feliz a tu lado. No vuelvas a dejar de escribir, piensa en los que esperamos con ansiedad leerte.
Hola, linda, me gusta cuando rememoras cosas y te pones romántica eresun amor. Frank tiene razón no dejes de escribir que nos quedamos siempre con ganasde mas.
ResponderEliminarLindo, me gustó mucho, a mi también me gusta mucho el mar aunque voy muy poco poruqe me queda realmente muy lejos ojala viviera cerca de la costa, me encantaría. y en cuantoal amor coincido contigo que no siempre escomo pensamos pero siempre vale la pena vivirlo y echarle muchas ganas.
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