Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.
martes, 31 de mayo de 2011
Un poco más sobre mi persona
domingo, 29 de mayo de 2011
AMISTAD, sagrado tesoro



jueves, 26 de mayo de 2011
El mar y yo




lunes, 23 de mayo de 2011
Deseos de ti

Tus ojos tocaron mi alma cuando nuestras miradas se cruzaron por primera vez y sentí estremecer mi cuerpo. Pero cuando me diste aquel beso… ese día tuve la certeza de que ya nada sería igual. Al sentir tus labios, tu piel, tu olor… me perdí en aquel abrazo, en aquel beso… y supe desde ese instante que seríamos uno. Cuando te quedaste mirándome fijo y agarraste mis manos entre las tuyas, tus ojos me dijeron tanto que no hizo falta hablar… en ese momento no solo cogiste mis manos también apresaste mis sentimientos más sublimes, puros y te entregué mi vida… te la doy sin más, con la única condición de ser por siempre tuya, esta es la ofrenda que te hago: YO...
Mi corazón repite tu nombre, late por ti, es tuyo y aunque un día este amor tenga fin quedará un rastro imborrable de tu amor que permanecerá presente siempre en mi mente, quedará una huella de tus besos en mis labios, el calor de tus manos en mi cuerpo, la dulzura de ti en mi semblante.
Dime… cuando me miras de esa manera, profunda y tierna ¿qué ves? ¿A quién ves? A la mujer-niña, traviesa en sus palabras, jugando con sus silencios y anhelante de ti. Una mujer cobarde, titubeante, llena de dudas, o la mujer confiada y esperanzada en el mañana. O quizás… Mmmm… la mujer ardiente, llena de promesas sugerentes y tentándote al desenfreno; venenosa y adictiva, “inocente” e ingeniosa; ofreciéndome, complaciente y entregada.
Como un reflejo en el espejo te muestro mis secretos, todos mis deseos, me descubres y me reconoces, inconfundible en mi mirada. Desnuda ante ti, sin maquillaje… sin nada. Puedo complacerte o hacerte sufrir mientras me miras. Tengo fuego en el corazón... en la mente y en las manos, hay tibieza en el ambiente y frescura en el sentir, soy una ola embravecida que se acerca y se va... soy turbulencia, frenesí, deseo, sentir... Hay sensualidad en mis maneras, pasión en lo que digo, en lo que pienso, en lo que escribo, en lo que siento, hay deseos de ti…
Tus manos se deslizan sobre mi cuerpo, con caricias suaves que me queman por dentro y quieres beber el vino más secreto de entre mis muslos hasta enloquecerme y embriagarte de lujuria y sexo... Sabores exquisitos del amor apasionado, rodeas mi cintura para seguirme amando, penetrando en lo profundo hasta quedar extasiado… y al sentir tu cuerpo fundido al mío, bendita y deliciosa sensación de llegar al vacío, donde sólo hay placer y eternos gemidos. Pasiones misteriosas que embriagan mis sentidos deseando con fuerza que me tomes otra vez...
Y comienzan de nuevo las caricias, los besos, los gemidos, resbalando el sudor por nuestros cuerpos y perdemos la noción del tiempo, nos devoramos vivos... como fieras abrumadas de pasión y deseo, con mi piel empapada de tus besos me centro en el placer que recibo de tu cuerpo, mordiendo mis labios y elevando mis caderas para sentirte cada vez más adentro… toco el cielo y te siento gritar mi nombre... dejándome temblando hasta el cansancio... sonriendo miras en mis ojos el delirio y me besas de nuevo tiernamente... y susurras "te amo".
martes, 17 de mayo de 2011
El hijo “preferido”
Estas palabras siempre me han tocado muy profundo, desde que las leí hace algunos años, y me han venido ahora a la mente cuando alguien me hablaba de mis hijos y de pronto preguntó a cuál de ellos yo quería más. Se imaginan… ¿cómo alguien puede preguntar eso? Sé que hay padres que tienen preferencia por uno de sus hijos, conozco madres a las que les he escuchado decir que quieren o prefieren más a unos que a otros, ¡Inconcebible!, me he quedado pasmada al oírlas hablar y he pensado “pobres niños si su propia madre hace semejante diferencia, con cuánto celo, rencor y desamor crecerán”. Los hijos son lo más grande que uno tiene y no hay diferencia en el amor que sentimos por cada uno de ellos (al menos eso pienso).
