Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.

viernes, 19 de noviembre de 2021

¡Cielos! Y no sabía qué iba a escribir

Hay ocasiones en que las palabras son luminosas como un millón de soles y otras son como la más oscura noche, se encarcelan y en su celda se consumen mientras sueñan con la libertad. Cuando eso me ocurre me hundo en el silencio por no saber qué decir o cómo decirlo.

Sin embargo, el silencio a veces lo dice todo (cuando no estoy escribiendo, por supuesto), en ocasiones es una dulce sensación de quedarme sin palabras cuando una frase me sorprende y busco decir algo, pero nada se me ocurre, y resuena esa frase en mis oídos y me silencia sin remedio. Numerosas veces el silencio tiene magia, por ejemplo dos que se miran y se callan, se lo dicen todo sin decir nada y en el silencio hasta acercan sus labios… los mejores besos muchas veces han sido precedidos del silencio, creo que muchos de ustedes lo saben.

Hoy es viernes, para mí el viernes siempre ha sido un día especial y por eso las tardes de viernes invariablemente fueron tardes de no querer hacer lo de siempre, son tardes de escaparse, salir a pasear, contemplar el mar, conversar sobre cosas diferentes, encontrarse con amigos... Las tardes de viernes eternamente deberían ser de sonrisas, de caminar sin prisas, de ser uno mismo, de olvidarse de todo menos de alguien, de observar las nubes, de sentir, sobre todo son tardes de sentir y de vivir. ¡Diablos! No sé por qué siempre he pensado eso.

Sin embargo, en esta tarde de viernes no sé qué voy a hacer y me siento frágil como el cristal. Curioso porque siempre me creí de piedra y creía que nada podía desestabilizarme… y hoy siento que cualquier golpe me podría quebrar. Hoy soy fragilidad, igual que una hoja seca a punto de caer del árbol o una carta escrita que se ha caído al agua y alguien la recoge ya mojada… algo que con solo tocarlo se rompe. Y luego dicen que soy dura, aunque para ser franca si lo soy, aunque en este instante me sienta diferente. Y no sé por qué. No me ha ocurrido nada malo. Físicamente me siento bien. En fin, ya se me pasará.

Mejor hablemos un poquito de la vida y de mí. Bueno, eso de hablar de mi no me gusta mucho, realmente lo hago poco, pero lo haré ahora.

Amo la vida. Me gusta vivir, sentir como aumenta la adrenalina en mi sangre cuando hago locuras, desafiar el peligro, gozar del amor, amar sin límites y con pasión, hacer lo que me da la gana, me gusta la cerveza o un buen ron, odio cuando a las 6 de la mañana suena el maldito despertador, soy muy desconfiada y no soporto las personas hipócritas y falsas. Puedo repetir en un día mil veces la palabra odio porque odio las mentiras, las sopas, las malas películas, la gente sin personalidad, la mediocridad… ¡Ah! Pero también adoro muchas cosas: los dulces, las pizzas, los helados, las películas de amor y las buenas comedias cuando no quiero pensar, los amigos… nunca me olvido de alguien que he querido de verdad.

En múltiples ocasiones intento deshacerme de mis impulsos, pero en un sinnúmero de ellas hablo y luego pienso (eso resulta fatal muchas veces). Por cabeza dura he perdido algunas batallas pero he ganado muchísimas. En realidad no sé si está bien o mal mi forma de actuar, pero la verdad es que me va muy bien con ella. Prefiero amar y sufrir, que sufrir por no haber amado nunca. Y me encanta compartir porque al compartir crezco, mis penas compartidas disminuyen y mis alegrías se duplican. No me gusta que me halaguen demasiado y no me importa que me critiquen.

Soy una romántica empedernida, soñadora, me gusta perderme en mi mundo de sueños, soy una eterna adolescente no importa la edad que tenga, me gusta la gente sencilla. Adoro la música y la sinceridad. Vivo por amor porque vivir por amor es tocar el cielo, es sentir como el corazón late apresuradamente anunciando que estoy viva.

