lunes, 19 de mayo de 2014

El amor a los hijos



“Los hijos son las anclas que atan a la vida a las madres”.
Sófocles
Cuando nace un niño todos están de fiesta, un clima de alegría inunda la familia y la casa se llena de visitas. Ocurrió que el amor de pareja ha tomado cuerpo y se ha hecho persona. Esas personitas crean muchos momentos de alegría y amor en nuestras vidas (también dolores de cabeza y preocupación) pero el resultado es una gran dosis de amor y emotividad. Lo más grandioso que me pudo ocurrir fue haberlos sentido dentro de mí con sus movimientos raros pero hermosos. Cuando nacieron mis hijos fueron los momentos más hermosos que he vivido y escuchar su voz por primera vez… no hay palabras para describir tanta emoción.
Cuando nacen los hijos nuestros días se vuelven muy diferentes. Los mejores momentos parecen ser cuando los retoños por fin están durmiendo apaciblemente. Sin querer, uno empieza a contar las semanas, los años que pasarán para que volvamos a comenzar a recobrar algo de ese precioso "tiempo para uno" que todo ser humano necesita para mantenerse en un estado medianamente cuerdo. Sin mis hijos mi casa estaría limpia y mi billetera llena, pero tendría mi corazón vacío.
Hoy escribo desde mi corazón de madre madura, porque yo ya estoy en una posición desde la cual miro hacia atrás. Tengo dos hijos, ya jóvenes, adorables y que cualquier día emprenden su propio camino, para el cual creo que los he preparado bien. Siempre supe que sería bendecida al tenerlos, desde antes que conociera a su papá ya pensaba en ellos, lo único que imaginaba eran miles de rostros, y al final nacieron los dos, hermosos y grandes. Lo que más gusto me da son las grandes personas que son, con responsabilidad, inteligencia y un gran corazón.
Me gusta estar con ellos, son mis compañeros favoritos. Siempre les daré sin medida todo el amor, cariño, comprensión, apoyo, abrazos y besos que necesiten, y también los que no necesiten. Les he proporcionado las bases para que sean personas buenas y siempre se comporten de manera correcta por la vida, orgullosos de ellos mismos y lleguen a la meta más alta que se propongan; yo estaré ahí para darles la mano en el momento que sientan que les falta fuerza para seguir adelante.
La labor de ser madre es extenuante, para decir lo menos. Sólo entienden lo que quiero decir quienes lo son porque saben lo que se siente cuando usted está tratando de alimentar a un bebé hambriento, consolar al otro que se acaba de caer, escuchar atentamente lo que tu pareja esta tratando de decir, sentir que paró la lavadora, atender lo que estás cocinando… Todo al mismo tiempo, es una locura. Y uno se pregunta muchas veces, ¿cuánto más durará el continuo correr, las noches desveladas y el posponer proyectos y sueños que uno alguna vez tuvo? Pero al final no importa el sacrificio porque son la razón de nuestra existencia.
El amor a los hijos es instintivo y sin condiciones. Es el único amor que dura para siempre y el que se encuentra disponible y atento en todo momento. Si a mis hijos yo pudiera traerles un mundo lleno de felicidad, quitarles las penas y las tristezas y cargar con ellas, lo haría. No hay nada que yo no haría para darles la risa y alejar las lágrimas de sus vidas… Cuando eran bebés, podía sentarlos en mi regazo y consolarlos; ahora puedo recibirlos entre mis brazos y en ellos reconfortarlos y ayudarlos a levantarse.
Soy una persona que se ha cuestionado mucho el tema de la educación, a lo largo de los años muchas veces me he preguntado si lo he estado haciendo bien, creo que sí. En mayor o menor grado porque educar no es llegar e implementar un método probado, ya que ese no existe. Los tiempos han cambiado. Además, cada niño es diferente. Lo que funciona para un niño es nefasto para el otro. Se suma el hecho de que nadie nos enseña a ser padres, es un camino que debemos ir tanteando por nuestra propia cuenta. La autoridad no significa mandar, es un rol como cualquier otro que quiere decir hacerse cargo de la disciplina y responsable de asegurar el cumplimiento de las reglas.
A mis dos preciosos hijos, les debo la felicidad de cada día, el deseo y la fuerza para levantarme cada mañana. Quien no ha tenido hijos no sabe lo dulce y maravilloso que es sentir unas manos suaves y tiernas abrazándote fuerte. Ellos llenan mi vida, de tal forma que no me importa lo malo que me pueda estar pasando, solo por ellos dos soy capaz de seguir adelante y hasta de ponerme una máscara de alegría para que ellos no vean ni un asomo de tristeza en mi rostro.
El amor a los hijos nunca debe manifestarse con sobre protección, porque los convertirá en personas débiles que necesitarán siempre vivir a la sombra de alguien más fuerte. Proteger es brindarle sólo lo que necesitan y no más, porque es inconveniente acostumbrarlos a los excesos. La austeridad y la sencillez hará a los hijos menos exigentes, más capaces de afrontar las adversidades, de entender a los demás y de relacionarse, y más humildes y sensibles.
Sin embargo, en su educación y crianza hay un denominador común que asegura el éxito en cualquier estilo de educación: el amor. Aunque suene como una frase cliché, es una profunda verdad. Hay que dedicarles tiempo, los niños perciben nuestro amor cuando hacemos cosas por ellos. Más allá de cocinarles su comida o lavarles su ropa, son esas cosas pequeñas como hacer actividades juntos, inflarles una pelota, leerles un cuento… aunque tengamos miles de cosas por hacer. Los abrazos, las caricias, los besos son todos gestos de amor que hablan por sí solos. Además, animarlos y demostrarles que creemos en ellos porque todos los niños tienen áreas en las que se sienten inseguros y necesitan de las palabras de aliento de sus padres.
