El fin de semana pasado estuve en la playa, tan sólo llegar y respirar el aire del mar me sentí feliz, siempre es igual aún estando triste o atormentada. Llevaba semanas deseando ir y por diferentes razones no había podido, pero ya estaba allí. Cuando más tarde me senté a contemplarlo me sentí invadida de paz, con una enorme sensación de tranquilidad la misma que ese día tenían sus aguas. Estuve mucho rato así, sólo observándolo, respirándolo… me sentí flotar porque me transporta lejos de la ciudad que no soporto, de gente que no me gusta... y quizás de un yo del que ya me he cansado.
Adoro el mar por el sonido relajante de las olas, por ese horizonte en el que mis ojos se pierden, por el olor de la sal y las caricias de la brisa que ahí son como en ningún otro sitio. Lo adoro porque me regala esa perfecta combinación de sentidos al que solo le falta el sabor de tus labios si tú no estás, porque me deja jugar a las metáforas mientras caen pequeños puñados de arena de mis manos.
Había mucha paz en el ambiente, solo escuché el murmullo de las olas y en el silencio del paisaje, un deseo, un sueño, una ilusión, un ruego. Y muy dentro de mi encontré tu voz que es mi voz, abriendo las puertas del corazón para juntos pasearnos por el misterioso mundo del alma. Y allí encuentro la serenidad de mi paisaje interior. Es inexplicable… es atardecer… es silencio… eres tú.
Las aguas de mi mar llegan a la playa reventando en olas blancas que quedan como delicadas huellas grabadas para siempre en mi alma. Aguas verde transparentes que me seducen, me hechizan… como tu amor. Además del influjo que el mar ejerce en mi, ¿cómo no voy a morir de amor por esas aguas si cada vez que estoy en ellas te recuerdo? Cada vez que estoy cerca del mar la cadencia de sus olas me embelesa y mi piel ardiente se estremece como si en tus brazos estuviera. Cuando me empapa su brisa salada, cierro los ojos y la calma me adormece mientras atrapo en mis sueños de arena, la humedad de tu boca que me besa.
El mar me encanta, no importa si esta calmado o embravecido, necesito contemplarlo muy a menudo, para disfrutar de su brisa, pasear por la arena y zambullirme en sus aguas. Sentirme rodeada de naturaleza, de vida, y darme cuenta una vez más que en realidad, vivir, está muy por encima del hombre, que hay un universo infinito y esos momentos intensos pueden durar toda una vida, sólo es cuestión de conectar con el universo y con nosotros mismos.
Cuando uno tiene pasión por el mar, cualquier momento es un regalo para caminar por la arena y sentir la serenidad o el coraje de las olas cuando rompen en las rocas o en la orilla de la playa. Me encanta sentir el agua correr por mi piel mientras la brisa me despeina, escuchar el cantar del mar y compartir un cielo azul que en la tarde que agoniza en rojo. Me gusta estar junto a esas aguas tranquilas o revueltas, compañeras en días de soledad para recordar momentos únicos, especiales. Adoro el mar con sus furias y calmas, me hace reflexionar, me atrae irremediablemente.
Puedo pasar horas sentada en la arena mojada, siguiendo el vaivén de las olas, contemplando la marejada, mirando como las olas junto a mí bañan la orilla de la playa y sentir en el rocío de su espuma blanca tus húmedos besos que mi piel refrescan, y recuerdo las veces que nos han unido las olas y como con tus labios quitas la brisa salada que está pegada a mi piel quedando sediento de amor y miradas, y sólo mis vertientes son capaces de apagar tu sed.
Y la tarde transcurrió contigo de fondo, siempre ahí, como el ruido del mar, incesante, a veces calmado, a veces tempestuoso, pero siempre sonando. Entre mis manos la tarde palpita trayendo el olor de tu piel que sin tiempo reverdece y abraza los silencios de mi desnudez… El amor despeinó la tarde en el horizonte, mientras tu boca se hizo verbo en mi lengua... Los besos se quedaron con mi feminidad entre tu hombría. Tengo el secreto de los días, de las palabras que seducen, en tarde el mar me regaló la voz de las sirenas y la noche me vistió de sus misterios... y mi mente pervertida se deslizó por el abismo de la bestia.
Tomarse unos buenos rones con coca cola es delicioso y si es en compañía masculina mejor, pero no estabas. Te recordé y reafirmé que estoy enamorada, el amor es eterno mientras dura y como no quería tener esos pensamientos me envolví entre copas y sueños, tú como un fantasma en mi cerebro mientras la noche invitaba a la lujuria… el sueño me trajo el vívido recuerdo de aquel día en que el mar se hizo cama, la arena invitaba al desvarío y la brisa acariciaba los deseos. La fragancia del placer nos inundó los labios, las manos y la piel. Y sin remedio una danza de pasión se desató, susurros, gemidos y jadeos, sinfonía de sexos eran melodía... Se estrellaron nuestras miradas suplicando perversiones, un brindis de lascivia se escuchó y los labios sedientos bebieron cántaros de amor...
