viernes, 10 de mayo de 2013

La única recompensa... el amor de nuestros hijos



He visto que algunos se me adelantaron en las felicitaciones por el Día de las Madres. ¿Acaso temían que yo me perdiera nuevamente? No, amigos, no me perderé y un día como este menos. El ensayista, novelista y poeta libanés Khalil Gibran dijo: “Madre: la palabra más bella pronunciada por el ser humano". Lindo tema para reflexionar, ser madre no es nada fácil, aun cuando Dios nos doto del Instinto Maternal. El único derecho irrenunciable que tiene una mujer como tal, es el de ser Madre, porque le permite consumar la función de su naturaleza y experimentar unas sensaciones y sentimientos sublimes, que de otro modo jamás hubiese conocido.
Sobre este tema ya he escrito algunas veces y ahora que se acerca el día de las madres volveré a hacerlo. Estos temas, como madre y mujer que soy me enloquecen y estaría horas hablando. Pero iré al grano y sin enredos.
Para ser madre no se requiere título ni experiencia. Los niños no llegan al mundo con un manual de instrucciones debajo del brazo. La experiencia de cada mujer, de cada madre, es única, personal, e incomparable. Todo el mundo habla de lo bello que es tener un hijo, pero nadie habla de lo agotador que puede llegar a ser, sobre todo cuando son pequeños.
Confieso que yo tuve momentos en los que casi caigo de cuajo al piso de lo cansada que estaba, el día se me iba volando y hubo algunos en que al llegar la noche me daba cuenta que llevaba horas aguantando sin ir al baño. Este trabajo de ser madre nadie lo estudia en la universidad, y es una responsabilidad gigante, se trata de cuidar a tu hijo, y entre tanta responsabilidad, tareas, preocupaciones y adivinanzas (porque aún no se ha encontrado el “Diccionario del Bebé”), honestamente creo que uno tiene todo el derecho a equivocarse. Ser Madre no es tarea fácil y todo el tiempo nos estamos preguntando “¿lo estaré haciendo bien?”.
Todas sabemos que ser madre es lo más grande y bello que nos puede pasar, es nuestra consagración como mujeres, pero es duro, ¡no digan que no! Esa es la experiencia más poderosa que puede vivir una mujer, nada nos marca tanto como el momento en que por fin sostenemos en brazos al hijo que ha salido de nuestras entrañas y vemos que nos mira a los ojos como diciendo: te conozco.
¡Pero ser madre es duro amigas! Y no se trata sólo de la falta de sueño, de los cuidados que demanda un recién nacido, ni de la falta de experiencia y la incertidumbre de si lo estás haciendo bien o no. Es mucho más que eso. Es la ruptura total y repentina con tu propia identidad, con lo que hasta el instante de parir te había definido: tus proyectos, tus ambiciones, tu trabajo, tus amigos, tu cuerpo, y todo lo que llamabas tuyo. Tu tiempo. Tu vida.
Es mirarte al espejo y no reconocerte. Es preguntarnos frente al espejo: ¿En qué momento te convertiste en esta mujer ojerosa que no tiene ni un minuto para sí? ¿Quién eres ahora? Sigues siendo tú, sólo que una versión más grande de ti misma. Pero al principio no te encuentras porque no vinculas esta nueva vida con aquella otra vida que de pronto te parece tan remota, aquella en la que ibas y venías a tu antojo, disponías de tu tiempo y te pertenecías. Y es que ahora toda tú eres para otro ser, que no sólo se alimenta de tu leche, sino también de tus caricias, de tus palabras, de tu calor.
El tiempo pasa y llega el momento en el que las tomas son menos y las horas de sueño nocturno se alargan. Nuestro bebé aprende a sostener la cabeza, a virarse solo, a gatear… cuando menos lo esperas te regala una sonrisa y en ese instante piensas que todo el esfuerzo ha sido poco. Un día te dice mamá y sientes una emoción indescriptible que te hace llegar hasta las lágrimas… El tiempo sigue pasando y lo ves correr en el parque, jugar con otros niños, garabatear las primeras letras o un dibujo que te muestra orgulloso. Y entonces te convences más que nunca que por nada del mundo te cambiarías por esa otra mujer que eras y que tan poco sabía acerca del amor.
Sé que cuesta mantener la paciencia en determinados momentos, como cuando se resisten a meterse en el baño, o en la cama, o cuando no quieren comer porque no, o no quieren tomar la medicina, o no les apetece recoger porque ninguno de los dos sacó los juguetes, o cuando no acuden a al primer llamado, o cuando después de decirles varias veces que hagan algo y es como si hablaras con las paredes… en situaciones así sólo nos debemos de repetir una frase: “es normal, son niños” e intentar con mucha paciencia hacerles entender y ver la situación.
Siendo realista esto no siempre es fácil de hacer porque todos los días no estamos igual de ánimo y esos días son peligrosos porque es muy fácil perder los estribos, dar alguna mala respuesta y pegar algún que otro grito. Pero bueno, ¡somos humanas! Las veces que me ha pasado después hablo con mis hijos y les pido disculpas, incluso perdón si es necesario, porque no me gustan los conflictos y menos con ellos (hacen mucho daño), de esa manera el desagradable incidente queda solucionado con besos y abrazos por ambas partes.
La maternidad nos otorga no sólo un sexto, sino también un séptimo sentido para que a nuestros niños no les falte de nada. Y no sólo podemos hacer dos cosas al mismo tiempo, sino tres, ¡incluso cuatro! Claro esto a veces trae sus contratiempos, recuerdo que una mañana en medio de la vorágine de cosas habituales en ese horario puse la cafetera para colar café y jamás me volví a acordar, ¡imaginan el resultado!
Cuando eran chiquitos mientras me duchaba y me arreglaba en las mañanas, no dejaba de controlar la situación con frases como: “¿ya se vistieron?”, “¿qué están haciendo? No pierdan el tiempo”, “no se demoren desayunando que se nos hace tarde”, “péinense y lávense los dientes, ¡de prisa!”… todavía no me explico cómo podemos hacer todas esas cosas al mismo tiempo, es increíble, estamos en todo. Si iba con ellos al parque o a la playa, mientras jugaban me ponía a conversar con otras madres, pero a esas mujeres ¡ni les miraba la cara!, porque todo el tiempo tenía la vista fija en mis fierecillas, pendiente de lo que hacían y dónde estaban para que no se fueran a dar un golpe o se me extraviaran, porque si algo de eso pasaba ¡imagínense, entraba en catalepsia! 
No soy ni seré una madre perfecta, sino una mamá real. Siento, padezco, me canso; pero no importa, porque lo hago con mucho amor y adquiero una gran recompensa por ello. No hay nada más bello que llegar a casa, agotada después de un duro día de trabajo y ser recibidas por gritos de júbilo y enormes sonrisas, porque ya llegó mamá. No hay nada más reconfortante que el fuerte abrazo y beso de ese hijo, que una Madre sabe y siente, que le ama más que a nadie en el mundo y para el cual ella es la mejor y más bella de todas las personas del universo.
Cada día me convenzo más que el trabajo de una madre es enorme y la única recompensa... el amor de nuestros hijos... aun estando conscientes de que son prestados porque cada vida tiene su propósito y que más temprano que tarde, van en búsqueda de sus propios sueños...
Felicidades a todas en el Día de las Madres.

