Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.

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miércoles, 13 de junio de 2018

Es un honor ser tu mamá, mi linda princesa


(Esto lo escribí hace unos días pero he estado tan ocupada con la graduación que no lo había publicado pero es algo que me llena de orgullo y que escribí llena de emociones. En este sitio yo he compartido con ustedes alegrías, en ocasiones mucho dolor, otras veces reflexiones y mucho amor. Por eso no podía dejar de compartir este gran acontecimiento con ustedes. Este orgullo tan grande que me invade).

He logrado muchas cosas en la vida, pero en verdad mi mayor logro han sido mis hijos, porque son lo que cualquier madre desearía. Hay hijos que superan en mucho a sus padres y ellos están en esa maravillosa categoría. Hace cuatro años viví momentos muy parecidos a los de hoy, cuando mi hijo mayor se graduó en la Universidad. Hoy mi hija, mi linda princesa, acaba de graduarse también.
Hijita, hoy viene a mi mente el día de tu nacimiento, llegaste para completar la dicha de tu padre, de tu hermanito y la mía. No hay palabras que puedan expresar esa felicidad. Y ahora tampoco tengo palabras para describir la emoción y el orgullo que siento. He sido testigo de todo el sacrificio, el esfuerzo, la voluntad que has tenido a lo largo de estos cinco años para lograr esta extraordinaria realidad de hoy.
Con mi alma convertida en un torrente de emociones, te escribo estas letras para expresarte lo orgullosa que me siento de ti. Siempre supe que serías capaz de alcanzar tus objetivos y de realizar tus sueños, simplemente porque eres inteligente, persistente y resuelta; porque tienes valores y principios que te sirven de base sólida para mantenerte firme, aún, en las circunstancias más difíciles en que te ha puesto a prueba la vida, proporcionándote la maravillosa oportunidad de crecerte como persona.
Fuiste siempre una niña alegre, cariñosa y a veces un poquito mal geniosa, pero eso sabemos de dónde viene. En tus años de adolescente tuvimos algunos encontronazos e incomprensiones y todavía en ocasiones los tenemos, pero es que el camino del adolescente es difícil de transitar y también es difícil la labor de ser madre. Afortunadamente estos años han concluido y ya eres toda una mujer, hermosa, buena, honesta, cariñosa, excelente ser humano y ahora toda una profesional. Eres tal cual como se te ve, pero sin que te falte ese recio carácter que heredaste un poco de mí, solo que lo sabes administrar con mesura.
Has llegado al final de un camino al que no todos llegan, te has dedicado con voluntad y sacrificio y ahora cosechas los buenos frutos de tu esfuerzo. Sé que la vida seguirá corriendo, pero nunca olvides que te quiero mucho y que te apoyaré siempre.
A partir de ahora ya nada será como antes, se acabaron los días de escuela dejas atrás mucho de ti, muchos recuerdos que en los años venideros en ocasiones serán motivo de nostalgia y añoranzas. En esas aulas quedaron atrapados los mejores años de tu vida, años de esfuerzo, de disciplina, de sueños y esperanzas. Hoy, princesita linda, has marcado con esta fecha un cúmulo de experiencias que pasarán al inventario de tus recuerdos, por la complejidad de lo vivido y de lo que has aprendido.
Ni en los momentos más complicados te apartaste de tu sueño, y hoy finalmente se cumplió. Hoy te recibes como profesional y empiezas una nueva etapa que sin dudas será excelente porque te has convertido en una gran mujer. Hoy sales de la Universidad convertida en una joven fuerte, que ha de enfrentar retos difíciles, tentaciones… pero tengo la certeza de que siempre escogerás el buen camino.
Me has llenado de orgullo, me constan todos los esfuerzos realizados por alcanzar la meta. Tantos días de lucha constante tienen ahora su recompensa, felicitaciones por tu graduación mi Licenciada en Cultura Física. Tú misma creaste los caminos para que el triunfo llegara por la puerta grande.
