Estoy exhausta, llevo dos días trabajando mucho, pero también desde ayer casi estoy de fiesta. Por un lado fue un día agotador, por el otro fue muy placentero, me he reído muchísimo. Desde las
nueve de la noche llegaron mis amigos (mi otra familia) para esperar las doce
aquí, se imaginan la algarabía que formaron con esa alegría que los
caracteriza, trajeron cake, bebidas y un montón de ocurrencias. Hace unos
instantes (ya es madrugada) acaban de marcharse con la promesa de que regresaran
mañana, mejor dicho en unas horas. A las doce me llamó otra amiga que aprecio
mucho creyendo que era la primera en felicitarme, me dio mucha alegría, en verdad.
Hoy brindo por mí, por los momentos de alegría y placer que me han tocado vivir, por la felicidad que siento al ver
cuanto me aman mis seres queridos. Hoy levanto mi copa porque los tropiezos de la vida no me han cambiado mucho y a pesar de ellos sigo siendo la misma romántica con ilusiones. Brindo por el amor, ese sentimiento que me llena el corazón de anhelos y fantasías, y por la amistad, ¡bendita amistad! por esas personas que llegaron a mi vida sin esperarlas, sin buscarlas y me brindan cariño, apoyo, comprensión y mucha alegría.
Hace mucho tiempo hice un trato con mi mente para despreocuparme de mis planes futuros y atender el presente sin torturarme el cerebro con preguntas que sólo un vidente podría responder. Hoy estoy convencida de que la edad es sólo un número y seguimos teniendo algo de niños en nuestra alma. En la vida siempre hay que aprender, que joderse y levantarse, y no importa si en algún momento no tienes a nadie a tu lado para ponerte una curita en la herida, hay que seguir. Simplemente soy una persona, ni niña ni adolescente ni adulta, tengo un poco de las tres cosas y vivo tratando de controlar cada parte para poder aparentar cordura.
En este brindis confieso que quiero amar tanto como pueda y soñar sin cansarme de tropezar, quiero libertad de emoción y pensamiento. He cometido muchísimos errores, pero no me arrepiento absolutamente de nada (aunque hay cosas que lamento) porque arrepentirse es una muestra de hipocresía, no podemos deshacer el pasado, por tanto los errores son un hecho que hay que aceptar y con
cada uno de ellos siempre se aprende.
¿Cómo aprendí a vivir y cuándo aprendí a querer? ¿Cómo aprendí a sufrir? ¿Cuándo? ¿Cómo? No lo sé. En estos años aprendí a mirar las estrellas alumbrando los sueños con ellas, a mirar los colores del viento y sentir el sabor del silencio. También aprendí a encender ilusiones y a escuchar hablar los corazones, con palabras calladas, con matices de mil sensaciones. Soy feliz por haber sentido el amor con fuerza y haber conocido su grandeza. Comprendí el sentido de la vida, viviendo el amor y la desdicha, sintiendo la alegría y la tristeza, aprendí el valor de la paciencia, a calmar mi ira (no siempre), a llenar con mares de esperanza las zonas más oscuras de mi alma.
Con el paso de los años te das cuenta que siempre existen tres enfoques en cada historia: Mi verdad, tu verdad y la verdad. He aprendido tantas cosas, por ejemplo que puedo hacer algo por impulso y lamentarme el resto de mi vida, que requiere años desarrollar la confianza y un segundo destruirla, que si no controlo mi actitud ella me controlará a mí, que es más importante que me perdone a mí misma a que otros me perdonen, porque no importa si mi corazón está herido; el mundo sigue girando.
No podemos obligar a nadie a amarnos; únicamente podemos ser alguien que ama, el resto depende de los demás. Sé que dos personas pueden observar la misma cosa y ver algo totalmente diferente y que a veces recibimos apoyo en los momentos difíciles de quienes menos esperamos. Nunca debemos competir contra lo mejor de otros, sino competir con lo mejor de nosotros y he aprendido que escribir o hablar de nuestros sentimientos alivia el alma.
