Hace cuatro días yo estaba afligida, molesta, dolida… por esas cosas que nos ocurren a todos en cualquier momento de la vida, incomprensiones y discrepancias con personas que nos rodean y nos quieren. Pero cuando esas cosas pasan uno queda maltrecha y taciturna. Así estuve dos días, sin querer hablar con nadie, ensimismada en mis propios pensamientos, refugiada en mi música y en mi teclado… el viernes a medio día mi mejor amiga me llamó y apenas contesté sus preguntas, donde la clásica al escucharme fue “¿qué te pasa?” “nada” respondí y le pregunté el motivo de su llamada (como si nosotros nos llamáramos por algún motivo específico), hablamos o mejor dicho, habló ella unas palabras y yo me limité a escuchar y despedirme con un “está bien”. Volvió a llamar dos horas después, en esa ocasión no hablamos, se limitó a preguntar a nuestros hijos (estaban en casa juntos) cómo yo estaba y qué hacía (yo seguía “tranquila” escuchando música), les dijo que no me pusieran al teléfono que ella vendría un rato más tarde. Tuvo un imprevisto que le impidió venir y volvió a llamar tres horas después, apenas conversamos un instante.
El sábado en la mañana, sin ánimo ninguno tuve que salir de casa para hacer un mandado y la llamé solo para decirle que se asomara en su balcón que yo tenía que pasar por ahí (el mandado era cerca de su casa) y le iba a llevar una cosa. Me dijo que de eso nada, que subiera porque iba a poner a hacer un café y que después ella iba conmigo a las compras. Bajo protesta y sin deseos la complací. Llegué a su casa, subí a dejarle lo que le llevaba y tomarme ese dichoso café. Mi humor seguía de perros. Me abrazó, me dio el café y me dijo “enseguida me cambio y nos vamos”.
Minutos después ya estábamos en la calle camino de hacer nuestras compras, intentó hablar de lo que me pasaba y yo le cambié la conversación en dos ocasiones, casi siempre es así, cuando algo me duele prefiero no hablarlo. Ella lo sabe y como mujer inteligente seguimos (para ser más exacta debo decir, siguió) hablando de otras cosas. En el trayecto me preguntó si me iba a quedar en su casa como habíamos planeado para pasar el día, le contesté con un seco “no” y no volvió a insistir. Hicimos las compras y ya de regreso a su casa (tenía que llegar de todas formas porque las cosas estaban mezcladas en las bolsas), me detuve y le pedí que nos tomáramos una cerveza, ya casi era mediodía y el calor estaba insoportable. Accedió. Nos tomamos las cervezas sin prisa, me escudriñaba con la vista pero mantenía su silencio. Ese bendito silencio que tanto uno agradece y que solo una verdadera amiga es capaz de proporcionarte, por muy intrigada o preocupada que esté.
Continuamos hacia la casa y sólo me dijo “sabes que no me gusta verte así, eso es algo que no soporto”. No le contesté. Llegamos y se valió de infinidad de pretextos para, muy suavecito, irme reteniendo poquito a poco y no dejarme marchar. Al final lo logró, pero no sólo eso, sino también que mi día fuera mejorando y ya en la noche, entre labores culinarias, tragos y partidos de dominó mi mal humor y abatimiento habían finalizado. Ya muy entrada la noche nos dimos una pequeña escapada (de dos horas) de nuestros respectivos hijos y maridos para sentarnos solas a tomar otras cervezas y conversar sin interrupciones. Al regreso veníamos desternilladas de la risa y me dijo al llegar “así me gusta verte”, le di un abrazo y sólo le dije “gracias, tu eres lo máximo”.
Eso es la amistad, y se demuestra en la preocupación por la otra persona, interesándose por su bienestar, por sus problemas y logros. Una amiga es la que está en todo momento, quien te levanta cuando estás decaída, porque es en la turbación donde la amistad se pone a prueba. Y qué bonito y qué bueno es tener a alguien que siempre está ahí acompañándote en tus penas, crisis, etc. No hay duda de que las amistades nos ayudan a vivir más y mejor.