6 comentarios:

  1. Me encanto el texto, me conmovió y dice mucha verdad. Ser mamá, es sentime una mujer plena y feliz, en pocas palabras, es lo mas maravilloso que me ha pasado en mi vida. Gracias. Felicidades a todas.

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  2. Es una gran responsabilidad ya que hay que guiar a nuestros hijos por lo que nosotros creemos sea el mejor camino, para que se realicen, como niños, como personas pero sobre todo como seres muy humanos y fomentarles sean generosos, amables, leales, honestos, caritativos y muy amorosos con sus semejantes. Felicidades.

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  3. ME he emocionado con el escrito sobre la madre. Has hecho una descripción muy real de lo q es ser madre, es como leer mi futuro próximo . Gracias por estas palabras dedicadas a todas las madres . Un beso y felicidades a todas.

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  4. Me ha encantado. Y es verdad. Desde el momento en que supe que estaba embarazada de Eduardo, sentí que moriría por él. Además, sé de algún hombre que otro que ha dicho que morirá con la pena de no poder sentir lo que siente una mujer durante el embarazo y nacimiento de un hijo. Enhorabuena!!!!

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  5. Tienes toda la razón preciosa, la más bella palabra en labios de una persona es la palabra madre, y la llamada más dulce: madre mía.
    Lo que dice Anónimo es cierto yo soy uno de esos hombres que morirá con la pena de no poder sentir lo que siente una mujer durante el embarazo y nacimiento de un hijo.
    Felicidades nuevamente a todas mis amigas que son MAMÁ. Un beso y un gran abrazo a todas, que pasen un feliz día.

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  6. Aunque un poco atrasado les deseo muchas felicidades a todas las madres del blog y a aquellas amiga que lo seran en un futuro. El texto está precioso Rosabel y nosotras sabemos lo que significa ser MADRE, es lo mas maravillosos que le puede suceder a una mujer pero la tareas no es fácil, por eso todas tratamos de hacerla con mucho amor y de la mejor manera. Y como todos suponen el domingo fue en mi casa con todos nuestros hijos, novios y esposos, muy lindo.

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