Desde que nacieron, mi vida ha girado en torno a mis hijos, en todo lo mío están ellos. De no ser por ellos, mi vida sería distinta. Gracias a ellos mi vida no es rutinaria, cambia día a día. Ni días estresantes ni días relajados, sino ambos. Pero todos mis sacrificios por ellos bien han valido la pena. Cuando estaba muy cansada y sentía sus pequeñas manos en mi rostro, veía sus dulces e inocentes caritas, contemplaba sus ojos que irradian luz, escuchaba sus risas, sus voces y una palabra “mamita” daba por bien pagado todo el esfuerzo.
Como madre que ya pasó por esos locos años de maternidad extenuante, y de todas las cosas que hice mientras mis hijos fueron pequeños (y créanme, traté de hacer y de lograr muchas cosas, aparte de ser madre), lo que más puedo rescatar hoy en día es el amor continuo que les pude entregar. Mucha de las otras cosas que intenté o soñé hacer, se hicieron humo. Estoy acercándome a la etapa de la cosecha. Solo Dios sabe si será abundante o no. Lo que sí sé es que ninguno de esos momentos de entrega completa a ellos fue en vano.
Amar a un hijo incondicionalmente no es sólo trabajar para darle ropa y alimento, es darnos el tiempo para recordarle con palabras y acciones cuánto lo amamos y lo mucho que creemos en él. Es hacerle conocer con pequeños detalles que siempre estamos lo suficientemente cerca para darles una mano pero lo suficientemente lejos para demostrarles siempre que les tenemos fe.
Hijos míos, les agradezco que sean parte de mi vida, por ustedes lucho día a día, son el motor de mi vida y mi existencia. Deseo que sus corazones siempre estén llenos de luz y alegría por la vida. Gracias a Dios y a la vida por la más inmensa alegría que tengo, que es su amor y su compañía. Ustedes son pedazos de mi alma, partes fundamentales de mi corazón, mis amados por ustedes haré lo imposible, por ustedes, amores de mi vida, todo sacrificio o cansancio valen la pena. Son mi razón de vivir, de mi existir, sin ustedes, mis adorados hijos, la vida no tendría sentido.
Ahora que ya son adultos, de 18 y 23 años, recordamos con gusto todas las travesuras, ocurrencias y demás cosas que hemos vivido juntos, y estoy igual o más contenta que cuando eran niños, porque no les gusta depender de nadie, han demostrado responsabilidad y siguen adelante con sus metas, han superado muchos obstáculos, han cometido errores y los han superado. Gracias por permitirme ser su mamá, aunque en su adolescencia tuvimos nuestros roces, me siento satisfecha, orgullosa de ustedes. Sé que cuando tengan hijos, van a ser buenos padres. Sigan por el camino que les hemos enseñado, tapizado de valores; si consideran que estábamos equivocados en algo, corríjanlo, tendrán su oportunidad. Mi mayor tesoro son ustedes, que Dios los bendiga siempre.
Quisiera estar segura de haberlos enseñado a disfrutar del amor, a confiar en su fuerza, a enfrentar sus miedos, a entusiasmarse con la vida, a pedir ayuda cuando la necesiten, a permitir que los consuelen cuando sufran, a tomar sus propias decisiones, a amar y a cuidar el pequeño niño que hay en ustedes, a superar la adicción de la aprobación de los demás, a ser consciente de sus sentimientos y actuar en consecuencia, a no perseguir el aplauso sino su satisfacción con lo hecho, a dar porque quieren nunca porque crean que es su obligación, a no imponer su criterio ni permitir que les impongan el de otros, a decir que sí sólo cuando quieran y decir que no sin culpa, a vivir en el presente, a tratar y exigir ser tratados con respeto, a planear para el futuro pero no vivir en él, a valorar su intuición, a desarrollar relaciones sanas y de apoyo mutuo, a hacer de la comprensión y el perdón sus prioridades, a aceptarse como son, a crecer aprendiendo de los desencuentros y de los fracasos, a permitirse reír a carcajadas por la calle sin ninguna razón, a no idolatrar a nadie, y a mí, menos que a nadie. 
Ustedes son mi razón para vivir cada día y también de todos mis desvelos… Son la razón de mis alegrías y también de mis miedos… Me asusta saber que no estaré toda la vida para cuidarlos y poder velar sus sueños. Me duele cuando sufren, pero se muy bien que es inevitable, la vida no siempre será fácil… Le pido a DIOS que los aleje de las malas situaciones, los cuide y los proteja siempre. Por favor… perdonen mis gritos y mis regaños. Perdonen no haberles dado todo lo que querían.
Si Dios me llamará en estos momentos (aunque todavía no quiero irme, ni está dentro de mis planes) sentiría pena por no poderlos ver desempeñándose como la mujer y el hombre que son, pero me iría feliz, por el simple hecho de haber compartido mi vida con ustedes, solo les pido que cuando suceda no lloren mi muerte, al contrario celebren mi vida, porque ha sido maravillosa desde el momento en que supe que existían dentro de mi vientre. Los amo y siempre los amaré. Les aseguro que cuando me vaya, voy a buscar la manera de seguirlos cuidando desde allá, y saben que cuando prometo algo, siempre lo cumplo.
Sepan, amores míos, que cada día los abrazo con un pensamiento, una oración y todo mi amor… Si es cierto eso que dicen de que los hijos escogen a los padres, entonces gracias por haber deseado nacer conmigo. Por haber escogido a esta mujer imperfecta que sólo ha sabido y sabrá amarlos por toda la eternidad.

