martes, 16 de agosto de 2011

Un día loco

Muchos me han pedido de nuevo textos como estos, pues aquí les va otra historia.

Sí, fue uno de esos días locos, donde sólo actuamos y nos dejamos dominar por la pasión. Habíamos discutido el día anterior y quise arreglar las cosas entre nosotros, pero no sabía cómo, nos habíamos dicho cosas fuertes… De pronto tuve una idea, te iba a dar una sorpresa, sonreí y decidí ponerla en práctica. Era uno de esos días en que acostumbras a irte muy temprano a casa, pero para estar segura tomé el teléfono y lo comprobé, ya te habías marchado. Como conozco tu recorrido habitual cuando estás molesto o deprimido sabía que me daría tiempo llegar antes que tú y me apresuré.

Ya llevaba unos minutos lista esperándote cuando escuché la llave girar en la cerradura, ya estabas en casa. Te sentí poner algo sobre la mesa y luego abrir el refrigerador, permanecí inmóvil, sin hacer el más leve ruido. Te sentí moverte en la cocina y abrir una cerveza, algo se te cayó, lanzaste una maldición y como te sentí de inmediato dirigirte al cuarto supuse que lo que fuera lo habías dejado tirado en el piso. “Está realmente muy molesto”, pensé.

Ya en la puerta del cuarto cuando me viste te paralizaste sorprendido, no me esperabas… y menos aun encontrarme así. Estaba sentada sobre la mesa de tu ordenador, con el cuerpo recostado ligeramente hacia atrás y mis pies apoyados ligeramente en los brazos de tu silla... llevaba un conjunto de ropa interior blanco de encaje, que resaltaba con el bronceado de mi piel y la oscuridad de la estancia... Todavía sin dar crédito a lo que veías, te fuiste acercando sin decir palabra alguna, al mismo tiempo que te deshacías de la camisa que llevabas puesta, sentí tu aroma y mientras te acercabas podía sentir en medio de la penumbra tus ojos fijos en mí, mi respiración se agitaba mientras avanzabas. Estaba nerviosa y excitada pero no me moví, ni dije palabra alguna cuando llegaste a mi lado.

Sin tocarme, ni dejar de mirarme te agachaste para pasar bajo una de mis piernas y situarte entre ellas, frente a mí... Colocaste tus manos en cada una de ellas, ascendiendo desde los tobillos hasta los muslos... al tiempo que las ibas separando. Yo temblé con tu toque y sentí que tus manos me quemaban, tu mirada era penetrante, cargada de deseo... mi lengua con total descaro y lascivia recorría mis labios mientras incorporaba mi cuerpo lentamente... busque tu mano y agarre dos dedos llevándolos a mi boca para lamerlos lentamente... entraban y salían despacio de mi boca que estaba llena de deseo... al cabo de unos instantes sacaste los dedos de ella y te acercaste tanto que apenas unos milímetros separaban nuestras bocas... lo hacías para provocarme, movías la cabeza de un lado a otro manteniendo esa escasa distancia, tu respiración agitada me decía lo excitado que estabas y a mi me resultaba difícil contener mis impulsos sintiéndote tan cerca... hasta que por fin tus labios me rozaron, fue un roce leve y te separaste de nuevo... en ese momento sentí un espasmo en mi estómago.

Pero al instante tus labios volvieron a apoderarse de mi boca con pasión, mientras nos besábamos tus dedos jugaban con el borde de mis bragas produciéndome escalofríos que recorrieron mi cuerpo. Mis manos fueron directas a desabrochar tus pantalones dejándolos caer al suelo y puede ver tu imponente erección... Tu boca abandono la mía y tus labios húmedos fueron rozando mi piel desde mi cuello hasta mi sexo desatando el deseo. Me hiciste inclinarme nuevamente hacia atrás y sentí como se quebraba el fino encaje de mis bragas, e inesperadamente la arrancaste, metiste la cabeza en mi sexo y empezaste a lamer... a saborear mi humedad mientras acariciabas mi clítoris con la lengua y me penetraste con tus dedos, me estabas enloqueciendo y lo sabías... me estremecía de placer hasta que un orgasmo me sorprendió. De pronto te incorporaste y colocaste tu miembro a la entrada de mi sexo y con un solo empuje resbaló hasta mi interior, sentía como me llenabas con golpes lentos y profundos hasta chocar contra el fondo haciéndome perder la razón... de mi boca solo salían gemidos ahogados... cada vez más fuertes... sentía como el calor iba en aumento en mi vientre, hasta que un nuevo orgasmo me sacudió. Tus movimientos se volvieron más fuertes y echándote a temblar estallaste dentro de mí. Nos quedamos abrazados, acariciándonos y nos besamos con ternura, despacio… Después separaste tu boca unos milímetros para susurrar sobre mis labios, “no he podido ni dormir pensando que te había perdido”. Volviste a besarme. Así acabó el enojo pero no el día.