Pero recuerda que todo no termina aquí, al contrario la vida continua y tal vez para llegar a otras metas vengan tiempos difíciles, con aciertos y desaciertos, pero no temas, solo tienes que saber campear esos temporales con sabiduría, paciencia e inteligencia. Ya tienes las armas necesarias para poder aprovechar las oportunidades que te de la vida y seguir superándote como persona.
Decirte que estoy muy feliz y que siento mucho orgullo de verte ya convertida en una joven preparada, juiciosa y segura de ti, es poco. Admiro en ti la constancia, eres cabal en tus opiniones y conceptos. Me alegra haberte visto caminar este sendero que terminas y ver el que apenas comienzas. Yo sé que me he equivocado en muchas cosas en la vida, tu quizás hayas sentido que no siempre fui justa o que no me comporté como hubieses querido, pero ya te dije que no es fácil la tarea de ser madre y a pesar de los errores que yo haya cometido espero estés segura de que en mi andar de madre solo buscaba y deseaba mostrarte el mejor camino y creo que lo logré.
Que se cumplan todos tus sueños y logres todas tus metas, también serán míos. En tu andar como profesional recuerda siempre que “El hombre es su medida”, si piensas en grande serás grande y si grabas en tu mente “yo puedo”, de seguro podrás. Nada es grande si no es bueno y nada es verdadero sino es permanente. Nunca has sido mediocre, ahora menos que nunca puedes serlo. La puerta que se te abre ante ti muestra el camino a tu destino, depende de ti como lo transites, da pasos seguros y con pisadas fuertes, con la plena confianza que estaré a tu lado siguiendo tus huellas y que serán a su vez las que dejes a tus hijos.
Sigue adelante que vas muy bien. Que la alegría y la buena suerte siempre sean un factor constante de ahora en adelante. Una carrera finaliza. La misma te dará un lugar en la sociedad. La instrucción recibida te hará brillar más de una vez. Pero nunca olvides que son nuestros valores, los que siempre nos guiarán a puerto seguro. Por alta que sea tu cumbre que la humildad y el amor por tu familia sean cosas que prevalezcan siempre en tu vida porque ellas te acompañarán aun cuando las cosas vayan mal.
Gracias mi amor por esta felicidad que me das, por el orgullo y admiración que me provocas que de tan grandes no me caben en el cuerpo. Gracias por ser quien eres, un ser humano increíble. Me siento muy, muy orgullosa de ser tu madre, hemos vivido demasiadas situaciones complejas y maravillosas que me dejan ver que eres como siempre supe que serias, una buena hija, hermana, amiga, y un ser humano muy especial. Aprende de los buenos ejemplos, escucha a los demás con atención y respeto… pero siempre atenta, porque como dice el refrán no todas las nubes llevan agua.
Hijita de mi corazón, de más está decirte que alabaré tus éxitos y sufriré si en algo fracasas pero si ocurre estaré ahí para extender mis manos y ayudarte a levantar. Tus responsabilidades serán mayores, por esa razón deberás reflexionar antes de actuar, y siempre medir las consecuencias de tus actos.
Tu logro es nuestro logro. Te amo más allá de todo. Pero la profundidad de mi amor sólo la comprenderás el día en que te comiencen a llamar mamá. Gracias por tu esfuerzo y entusiasmo, por honrar nuestro apoyo y confianza. Estamos muy orgullosos de ti... El mejor regalo que puedes darte hoy y todos los días de tu vida es creer en ti.
No diré nada más, porque seguiría enrollándome en una madeja de palabras, terminaría repitiendo frases trilladas y omitiría otras estrujadas en mi corazón. Solo me resta pedirte que aunque llegues a lo más alto en tu profesión nunca dejes de abrazarme y mimarme como lo haces hoy.
Gracias a Dios por permitirme estar a tu lado y disfrutar de tantos momentos hermosos, que muchos me dejaron simplemente sin palabras, a mí, te imaginas. Yo te admiro mucho mi chiquita. ¡¡Gracias, hijita de mi alma!! Por premiarme con tus logros y con tu amor. Mi adorada niña bonita siente siempre el calor de mi abrazo y mis besos llenos de orgullo. Es un honor ser tu mamá, mi linda princesa.
