Camino
hacia la cama con paso lento, mientras comienzo a dejar caer mi ropa, me dejo
caer sobre las sábanas blancas, me adentro en el laberinto de mis pensamientos,
me dirijo hacia mi misma... inmersa en mis confusiones, ahí me encuentro y
quedo sumergida sin interés de que nadie más penetre... Solo necesito pensar
para encaminarme a un horizonte muy personal, muy mío. ¡Cuántos giros da la
existencia!
Pasa
el tiempo y te quiero más. Y a veces me parece que me vuelvo imbécil. Y
entonces me pregunto: ¿quién es esta? Porque esta ya no soy yo. El amor nos
hace cambiar. En ocasiones quiero volver a ser yo, con mi libertad, mis propios
sueños, mis metas... y amor... ¿sabes? tenía amor para dar y regalar, ahora ya
no me queda porque lo tienes tú. Lo tienes todo para ti, más del que nadie se
imagina, mucho más. Con lo que me costó dártelo todo...
Eres
mi caricia, mi anhelo, mi deseo, y sólo tú me llevas a los infinitos sueños y
delirios de este amor, sí, eres fantasía hecha realidad, eres mi manantial de
vida, llenas cada parte de mi ser al sentir tu cuerpo cálido que cobija mi
alma, siempre me dejaré llevar por tus labios cuando rocen los míos, dejaré que
acaricies cada parte de mí, dejaré que sea un ritual mágico y divino para que
me lleves más allá de lo imaginable, estás tan penetrado en mi ser que te has tatuado
en mi piel, tu esencia sabe arrancar mi pasión, eres mi plenitud. El amor que
me das lo llevo en mi sangre recorriendo mis venas en señal de vida.
Tú
enterneces mi corazón y excitas mis pasiones. Juntos compartimos tantas cosas…
la carne, el alma, los deseos, el desequilibrio de mis feromonas, traspasamos
los umbrales dimensionales donde podemos volar... ¡Dios! Sabes muy bien cómo
encender ese fuego que da luz a mi eternidad y me deja en un suave letargo
donde a veces ni sé quién soy.
Me
alimento de tu risa, de tu voz, de tu amor, mientras desahuciamos todo lo que
nos sobra del pasado. Beso mil veces tu boca, que nació sin duda alguna, para
mí porque cuando me besas le regalas un premio novel a mi boca... No hay días,
noches, suficientes horas ni segundos para tanta magia... a veces nos duelen
las mejillas de tantas risas que se esparcen y llenan la habitación. No podemos
dejar de tocarnos cuando estamos juntos, es imposible parar… me pregunto, ¿dónde
estuviste toda mi vida?... pero ya no importa porque te encontré en el momento
exacto en que mi corazón esperaba por ti. No existe nada en este jodido
universo que se compare a tenerte conmigo.
Hoy
no quiero sexo, solo sentir tu aliento en mi oreja mientras me cuentas las
cosas que te apasionan. Quiero sentir la suavidad de tus labios rozando mis
hombros y mi cuello, sentir sólo el tacto de tus dedos desabotonando mi blusa
lentamente y recorriendo mis pechos, observar como te quitas la ropa y contemplar
tu cuerpo desnudo mientras te acercas a mí para tocarte primero con mi mirada y
mi sonrisa, y después con mi aliento, mis besos y mis dedos... Y cuando tu
deseo se haya acrecentado, abrir mis piernas lentamente frente a ti, ofreciéndome...
Pero… te dije que hoy no quería sexo… o tal vez sí...
Esplendido, formidable, amoroso, cautivador. Madre de Dios !!!, que seducción más linda perciben mis ojos.
ResponderEliminarSi existe el séptimo cielo... y esta en el beso de una mujer, de la MUJER, de esa que cuando te mira y te roza te mueve hasta las entrañas, yo conozco muy bien esa sensación, por eso entiendo cuando dices que el amor de tu hombre lo llevas en tu sangre, cuando es así de fuerte no hay duda. Tus palabras están llenas de sensaciones, Ufff, mi alma, embobado me tienes!
ResponderEliminarWaooo! me encntó y el final está muy sugrente amiga mía.
ResponderEliminarYo coincido contigo, a veces no pretendemos tener sexo, solo ternura y ser mimadas, mas cuando esa sensación de placer interno se apodera de nuestras entrañas deseamos que el sexo sea el toque final para alcanzar el cielo.
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