Como ustedes ya saben yo tengo dos hijos (una hembra y un varón) y los adoro por igual, los dos son maravillosos. Tienen una diferencia de edad de cinco años, el varón es el mayor. Son diferentes en muchas cosas, en el carácter, en sus gustos, en su forma de pensar pero eso no importa a los dos los quiero con la misma intensidad, es más, les diría que yo amo sus diferencias, ambos son especiales. El varón es cariñoso, conversa mucho conmigo sobre lo que piensa, es serio, juicioso, sosegado… la hembra es un amor, habla menos que él es más reservada, es alegre, vivaracha, un poco alocada (en el mejor sentido de la palabra), ingeniosa...
Les doy muchos consejos a ambos teniendo en cuenta no solo la diferencia de sexo sino también sus características personales y ellos a pesar de ser muy jóvenes me dan consejos a mí, desde sus diferentes puntos de vista. Los hijos se aman por lo que son, cuando uno dice “que los ama por igual”, ¡es cierto!, la diferencia es que se tratan de forma diferente porque ellos son distintos y eso hace que uno a veces tenga más cercanía con alguno de ellos, que te entiendas mejor porque la relación con el fluye mejor y quizás tienes más afinidad, pero de ahí a decir que se quiere más a uno que al otro hay un enorme trecho.
Ser madre no tiene que ver con pañales y sonrisas de cumpleaños. Es querer a alguien más que a uno mismo, es ser capaz de cualquier cosa con tal de que nuestros hijos no sufran. Esa dedicación y amor sin límites nos hacen felices. Les damos la vida pero no podemos vivirla por ellos; también podemos enseñarles muchas cosas pero no podemos obligarlos a aprender. En fin, ser madre (padres) es algo complicado y difícil.
La realidad es que no existe cariño más generoso y desinteresado que el que cualquier madre o padre tiene hacia sus hijos, por ello, se quiere a todos los hijos por igual aunque el modo de manifestar este amor sea diferente, sencillamente, porque cada persona también lo es. Cada uno tiene cualidades y necesidades emocionales distintas. Muchos piensan que las madres tienen un hijo al que prefieren más; incluso los hermanos sienten celos entre sí por esta “causa”. Pero definitivamente esto no es así, solo en determinadas circunstancias puede haber cierta “predilección” por uno de ellos.
La historia que a continuación les pongo me la mandaron por correo hace mucho tiempo y como viene al caso la comparto con ustedes:
"Cierta vez le preguntaron a una madre cuál era su hijo preferido, el que más amaba. Y ella, dejando entrever una sonrisa, dijo:
-Nada es más voluble que un corazón de madre.
Y como madre, le respondió:
-Mi hijo predilecto, aquel a quien me dedico en cuerpo y alma, es el que está enfermo, hasta que sane. El que partió, hasta que vuelva. El que está cansado, hasta que descanse. El que está con hambre, hasta que se alimente. El que está con sed, hasta que beba. El que está estudiando, hasta que aprenda. El que está desnudo, hasta que se vista. El que no trabaja, hasta que se emplee. El que está de novio, hasta que se case. El que se casa, hasta que conviva. El que es padre, hasta que críe a sus hijos. El que prometió, hasta que cumpla. El que debe, hasta que pague. El que llora, hasta que calle.
Y con un semblante bien diferente a aquella sonrisa, finalizó:
-El que ya me dejó, hasta que lo reencuentre."
No sé quién escribió algo tan bello y cierto, no hay dudas de que el amor maternal siempre está pendiente de los problemas de sus hijos y trata de proteger siempre al más necesitado en determinado momento de la vida, y eso no significa que sea “preferido”.
sábado, 14 de mayo de 2011
LA CARTERA DE UNA MUJER

martes, 10 de mayo de 2011
Pienso… quiero…
Dices que cuando piensas en mi estás lleno de deseos inconfesables. Piensas en mí aún sin quererlo, en mis piernas amarradas a tu cintura y en mis labios mordiendo tu cuello, te excitas, recuerdas mis gemidos y los suspiros, el olor de mi sexo… y me deseas con fuerza, quieres tenerme de nuevo y no ves el momento de someterme a la habilidad de tu hombría y sentirme entregada a tus deseos... Sin reservas, con lujuria… como una loba hambrienta... yo también pienso en ti, en tu sexo, en sentirte muy adentro... deseo tu fuerza que me desata...
