miércoles, 9 de marzo de 2011

Verdaderas amigas

En cuestiones de amistad, se ha comprobado a través de varios estudios realizados que, las mujeres somos mejores amigas que los hombres porque tenemos emociones más profundas y un mayor sentido de la moral, y por eso tendemos a mantener amigos en las buenas y en las malas. Los estudios han indicado que las mujeres establecemos amistades más reales y sólidas.
La amistad es una necesidad vital; como hacer ejercicio o comer, es algo que tenemos que vivir y asir, es un vínculo sagrado y esencial. Por eso tenemos que saber valorarla, necesitamos encontrar espacios para fomentarla y enriquecerla. Cuando esa relación es sincera a través de ella podemos recuperar nuestra verdadera razón de ser. También se ha demostrado en algunos estudios que las mujeres con amistades auténticas son más saludables y viven más. Así que ya sabes, compartir con amigas es terapéutico. No podemos dejar que los estudios, el trabajo, nuestra pareja o los hijos nos alejen definitivamente de una verdadera amiga.
A veces me pregunto: ¿qué hombre tendría la paciencia de atender por teléfono los lamentos de un amigo desolado por un amor imposible? ¿Serían capaces de escuchar durante horas las palabras y quejas de un amigo que sufre sin emborracharse? ¿Tendrían la infinita paciencia que tendría una mujer? Estoy segura que no.
Las mujeres siempre estamos dispuestas a escuchar a nuestra amiga en problemas sin importar la hora que sea. Es a ella a quien llamamos para hablar sobre el dolor que nos causa una pérdida, un amor imposible, una pelea con nuestros hijos o con nuestra pareja, cualquiera que sea el tema que nos atormenta y no solo nos escucha con paciencia sino que nos da aliento, nos aconseja, pero además es incapaz de dejarnos mientras no compruebe que nos sentimos mejor de ánimo.
Muchas veces nos encontramos para hablar pero en ocasiones pueden ser encuentros donde necesitamos a esa hermana de la vida, pero en silencio porque nos sentimos tan mal que no podemos ni siquiera hablar del tema que nos aflige, y ahí… en esos momentos de silencio compartido percibimos la fuerza de esa amistad y cariño que nos profesamos, con un abrazo, una mirada, un gesto, sin mediar una palabra somos capaces de transmitirnos apoyo y comprensión.
Es ella y no otra, la que encuentra las palabras justas para hacernos desistir de nuestra intención de querer “asesinar” a alguien. La que nos aguanta durante horas cuando estamos con los nervios destrozados y queriendo llamar a todos los lugares posibles, a la policía, a los hospitales… porque ya es de madrugada y nuestros hijos adolescentes no han regresado a casa. Pero además hace funciones de arbitro cuando al llegar los “nenes” a la casa con su cara fresca y tranquila te dicen: “se me pasó la hora, me entretuve”, “para qué me esperaste, perdí la noción del tiempo”, “te preocupas demasiado” y entonces tú frenética y descontrolada quieres matarlos.
En esa amiga del alma depositamos los más íntimos secretos, miedos y tabúes porque sabemos que se irán con ella a la tumba. Esa confianza es la que construye una relación que sobrevive a todo. En la relación con nuestros maridos o hijos solemos ponernos al servicio de sus necesidades, en cambio con una amiga no, porque es nuestro par. Y en esta cofradía de hermanas-amigas nos cuidamos y somos cuidadas, nos curamos cualquier herida, nos divertimos (mucha veces a lo grande), hay cosas que son más divertidas de hacer con las amigas… y estaremos de acuerdo en que hay otras que solamente se pueden hacer entre amigas… ¿no es cierto?
Si bien la soledad es una condición humana y es importante ser conscientes de eso, nosotras podemos sentir que el mundo se transforma en un lugar más acogedor porque tenemos un refugio cálido y seguro siempre que lo necesitamos. Las amigas juegan un papel crucial en la vida. Es inconcebible pensar en una mujer sin su amiga del alma. Es a quien le contamos todo, a veces hasta con lujos de detalles, solamente si ella y no otra persona, lo pide. La única que sabe entrar en acción cuando la situación lo requiere, para comprendernos, apoyarnos y hasta protegernos… y siempre sin escatimar en tiempo. Novios, esposos, amantes, todos están enterados que una mujer tiene una sombra indeclinable: su mejor amiga.
La amistad femenina, por lo tanto, es una relación entrañable en la que, exceptuando el sexo, todo se hace con una complicidad que no se haya en ninguna otra relación. Los maridos, amantes y novios por una cuestión de género, indudablemente no podemos vivir sin ellos, pero siguen siendo de Marte y nosotras de Venus, no hay más vuelta que darle. Por eso no hay mujer que se precie de tal que no cuente en su haber con una o más amigas del alma, apta para cualquier tipo de confesiones y a cualquier hora. Una amiga leal guarda tus secretos más íntimos y no te juzga. Únicamente ella está dispuesta a romper algunas reglas y ser tu cómplice.
Yo tengo la suerte de tener una amiga así (no todo el mundo tiene la fortuna de encontrarla o quizás la encuentra y no sabe retenerla), hace años que somos amigas. Conoce mis sueños, mis proyectos, mis secretos más profundos. No me juzga aunque no esté siempre de acuerdo con mis decisiones. Una amiga, como ella, hace que el peso de los problemas o de la angustia se divida y sea más llevadero. Nuestras risas nos contagian, nuestros abrazos nos contienen, nuestra amistad nos hace únicas. Nos hemos hecho inseparables, siempre resistiendo las idas y vueltas de la vida.
Ambas sabemos que la amistad no es algo mágico, que es una elección consciente a la que hay que ponerle pilas y así lo hacemos. Juntas vivimos desde las salidas descontroladas de nuestros hijos adolescentes y las dificultades de la vida hasta los problemas laborales. Muchas veces nos reímos porque en los encuentros familiares (que ya son muchos), cada uno coge su sitio, los hombres hacen algún trabajo o juegan dominó, los hijos varones de ambas juegan en la computadora y nuestras hijas hembras han heredado nuestra complicidad y se encierran durante horas a contarse sus cosas, y en medio de todo eso nosotras, anfitrionas, jueces y cómplices, aprovechamos también para ponernos al día.
Lo que más valoro de ella es su sinceridad y su apoyo, la confianza que hay entre las dos, juntas nos divertimos mucho, bajo cualquier circunstancia. Me acepta tal como soy. Es una persona con sentimientos muy nobles y es muy divertida. Tenemos como un sexto sentido entre nosotras.
Las verdaderas amigas son nuestras hermanas por elección, nuestras confidentes y siempre esenciales en el camino de la vida. Por eso, busca siempre un tiempo para compartir con tu o tus amigas, esa relación hay que conservarla a toda costa porque vale la pena.

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