Son
muchos los que todo el tiempo están en busca de la felicidad. Creo que cometen
un error garrafal… buscan la felicidad, cuando la decisión de ser felices la
tienen ellos. Es cierto que cuando estamos atormentados por los problemas no
nos damos cuenta de eso, lo digo por experiencia. Pero también por experiencia
digo que la decisión es nuestra. Además como decía Aristóteles, “todos estamos de acuerdo en que queremos
ser felices, pero en cuanto intentamos aclarar cómo podemos serlo empiezan las
discrepancias”.
A
muchos se les pasa la vida buscando la felicidad, esperando ser felices, y cuando
llegan al final de su vida se dan cuenta de que desperdiciaron mil momentos
para ser felices en su desesperada búsqueda de la felicidad. Muchas personas
confunden felicidad con la estabilidad económica, con el éxito laboral o con
tener una familia…
Intentando
alcanzar la felicidad, muchos tienden a mirar hacia el futuro, piensan en lo
que no tienen y desean tener, pensando que esa meta es lo que traerá la
felicidad a sus vidas. Otros miran hacia el pasado, lamentando oportunidades
perdidas, errores cometidos, culpándose y castigándose al pensar que si lo
hubieran hecho todo de otra forma ahora serían mucho más felices; de ese modo lo
único que hacen es torturarse dándole vueltas a cosas que ya nunca podrán
cambiar. Hay gente que lo tiene todo y son infelices y amargadas, mientras hay
gente que tiene muy poco pero son felices con lo que tienen y aún así están
agradecidas en la vida.
La
felicidad es una actitud, es un estado de ánimo, no es una meta, no se busca,
nos pertenece. La vida es una copa plena de felicidad, pero nunca se te da
llena. Te dan un sorbito de vez en cuando, un sorbito que tienes que ir
llenando gota a gota todos los días, para sobrevivir. Felicidad es hacer lo que
se desea y desear lo que se hace. Las personas felices aceptan las cosas que no
tienen remedio y luchan por las que tienen solución. La felicidad es valorar lo
que se tiene, olvidarse un poco de los problemas y cantar hasta quedar afónicos.
No
es un camino, no es un lugar, ni un metal precioso que con dinero se puede
comprar. Felicidad es una flor a la orilla de un río, es una puesta de sol, es
la risa de un niño… es miles de cosas pequeñas y hermosas. No tiene nombre,
fecha, ni edad, simplemente es, porque la felicidad está dentro de nosotros y
no hay que buscarla, sólo descubrirla y disfrutarla. No hay más secreto que
ese. Es necesario comprender que no hay mayor secreto para ser feliz que buscar
la felicidad en nuestro corazón y vivirla cada minuto de la vida.
Cuando
decidimos indagar en nuestro interior, aceptarnos como somos, perdonarnos a
nosotros mismos por los errores del pasado, saber dónde estamos hoy parados y a
dónde queremos ir, cuando asumimos la vida tal como es en ese momento para
construirla, mejorarla, mantenerla, alimentarla… a partir de ahí es que somos
realmente felices.
La
felicidad no existe ni en el futuro ni en el pasado. Es un estado emocional,
interno, que solo puedes sentir en el presente. Recordar un suceso pasado puede
hacernos sentir contentos, pero esa felicidad la estamos sintiendo ahora, la
vivimos ahora, la experimentamos en el momento presente, no en el pasado, y eso
es lo que le da valor, lo que la hace real y lo que todo el mundo busca cuando
afirma que quiere ser feliz. Y además, es necesario cultivar una actitud
positiva que nos permita reaccionar ante las dificultades con decisión y
coraje, de forma positiva y optimista. Ya que la vida está llena de desafíos,
pero depende de nosotros cómo enfrentarlos.
Es
necesario caminar de la mano con la vida, no delante de ella ni detrás; dejar
que las cosas vengan como deben venir, no llamarlas o detenerlas, sólo esperarlas
en paz y aceptarlas tal como vienen. No hay que inquietarse ni perder la paz,
solamente envolvernos en ella y amar, eso sí, nunca dejar de AMAR, porque de
hacerlo perderemos lo más valioso de nuestra existencia y el real sentido de la
felicidad completa.
