La
vida no es un objeto es un proceso, es un néctar que es necesario aprender a
saborear… Si buscamos el significado de la vida en algún dogma, en determinada
filosofía, en teología, seguramente entraremos en luchas y discordias
intelectuales… La vida no nos está esperando en ninguna parte, es algo que nos
sucede y nos muestra los misterios y la belleza de estar vivos.
Vivir
es saber dar lo mejor de nosotros y llevar a su máxima expresión nuestra
capacidad de ser. Es desafiarse a sí mismo ante las adversidades; es aprender
más cada día, evolucionar y cambiar para hacer de nosotros un ser mejor que
ayer, un ser que justifica su existir.
Vivir
también es crecer y crecer es dejar atrás algo a lo cual estuvimos apegados y
de lo cual nos cuesta desprendernos, es desarrollarnos y evolucionar desde
adentro. Cuando decidimos cambiar una actitud negativa, estamos creciendo. Si
corregimos un error, estamos evolucionando. Si dejamos de hacer algo que nos
empequeñece, estamos desarrollándonos. Todos los días la vida nos brinda
oportunidades de crecer, para proyectarnos en el tiempo como algo duradero. Eso
sí, este cambio debe ser paulatino y consciente.
Muchas
veces escuchamos eso de “triunfar en la vida” o “fracasar en la vida”. Y sinceramente
sigo sin dar crédito a expresiones de este tipo cuando, además, conozco personas
que se encuentran en uno u otro grupo. Son muchos los que piensan que quienes
han triunfado en la vida son los que han llegado lejos en sus carreras
profesionales, tienen una elevada posición económica y social. ¿Saben? Desde
ese punto de vista, entonces yo soy una fracasada porque no he conseguido
llegar muy lejos en ninguna de esas cosas que acabo de mencionar. ¡Ah! y la
inmensa mayoría de gente de la que me rodeo también son unos fracasados.
¡Qué
simpleza! Para mí vivir es amar intensamente a través de una caricia, es
escuchar en silencio la palabra del ser amado, es perdonar una ofensa, es besar
con pasión a quien nos ama, es contemplar apaciblemente la alegría de un niño, es
comprender al amigo ante la adversidad y aunque se tengan mil argumentos para
contradecirlo o justificarlo, finalmente solo escucharlo, es tener la capacidad
de regocijarnos ante sus triunfos y realización, es trabajar con amor y esforzarnos
por lo que queremos. Quien sabe hacer estas cosas no es un fracasado.
Por
eso estoy hasta la coronilla de esas varas de medir que muchos sacan para
catalogar a las personas según sus esquemas mentales. En los años que he vivido
me he dado cuenta que la vida transcurre más deprisa de lo que pensaba cuando
era muy joven y, además, he descubierto que es infinitamente más breve de lo
que imaginaba, por eso ahora lo veo todo desde una perspectiva diferente. Tengo
ya suficiente información acerca de la vida y puedo establecer mis propias categorías
de triunfadores y fracasados.
He
aprendido que vivir es sentir que nuestra existencia no es en vano y en la
medida en que damos lo mejor de nosotros en cada momento, logramos manifestar
la grandeza de nuestra alma para amar. Vivir es vibrar y sentir, amar y gozar,
observar y superar, dar y aceptar, es comprender que nuestro tiempo es lo único
que poseemos para realizar plenamente nuestro ser.
Cualquiera
de mis amigos “fracasados” (según el criterio de algunos respecto a la vida)
son valientes, implicados con su entorno y con la gente, solidarios, alegres…
cualquiera de ellos encuentra el tiempo suficiente para compartir con la gente
que quiere diálogos, silencios, risas o cálidos abrazos. Se muestran como
quieren y como son: humanos e imperfectos. Tienen las manos llenas de amor, de
sueños, de experiencias.
También
tengo amigos que han “triunfado”, pero esos no tienen tiempo para compartirlo
con nadie, ni siquiera con sus seres más queridos. Eso sí, como han triunfado
en la vida, planifican y ordenan cuidadosamente sus días con la pasmosa
exactitud que les marca su Rolex (reloj de lujo que, por cierto, tienen
demasiado miedo de perder). Esos han ido olvidando y ya hasta desconocen lo que
es el calor de un amigo, la belleza de las cosas simples, la ternura que deja
en el alma la risa de un niño… esos viven tan inmersos en su “triunfo” que
dejan de conocer el verdadero sabor de la vida. En el fondo siento pena por
ellos, tienen mucho pero no son verdaderamente felices y les falta sobre todo
el calor humano, esa camaradería que proporciona tanta paz.
Amigos
míos, la gente simple como nosotros quienes en ocasiones sufrimos porque ignoran
nuestros esfuerzos y nos pagan con ingratitud, cuando el error nos persigue,
una traición nos hiera, el dolor lastime nuestros ojos, una ilusión se apague y
las lagrimas no dejen de caer, tenemos que levantarnos porque todo eso es parte
de la vida y a nuestro alrededor siempre existen personas que nos ayudan a
volver a empezar porque damos a nuestro paso lo que los “triunfadores” no
tienen tiempo de dar: amor. Nosotros somos más grandes que nuestros desaciertos.
Decidir
vivir es moverse hacia lo que se quiere aunque sea difícil y no se consiga
inmediatamente, es tener el pensamiento limpio y la voluntad enfocada hacia el
bien. Todos podemos trabajar por el futuro sin insultar al presente. No es desvivirse
por la alegría superficial. Se puede vivir plenamente, sanamente, satisfecho
con lo que se hace, incluso al transitar por lo desfavorable.