Nosotras las mujeres somos una fuente tan grande de fortaleza unas para otras. Nos nutrimos mutuamente y necesitamos tener un espacio sin presiones en el que podamos tener la clase de conversación que sólo somos capaces de tener cuando estamos con otras mujeres. Es una experiencia muy sanadora. Este tipo de amistades dan forma a lo que somos y a la persona en que nos convertimos, calman nuestro revuelto mundo interior, llenan los vacíos emocionales que experimentamos, nos ayudan a recordar quién somos realmente y mucho más. La amistad es un valor más profundo y moral para las mujeres, nosotras tendemos a mantener amigos en las buenas y en las malas. ¿Qué sería de nosotras si no existiese una amiga verdadera en nuestra vida?
Voy a interrumpir estas líneas un momento porque mi princesa está vomitando… Ya estoy de nuevo aquí, Ana vomitó dos veces seguidas primero toda la comida y después sólo líquido, esperemos que no siga, su amiga Ariadna (la hija de Cary) se tiró en la cama con ella. Yo trataré de tomar el hilo de lo que estaba escribiendo mientras me quedo atenta a lo que pueda suceder.
Volviendo a la amistad, como escribió Jeremy Taylor (con quien concuerdo plenamente): "Por amistad entendemos el más grande de los amores, el más grande de los provechos, la comunicación más abierta, el más noble de los sufrimientos, la verdad más severa, el consejo más sentido y la más intensa unión de dos mentes que pueda ser cristalizada por hombres y mujeres valientes".
Estas mujeres amigas verdaderas son nuestras hermanas en la vida. Los americanos consideran a sus amistades su “familia extendida”. Yo apoyo completamente este concepto, ya que considero a la verdadera amistad incondicional. De ahí el cuento de cuando se encuentran el amor y la amistad, que el amor le pregunta a la amistad: ¿Por qué existes tú? Y la amistad le responde: Para curar las heridas que dejaste tú.
La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido, por eso si tienes una amiga cuya amistad ya has puesto a prueba, engánchala a tu alma con ganchos de acero. Y si necesita ayuda, extiéndele la mano, llámala, visítala, ofrécele tu apoyo... Y si es ella quien te ha ayudado, agradécele HOY porque mañana puede ser demasiado tarde... Sin las amigas una no podría vivir porque no tendríamos con quien reír o con quien llorar, a quien criticar o a quien abrazar, la vida no sería igual sin ellas.
Las amistades son hechas de pedacitos… pedacitos de tiempo que vivimos con cada persona, algunas amistades son hechas de risas y dolores compartidos, otras de salidas, diversiones… y están aquellas que nacen de silencios compartidos o de simpatía mutua sin explicación….
Hoy domingo se pasó el día en mi casa, en la tarde llegaron sus hijos y marido y terminamos de pasar otro lindo día, lleno de juegos, risas y complicidad. Nuestros maridos sin poder ganarnos, los pobres… Cuando se marchó en la noche, en una conversación que tuvimos su hija (mi joven amiga) y yo, llegué a la conclusión de que ahora es ella quien me necesita y ahí estaré, de hecho ya estoy porque hablé muchas cosas con su hija pero necesito hablar otras con ella y así lo haré, lo antes posible y sin interrupciones.
Amiga mía, nosotras somos y seremos amigas, un poco locas quizás, pero estoy segura de que amigas como nosotras son difíciles de encontrar.
¡Mierda! Tengo que terminar aquí mismo porque Ana está vomitando otra vez, me voy derechito al hospital, Ariadna y mi hijo van conmigo, son la una y media de la madrugada… definitivamente esta será una noche muy larga.
NO TENGO MUCHO QUE AGREGAR A TU ESCRITO,TE ENTIENDO Y TE DOY TODA LA RAZON DEL MUNDO,YO HE PASADO POR ESA EXPERIENCIA Y LO SABES.
ResponderEliminarQUE SE MEJORE LA NIÑA.
Amiga tu siempre pones algo que me conmueve mucho, no es mentira que nosotras nos queremos de verdad y nuestra amistad es mas que eso, ya somos una familia(y eso que no cuento con nuestros hijos porque eso es otra historia)Bendito el día en que nos conocimos y por supuesto que nos queda mucho tiempo de alegrias y complicidad y sepan ustedes sus amigos lectores que trataré de que nunca esté triste y mucho menos para ustedes que disfrutan tanto lo hermoso que escribe. Pos suerte Ani está nuevamente como un casacabel disfrutando de sus vacaciones junto a sus amigos y nosotras seguiremos con risas disfrutando del verano.Espero "complicarla" como ella hace conmigo en mis cercanas vacaciones. ya les contará.
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