Con todo mi corazón, Te amo. Mamá.




martes, 8 de mayo de 2018

UNA MUJER QUE GRITA ¡SOCORRO!


Hace unos meses me encontré con una amiga que hacía varios años no veía. Después del saludo y la alegría de volvernos a encontrar nos sentamos a conversar. Todo fluyo normal, con las clásicas preguntas de ¿cómo te ha ido?, ¿qué hacen los muchachos?, ¿y tu marido?… Nosotras siempre nos llevamos bien y confiábamos una en la otra, por lo que nos contábamos muchas cosas, y eso a pesar del tiempo no cambió, porque después de un rato hablando, muy apesadumbrada me dijo que no estaba conforme con su vida, que ya no se reconocía. Eso me preocupó y mientras siguió hablando la observé detenidamente y realmente no parecía la misma persona. Continuamos conversando y me dijo que estaba aplastada por la rutina del día a día. Que ella toda la vida se había levantado con una sonrisa y prometiéndose que el día sería mejor que el anterior y que ya no sabe desde cuándo no es así.
Yo me sentía consternada por lo que estaba escuchando. Cabizbaja continuó diciendo que con sus 48 años se siente de 90, que dejó de luchar por sus sueños hace años, que no recuerda ni siquiera en qué momento ocurrió. Que en los últimos años siempre ha estado desesperada por el tiempo porque no le alcanza para todo lo que tiene que hacer y por eso comenzó a dejar de hacer cosas que le gustaban. Primero dejó de ir a la peluquería, después dejó de hacer ejercicios, dice que no sabe qué tiempo hace que no se sienta a leer un libro (algo que le apasionaba), también dejó de reunirse con sus amigas para charlar, pasear o simplemente beberse una cerveza entre risas, en fin, dejó de hacer innumerables cosas que le encantaban y le daban felicidad. El dinero lo emplea solo en las cosas de la casa y en los eventos familiares, y todo su tiempo también.
Yo no pude escuchar más. Perdí la paciencia, me levanté y le dije casi a gritos “¡Qué te pasa! Porque de vez en cuando te tomes un tiempo para ti, para hacer lo que te gusta, para reunirte con tus amigas, para leer un libro, para lo que se te ocurra no significa que los desatiendes ni que los quieres menos, y la casa tampoco puede llevarse todo tu tiempo porque le saques un poco el pie no se va a venir abajo. Tus hijos y tu marido tienen que entenderlo, ellos saben que los amas más que a nada y abusan, pero ¿cómo te pueden valorar si tú no te valoras a ti misma?”
Callé de repente temiendo haber lastimado sus sentimientos, pero con la certeza de que había dicho lo que debía. La rabia me roía por dentro. Hace muchos años la conozco y es cierto que no es la sombra de lo que era antes. Es cierto que con la adultez vienen también otras obligaciones, el trabajo, la casa, los hijos. Queremos cumplir con todo y lo hacemos. El trabajo porque es nuestra realización personal o simplemente por razones económicas y la familia porque es tan importante en nuestra vida y los queremos tanto que nos parece poco todo lo que hacemos por ellos.
A nosotras se nos va la mano en facilitarles la vida. Queremos darles tanto y que no pasen trabajo que en nuestro día a día solo empieza a haber espacio para sus necesidades y vamos dejando de lado las nuestras. Los hijos comienzan a abusar y se vuelven egoístas, sólo les importa lo que quieren y necesitan. Dejan de valorar a esa persona que les dio la vida y que está dispuesta a sacrificarlo todo por ellos. Y con la pareja pasa lo mismo, como también está inmersa en su trabajo lo único que le preocupa es llegar a casa y que todo esté en orden y que los muchachos tengan todo lo que necesitan. También se le olvida que la persona que trabaja, limpia, lava, cocina, cuida de los hijos, atiende las tareas, en fin, esa persona que les hace la vida cómoda y llevadera, tiene derecho a tener un poquito de tiempo para ella. Y no se dan cuenta cómo se va marchitando a su lado, que ya no es la misma persona de la que se enamoró sencillamente porque ya no tiene vida propia vive en función de toda la familia.