viernes, 16 de mayo de 2014

Como unas chiquillas


El pasado domingo fue un día inolvidable. No escribí de él el lunes sobre este memorable día por falta de tiempo, y ya después me pareció que como habían pasado varios días ya no venía al caso, pero el comentario de mi hermanita al post anterior que decía así:
“Me ha encantado tu texto y tienes razón si dejamos aflorar nuestro niño interior más veces que lo que lo hacemos seriamos mas felices y con menos, el pasado domingo pude disfrutar de un día rodeado de mucho amor como una niña mas, haciendo un almuerzo en el campo, tomando el fresco debajo de un frondoso árbol y viendo como mis hijos reían sin preocuparse de nada y yo me sentí como ellos en ese instante yo era una chiquilla disfrutando de la naturaleza y la fresca brisa que hacia sentir el ser mas feliz de la tierra.”
Sus palabras me han hecho sentarme a escribir (aunque un poco atrasado) sobre ese magnífico día, que además era el Día de las Madres.
El día de las madres es un día especial, de eso no hay duda, es un día en el que todas las madres quieren estar con sus hijos y como no teníamos el bolsillo para darnos el lujazo de una comida multitudinaria en un restaurante y planear la comida en la casa suponía pasarnos el día cocinando, recogiendo y fregando. Entonces pensamos qué hacer sin crear conflictos… y ahí surgió la idea, un picnic familiar para celebrar el día de las madres, sin duda un plan ideal, perfecto para estar todos juntos y que nadie se quede sin disfrutar, no sólo de la compañía sino de algo diferente en un ambiente natural.
Nosotras las orgullosas madres (que a nadie le quepa duda de que ella y yo vivimos orgullosas de nuestros hijos) además merecemos divertirnos porque no somos robots productores, sino personas que caminamos por la vida rodeadas de solicitudes diversas y multiformes. Y por supuesto, esta idea nos libraba de pasarnos el día en la cocina.
Ya decido el plan para el domingo, pues había que decir el lugar. Pensamos de inicio ir a un lugar muy bonito junto al mar, que como saben es mi debilidad y mi hermanita tampoco escapa de ese hechizo que provoca el océano. Pero a última hora mi querido esposo me recomendó otro sitio y como me parecieron acertados sus argumentos decidí (sin contar con ella) aceptar ir para el Parque Lenin, un complejo recreativo cultural que se encuentra a 25 kilómetros al sur de la capital cubana que posee una notable arquitectura ligada al paisaje, sin duda un sitio bien pensado para el contacto con la naturaleza y la sana recreación. Un lugar que nos permite relajarnos y divertirnos sanamente, podemos hacerlo con juegos al aire libre rodeados de la naturaleza.
Por suerte y como ella confía en mí, no se molestó por el cambio de lugar, sólo me dijo: “No importa, donde quieras, el caso es estar juntas con nuestros hijos en un día diferente y pasarla bien”. Y así fue.
Realmente no se necesita mucho dinero para estrechar los lazos con nuestros hijos y hacer del tiempo libre, un recuerdo inolvidable. Preparamos abundante comida y bebida, hasta un cake nos llevamos. Además llevamos juegos para que toda la familia pudiera participar, algunas cosas simplemente las improvisamos y así cada uno disfruto del campo y del aire libre; una siesta, un partido de dominó, montar a caballo, juego de naipes… todos hicieron lo que quisieron en ese ambiente sano, rodeados de alegría y amor. Fue emocionante ver como todos volvíamos a reír con cosas simples como cuando éramos niños
Nuestros hijos estuvieron con nosotras todo el día, nos divertimos, charlamos, jugamos, hubo hasta monta de caballos... Pasamos un día bello, rodeados de naturaleza y mucha paz... sólo alterada por nuestras risas. ¡Dios mío! Ha sido una experiencia inolvidable. Fue maravilloso disfrutar del paisaje, la vegetación, sentir el aire limpio, disfrutar de los animales… Es un lugar lleno de vida, que te acoge y te envuelve, y en este caso a nosotras por partida doble porque estábamos con nuestros adorados hijos.
Cuando estamos juntas siempre hablamos y nos reímos hasta que nos duela el estomago. Nos reímos de todas las cosas que nos pasan en la vida y también de todos los que nos pasan por el frente, jajajajaa. Ella es de esas personas que siempre tiene una ocurrencia o una respuesta jocosa ante cualquier situación, por lo que cuando me quiero reír a carcajadas sólo tengo que ir a su casa y sentarme a escucharla. Además, es otra boba para reírse y ustedes saben que la risa se contagia. Y bueno, estar todos juntos en esa armonía es súper divertido y mi hermanita nos hace reír mucho con sus locuras. Y yo, los que me conocen saben que cuando me da por reír de verdad no tengo para cuando parar.
Fue una hermosa experiencia. Jugamos como si fuéramos niñas y yo no paré (como siempre) de reírme de sus ocurrencias. Mi leve sonrisa social se convirtió en un estallido de carcajadas, por horas me olvide del mundo y di rienda sueltas a mi ser interior, seguramente mi corazón hasta sanó algún dolorcito que le aquejaba de hace mucho tiempo y aún varios días después me sigo sintiendo feliz,
Ha sido una experiencia realmente inolvidable, por la compañía, por el ambiente… ¡Fue toda una aventura! No sé ella pero por lo menos yo, no hacia algo así desde hacia muchísimo tiempo. Puedo asegurarles que valió la pena el esfuerzo que realizamos para estar en ese paradisíaco lugar y disfrutar todos juntos de su naturaleza.
Algo diferente para personas totalmente urbanas como nosotros. ¡¡Pura Vida!! Ese picnic ha sido una experiencia que ha merecido vivirla. Se los aseguro. En plena madurez nos sentimos como unas chiquillas, como bien dijo ella.
Sí hermanita, somos chiquillas porque somos de esas personas que dejan salir su niño interior por eso nos sentimos jóvenes y disfrutamos la vida con sus pro y sus contra. Somos mujeres realizadas y somos afortunadas por la familia que tenemos. Mientras estemos juntas y nos sobren las risas y el amor todo irá bien, ten la certeza de eso.