Hoy es uno de esos días donde me pongo a desvariar contigo y tu recuerdo. Y reconozco que me detienes la respiración... te digo que no hay nada mejor que ser tuya. Hoy escribo exclusivamente para ti. Quiero ser el canto de tu corazón, ser inmensa como el cielo, ser parte de tus días, de todas tus alegrías… al principio te pensaba y ahora contemplo en ti la costa a donde voy. Tan solo regálame un beso con sabor a suspiros (como los que gastas cuando piensas en mi), esa sonrisa maliciosa que me perturba (tan tuya) que se dibujan en esos labios tibios y provocadores (tan míos). Ven, que voy a susurrarte palabras de amor, palabras para exacerbar tu libido, hacer arder la tentación, aumentar tu deseo hasta hacerte perder el control… para que me ames como sólo tú sabes hacerlo.
Ven, desnúdate mi amor y olvídate de todo, desnúdame también y deja que tu instinto rompa en erupción, lo deseas tanto como yo... cuando tus manos me acaricien conoceré la libertad. Entrégame tu ser y bébete mis ganas infinitas. Hoy voy a ser de ti... Bésame despacio, suave, déjame sentir tu cuerpo sabiamente enredado al mío, quiero que me saborees, que me vuelvas loca, que me lleves por dulces caminos, que me sofoques, me enciendas… Quiero que tu lengua desaforada, pervertida invente un decálogo de pasiones. Provócame… sabes que no resistiré. Quiero que derrames tu esencia en mi cuerpo una y otra vez... que penetres mis sentidos, que el fuego de tu piel me calcine cuando tu cuerpo viril se acople al mío...
Quiero que me hagas todo lo que pienses, que te sientas el hombre más ardiente, excitante, desenfrenado y loco. Porque, mi amor, tu sabes encender mi cuerpo como ningún otro hombre.
Quiero ahogarme en tus labios, susurrarte el deseo que siento por ser parte de ti y ahora...
lunes, 9 de mayo de 2011
Ha sido y siempre será un placer...
Lo cierto es que al decidirme a escribir aquí, donde no tengo límite de espacio ni un tema impuesto por nadie, comencé a mostrarles un poquito (creo que ya les he mostrado demasiado) como soy realmente, les he dicho como soy para la mayoría de las personas y a la vez les he contado y dejado ver a esa otra mujer que vive en mi y que casi nadie conoce. Poco a poco este espacio se ha convertido en una válvula de escape para mis pensamientos y sentimientos más profundos. He terminado descubriendo que soy capaz de escribir cosas que tocan el corazón de las personas y he ido desnudando mi alma para contarles cosas que estaban guardadas en lo más profundo de ella.
Con frecuencia pienso en las cosas de la vida y cómo se puede medir la vida de alguien. Estoy convencida que no se mide por el número de personas con que has salido, ni por el dinero que tienes, ni por el lugar donde estudias o trabajas, ni por lo linda o fea que eres, por la marca de ropa que llevas, ni por los zapatos. La vida no son esas cosas materiales ni superfluas y por tanto no se puede medir por ellas, la vida es otra cosa.
Pienso que la vida se mide por las personas que amas y a las que dañas, por la felicidad o la tristeza que proporcionas a otros, por los compromisos que cumples y las confianzas que traicionas, por lo que dices y haces (sea dañino o benéfico). Se mide por los juicios que formulas, por los celos, el miedo y la venganza. También se mide por el amor, el respeto o el odio que llevas dentro de ti, cómo lo cultivas y cómo lo riegas, si usas la vida para alimentar el corazón de los demás, en resumen por las decisiones que tomas y el beneficio o daño que puedan causar, de eso se trata la vida… por eso se mide.
En realidad todo ocurre por una razón, las personas llegan a nuestra vida con un propósito, para enseñar una lección, para descubrir quienes somos en realidad, para enseñarnos lo que deseamos alcanzar. Hay personas que sin conocerlas cuando fijas tus ojos en ellas sabes y comprendes que afectarán tu vida de una manera profunda. A veces nos pasan cosas malas, dolorosas e injustas (como me pasó a mí el domingo), pero cuando eres capaz de superarlas te das cuenta que sirven para medir tú potencial, tu fuerza o el poder de tu corazón. Las personas que conoces, las caídas y los triunfos que experimentamos terminan por convertirnos en la persona que somos. Nada sucede por casualidad o por la suerte, enfermedades, heridas, el amor, momentos perdidos de grandeza o de puras tonterías, todo ocurre para probar los limites de tu alma. Aunque a veces duelen y son difíciles de superar.