Pasó un largo rato sin que ninguna de las dos dijera una palabra.
Luego continuó diciendo que yo tenía razón que ya no la consideraban y que ella misma se lo había buscado. Que su marido muchas veces ni se molestaba en decirle que tenía una reunión y que iba a llegar un poco más tarde. Que su hijo de 14 años no la obedecía; el de 18 años decía que era ridícula y que la hija de 16 años sólo la busca cuando necesitaba algo. Todo el tiempo eran solicitudes de sus deseos y quejas de lo que no había podido hacer. Que ya ella no podía más porque no reconocía en ella a la mujer que siempre fue llena de sueños, de ilusiones, alegre… Ya no era la que sonreía sin razón, que contaba chistes para hacer reír a los demás, que todo el día cantaba aunque no tuviera talento, que hablaba sin miedo, que se sentía hermosa, feliz, que compartía con sus amigas, que se pasaba horas leyendo un buen libro… sus alegría y momentos de felicidad ahora se habían suscrito sólo a los momentos en que ellos eran felices y se sentían complacidos. Que ninguno de ellos notaba que allí había una mujer que en su interior gritaba: ¡Socorro!
Ambas volvimos a quedar en silencio. Al rato le dije que ella tenía que cambiar y reconsiderar algunas cosas porque de la manera en que estaba no era feliz. Y para poder seguir amando a su familia y dedicándole su vida, lo primero que necesitaba era sentirse bien consigo misma, volver a ser una mujer feliz, sin sentirse presionada por todo y por todos. Estuvo de acuerdo y me dijo que iba a cambiar algunas cosas en su vida, que ya lo había decidido porque ella amaba a su familia pero no podía seguir sin existir.
Ha pasado algún tiempo, hemos hablado en ocasiones por teléfono y hace una semana la volví a ver y les juro que la mujer que vi ante mí era muy diferente a la de aquel día. Había un brillo distinto en sus ojos, solo me abrazo y me dijo que ahora era muy feliz, que su trabajo le costó pero que al final todos entendieron que necesitaban cooperar en la casa para que ella pudiera tener un tiempo para ella. Y que desde entonces todo funciona sobre ruedas ella ha vuelto a la peluquería, a hacer ejercicios en casa, a pasar el domingo unas horas con sus amigas, a tomarse unas horas para leer un libro…
Amigas, si se han visto reflejadas en estas líneas, mírense en un espejo y díganse a sí mismas a quien ven. Si de pronto se encuentran añorando a la mujer que fueron antes y sienten que la fueron sepultando lentamente, simplemente pregúntense: ¿Les gusta esta mujer que ven o añoran volver a ser la que eran antes? Nunca es tarde para cambiar; tarde sería si mueres.
Cuando formamos una familia, nos adentramos a un mundo lleno de responsabilidades. La pareja, los hijos... El gato, el perro... La casa, las compras, el trabajo, la limpieza, las camas bien tendidas, el orden... Podemos ocuparnos de todo, pero entre una cosa y la otra también dedicarnos un tiempo para nosotras. Está bien ser mujeres responsables, pero no en exceso. Al menos no tanto que nos acabemos perdiendo nosotras mismas. Recuerda que te olvidas de ti misma cuando todo el mundo es más importante que tú: “no importa qué necesites, qué desees, qué quieras, los demás están primero”.
A veces nos convertimos en una mujer que se mueve con amor, con sensibilidad, con vocación, pero que dejó lentamente que todo la supere; y se quedó allí, en ese lugar, viendo pasar la vida de los otros, que se olvidó de sí misma. Y lo más triste es que los que amamos y por quien lo hacemos y sacrificamos todo, ni siquiera lo notan.
Reconocemos que ya no somos las mismas y añoramos a esa mujer que perdía horas arreglándose el cabello y que usaba mascarillas para lucir espléndidas, maquillajes intensos que mostraban a una mujer sensual y atractiva, escotes, pantalones ceñidos, tacones que endurecían nuestras piernas al andar... pero de pronto un día nos encontramos recordando a aquella mujer y sentimos que la fuimos sepultando lentamente. Presenciamos su lenta agonía y no hicimos nada para revivirla.