Un rato después en la cocina abriste unas cervezas y yo me puse a recoger el destrozo que habías hecho, comenzamos a reír y a provocarnos con frases calientes hasta que de repente dejamos todo a un lado y allí nos amamos de nuevo, sin control, los días sin vernos y la reconciliación que ansiábamos nos tenían desatados.

Te dejé en la cocina y me fui a la ducha, dejé que el agua corriera por mi cuerpo y te esperé porque sabía que vendrías… a los pocos minutos noté como te acercabas lentamente... sin voltearme te escuché entrar y sentí tus manos rodeando mi cintura, pegaste tu cuerpo al mío, noté como te estabas excitando de nuevo, ¡estabas imparable!… tu lengua jugó por mi cuello y tus manos me acariciaron subiendo hasta mis senos... lentamente me giré para quedar de frente a ti y nos besamos con pasión, tus manos recorrían mi espalda, mis nalgas mientras tus labios abandonaban los míos para recorrerme de arriba abajo... mi cara, mi cuello, mis pechos, succionaste mis pezones... seguiste bajando, mi ombligo... jugaste con mi sexo e inevitablemente me derretí de placer, después de los orgasmos anteriores estaba muy sensible, muy excitada… me apoyé contra la pared, dejando que el agua corriera sobre mis pechos y bajara hasta ti... te levantaste despacio y te introdujiste en mi intimidad...

Me agarré a tu espalda apretándome contra ti mientras tu sexo entraba poco a poco en el mío... comenzaste a mover tus caderas a un ritmo frenético y mis gemidos aumentaban de intensidad mientras me abandonaba al placer que me proporcionabas, estaba demasiado excitada y mi orgasmo no tardó en llegar... me convulsioné entre tus brazos y bajaste un poco el ritmo pero no te detuviste, nos comimos a besos y volviste a acelerar tus movimientos hasta que estallé en otro orgasmo que casi me dejó sin sentido… sin soltarme ni salirte te detuviste y me susurraste “te amo”. Te hice salir despacio de mi interior… un gran placer y una sobredosis de lujuria me envolvían por completo... te giré y te puse contra la pared para luego deslizarme besando tu cuerpo hasta llegar a tu sexo, mis labios, mi boca lo saboreaban... jugué con él, lo succioné... te volví loco hasta hacerte llegar a una explosión de placer profunda e intensa... como suele ser en ti... como mismo sueles provocar tu en mi…

Terminamos de ducharnos, estábamos extenuados… fue un día loco, de esos que no se planifican y se dan mejores que otros, la pelea había terminado, del enojo y la discusión ¿quién se acordaba?

5 comentarios:

  1. Eso que narras esta divino,ojala todos pudieramos sentir ese gran placer al perdonar, creo que estariamos perdonando todos los dias.

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  2. Adicto a ti me confieso, y por exagerado que suene, por metafórico que parezca, así es, necesito sentirte cerca, aunque sea en la distancia. Un minuto tuyo, un segundo incluso, es capaz de hacer que mi alegría se eleve al infinito. Un beso, una caricia, una mirada, una palabra, un gesto, tu cuerpo, a todo me he hecho adicto, y como adicto los necesito.

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  3. Me has dejado sin respiro, Cary tiene razón ese es el mejor perdón, ¿quién no perdona de esa forma?, me has recordado días muy locos que yo he tenido y con el recuerdo he vuelto a vivirlos, esa mujer que yo amo es reina del placer, lo vive y lo goza con intensidad y yo me deshago en sus brazos por eso cuando la tengo junto a mí me gusta enloquecerla de placer, mientras más le doy más quiere y más me da.

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  4. Vuelvo a repetir que es un privilegio leerte, eres un regalo inesperado. El amor es un sentimiento que nace para ser entregado a otros y tú has sabido aprovecharlo y sacarlo de tí, plasmandolo en estas sentidas palabras que han conmovido mi conciencia y mi sensibilidad. Transmites mucho y me gusta como lo haces. Me encanta esa manera libre, limpia, caliente pero sobre todo sin vulgaridad con que eres capaz de escribir algo cargado de lujuria y pasión. Me complace que se te haya quitado esa tristeza que tenías. Eres un amor, cuídate linda.

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  5. A mi me pasa justo eso ahora. Tengo una hija que es de poco hablar pero cuando quiete herirme sólo le basta con dos palabras, quiere vivir regañandome hablando siempre con ordenes,quiere controlando la comida y mw cuestiona si yo intento ayudar al vecino con algo que me qiite prestado y no escatima decirlo delante de el. Yo a veces caigo el grito para no pegarle. Pero a veces no soporto la situación.

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