El rastro que vamos dejando por la vida habla de nosotros por sí solo. A veces he sentido la tentación de no luchar más por lo que realmente me importa, de renunciar al amor por el daño causado por una persona, pero después que pasa la tormenta pienso que tengo que seguir adelante porque me gusta vivir y amo la vida aunque a veces duela, es como las rosas que no dejan de gustarme aunque sus espinas me hieran. Me gusta soñar porque soñar es gratis, me gusta luchar por lo que merece la pena, me gustan mis amigos (los reales y los virtuales), soy una enamorada del amor, me gusta ser feliz o al menos intentarlo... en resumen con sus pro y sus contra me gusta esto que llaman vida...
Si yo pudiera fabricar el tiempo y variar a mi antojo sus inclemencias... Mmmm… me sentiría un poco como Dios, con el poder de influir en los sentimientos de las personas. Por ejemplo me gustaría crear un tremendo huracán que derribara las más altas murallas y abriera rendijas en las más duras corazas y en verano después de un día de intenso calor crearía la más limpia de las noches con una gran luna llena para que los enamorados pudieran mirarse a los ojos y, sin hablar, confesarse sus sentimientos. También haría que los arco iris fueran más largos para alegrar con sus lindos colores, las tormentas más brillantes, las estrellas más conocidas y relucientes, crearía una noche en el año con más horas de las habituales, para esa noche sentarme a mirar cómo las estrellas se seducen unas a otras en su juego de guiños y entonces aprovecharía para pedirle mil deseos, sería maravilloso ¿verdad?
Aunque hay noches en que desciendo a los infiernos, donde todo es oscuridad y no encuentro la salida, lo curioso es que tampoco la busco, simplemente espero el golpe mortal que me integre en la eternidad. Esas noches si tuviera el don de ser una gran escritora, escribiría las cartas más tristes parafraseando a algún poeta… aunque quizás no podría escribirlas porque se me destrozaría el alma al leer mis propias palabras.
Hace mucho tiempo leí algo que se llamaba “Filosofía para vivir” y decía que vivir es llegar de donde todo comienza y amar es ir adonde nada termina. Recomendaba vivir como si fuera temprano y reflexionar como si fuera tarde. Sentir lo que se dice con cariño y hacer lo que se debe con amor. Porque la vida revela la verdad, la verdad nos ilumina el camino, el camino nos conduce a amar y el amor nos hace vivir. La razón de amar la encontramos viviendo y el sentido de vivir lo encontramos amando.
Precioso pensamiento, por eso tenemos que repetirnos a nosotros mismos que somos personas magnificas y creerlo en lo más profundo de nuestro corazón, porque algo muy cierto es que si no crees en ti mismo nadie más lo hará. Tenemos que valorarnos, crear nuestra propia vida, encontrarla y vivirla con intensidad, como si cada día fuera el último.
Yo he dedicado los mejores años de mi vida a mi familia y al trabajo, casi sin pensar en mi, siempre dejando mis deseos a un lado para complacer a los demás por eso he decidido a partir de ahora vivir a mi manera sin que nadie me diga qué tengo que hacer, dejarme guiar solo por mis sentimientos y mis deseos, vivir intensamente, vivir enamorada, vivir ese momento de locura y placer que a todos nos toca. Deleitarme en contemplar el atardecer y las estrellas, caminar sobre la hierba, dejar que las olas del mar bañen mi cuerpo como si fuera la primera vez, enamorarme y amar a quien me ama, recordar viejas historias y ayudar a algún buen amigo a olvidar (en este espacio tengo alguien que me escribe comentarios que creo que necesita mi ayuda), leer, pensar, escribir, soñar, cantar, jugar, dormir... tal vez bailar ebria en una noche de locura. Así quiero vivir a partir de hoy, espero que el mundo me acepte y si no... que digan lo que quieran, en mi vida mando yo, y de ahora en adelante viviré a mi manera, duélale a quien le duela...
Volviendo a la creación del blog, al comenzar a escribir en este espacio mi intención no era, ni es, tener un gran número de seguidores, ni batir récord de visitas diarias. Lo que realmente me interesa es que, la poca gente que me lea, lo haga porque le gusta lo que escribo y porque sabe comprender mis momentos de alegría y tristeza. No duden que lo que escribo aquí es un fiel reflejo de mí misma, porque soy una marea de emociones, a veces de sensaciones encontradas, unas veces más feliz que otras, pero al final siempre yo. Para mí ha sido y seguirá siendo un placer este espacio. Gracias por seguir aquí, por no aburrirse.
domingo, 8 de mayo de 2011
Hoy no debería escribir...
He pensado mucho para sentarme a escribir hoy y todavía sin saber qué decir además de FELICIDADES para todas las madres, por fin me he decidido a sentarme ante esta pantalla y este teclado. No lo hice más temprano porque me sentía muy mal y no de salud precisamente, hay cosas que hacen más daño que las propias enfermedades.