Habrá
quien diga que pienso diferente porque estoy en el bando de la gente que “no ha
triunfado en la vida” aunque yo me siento feliz porque he logrado muchas de las
cosas que me he propuesto, porque tengo una familia maravillosa, tengo amigos
que quiero mucho y me quieren, por quienes soy capaz de hacer cualquier
sacrificio. Disfruto con las cosas simples, amo la naturaleza, amo la vida.
Por
eso me da igual lo que piensen. A mí lo que me importa es estar rodeada de la
gente que quiero, trabajar, divertirme, mirar un atardecer sin prisa, ver
sonreír a un niño, caminar entre la gente sencilla… sentir el abrazo de mis amigos
con quienes me reúno a menudo, para entre otras cosas, compartir la lucha por
la vida y el batallar de llevar a nuestros hijos por un buen camino,
haciéndolos personas de bien que al igual que nosotros sepan abrazar a sus
amigos, sonrían, compartan su tiempo y hasta su monedero con quienes tienen a
su lado, que sueñen y se afanen por vivir en un mundo donde no quede ni un sólo
niño sin sonrisa y sin futuro, que aprendan que los auténticos triunfadores no
hacen daño a nadie, enseñándolos a asumir su responsabilidad con la vida, con
la humanidad y la naturaleza.
Enseñándolos
a ser felices, pero no con la aparente felicidad que dan las cosas materiales. La
verdadera felicidad la da el sentirse satisfecho por el deber cumplido, los
sueños logrados con esfuerzo, estar en paz con uno mismo y ser cada día mejor
ser humano, vivir rodeado de amor y por amor, conocer el verdadero significado
de la amistad.
No
podemos sentirnos triunfadores o fracasados, en función del valor material o el
reconocimiento social que arrastremos porque eso es agregar a los males del
mundo el de la propia contaminación interior. Decidir vivir no es ignorar el sufrimiento
ni la injusticia sino enfrentarlos con decisión y dignidad. Es saber lo que se
quiere sin preguntarse si hubiéramos querido otra vida, es vivir cada instante porque
en la vida cada momento que tenemos a nuestra disposición si no lo vivimos lo
perdemos, y cuando pasa ya nadie nos lo devolverá.
Bueno,
creo que por todas estas cosas que he dicho con antelación considero que mis
amigos al igual que yo y quizás muchos de ustedes somos auténticos triunfadores
en la vida aunque hacemos equilibrios para llegar a fin de mes, porque a pesar
de trabajar mucho encontramos siempre un rato libre para compartir un café, una
bebida, un juego, un paseo, unas horas en el mar… nos conmovemos con una
película, un libro, una canción o simplemente con una mirada, agradecemos la
llegada del nuevo día disfrutando de cada instante como del mejor y más
auténtico de los regalos, y del amor como del más preciado de nuestros tesoros.
Por gente como nosotros yo hago lo que dijo Mario Benedetti: “Me comprometo
para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy
por bien retribuido”.
No
olviden nunca que la vida está aquí y ahora, en este mismo momento, en nuestro
respirar, en la circulación de la sangre por nuestras venas, en el latir de nuestro
corazón. No nos desgastemos en “triunfar”, por lo menos en la clase de triunfo
de que hablan algunos. Simplemente vivamos, establezcamos nuestras metas y
luchemos por alcanzarlas, esforcémonos por lograr nuestros sueños, pero sin
dejar de ayudar al prójimo sin ennegrecer nuestra alma. Vivamos cada instante con
amor, con bondad, con humildad, con alegría… entendamos que cada minuto que
transcurre no volverá y vivir no es otra cosa que atraparlo intensamente,
porque cuando pasa forma parte del tiempo que ha quedado en el ayer.
Tienes razón o por lo menos estoy de acuerdo contigo en que los verdaderos triunfadores son gente como nosotros, sencilla, trabajadora, que disfrutan la vida y la comparten con la gente que quieren. No viviremos en la opulencia pero vivimos con amor y eso, nena, es lo que importa, eso es lo que nos hace felices y lo que al final del camino nadie nos puede quitar, todo lo demás (lo material) es transitorio como mismo somos noostros en el viaje por este mundo.
ResponderEliminarLa vida hay que vivirla, disfrutar de cada instante, de todo lo que nos rodea y de la gente buena que tenemos a nuestro lado. Esaes la mera verdad, porque no siempre una buena posición da la felicidad, en ocasiones hasta te la impide en todo sentido porque quienes se acercan a ti es para ver lo que obtienen y no porque de veras te aprecien o te amen.
ResponderEliminarYo no tengo nada logrado, solo estudio, pero creo q estoyt de cauerdo contigo xq soy muy feliz y eso q mi madre no ha podidoddarme todo lo q quería y mi padre nunca se ocupo de nada, pero no me ha faltado amor y los amigos me ayudan y me comprenden, somos una gran familaia. asi q si para ser una triunfadora tengo q perder a mis amigos y dejar de estar rodeada de amor x tener una fría y opulenta oficina y mucha plata, pues no quiero prefiero una oficiona sencilla pero con calor humano y q nunca me falte el amor y el cariño de los amigos, aunq tenga q hacer maravillas para llegar a finales de mes como hace mi madre. Y no crean q soy tonta me gusta la buena vida como a todo el mundo pero prefiero ser feliz de verdad y cuando estoy triste o con problemas tener un hombro amigo para llorar y una mano q se extienda para ayudarme.
ResponderEliminarpues yo prefiero tener dinero y comodidardes aunque no tenga amigos ni mucho amor. porque con dinero se compra todo, hasta el cariño.
ResponderEliminarFili sos un o una gilipollas, el cariño que se compra con dinero es falso, nunca es amor de verdad.
ResponderEliminarAmiga, estais en lo cierto hay que vivir con intensidad eso es lo importante.