Tenemos que traer de vuelta a esa mujer y hacer que diga: ¡¡Presente!! Todos los días. Que haga sentir que ella importa y eso no significa ser egoísta... Intentemos recuperar a esa mujer bella que nos hacía sentir seguras, desterremos las culpas y si el desayuno, el almuerzo, la merienda o la cena se demoran un poquito porque estamos poniéndonos lindas, pensemos que ese cuidado de nosotras mismas, esa dedicación, ese amor serán la medicina mágica que hará que nuestra autoestima crezca. Si nuestra autoestima no está bien, nada está bien en nuestra vida, y por ello dejamos que otros nos desvaloricen o nos desprecien.
Para amar a los demás, primero tienes que amarte a ti misma, nuestra persona refleja quienes somos y no depende si tengo un vestido caro o el pantalón de moda, la verdadera esencia se trasmite desde nuestra alma... de hoy en adelante te invito a quererte un poco más, tomate unos minutos para ti, ¡TE LO MERECES!!!... Haz lo que te gusta, lo que te motiva, lo que te hace feliz y de esa manera te levantaras con más ánimo, con más ganas, con una sonrisa cálida, con ilusiones como antes...
A partir de hoy, todos los días párate ante un espejo y di: Sí… Tengo otro amor que me llena completamente… Y ese amor soy yo.
Amigas nunca olviden que nadie nos amará ni nos valorará, si no nos amamos y valoramos nosotras mismas. Esa familia a la que tanto amamos y que le damos lo mejor de nosotras, nos verá con otros ojos, nos considerará y respetará más cuando vea que además de atenderlos y cuidarlos también somos capaces de tener nuestro propio espacio.
Dejarán su egoísmo para valorarnos y amarnos mucho más. Y solo entonces seremos verdaderamente felices y capaces de dar más amor.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Hijo, el único ser que se ama más que a uno mismo

Desde el momento de la concepción de un hijo llegan las preocupaciones. Con el paso del tiempo, éstas se transforman, ajustándose a cada etapa de sus vidas. Una vez leí la frase: “uno no sabe qué es el miedo hasta que tiene un hijo”. ¡Y qué verdad más grande! Es un miedo que se te mete en el cuerpo, que casi te paraliza la respiración sólo de imaginar tantas cosas. Pero también es verdad que cuando nace un hijo es que conocemos la satisfacción plena, el orgullo, la ternura, el amor sin límites… Supongo que por eso muchas repetimos, ¿no?
Todos los momentos de la vida de nuestros hijos son de invaluable importancia. Por eso, es necesario crecer con ellos, porque a ser padre nadie aprende antes de serlo. No hay cartilla, ni manual que te iluminen al respecto; tan solo las experiencias de otros, los valores heredados de nuestros padres y el incalculable amor que despierta en nuestro ser ese hijo.
Sin embargo, por muy juntos que estemos ellos crecen independientes de nosotros, como árboles murmurantes y pájaros imprudentes. Crecen sin pedir permiso a la vida, con una estridencia alegre y, a veces, con alardeada arrogancia. Pero no crecen todos los días, de igual manera, crecen de repente. Un día se sientan cerca de ti en la terraza y te dicen una frase con tal naturalidad que sientes que no puedes ponerle más pañales. Crecen en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil.
Yo he criado a mis dos hijos, por eso sé muy bien lo difícil que es criar niños pequeños. Y como lo sé, les digo que a veces está bien llorar, gritar de desesperación, desmoronarse a las 5 de la tarde cuando tus hijos te están empujando a todos tus límites. Y entonces, hay que respirar, esconderse en el baño unos instantes si es necesario y reírse de la locura que es nuestra vida. Y después acariciarlo, besarlo… porque eso nos dará momentos de felicidad en ese día, que de otra forma solo sería loco y caótico.