Si me hubiera sentado hace unas horas hubiera destilado veneno y dolor. No es que ahora no este afligida, pero me he logrado calmar un poquito. Hoy he comprobado que soy “una mujer con pantalones” porque he hecho gala de una serenidad y mansedumbre que no tengo, me he mostrado tan pasiva que hasta he llegado a sentir miedo de mi misma. Sí, porque con un volcán dentro y un dolor lacerándome el pecho, he alardeado de algo que no tengo que es paciencia y ecuanimidad. He logrado con estoicismo mantener mi ira bajo control y mi dolor bajo una capa de frialdad increíble. Todo lo he hecho por mi madre para que no se desate una tormenta precisamente hoy. Mi estado de ánimo está por los suelos, los desengaños hieren y lo hacen fuerte y sin piedad.
¿Cómo puede la gente que nos quiere herirnos así? ¿¡Cómo por Dios!? Yo soy una persona explosiva, sin embargo soy muy cuidadosa en ciertas cosas.
No puedo escribir… de verás no puedo, las lágrimas no me dejan y la ira me ciega… Estoy realmente muy molesta y dolida. Tengo la música puesta a todo lo que pueden soportar mis oídos porque quiero que me mantenga aturdida, para no pensar… sí, en este momento es mejor no pensar porque puedo hacer algo que, tal vez, lamente, tal vez no, no sé... Hoy no sé nada, hoy estoy al límite de mis fuerzas… que pena ¿verdad?, en un día tan bonito… y yo he querido estar a mil leguas de aquí…
Hoy como nunca he deseado con mucha fuerza estar sentada a la orilla del mar, dejando que la vista se me pierda en ese azul intenso y perturbador… sentir la brisa, el olor y el murmullo de las olas… sentir que corre por mi cuerpo el agua de ese mar que adoro para ver si me hace sentir mejor… seguramente sí, porque la naturaleza es benévola y quizás me daría la paz que necesito en este momento.
Mi gran amiga me volvió a llamar hace unos minutos, me ha llamado como cuatro veces hoy… quería que fuera para su casa con ella pero le dije que no, no quiero, si voy… a ella no podría ocultarle nada, me conoce demasiado y no merece que se le joda el día, porque le zumba en un día como hoy tener junto a ti a alguien con tan mala leche. Ella se merece un buen día, se lo merece de veras como madre y como amiga.
Bueno, nuevamente está sonando el teléfono, veré quién es para ver si puedo terminar este intento de... ni sé de qué... Ahora me llamó su hijo ese niño que yo adoro, porque también quería que fuera para allá, y también le dije que no, y me dolió decírselo a él, pero es mejor así…
Me duele un poco la cabeza, los dejo… hoy creo que no debí escribir, tal vez no debí hacerlo porque creo que he dejado ver demasiada tristeza, pero me da un poco de paz sentarme ante este teclado y usar este espacio (casi mi confesionario) para hablar conmigo misma y con ustedes, es una manera de desahogarme… perdonen si hoy no han leído lo que esperaban, mañana será otro día… sí, otro día…
viernes, 6 de mayo de 2011
Al ser madres, ¡perdemos hasta el nombre!

Cuando quedé embarazada por primera vez, una amiga me dijo sonriendo “Se acabo tu paz… ahora tu tiempo será su tiempo, tu vida será su vida, tu pena serán sus penas, tu alegría serán sus alegrías, tu sueño serán sus sueños".
En medio de mi desbordada alegría por la noticia de que iba a ser madre, me quedé un poco confusa con esas palabras. Sabía, para ser más exacta, creía saber lo que implicaba tener un hijo porque realmente lo supe cuando nació y a partir de ese instante comencé a entender todo el alcance de las palabras de aquella amiga.
Ser madre es el trabajo más laborioso que existe… porque entre nuestras obligaciones está hacer seres humanos dignos y respetables para con ellos y la sociedad. Es un trabajo de 24 horas y para siempre, sin más remuneración que la alegría de ver los sueños de nuestros hijos realizados. Ser madre es llorar muchas veces porque nuestro pequeño está enfermo, se siente infeliz o alguien le hirió el corazón y no sabes qué hacer para cargar con su pena y así lograr que le duela menos.