lunes, 12 de mayo de 2014

Nuestro niño interior



“Porque de los que son como niños
es el Reino de Dios” (Mc 10,14).

Con frecuencia olvidamos que dentro de nosotros aún habita aquel niño que un día fuimos, para quien la vida era simple y divertida. Nuestra niña o niño interior existe, es nuestra alegría, las ganas de soñar, la ilusión, las cosas que valen la pena, el amar por el placer de amar, el compartir por diversión sin esperar nada a cambio, es aquello que realizamos con todo nuestro ser, la expresión de la creatividad y de la belleza. Y muchas veces, si viéramos la vida como la ve un niño le sacaríamos el mejor provecho porque ese niño interior de vez en cuando, nos dejaría ver las cosas de una manera más sencilla.
Detrás de la camisa o de la blusa, de las canas o de las gafas de sol, de las prisas, de la mueca de tristeza o de la sonrisa entre irónica y escéptica... permanece un niño que no acaba de morir, que desea brillar con energías nuevas pero los adultos la mayoría de las veces no lo escuchamos, lo ignoramos y no nos damos cuenta que la comunicación diaria con nuestro niño interior, el pequeño o pequeña que fuimos, contribuye a nuestro bienestar.
No debemos pretender que somos ajenos a él, eso nos perjudica porque nuestro niño interior tal vez quiere despertar y volver a reír y a soñar como lo hacia en otros tiempos. Ese niño que jugaba, compartía, sonreía, y no sabia del dolor, de las heridas, que día a día gastaba toda su energía sin pensar en el futuro ya que no conocía esa palabra, ni podía imaginar a qué se refería cuando algún adulto la pronunciaba.
Es tan agradable recordar cuando la vida era un poco más sencilla, donde nuestras preocupaciones eran el poder tomar buenas decisiones a través de decir: “piedra, papel o tijera” (como hicieron hace unos días mis hijas -18 y 20 años- para ver quien se bañaba primero, y a mi me dio un ataque de risa al verlas tan grandes haciendo eso) o corregir algún error diciendo: “no se vale, se repite”, y nos volvíamos intrépidos con solo decir: “¿a que no te atreves a hacer esto?” o hacer el negocio de nuestra vida que era “cambiar alguna estampa por otra que nos hacía falta”.
Cuando éramos pequeñas queríamos ser mayores, y ahora que somos mayores, nos gustaría ser niñas nuevamente. Con los años, vamos acumulando experiencias y ganando serenidad, empatía y un sinfín de virtudes. Entre todas ellas, nos olvidamos de ver la vida con los ojos de un niño. Es decir, ponernos contentas sin más, estar siempre creando cosas nuevas y desear con fuerza todo aquello que queremos. Esas son realmente las reglas de un niño, entonces ¿por qué no disfrutar de vez en cuando de ese niño que llevamos dentro? Si en esa época éramos tan felices.
Y éramos felices porque los niños no tienen que hacer nada para ser perfectos, ya lo son y se comportan como si lo supieran; se saben en el centro del mundo. No tienen miedo de pedir lo que quieren y expresan sus emociones libremente. Si está enojado se enteran hasta los vecinos y si está contento su sonrisa ilumina toda la casa. Están llenos de amor, y mueren si no lo reciben. Los niños no soportan la indiferencia ni la soledad, pero cuando crecen aprenden a mentir, a ser hipócritas, a vivir sin dar ni recibir amor y eso es lo que causa la pérdida de la felicidad en el adulto.
En nuestra personalidad está el Niño y el Adulto. Nuestro niño tiene emociones completas, intensas, de alegría, de felicidad, de tristeza… es el sentir, el vivenciar. El adulto… hace, piensa, actúa. Es cierto que hay niños que no tienen una infancia muy fácil por determinadas razones y que ciertas heridas emocionales de esa etapa nos acompañan toda la vida. Todas esas vivencias, buenas o malas, sin duda nos ayudaron a madurar y a encontrar nuestros recursos para la vida. Pero no podemos dejar que las heridas de la infancia limiten nuestro desarrollo y nos alejen de la felicidad, y eso es lo que ocurre si usamos una máscara para interactuar en la vida y ocultar la propia identidad por el miedo de ser avergonzados, de ser lastimados nuevamente.
A pesar de los malos momentos por los que hayamos pasado ese niño sigue ahí, dispuesto aún a mojarse bajo la lluvia, a subirse a una cama para saltar y rebotar a sus anchas, columpiarse lo más alto posible, reírse a carcajadas sin importarle si llama mucho la atención, patinar cuando ve un piso reluciente y lustroso, encontrar las soluciones más fáciles a los problemas más complicados… dispuesto simplemente vivir a plenitud.
El niño interior es esa parte nuestra juguetona e imaginativa, amorosa y espontánea, creativa y amante de la aventura, curiosa, perceptiva, y sin embargo humilde y plena de admiración y gratitud. Y no se limita a permanecer sentado, sin hacer nada, ya que se halla muy ocupado viviendo la vida y haciendo lo que le proporciona alegría. El niño es optimista, ingenuo, emotivo, flexible, jugador incansable, íntegro. Todos fuimos así.
Por eso si queremos ser realmente felices tenemos que dejar que aflore ese niño que llevamos dentro, escondido en lo más profundo de nosotros mismos, entre formalidades y protocolos, entre miradas que nos encadenan y amigos que no llegan a ayudarnos. Ese niño al que le hemos quitado su espontaneidad y su sinceridad, y ahora tiene miedo de decir lo que siente, de romper con trajes fríos y con poses aburridas para dejar que la vida corra nuevamente por sus venas… está deseoso de vivir y de amar, es un soñador de esperanzas y de cielos, lleno de cariño para dar y recibir.