Al otro día, temprano caminé por la playa desierta y sobre la arena quedaban mis pasos marcados como tengo marcados en mi piel cada beso tuyo. Esas tiernas marcas de amor indelebles, que guardan la forma de tus labios, me recuerdan el calor de tus brazos, los dulces momentos en que se funden nuestros cuerpos. Y mientras seguí caminando por la orilla observando las olas, las veía llegar a la arena, deseosas, sedientas… y me parecía escuchar tu risa en las aguas que alegres reventaban y la espuma blanca que baña mis pies hace que me sienta envuelta por tu recuerdo, por tu amor.
Arena, olas, olor a sal y viento, cada uno representa en mí un sentimiento, una linda presencia que llena mi alma, una ternura que me da calma… ese amor que inunda mi vida y esa pasión que tú me inspiras, que me hace sentir plena y viva.
Lo único que lamenté estos días además de tu ausencia, es que me fue imposible ver otra maravillosa puesta de sol junto al mar, no pude hacerlo porque estaba un poco nublado a esa hora no porque yo no la esperara con ansias. Lo lamenté tanto porque a demás de la belleza natural que tiene ese momento, es como si en ese instante la tristeza y la alegría se unieran al contemplarla. Cuando observo una puesta de sol siento como si fuera una puerta abierta al corazón, es tan colosalmente hermoso ver como se esconde por el horizonte, ver como si el agua hirviera por donde se pierde, como si durante unos pocos minutos la puerta del cielo se abriera al acabar el día… es algo inexplicable.
Pero lo cierto es que me quedé con los deseos de nuevamente gravar en mi mente la esencia de otro atardecer visto desde la orilla de un mar tranquilo, en calma, de un mar que durante todo el día reflejó la luz del sol y que brilló sin miedo a perder su identidad. Es una imagen que muestra la belleza del amor, de la libertad, de su presencia, expresada en colores rojizos reflejándose en el rostro del sol cuando va ocultándose en el horizonte.
Los recuerdos volvieron a golpearme fuerte y mis deseos de amarte fueron más grandes que el mismo mar. Besos, caricias, miradas, abrazos sueños despiertos entre el mar y el horizonte, entre el cielo y la tierra, entre mi vida y tu cuerpo. Sabes que adoro recorrer tu piel con mis labios afiebrados y beber todo tu sabor salado con la punta de mi lengua, adoro tu pelo con olor a sal flotando al viento en total libertad y tu cuerpo mojado de mar, tus huellas, tus manos que en la arena ardiente quedan marcadas igual que en mi piel.
Y tu recuerdo me provoca, veo grabado en tu boca a rojo vivo el deseo. Y casi puedo tocarte, siento como nos amamos más allá de la locura. Nos comemos el corazón a besos, recorremos sin límites nuestros cuerpos y nuestra ropa queda va quedando en el suelo, mientras suave, gota a gota nos emborrachamos de de pasión. Cuando cae la última prenda no existe nada prohibido entre la tierra y el cielo.
Ardiendo ante una fuente de calor inagotable, el deseo, desafiando cualquier obstáculo para entregarnos, sentirnos, gozarnos, amarnos, devorarnos junto al mar, es un llamado a la pasión... Ante la frialdad del anochecer arde nuestra piel y aquel día en ese momento la luna y el mar fueron testigos de una entrega total.
Rebosante de ti me siento, y cuanto más me llenas más ganas de ti tengo, como un torbellino que va creciendo en mitad del océano y acaba engullendo el mar entero. Y ahora te pregunto, ¿cómo eres posible?, dime ¿qué fuerzas llevas dentro?, ¿acaso llevas el mar?, a veces tranquilo y sereno, deseoso de caricias lentas, a veces tempestuoso y frenético, voraz depredador de mis labios, de mis besos, de mi cuerpo entero.
Uy, preciosa me encantó, como siempre bello y apasionado. Besos
ResponderEliminarLindo, con mucho amor tanto que deja a cualquiera sin palabras. Es de verdad una pena que no hubieras tenido a tu amor junto a ti este fin de semana, de seguro la hubieran pasado de maravilla como otras veces, junto a tu adorado mar y al calor de tanta pasión. Pero no te preocupes otro día será seguramente, no siempre se puede. Además de eso pienso que es tanto el amor que se dan y tan intenso que por eso ambos lo llevan en la mente, en el corazón y en la piel dondequiera que estén. Cuidate.
ResponderEliminarEstais perdida por ese hombre, me alegro mucho que os hayais divertido a pesar de que os faltaba el.
ResponderEliminarQue bonito, a mi también me gusta el mar, me encanta irme a la playa con mis amigos, la pasamos super. Me alegro mucho q hayas podido cumplir tu deseo de ir es cierto q lo habías mentado recientemente.
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