Te levantas cada mañana pidiendo a Dios salud para ver esa nueva vida crecer, compartir sus momentos de triunfo, estar allí para protegerlo en sus momentos de fracasos. Además tienes que ser fuerte para luchar contra el deseo de abrazarlo a cada momento, para que sus lágrimas no te derrumben, para mantener la cordura cuando escuchas que algo terrible le ocurrió a un niño y tus hijos no están en ese instante junto a ti.
Ser madre es la labor más hermosa que existe, es una bendición, pero también ser madre es olvidar que hay que dormir, es ser chef de un menú complaciente, es ser enfermera, pediatra, dermatólogo, terapeuta, psicólogo, político, maestra, vidente, hada madrina, bruja, vigilante, árbitro, jefe de mantenimiento y de conservación ambiental. Con el día a día se le agregan más profesiones a esta lista que se hace interminable. Se intensifica la responsabilidad, las preocupaciones, las angustias, el tiempo: dejamos de saber si los días son más largos o más cortos. ¡Ah! Y como leí una vez, en un escrito donde alguien decía que somos

Ser madre significa cambiar el estilo de vida frecuentemente, todo depende de las edades y las necesidades de los hijos. Como madres, no tenemos tiempo de pensar en el sacrificio y la entrega, eso sucede espontáneamente. Desde que los tenemos en el vientre, los cambios llegan solos, nos adaptamos sin darnos cuenta. Llegamos a comprender cada gesto que hacen sin margen de error, sabemos qué significa cada llanto, cada sonrisa, cada gorjeo. La gente cuando te escucha decir que sabes diferenciar si te está haciendo “manitas” o te dice “adiós”, dice que estás exagerando, pero sí sabemos.
Ya no pensamos en función de nosotras mismas o de nuestros deseos, todo depende de nuestros hijos, hasta la más mínima cosa que hagamos depende de ellos. Fiestas, cines, playas, trabajos fuera de casa, el dinero, dormir, vacaciones… absolutamente todo está condicionado.
Somos madres con toda la buena intención de serlo, con todo un inmenso amor que no sabíamos que teníamos escondido y que cada día va creciendo y creciendo, a pesar del cansancio, de los desvelos, sustos, angustias y preocupaciones. Los hijos son la extensión del corazón de una mujer. Ser madre es entregarlo todo, perder lo que no sabíamos que teníamos y cambiar todo por nada, ya que no esperamos nada a cambio. Sólo tener la recompensa de verlos felices y cuando crecen verlos convertidos en hombres y mujeres dignos.
Desde que están en el círculo o la escuela tanto los amigos de tus hijos como los padres de éstos cuando te llaman dicen: “Mamá de Leonardo, mamá de Anabel”. Y no te queda otro remedio que sonreír porque eso es ser madre, deja

Ser madre... ¿cómo explicarlo? La simple sonrisa de ese bebé puede hacerte llorar, experimentas un sin fin de sensaciones que no puedes describir. Eres capaz de soportar cualquier carga con tal de que no la cargue tu hijo, pasas noches en vela para cuidar que no le suba la fiebre y te maravillas con cada pequeña cosa que aprende. No importa si al llegar a casa luego de una larga jornada de trabajo ves que tu niño le presta más atención al perrito que a ti, simplemente sonriendo te unes a el y como una boba te maravillas al ver como su carita se ilumina cuando el perrito mueve la cola, no te importa nada más, solo el hecho de verlo feliz... su felicidad es la tuya.
Recordarás siempre con lujos de detalle el día que nació, cuando por fin pudiste ver a tu hijo cara a cara. Quieres verlo crecer, cumplir sus sueños, disfrutar sus hijos (tus nietos). Empiezas a cuidar hasta tu lenguaje, tus hábitos, todo para darle el mejor ejemplo. No existe visión más linda que su carita, ni sonido más encantador que su voz. Sus carcajadas son las más bellas melodías, sus juguetes regados por toda la casa son un constante recordatorio de su presencia, aunque pelees porque recogerlos es un trabajo m

Cada mañana mientras te bañas acaricias la cicatriz que te dejó la cesárea y sonríes de satisfacción, comprendes que ahora ¡sí! estás completa. Tu cuerpo pasó de ser un modelo de lujo a una maquinaria perfecta creadora de vida. Aprendes a quererte a otro nivel.
Les confieso que siendo madre me siento llena de amor… de un amor incondicional e indescriptible, llena de miedo… miedo a faltar antes de tiempo en la vida de mis hijos, llena de esperanza ante un futuro lleno de sus logros, llena de deseos de ser mejor ser humano por ellos y para ellos. Me siento completa y ahora comprendo que inconcientemente siempre estuve preparada para esto... Ver esas caritas cada día es el regalo perfecto que ningún otro puede igualar. No hay regalo que pueda decirte "feliz día de las madres" como lo hace la sonrisa de tu hijo, su sola presencia en tu vida será suficiente.