Tenemos que despertar a ese niño que vive en nosotros y que de pronto se quedó dormido porque sintió que no valía la pena estar despierto, preso de cosas que desconoce como son los problemas laborales, la falta de dinero, las injusticias, el engaño, y todo eso que nos cansa y nos disgusta, y que también a él lo llena de cansancio y lo disgusta porque provocan que lo dejemos de lado, medio olvidado o dormido. Él necesita estar despierto y volver a reír, porque si él no ríe nosotros tampoco, si él no es feliz nosotros tampoco.
Si dejamos que ese niño interior salga, nos daremos cuenta que nos puede ayudar a ver las cosas de una manera más sencilla e inocente, y lo más importante, ayudarnos a disfrutar los pequeños placeres de la vida con esos ojos inocentes y llenos de ilusión. Puede costar al principio, porque precisamente para nosotros los adultos eso de ver la vida como un juego hace tiempo que es historia pasada. Pero nuestro niño interior posee gran sabiduría, el sabe lo que verdaderamente produce deleite. No piensa en términos de límites y no juzga a nadie por sus diferencias. El ayer no le provoca arrepentimientos, ni tampoco se preocupa de un mañana que aún no ha llegado.
No eres más joven ni un anciano por la edad cronológica que tengas, eres tan joven como el niño que vive en ti, pero si dejas que siga adormecido, si dejas que ese sueño sea eterno entonces podrás tener la vestimenta y el cuerpo de un adolescente pero tu espíritu estará envejecido. Muchos de los males y preocupaciones que tenemos como adultos son debidos a que hemos olvidado la alegría de vivir, la inocencia y la naturalidad que teníamos cuando éramos niños. Nos hemos adaptado al mundo de ahí fuera y hemos perdido, en la mayoría de los casos, la conexión con el niño que éramos, con el placer del estar por estar, vivir por vivir, e ilusionarnos por cada nuevo descubrimiento que hacíamos cada vez que aparecía algo diferente ante nuestros ojos.
Pero nuestro niño interior no ha desaparecido, no ha dejado paso al adulto y se ha ido sin más, sino que se ha convertido en un componente oculto, y reprimido en la mayoría de los casos, de nuestra personalidad a la cual no le damos salida. Para decirlo de forma clara, el niño interior es un ser real que habita en el fondo de nuestra conciencia, que tiene voz propia y que se mantiene ahí intentando ser escuchado, y no reprimido.
Si se ha tenido una infancia difícil es posible que rechaces, ignores y castigues a ese niño interior que lo único necesita es el amor que le han negado y tu eres la única persona que puede dárselo. Dile a tu niño interior cuanto lo amas y lo maravilloso que es, dile todo lo que te gustaba escuchar cuando eras niña o niño. Busca una foto de cuando eras niño y dile: " te quiero y estoy aquí para cuidar de ti", recuerda que si tu niño interior es feliz tú también lo serás. En el niño interior es donde esta el espíritu creativo. Cuando apoyo esta parte de mi se abre la puerta de mi corazón y mi vida se enriquece.
Si hoy ríes por cualquier cosa que te sucede, si llegas a casa y te pierdes en algo que te alegra, si cuando vas por la calle te da risa el sombrero de alguien que pasa a tu lado, y si al salpicarte los pantalones con barro, te ríes porque sientes que las manchitas no te quedan bien: la mitad de la batalla está ganada... Lo despertaste y él espera que así seas todos los días, porque es el encargado de mostrarte la felicidad en las pequeñas cosas y eso forma parte del gran misterio de la vida.
Necesitamos que aflore en cada uno, ese niño interno que llevamos dentro y que, a medida que vamos creciendo y adaptándonos a las circunstancias de la vida, va quedando encerrado, ahogado, bajo el peso de una personalidad que se engruesa, se endurece y se vuelve inflexible. Necesitamos esa libertad de soñar y de actuar, sin normas, sin reglas, siguiendo únicamente el impulso del espíritu que albergan los niños, y que a medida que maduramos va quedando limitada, encerrada, canalizada y sujeta a los permanentes juicios de una conciencia que ha sido impuesta por la sociedad.
Establece contacto con tu niño interior y habla con el, es necesario convertir en afirmaciones positivas cada negación de la niñez y aumentar el autoestima. Deja emerger ese amor que yace en tu interior y sé de nuevo ese niño. Despiértalo y encontrarás todas las bondades de esa etapa tan llena de espontaneidad, felicidad y plenitud de la que nunca deberíamos olvidarnos al llegar a la adultez.
Cuando somos adultos, nos dejamos arrastras por la larga lista de cosas urgentes, y no nos damos tiempo para lo que realmente importa, disfrutar de la vida. Sacar el niño que llevas dentro no significa ser inmaduro, simplemente significa darte la oportunidad de apreciar la vida desde una perspectiva más abierta. Canta, ríe, juega, salta, baila, crea, imagina… permítete ser niño, no hay nada malo en ello, libéralo, libérate. No dejes que tu niño interior se desvanezca. Un niño que hoy, quizás, rompa perezas y aparezca, con una sonrisa limpia y un amor más fresco.

