¡Ya estoy de vacaciones!

Estoy contenta porque ya estoy de vacaciones, creo que bien merecidas. Me quería ir dos o tres días la playa pero estoy con un dolor de sacro lumbar ¡puff! que me tiene loca. Así que lo dejaré para dentro de unos días, por lo pronto con dolor y todo voy a relajarme a casa de mi mejor amiga. Les contaré que dice Cary que yo estoy loca, porque llego a su casa (que es también mi casa no solo porque ella y su familia me lo dicen sino porque así lo siento en el corazón) y formo lo que ella llama un disturbio, acabo con sus planes y atraigo gente que hace tiempo ni veía, ¿qué creen? Yo creo que exagera un poco. Le he dicho que voy a estar mucho tiempo sin ir para evitarle esos desordenes imprevistos, pero me pregunto ¿podré cumplir? ¿Ella lo soportará? Creo que no por ambas partes.

Saben ¿por qué?, porque nosotras conocemos el valor de la amistad, y tener una amiga no es salir con ella un montón de veces, ni sacarse fotos juntas, dejarle millones de mensajes diciendo lo mucho que la quieres, emborracharte con ella, ir de compras juntas...etc. NO, tener una amiga es mucho más… es confiar, es querer, es reír, es dar apoyo, es aconsejar, es abrazar, es ayudar cuando más lo necesitas, es saber que ésa persona siempre está ahí esperándote, es pasar por un obstáculo y superarlo JUNTAS, es llorar cuando no puedes más porque sabes que a tu amiga no le va a importar y pondrá su hombro para que te apoyes, es intentar por todos los medios que ella no sufra si conoces con quién o por qué lo hará... y un larguísimo etcétera

Bueno, volviendo a mis tan ansiadas, esperadas y merecidas vacaciones… creo que para nosotras, las mujeres, el término puede parecer un poco ambiguo. A ver, me explico, se supone que en esa fecha se debe pasear, disfrutar del tiempo libre como mejor nos plazca sin pensar en nada, sin preocuparnos por nada. Pero ahí está el dilema, nosotras nos pasamos todo el año pensando en la cantidad de cosas y reformas que queremos hacer en casa cuando estemos de vacaciones, ¿no es cierto? ¡Y son tan corticas las condenadas! Que si nos momiamos, nos pasamos los días de las tan cacareadas vacaciones trabajando en la casa.

Por eso, ni mi dolor me detendrá (si es que no se me quita) y me iré a la playa en un par de días de todas maneras. La próxima semana voy a dedicarle todo un día a mi princesa (completito para ella), la llevaré a pasear por mi vieja y amada Habana, le daré todos los gustos que quiera, será un día de chicas, tal vez sumemos a otras dos pero eso está por ver. Sí, decididamente muchos de los trabajos que había planeado hacer en casa cuando cogiera vacaciones se quedarán… sacaré el tiempo después, total, si las mujeres tenemos algo de magas, muchas veces nuestros días parecen tener 48 horas en vez de 24… por la cantidad de cosas que somos capaces de hacer en un mismo día.

También quiero dedicar unas horas a escribir… sí, escribir de labios que besan y no cesan, de suspiros intensos, de manos acariciando, de ojos que miran, de palabras que se escuchan, de cuerpos desnudos muy juntos. Escribir de sueños lejanos que se hacen cercanos, de sueños encontrados, cumplidos, vividos. Intentaré escribir nuevos textos intensos, que transmitan emoción, se sientan y se disfruten, se imaginen, se vivan, se lean y se relean, estén plenos de matices. Quiero escribirte a ti, quiero que me escribas a mí.

Disfrutaré de mis vacaciones con la gente que quiero entre paseos, lecturas, escritos, mucho amor y risas… ¡Ah! Les garantizo que no faltará la playa, ese mar que adoro que no me importa si está calmo o inquieto y que le pertenezco por naturaleza, el mar y yo nos acompañamos, nos escuchamos y nos entendemos como amantes fieles y eternos. Su aroma, su murmullo, el ir y venir de su presencia es parte de mi vida y me impregna de su esencia.

Yo siempre buscaré la forma de seguir sonriendo, hay tantos sueños por realizar, me seguiré llenando con lo mejor que encuentre en el camino de la vida, un nuevo día es una nueva oportunidad para hacer historia, hoy mismo, tal vez mañana o cualquier otro día puede ser el mejor día de mi vida, la felicidad no es una posada en el camino sino una forma de caminar.

¡Ah! Otra cosa, por mucho que trasnoche y me divierta, sacaré tiempo para escribirles a ustedes, no lo duden, amigos míos.