jueves, 26 de septiembre de 2013

Relajada, tranquila… gracias a mi playa


Como una de las cosas locas que a veces hacemos, mi hermanita y yo nos fuimos dos días de playa en un viaje repentino, sin planificar. Llevábamos excelente compañía, iban dos de nuestros hijos y tres amigas más. No queríamos ruido, un sinfín de actividades o cientos de personas. No sabíamos si el tiempo nos iba acompañar o no ya que por estos días a llovido mucho, pero tuvimos la suerte de que ambos días fueron soleados y la temperatura era perfecta, de hecho, nos achicharramos a pesar de la crema... La idea era desconectar y descansar. Lo logramos indudablemente en esas aguas cristalinas y su arena completamente blanca, típica playa paradisíaca...
Estábamos muy cansadas y nos hacían falta unos días de relax. Y sin dudas no hay lugar como el mar para ello, es una maravilla estar aquí en la playa, sin obligaciones, sin niños pequeños, sin horarios… perdidas en el tiempo escuchar música, leer, conversar de muchos temas, reír en abundancia… y muy importante amigos, en estos dos días no pisamos la cocina, todo lo compramos ya elaborado y en otras ocasiones comimos fuera de casa.
El mar es lo que más me gusta en el mundo. Estoy acostumbrada a pasear por su orilla, incluso con viento y lluvia, me relaja mucho mirar al infinito, escuchando esos murmullos de la playa: las gaviotas, el romper de las olas, los rumores de las voces... La playa es el lugar en el que me encuentro más tranquila, donde tomo aire y me siento yo misma.
El mar tiene una energía especial, entraña multitud de significados y evoca sensaciones distintas en un mismo individuo. El mar es capaz de modular nuestro estado de ánimo, eliminar los pensamientos negativos y el desequilibrio emocional. El hombre busca poder, la naturaleza busca justo lo contrario, expresarse, extenderse, expandirse salpicarnos de sus colores, entregarse, ofrecerse, morir tranquilamente, para volver a resurgir.
La playa es un lugar maravilloso donde la naturaleza es generosa, el agua que baña la orilla llega con unas olas que de momento generan un lindo movimiento… es un lugar tranquilo y que genera atardeceres únicos. El paraíso soñado esta frente a mí. Justo lo que había deseado durantes las últimas semanas.
Es intensa la experiencia de disfrutar de una playa tranquila. Tomamos el sol, bebimos cerveza y refrescos, y nos relajamos porque sin dudas el rumor de las olas y la belleza del escenario hacen que las preocupaciones y el estrés del día a día desaparezcan. Ya en el atardecer tenía la sensación de que hacía un siglo que había llegado a este precioso rincón del mundo, este lugar tiene la capacidad de hacerme sentir lejos de todo menos de mi misma y de las cosas que verdaderamente importan.
Al llegar la noche del primer día, nos fuimos a comer a un restaurante y después a bañarnos en la playa durante un buen rato, ya tarde entre risas y una amena conversación regresamos a la casa. Nos dimos una ducha para quitarnos el agua salada y la arena, y nos sentamos a seguir charlando mientras nos bebíamos unos tragos. Al poco rato, fui y me tumbé en la cama desde dónde escuchaba aún las risas de los otros y me sentía tan tranquila y feliz del día que habíamos compartido que me dormí profundamente. Como hacía muchos días no podía hacer.
Al día siguiente nos levantamos con nuevos bríos y continúo aquel disfrute de naturaleza, de tener tiempo para todo lo que en nuestra ‘organizada’ sociedad parece que no encontramos tiempo fácilmente. El mar con la suave cadencia de las olas, con el arrullo del canto de la brisa y con el ondulante vuelo de las gaviotas nos transmite energía y sensaciones de paz y armonía. El mar nos baña con la magia del ensueño. Los pensamientos se evaporan y nuestra mente vuela y vuela sin rumbo, ni sentido, sin fuerza, lánguidamente desde el horizonte infinito hasta dibujar una sonrisa al divisar un caracol olvidado, o pequeñas piedrecillas formando un corazón en la arena.
La magia de caminar por la playa esta en la diversidad; sus ofrendas no se limitan a los objetos que encontramos. También podemos recoger pensamientos coherentes de entre los escombros dejados en nuestra mente por las tormentas emocionales. Es casi imposible tener pensamientos pequeños cuando caminamos por una playa vacía, a solas. La insistente y eterna cadencia del agua suaviza los cortantes filos del miedo y de la duda, hasta dejarlos tan lisos como las húmedas y brillantes piedras de una playa rocosa. Ello suele venir acompañado por un sentimiento de lo efímero de nuestro paso por el mundo, y nos imbuye de una conciencia agridulce de que todos los fuegos se apagarán algún día. Por eso es, que las llamas actuales son tan preciosas.
En general, fueron dos días muy relajantes y tranquilos, donde vivimos lento, empapadas en los parajes naturales, disfrutamos del tiempo, ¡sin duda esperamos volver! Todo resulta mucho más puro frente al mar. Es muy rico poder despejar la mente de vez en cuando. Lamentablemente ya es hora de volver a la normalidad aunque la verdad es que he vuelto como nueva.

7 comentarios:

  1. Me encanta y coincido plenamente contigo en tus escapadas al mar. Señora mía, ni actuando puedes ocultar tu verdadera personalidad. Se te siente realmente equilibrada y tranquila. Un paseo por la playa puede ayudarnos enormemente...! Preguntarle a las olas o a la arena qué, cómo y cuándo debemos proceder nos puede ayudar a encontrar respuestas que no sabemos encontrar en nuestra vida corriente. EL mar siempre será un refugio y si es en buena compañía mejor. Feliz fin de semana.

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  2. Yo también soy asidua. Es el lugar en el que mas me relajo...Besotes

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  3. A mí me gusta mucho la sensación de caminar descalzo por la arena, sobre todo por la orilla, sea cual sea la estación. Y lógicamente, sentarte en la orilla al atardecer, cuando la playa se empieza a quedar vacía, con la mirada perdida en el horizonte, con la mente en blanco y con el sonido de las olas rompiendo de fondo, eso es algo impagable, un tratamiento anti-estrés de los que funcionan de verdad. Peter tiene razón se siente la tranquilidad y la armonía en tus palabras. Me alegro mucho.

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  4. AMIGA: NO VISITO MUCHO EL MAR PERO ES VERDAD QUE LA PLAYA TIENE ESA MAGIA... EL MAR NOS CARGA DE ENERGIA POSITIVA... BUENA ENTRADA GRACIAS POR COMPARTIR.

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  5. Me encanta.... , poder ir de paseo a la playa. Qué suerte tener la playita tan cerca!! Yo no se cuando la volveré a pisar!!!

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  6. Cuando mas me gusta la playa es cuando se queda si gente es una gozada pasear por la orilla. no hay nada como ir , sentarse, pensar y reflexionar, caminar y mojarse los pies es uno de los grandes placeres.

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  7. es grandioso omo la naturaleza hace cosas geniales para nosotros
    es lo mejor que podria pasarnos en esta vida

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