jueves, 8 de mayo de 2014

El tiempo se detiene



Me gusta despertar oliendo a café recién hecho. Me gusta, adormecida aún, sentir que las sábanas retienen el calor de tu cuerpo. Vivo sumida en un caos permanente y deseándote a cada instante. Torturándome por el placer que tu sabes darme y a la vez intentando huir de ese placer… Corriéndome cada vez que tus labios se sumergen en mi sexo, cada vez que tu lengua recorre mi espalda… Así soy yo, esta soy yo... sin etiquetas, sin falsos pudores. Amante, cómplice, amiga y tal vez, solo tal vez...
Si tuvieses idea de cómo te disfruto… Ay, no sé… ¿Como puedo explicarte que me colmas y a la vez me vacías? Demasiado difícil es transcribir como me siento entre tus brazos. Imposible buscar palabras que expresen la dulzura que me provoca compartir esos momentos tan nuestros. Me invaden mil sensaciones al vagar por tu piel, al sentir que tus músculos se relajan…
Quiero prolongar este estado de infinita paz y seguir eternamente acariciándote, quiero ver esa expresión en tu rostro, esa calma infinita, esa sonrisa dulce, al percibir que paseo por tus facciones mis dedos. Quiero que mis manos te trasmitan todo cuanto callo, que mi torso desnudo se torne hoguera de deseo al notar tu contacto. Me gusta tornarme liquida cuando te siento así, sumiso, obediente, receptivo a mi tacto… en espera de que mis caricias se abran paso hasta lo mas dulce de ti pienso que tu cuerpo fue hecho para yacer de esta manera, despojado de ropas y a merced de mi anhelo.
En esta habitación no existe el tiempo, solo existen dos almas aturdidas que torpemente se han sorprendido al hallarse frente a frente en frenética búsqueda de sus carnes. Resurge en mí la necesidad de que me tomes, temblor que no controlo y me precipita a tus brazos. Goce distinto a otros en el que siempre se repiten las mismas pautas. No puedo tener tus piernas cerca sin querer tu sexo, no puedo tener tus labios próximos y negarme al beso.
La cordura es un mal del cual no participo y me siento feliz cuando mi voluntad cede ante tu cuerpo y su lascivia. Adoro estar entre tus brazos porque en ese instante se me antoja eterno el tiempo. No digas que me amas, no lo digas, exprésalo con tu mirada, con cada beso que imprimas en mi piel, con esa manera tuya de desnudarme, despacio, haciendo que cada vez nuestros cuerpos estén más cercanos, pero dilatando el momento en que nos contemplemos sin ropa…
No quiero que hables de futuro, a veces las palabras me asustan, ya lo sabes, así que prefiero tus manos sujetas a mis cumbres, tu tacto, tu miembro erecto abriéndose paso en la cueva de mi satisfacción. Nuestros cuerpos moviéndose a través de una danza en motín alborotado de deseo. Me gusta verte así, con cara de niño grande, desconcertado, ansioso… Bebida infernal es tu cuerpo y lo sabes, pócima extraña que me convierte en mujer lasciva. Y mientras más lo bebo más deseo beber, más me lleno de ti y más deseo llenarme.
Ya veremos… el tiempo al fin y al cabo vuelve efímero todo así que para que decir más, yo me siento especial sin que lo digas y quizás llegue junto a ti más lejos de lo que nunca hubiese imaginado así que deleitémonos sin pedir, sin planear, no añadamos nada más al momento presente pues este momento es único.
Por más que no acierte a comprenderlo mi única empresa es ser trofeo de tus labios mientras tus manos inician el recorrido del deseo. Me estremezco por entero, sucumbo a cada una de tus exigencias y asalto tu cuerpo como guerrera indómita. Deja que te transmita alguna de esas sensaciones que experimento cuando te tengo a mi merced. Deja que te encadene a mi cuerpo unos instantes. Rocemos el edén y esperemos el alba entre susurros. Adoro esos momentos tan nuestros en los cuales el tiempo se detiene, sólo tu piel y la mía...

