viernes, 2 de diciembre de 2011

Reflexionando…

Cuando vivimos una desgracia, un accidente, un conflicto o un problema le damos diferentes nombres de acuerdo a las creencias o costumbres que tengamos, la religión lo llama: Castigo, la metafísica lo llama: Karma, el budismo lo llama: Prueba, y otros lo llaman: Mala suerte.

La religión dice que todo lo malo que nos sucede es por los pecados que hemos cometido en esta vida. La metafísica dice que los encuentros diarios del hombre y la mujer en las calles de la vida son en realidad el desenredo de los ciclos del Karma: de fuerzas positivas y negativas que han cerrado el círculo para el ajuste de cuentas o el efecto de la ley de la causalidad (causa-efecto). El budismo lo enfrenta como pruebas de las virtudes del hombre que permiten su evolución. Otros dicen que es mala suerte, que el destino es injusto o que la vida es dolor y sufrimiento.

Los maestros dicen que "El hombre cuando reconoce la oscuridad, es que se esfuerza en alcanzar la luz".

Quizás cada uno tenga razón desde su punto de vista, sin embargo no estoy de acuerdo en que cada vez que ocurre en nuestra vida una situación de desequilibrio sea porque tenemos que corregir un mal pasado que por error en su momento no supimos resolver. Las cosas malas ocurren por muchas causas y creo que independientemente del nombre que cada quien les de, lo importante en primer lugar es sobreponerse a ellas y después analizarlas con calma para buscar la enseñanza que nos dejó. Porque sólo cuando somos capaces de reconocer el mal es que podemos hacer el bien.

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