Cuando estaba embarazada un compañero de trabajo me dijo: “Cuando tu hijo tenga 5 años lo iré a conocer, porque esos bebés pequeñitos son una trampa, todo tiernos y provocativos, uno se enamora de ellos y te dan ganas de tenerlos pero cuando llegan, se acabó la paz”. ¡Cuánta razón tenía! Y a pesar de eso, la mayoría somos reincidentes. Yo tengo dos hijos, que son mi vida y mi orgullo: Leonardo y Anabel, no quise tener ni uno más, con dos es más que suficiente para tener el placer inigualable y la tarea titánica de saber lo que es ser madre.
miércoles, 4 de mayo de 2011
Amigas incondicionales

Como reza una frase popular: “Con las amigas se dividen las penas y se multiplican las alegrías”. En este sentido, los beneficios de tener amistades certeras y duraderas van desde compartir y aprender a cooperar, hasta tener consuelo en etapas difíciles en las cuales sólo ellas saben cómo acercarse y hacer uso de la empatía existente entre ambas. Las amigas son un regalo que te haces a ti misma y valen mucho, valen en cariño lo que el oro entre los metales.
Muchos se preguntan: ¿Por qué es tan preciada la amistad? La respuesta es bien simple, porque es la relación que está situada al margen de los vínculos biológicos, es decir, que no está condicionada por lazos familiares. Se trata de una relación que no tiene una función preestablecida, que es indeterminada y por lo tanto, es un espacio social de libertad por excelencia. Es, sobre todo, un ideal que depositamos en otro, del que esperamos identidad, semejanza y reciprocidad.
Para las mujeres es esencial tener amigas, al menos una, porque para nosotras es básico poder expresar las emociones y vivencias de manera verbal y nadie como una amiga para escucharlas con paciencia. Cuando son verdaderas son incondicionales y eso es imprescindible para que te sientas amada y aceptada. El apoyo emocional que necesitamos lo recibimos de esa o esas amistades, en especial en momentos de crisis y sólo ellas entienden los cambios químicos de tu organismo que suelen afectarte. Siempre te dirán la verdad, aunque duela. Te acompañan en tu dolor, te regañan pero con la comprensión que solo alguien muy parecido a ti puede tener. Te dan equilibrio cuando te vas por los excesos y, en especial, te brindan el soporte emocional y el complemento que muchas veces no encuentras en tu propia familia.
Las amigas, las buenas amigas, esas incondicionales... no te abandonan nunca. Da igual las manías que tengas o lo que te tengan que aguantar (también te toca a ti aguantar lo suyo), ellas están en nuestras vidas siempre, para darnos un abrazo cuando hace falta, animarnos cuando no dejamos de llorar, sacarnos a la calle cuando nos queremos quedar encerradas, incluso para echarnos alguna pequeña bronca (lo sé por experiencia) cuando algo de lo que hacemos nos está haciendo daño y no lo vemos por nosotras mismas.
Hace algún tiempo, un día que para mí no había sido nada bueno, mi gran amiga me abrazó con tanta fuerza y cariño, que en aquel abrazo sentí de manera increíble lo que me quería decir de una forma tan clara como si lo hubiera murmurado muy cerca de mi oído. En ese instante me acordé de todas las cosas que había compartido con ella desde que nos conocimos. Cuántos momentos vividos, algunos desencuentros también, cuántas cosas nos hemos contado, incluso cosas que nadie más sabe, cuántas lágrimas compartidas, cuántas risas atronadoras. Confirmé en ese momento el cariño que siento por ella. Creo que nunca habría podido ser la misma persona, sin mis amigos, pero sobre todo sin mis amigas, las que se fueron, pero dejaron algo en mí en su momento, y las que permanecen y permanecerán toda mi vida.
Hace poco leí la frase: "Una mujer sin amigas es como un barco a la deriva, una mujer sin marido sigue siendo una mujer”. Al terminar de leerla pensé que es cierto porque las mujeres podemos perder el amor de un hombre y sobrevivir aunque nos cause mucho sufrimiento, pero sin amigas… no podemos hacerlo.