lunes, 5 de mayo de 2014

SIN PALABRAS

Gracias a todos por sus correos y comentarios en mi cumpleaños, agradezco de corazón las felicitaciones y las cosas buenas que me desean para este nuevo año. Y déjenme decirles que sí, SÍ, pase un día genial, bueno más que un día realmente fueron dos, 48 horas seguidas de celebración, sin intervalos, sin interrupciones, sin quejas… donde sobro el cariño, la alegría, el amor…
Me sorprendieron tanto que aun estoy sin palabras, es la pura verdad, ayer estuve todo el día como anestesiada y no era el cansancio, a pesar de que estaba muy cansada porque cuando ya no se tienen 20 años tantas horas de fiesta y diversión sin duda agotan. Pero en verdad no era el agotamiento físico, era que aún estaba presa de la sorpresa de lo que había acontecido, de las horas increíbles que pasé junto a todos ellos, familia y amigos.
Sabía que en algo andaban y se los comenté a ustedes, y que las cabecillas eran mi princesa y mi hermanita, pero nunca pensé que fuera algo así, esta vez lo superaron todo y yo de tanta emoción a duras penas pude decir gracias. Ya les dije, me quedé sin palabras, sólo con una emoción muy grande dentro del pecho, que aún perdura y perdurará.

viernes, 2 de mayo de 2014

Hoy es mi cumpleaños


La mayoría de las veces que escribo, no tengo ni que pensar lo que estoy haciendo. Simplemente cierro los ojos y mis manos, al igual que mis pensamientos fluyen solos. Muchas veces no me he preguntado, quien es esa persona, que hay dentro de mi, que sale de vez en cuando y que me deja a mi absorta al leer mis propias palabras. Hoy no encuentro a esa persona, hoy soy más consciente de lo que soy, y estoy pensando y razonando cada palabra que escribo.
Estoy despierta desde las 03:00 am. No he logrado conciliar el sueño, porque anoche estuve pensando sobre el curso de mi vida. Un día como hoy llegué a este mundo de flagrantes injusticias y constantes desafíos. Hoy me siento feliz, y a pesar de las circunstancias, se que hay cosas por las que vale la pena seguir luchando en este mundo de fieras.
Unos de los días más especiales que todos tenemos en el año es el día de nuestro onomástico. Hoy celebro un año más de experiencias y vivencias acumuladas. Cuando me desperté en la madrugada me pregunté si tenía ganas de hacer algo especial y no he sabido qué contestarme, por lo pronto les diré que he terminado haciendo lo que no quería, que era quedarme en casa. Desde hace días me dije que hoy me iba a levantar temprano y si no podía estar en la playa al menos me iría a pasear sin límite de tiempo, como ven no lo he hecho.
Hoy estoy iniciando un año más de vida, ya hace unos años, no recuerdo cuantos jejeje que llegue a este mundo y comencé mi recorrido, en mi camino me he topado con un poco de todo, he aprendido mucho y me siento afortunada por la familia que tengo, por los amigos que tengo y porque he conocido el amor, que no todo el mundo tiene esa dicha.
El anidar un modo de vida grato amplifica el compromiso con un proyecto de vida, primeramente con uno mismo, luego para los demás. Uno a esta edad se da cuenta que, la vida son etapas de imposible regreso en tiempo y espacio. Con cada etapa el cuerpo comienza a pesar más y más, y las canas dan ese brillo particular al que todo el mundo teme. La edad es algo inocultable, de nada sirve pintarse el cabello, operarse las arrugas o el trasero, es mejor aceptar las cosas por lo que son y no por lo que uno piensa. En fin, los años son experiencias que permiten a los humanos gritar lo que sabe, lo que tiene, lo que quiere, lo que desea. ¡Qué importa cuantos años tengo! No pienso en ellos. Pues unos dicen que ya soy vieja, y otros que estoy en mi plenitud. Así que no importa la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicta.
Hoy es un buen día para hacer un alto en el camino y reflexionar. ¡Uff! Han pasado tantas cosas. Momentos sublimes y tiempos de crisis. Días maravillosos de sol, y días de lluvia en los que una sombrilla, una sonrisa y, a veces un “Trágame Tierra”, son tu mejor protección. Me he encontrado con el apoyo de personas maravillosas. Ángeles que han aparecido en mi vida de manera misteriosa. Si, soy una persona muy afortunada y bendecida.
En mi vida las cosas no han salido como yo las había planificado, pero eso no la hace ni mejor ni peor, simplemente diferente. En los últimos años he sufrido mucho, para mi gusto demasiado. Cuando eso pasa uno piensa que la vida es una pesadilla, aunque sabe que no es así, y te hundes de forma rotunda aún sabiendo que no lo debes hacer, pero es que a veces, simplemente no puedes. Pero lo positivo de todo esto, es que después de rachas tan malas, aunque a veces se apodera de mi una tristeza interminable, acabo aprendiendo a ver todo lo bueno que me rodea o existe. Valoro la puesta de sol, pasear por la playa, una buena conversación, una cena agradable, el aire fresco, la música, escribir, una buena película… y sobre todo a la gente que me rodea y me demuestra su amor.
En todos estos años las cosas que he vivido me han forjado y han hecho de mi lo que soy, no cambiaria nada de lo que he hecho, porque de hacerlo ya no sería yo y realmente en este momento de mi vida, me siento plena, completa y satisfecha, agradecida con la vida por lo que tengo y lo que soy. Feliz de tener una familia que amo con un esposo maravilloso y unos hijos que adoro, y unos amigos sin los que ya no me imagino vivir. He logrado muchas de las cosas que esperaba pero aun me faltan cosas por hacer pero se que hay tiempo.