Mis mayores alegrías ocurrieron cuando a mi vida llegó un lucero y una estrella, mis dos hijos, mi razón de vivir, de soñar, la razón de todo… Cuando los vi por primera vez lloré de felicidad y sentí que mi vida tenía un nuevo sentido… Ahí empezó realmente mi vida, vinieron trasnoches (y no de juergas precisamente), miedos, dedicación, pero sobre todo la alegría, la chispa de la vida más fuerte que nunca y el calor del hogar.

En la vida también nos toca pasar por momentos muy difíciles y malos, a todos nos pasa, nadie escapa de eso. Sin embargo, la vida es bella y es un regalo. Por eso tenemos que dar gracias todos los días por despertar. Vivir, es saber perdonar una ofensa, es besar con pasión a quien nos ama, es contemplar y disfrutar la alegría de un niño, escuchar al adolescente aceptando sus inquietudes sin protestar, es comprender al amigo ante la adversidad, es vibrar y sentir, es amar y gozar, es observar y superar, es dar y aceptar, es comprender que nuestro tiempo es lo único que poseemos para realizar plenamente nuestro ser.

Por eso tenemos que disfrutar cada momento, proponernos vivirlo intensamente sin el bagaje angustiante de lo que haya pasado y poner toda nuestra energía en el hoy. No más angustias, ni críticas, ni acumular penas, simplemente vivamos hoy. El ayer está muerto y el mañana es un misterio... oír una palabra de cariño hace tanto bien a la salud, soñar es preciso, el juzgar ajeno no es importante lo que realmente importa es la Paz Interior.

Sonrío aunque la vida me golpee, aunque no todos los amaneceres sean hermosos, aunque se me cierren algunas puertas. La vida es un regalo pero no todo es perfecto. Asimilé que el tiempo pasa, que las arrugas salen, que los pechos se caen y que la belleza no es lo más importante.

Me gustan las tardes tranquilas, saltarme las reglas y no seguir una misma rutina todo el tiempo. A veces puedo ser muy tímida, otras en cambio puedo ser la más lanzada. Odio los lunes y me encantan los viernes como ya dije. En cualquier momento puedo ser la persona más odiosa que conozcas y a las pocas horas la más encantadora. Mis sonrisas te pueden encantar, pero algunas personas que conozco dicen que tengo miradas que casi matan. Cuando decido hacer las cosas voy hasta el final.

Me gusta la gente que cuando habla mira a los ojos, la gente sencilla, sin artificios, que no se cree superior a los demás, con la cabeza en su lugar, con idealismo en los ojos y los pies en la tierra, en la realidad. Gente que ríe, llora, se emociona con una simple carta, un poema, una llamada, una canción, una película, un libro, un gesto de cariño, un abrazo. Que sonríe de forma natural al hablar y la que se detiene a escuchar, que ama y tiene nostalgias, que le gustan los amigos, cultiva flores, ama a los animales y admira los paisajes, la naturaleza.

Gente de gestos sinceros y alma serena. Que tiene el valor de reconocer sus limitaciones y sus propios errores, a la que no le tiembla la voz cuando pide perdón humildemente, la que da amor, ternura y entendimiento aunque las circunstancias la hayan dejado sin corazón.

Y con la gente que me gusta me dan las claras del alba compartiendo madrugadas, palabras, risas, música y penas. Con la gente que me gusta, alrededor de una mesa, cualquier trago es un poema y cualquier charla una locura.

Cielos!!!! Y eso que mis palabras estaban encarceladas. Cuando me senté aquí no tenía ni idea de lo que iba a escribir. Si las palabras llegan a haber estado sueltas, libres… no quiero ni imaginar lo que hubiera hecho.

Buen fin de semana a todos. Los quiero.