Y es que en la vida, aunque parezca raro, las mujeres no podemos vivir sin esa compañía femenina que a veces nos entiende y otras no, pero que igual cumplen un rol valioso en nuestra existencia, esas personas tan especiales a las que llamamos AMIGAS. Esa o esas mujeres que hacen nuestro día a día mucho más llevadero, esa persona que muchas veces sin proponérselo es, además de tu amiga, tu hermana, tu cómplice, tu consuelo, tu compinche, tu soporte, tu confidente, tu paño de lágrimas, y muchos etc’s más.

Meditaba sobre la importancia de tener amigas, y sobretodo en la necesidad que adquirimos las mujeres a lo largo de los años, en tenerla y conservarla. Esa amiga que te sigue la corriente cuando inventas algo sin tener ella la más mínima idea de lo que estás hablando pero lo disimula muy bien, te perdona aunque la hayas lastimado con algo que dijiste o hiciste, vuelve a esperarte aún cuando la has dejado plantada en más de una ocasión, te "tapa" lo necesario para sacarte de apuros, te consuela cuando te han roto el corazón y quiere matar a quien lo hizo, seca tus lágrimas cuando sientes que la vida no es justa contigo, se toma una botella de bebida contigo solo para "ahogar las penas" y desahogar las lágrimas que te inundan en ese momento, comparte contigo sus mejores aventuras amorosas y te cuenta (y escucha) hasta el más mínimo detalle, se va de juerga contigo hasta el amanecer sin tener un motivo en especial, puede vivir junto a ti una aventura inolvidable y nunca contará los pormenores, sabe de todos tus amores y aunque la maten nunca hablará, hasta en los peores momentos es capaz de contar un chiste, te dice que pares cuando debes hacerlo, no entiende que a veces quieres estar sola y te sigue a todas partes, te da consejos y no le haces caso sabiendo que lo que te dice es lo que debes hacer, te cuenta sus sentimientos que muchas veces coinciden con los tuyos, te invita a pasear o a tomarte una cerveza porque sabe que no tienes dinero, está a tu lado cuando necesitas un hombro para llorar, cuando tienes un gran problema aunque no pueda resolverlo, es tu confidente sabe todo de ti y tú todo de ella, en el peor momento de tu vida está a tu lado aunque no sepa qué hacer para consolarte, te abraza sin razón alguna solo porque lo siente. Esa (s) otra mujer tiene un valor incalculable en nuestra vida, en nuestro equilibrio emocional.
Es posible que una sola amiga tenga un poco de cada cosa nombrada, de lo bueno y también de lo malo, lo importante es que es mujer igual que tú, con virtudes y defectos que equilibrados te ayudan a soportar las vicisitudes de la vida, a hacer más llevadero lo pesado y a tirar a la espalda lo malo que pueda pasarte. Precisamente por ser mujer siempre te entenderá mejor porque tal vez ella pasa o ha pasado por lo mismo.
Resulta gratificante y un privilegio poder tener verdaderas amigas, siempre las sientes próximas afectivamente y te permiten comprender que no estas sola, son las hermanas que escogemos. Yo me siento afortunada porque la vida me ha brindado la oportunidad de tener esa hermana escogida. Desde que nos conocimos entre nosotros nació un afecto casi instantáneo y poco a poco se convirtió en mi amiga, en mi confidente, y muchas veces en mi consejera, es de esas mujeres que te ayudan a razonar cuando todo parece irse al demonio aportando una mirada crítica y objetiva. Es inteligente, con un gran sentido del humor y con valores sólidos. Conocemos cosas una de la otra que nadie más sabe ni se imaginan, hemos hechos locuras juntas y siempre nos divertimos mucho, a veces con solo intercambiar miradas sabemos lo que la otra quiere o piensa, no hay día que no hablemos, nuestra amistad es genial y dudo que vuelva a encontrar a alguien más como ella. Nunca fui una persona propensa a tener muchas amigas, de hecho casi toda mi vida he preferido tener cierto grado de amistad con hombres porque son más sencillos en muchas cosas. Ojala a Cary y a mi la vida nunca nos juegue una mala pasada, y nos veamos en una encrucijada donde sea nuestra amistad la que sufra las consecuencias. Si ocurriera algo así, tendremos que ser capaces de mantener la sangre fría para resolverlo, sin dañarnos y no permitir que nada nos separe. No somos perfectas pero la armonía y casi perfección que hay en nuestra amistad sería muy doloroso si se perdiera.
Las amigas incondicionales. Esas compañeras de la vida hay que cuidarlas mucho. ¿Tú te atreves a pensar cómo sería tu mundo sin amigas así? Mejor no lo pongas en práctica nunca y piensa en todo lo que has conseguido, descubierto, compartido y vivido, gracias a ese tipo de personas que se pueden llamar AMIGAS.