He
aprendido que hay que dejar que la vida te sorprenda, te aturda… porque lo
realmente bueno de ella nos desordena… y díganme que no… lo rico engorda, lo
bonito sale caro, el sol que ilumina el rostro arruga y así sucesivamente. Por
eso hay que disfrutarla con intensidad. Reír a carcajadas, viajar, correr, meterse
en el mar, quitarse la ropa... besar a la persona que quieres y jugar, cantar
hasta quedarte sin aire, bailar hasta no tener fuerzas y aliento… todas estas
cosas desconciertan y a muchos asombran. Pero no me importa me gustan y me
hacen feliz.
Necesitamos
vivir enamorándonos de la vida, de nosotros mismos y de aquellos que están a
nuestro lado. Desde lo más profundo de nuestro ser tenemos que sacar fortaleza
para caminar por el mundo con la frente en alto y saber afrontar cualquier
situación que nos lastime. No podemos dejar que el dolor nos llene el corazón,
la vida es y será como nosotros queramos que sea.
Hay
personas que nunca pueden ser felices porque dejan que su felicidad dependa de
mil y un detalles, que tienen en sus vidas el miedo al mañana ya incrustado. Muchas
veces la felicidad nos pasa al lado y ¡ni siquiera la vemos! Hay que aprender a
sentirla, a valorarla, a descubrirla.
Los
problemas, las angustias, la incomprensión y el desespero son cuestiones
pasajeras. ¡Todo pasa! Después cuando vuelve a salir el sol ves más claro el
camino y la tormenta anterior en ocasiones parece tonta y sin sentido. Hay que
ser feliz todos los días porque tenemos miles de motivos para serlo, si contamos
nuestras bendiciones seguramente nos sorprenderemos.
No
te la pases agitando tus desgracias, pronosticando tragedias imaginarias,
asustado por posibles males que a lo mejor no llegan nunca. Nacemos para luchar
por la felicidad… casi para crearla, para hacerla a pesar de la tristeza, los
desencantos, los errores, las malas jugadas y los irremediables imprevistos. La
felicidad no se va buscando en bienes y placeres. Se actúa bien y ella sola se
nos va presentando. La felicidad no es estar añorando y extrañando todo lo que
nos falta sino encajar en todo lo que tenemos.
Estoy
segura que muchos entienden lo que quiero decir. Y aquellos que aún siguen
buscando la felicidad, por favor deténganse y sólo siéntanla dentro de ustedes,
en sus corazones porque ser feliz es el resultado del trabajo interno a nivel
mental y espiritual.
Recuerden
lo que dijo Voltaire: “Buscamos la
felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo
que tienen una.” Así que todos los días al levantarte di: “Hoy seré feliz”,
y… ¡sé feliz!, vive alegre, en paz contigo, ama a los demás, sé simple y serás
feliz.
Me alegra mucho sentirte feliz y con nuevos bríos, porque si hablaas de felicidad es porque ya no estás atormentada como hace unos días. Y sí, tienes razón no se puede pasar la vida buscando la felicidad, lo que importa es vivir los momentos felices y disfrutarlos, y dsfrutar de las cosas lindas de la vida, de esa manera aunque no nos demos cuenta somos felices porque la vida es eso momentos felices lo demás son subidas y bajas. La felicidad nunca es completa ni dura eternamente porque la vida esta llena de retos.
ResponderEliminarTu y Frank tienen razón, yo cuando era muy joven soñaba con esa felicidad que dices y la busque durante muchos años hasta que comprendi que no era como yo pensaba, sino como tu misma acabas de explicar.
ResponderEliminares verdad la felicidad es cosa de momentos por eso hay que aprovecharlos, y aunquetengamos dificultades es necesario buscar momentos de alegría que nos den un poco de felicidad.
ResponderEliminarTú sabes amiga, la felicidad no existe, solo momentos felices, por eso hay que vivirlos muy intensamente para que con solo sus recuerdos no olvidemos que vale la pena vivir.
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