Termina el año siempre igual, pero nunca es lo mismo. El tiempo pasa y como cada año (aunque este haya sido particularmente duro) hay muchas cosas que celebrar. El tiempo pasa inexorablemente para todos, aunque cada año uno es más viejo también se gana en experiencias y conocimiento. Y lo más importante de todo es seguir siendo joven de espíritu. Y en eso estamos...
En la vida nos vamos acostumbrando a muchas cosas, entre ellas a estar inmersos en nuestro propio mundo sin prestar mucha atención (o ninguna) a lo que ocurre a nuestro alrededor y olvidamos el sol, el aire, la amplitud, las personas que nos rodean. Nos acostumbramos a despertar sobresaltados y tomar el café corriendo porque se nos hizo tarde y estamos atrasados, a comer una pizza o un pan con tortilla porque no da tiempo para más y dormir con el estómago pesado sin haber vivido el día. Nos acostumbramos a sonreír para las personas sin recibir una sonrisa de vuelta, a ser ignorados cuando precisábamos tanto ser vistos.
Si tenemos demasiado trabajo, nos consolamos pensando en el fin de semana y peor aún, hacemos pesado nuestro trabajo, y a los demás, viviendo en las críticas destructivas y, a veces, en la siembra de la discordia hablando negatividad y todavía sin argumento alguno. Y si el fin de semana no hay mucho que hacer vamos a dormir temprano y nos acostumbramos a quedar satisfechos porque siempre tenemos “sueño atrasado”. Y así vamos ahorrando vida que de todas formas se gasta y que una vez gastada, por estar acostumbrados, nos perdimos de vivir. Alguien dijo: "La muerte está tan segura de su victoria que nos da toda una vida de ventaja". Por eso, amigos, yo los invito a dejar las costumbres y comenzar el nuevo año viviendo la vida con intensidad.
No nos comparemos con nadie, ni a favor ni en contra; cada cual recibe de la vida lo que merece y cosecha lo que siembra. Tratemos de lograr lo mejor de nosotros mismos y de nuestra vida; todos tenemos metas diferentes y lo que hace felices a unos puede ser la infelicidad para otros. Si cometemos un error no resolvemos nada poniéndonos tristes, ni deprimiéndonos, tenemos que tomarlo positivamente y considerarlo un aprendizaje, una lección importante. En la vida lo grave no es equivocarse, sino seguir cometiendo el mismo error una y otra vez; pensemos donde radicó nuestra equivocación e intentemos remediarla; de esa manera cada error se convierte en un paso adelante y en una lección aprovechada positivamente.
Las personas que nos rodean, familia, compañeros, amistades, conocidos… no nos querrán más y nos recordarán mejor por lo que tenemos, sino por ser quienes somos y por las cosas que hacemos y decimos. Por eso tenemos que hacer lo posible por mejorar internamente y superarnos en lo que hacemos por y para los demás; estas son las cosas que nos merecerán prestigio, respeto y aceptación.
Enfoquemos los problemas, preocupaciones y angustias desde el punto de vista de lo que podemos hacer para superarlas y no desde lo que ellas pueden hacer para destruir y amargar nuestra vida. Indudablemente somos más, podemos más y valemos mucho más que lo que nos preocupa, por eso no podemos dedicarnos a angustiarnos, tenemos que dedicar nuestros mejores esfuerzos a buscar las soluciones.
Procuremos la excelencia en lo que nos ocupa, en el trabajo, el estudio y en nuestras relaciones familiares, laborales y personales; cualquier trabajo y actividad son dignos y nos proporcionarán crecimiento si lo hacemos lo mejor posible exigiéndonos sobre todo a nosotros mismos. Busquemos nuestro propio nivel de excelencia.
Puedo asegurar sin riesgo a equivocarme que el
No hay comentarios:
Publicar un comentario