En estos años he aprendido de todo y he pasado por muchas cosas buenas y malas, pero no me quejo, todo lo contrario, soy feliz. Desde el instante en que fui madre entendí que la vida es mágica. Por eso les digo, no crean al primero que les diga que la vida va a ser maravillosa si persigues tus sueños, pero tampoco crean a ese compulsivo que reniega hasta del aire que respira. Ni un extremo ni el otro. Al final lo mejor es aceptar la vida tal y como es, y disfrutarla. No tengo ni idea de cuántos años más duraré, pero les aseguro que cada día que he vivido, tanto los buenos como los malos, han merecido la pena.
He tenido logros, éxitos y también fracasos, he tenido caídas pero siempre me he levantado, he procurado ser cada día una mejor persona. Todo se trata de evolucionar. He vivido para mi familia, para mis hijos… ahora quiero vivir para ellos y vivir para mí. Al final del camino no me iré con el corazón vacío. Uno se va con las manos llenas de nada porque todo lo material se queda aquí, sólo perdura lo espiritual. Los próximos años que Dios me dé, los disfrutaré con todo lo bueno y lo malo, los viviré como si cada día fuera el último día de mi vida.
Pero lo principal, es que por cada uno de estos segundos que ya forman parte de mi pasado, estoy muy agradecida. Cuando era más joven siempre deseaba controlar las circunstancias, ¡Error!, hace algún tiempo estoy aprendiendo a controlar mis reacciones, a ver la vida desde otra perspectiva y he aprendido que el amor más grande, debe ser a la vida. Amar la vida con sus cosas buenas y malas, aprender a disfrutar cada segundo, aprender de los errores… eso me ha hecho madurar, y en vez de ser dura, aprendí a ser fuerte.
Los años son como la amistad, como el amor, como la gente, porque unos se van y otros llegan, no hay otra verdad a la luz de mis ojos y esa es la esencia más pura de la vida. Los años son letras, cada año una letra nueva se suma a mi tiempo y espacio. Este nuevo año que comienza, tengo el poder de haber escogido la letra que quiero, anhelo y deseo. No puedo acusar a los días por mis tristezas, darle a los años merito por mis virtudes ni acusar a la vida por mis defectos, pero puedo hoy decir con toda propiedad, ya que siento un aire fresco y dulce acariciando mi cara, que nací, soy y seré, y eso no lo cambia nadie.
Sí, tengo un año más de vida y los años no llegan solos. Hoy, cuando me miré en el espejo como lo hago todas las mañanas, quería pero no pude negarlo: hoy tengo más canas y más arrugas; no tengo la energía de antes, y por ratos me duele primero esta y luego esa parte de mi cuerpo; lo que debería caer (unos kilitos), se mantiene pegado y lo que debería mantenerse firme y fuerte (¡!) no lo es. Hasta me sorprendo a veces cuando me veo de reojo en una vitrina: ¿Cómo es posible que me vea tan “madura”, cuando mi corazón se siente tan joven? Claramente y lamentablemente, mi espejo no me miente: estoy envejeciendo.
Pero… ¡No estoy envejeciendo sola! Miro alrededor y, gracias a Dios, todo ser humano se está envejeciendo conmigo, sea famoso o desconocido, rico o pobre, poderoso o no. Algunos se envejecen más rápido y otros más despacio. Pero las canas y las arrugas, los dolores y el cansancio en algún momento de cada vida llegan, hagamos lo que hagamos para prevenirlo. Querámoslo o no, todos vamos por el mismo camino. Lo bueno es que mientras mi exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva día a día. Así me siento: mi “mujer exterior” cada día algo más desgastadita y más cansadita, es cierto; pero mi “mujer interior” regenerada y mejorada. Hoy es mi cumpleaños, ¡y hoy me siento feliz!
Hoy me postro ante mis antepasados. Ante mi ascendencia. Ante mi descendencia. Ante los que están en mi corazón. He aprendido a amar y ser amada con conciencia. A amar y ser amada sin condiciones. Pido perdón. Agradezco que estoy viva y que hoy es mi cumpleaños. Que filosófica me he puesto, jejeje, en fin. Hoy la pasaré bien porque todas esas personas que amo y tengo a mi alrededor sé que se encargarán de ello, hace varios días no dejan de secretear y eso es que algo están inventando. Las cabecillas ya ustedes saben quienes son ¿verdad?, mi adorada princesita y mi loca y también adorada amiga.
Gracias anticipadas, mi linda princesa. Tu mi querida amiga, tan dedicada con tus amistades, eres una persona y una amiga muy especial que siempre esta, y en un día tan especial para mi estás presente como era sabido, valoro mucho tu amistad, que Diosito te cuide mucho, y mil gracias mi queridísima amiga por tus detalles tan hermosos y tu eterna presencia... Te quiero mucho... Besitos desde mi alma, hermanita.
Esta vez en mi cumpleaños no voy a plantearme nada, sino disfrutar única y exclusivamente del tiempo con la gente que quiero y le importo. No hay muchas cosas en las que crea, pero eso no me impide seguir luchando y levantándome una y otra vez.
¡¡¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS PARA MI!!!!!
Un abrazo grande a todos y gracias por acompañarme siempre.