Con toda certeza sé que lo que verdaderamente cuenta en la vida no son las cosas que tengo alrededor sino las personas que me rodean y lo más importante no es lo que me sucede sino lo que hago al respecto. Es muchísimo más fácil reaccionar que pensar... y más satisfactorio pensar que reaccionar. He aprendido que siempre debo despedirme de las personas que amo con palabras amorosas; podría ser la última vez que los veo. Aprender a perdonar requiere mucha práctica. Con los amigos (si son verdaderos) podemos hacer cualquier cosa --o no hacer nada-- y tener el mejor de los momentos.
La mejor manera de vivir es siendo valiente, y no me refiero al valor ante un combate o batalla, aunque vivir es un constante batallar, me refiero a la valentía para afrontar la vida, el coraje para seguir siempre adelante. Valentía es tener la fortaleza de pedir ayuda y la humildad de aceptarla, es defender tus principios sin preocuparte por lo que otros dirán. Es escuchar tu corazón para dar el primer paso, un gran salto o simplemente cambiar el rumbo. Valentía es mantener el espíritu en los desencantos y ver las derrotas no como el fin sino como un nuevo comienzo. Es confiar en tu habilidad y esmero para salir adelante, es negarse a desistir, es trazar tu meta, mantenerte fiel a ella y hallar soluciones para los obstáculos. Así aprendí a vivir.
La madurez tiene que ver más con la experiencia de lo que hemos vivido que con los años que hemos cumplido. Hoy se que he aprendido muchas cosas y que he sido valiente en muchas ocasiones, pero también debo confesarles que en otras he sido cobarde pero bueno... no me juzguen porque no son mis jueces, ni me etiqueten porque soy única, ni intenten cambiarme porque simplemente soy quien soy, y por tanto no me definan porque sobre todo… soy un misterio.
Me voy a descansar un poquito porque estas 24 horas de cumpleaños recién comienzan, dentro de unas horas los tendré a todos aquí de nuevo… aunque hoy me falta y me faltará alguien muy importante, mi príncipe, que no pudo venir de su escuela, pero la ausencia es sólo física porque siempre lo llevo en mi mente y mi corazón, y sé que me llamará por teléfono en más de una ocasión. Además tengo a mi adorada princesita que rinde por los dos, no hay quien le gane en traviesa y amorosa, está a la cabeza de toda esta historia haciéndole “la pala” a mi loca y querida amiga.
¡FELIZ CUMPLEAÑOS para mí! ¡Brindo una vez más por mí, por todos aquellos que tengo a mi lado, por todos los que quiero y por la vida!
Muchas felicidades en tu cumpleaños, otra vez. La idea no es la de cumplir más años sino de disfrutarlos. Tu cumpleaños es un día muy ESPECIAL, piensa que hoy comienzan más oportunidades, cada año que pasa nos hace más sabios y más maduros. Piensa que pasan los días, los meses, y los años y que hacen maravillas en ti. No importa los años sino lo que has disfrutado. Hoy día de tu cumpleaños es la mejor ocasión para celebrar que existes. ¿Qué es un año más o un año menos?, lo importante es que lo gocemos, que tu vida no se llene de años, sino que tus años se llenen de vida. Gracias por dejarnos estar contigo.
ResponderEliminarHoy yo también brindo por ti aunque en soledad, brindo porque seas muy feliz y tengas todo lo que mereces y cumplas todos tus sueños (hasta los más secretos). Pero hoy también levanto mi copa por quienes viven de verdad, por los que se dejan llevar, por quienes lo dejan todo atrás, por los que siendo cuerdos se vuelven locos. Quiero brindar por los que pierden la cabeza, por los que vieron el riesgo y les dio igual, por quienes se van sin mirar atrás. Hoy brindo por todos ellos, héroes de novelas que no se escribirán, hombres y mujeres que viven de verdad.
FELICIDADES MUJER INTRÉPIDA
Gracias otra vez por tus felicitaciones, y por brindar por mi aunque es una pena que lo hayas hecho solo, pero igual te lo agradezco, lo que vale es la intención y los buenos pensamientos.
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