Quisiera que todos los padres de familia entendieran que la infancia de nuestros hijos es muy corta y valiosa. El tiempo que puedan pasar con ellos, cuidarlos, alegrarse, abrazarse, escuchar y ser sus protectores es corto. Ser madre puede llegar a ser un dolor de cabeza, pero un dolor que vale la pena, cuando ves la recompensa. Lo sé por experiencia propia, porque vivo orgullosa de mis hijos y no me importa todo lo que he luchado para llegar hasta aquí, ni me importan los inconvenientes ni obstáculos que he tenido que pasar.
Lo más difícil y doloroso no es el parto como muchos piensan. Ese simplemente es el comienzo de nuestra vulnerabilidad porque el dolor y el miedo nos traspasan cada vez que se enferman y los vemos indefensos, en peligro… rogamos y esperamos con desesperación que las medicinas hagan efecto lo antes posible… Y ni qué decir cuando estamos lejos de ellos, si estamos fuera de casa, en el trabajo, en una reunión o en una fiesta, a cada instante nos vienen a la mente y pensamos “qué estarán haciendo”, “estarán bien”, “diablos, estoy loca por irme a casa”… y ahí es donde tenemos que endurecer el corazón para no abandonarlo todo y salir corriendo junto a nuestros críos para asegurarnos que no corren ningún peligro… porque si no lo hacemos nos sería imposible trabajar, estudiar, divertirnos, en fin, vivir.
Y cuando crecen… no dejamos de preocuparnos, todo lo contrario las preocupaciones son mayores porque ya están fuera de nuestro círculo protector y entonces suplicamos a Dios todos los días que no les pase nada malo, que sepan tomar las decisiones correctas, que en sus estudios o trabajos salgan adelante y puedan labrarse un futuro merecedor de personas honestas y dignas, que encuentren un amor sincero que los llene de felicidad… Y si escuchas que algo malo pasó, un accidente o cualquier tipo de tragedia, entras en pánico pensando si por casualidad estaban allí. En fin, todos esos miedos superan a cualquier otro. Tener hijos nos cambia la vida totalmente, las heridas del parto sanan pero convertirnos en madre nos abre una herida sentimental tan grande que nos convierte en seres vulnerables para siempre.
Los hijos crecen. ¡Y crecen rápido! Van y vienen; cambian de amigos, de novios, de gustos e intereses. Usan el cabello largo, corto, rubio, negro; ropa formal, informal, grande, más estrecha; accesorios, perfumes; prueban dietas, cosméticos; trabajos, estudios. Siempre se están moviendo. Y tú eres la que los mira mientras ellos despliegan sus alas. Agazapada, en una esquina de la casa, ves como la vida los saca puertas hacia fuera.
Maldita sea, el tiempo pasa muy rápido. La infancia de mis hijos yo la disfruté con ellos a pesar de los trabajos y problemas que siempre lleva esa etapa consigo. Pero añoro esos tiempos. Sus días de infancia se han escapado de mis manos demasiado rápido y en muchas ocasiones, me sorprendo extrañando sus juegos, sus risas, sus pataletas, los juguetes regados y la falta de sueño, y esto hace que entre en pánico.
¿En qué momento pasó tanto tiempo? Parece que fue ayer cuando jugaba con ellos en el piso, los ayudaba con sus tareas mientras cocinaba, colgaba sus ropas, recogía sus cuartos llenos de juguetes por doquier… un parpadeo y ahora son ellos quienes recogen sus cuartos, hacen sus tareas sin pedir ayuda, cocinan y hasta se lavan sus ropas, y en ocasiones las mías. Parece como una película que he visto muy deprisa.
Crecen tan rápido que sin darte cuenta de repente estás allí, en la puerta de la discoteca, esperando que él o ella no sólo crezca, sino aparezca. Pasó el tiempo del piano, el baile, el inglés, la natación y el karate. Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas. Se van a vivir con sus parejas o fuera del país. Buscan mejores horizontes en dónde extender sus alas, alcanzar sus sueños, proyectarse, construir sus propias familias, desarrollarse profesionalmente. Llega el momento en que sólo nos resta quedar mirando desde lejos y rezando mucho (si habíamos olvidado cómo hacerlo lo recordamos y si no sabíamos del tiro aprendemos) para que escojan bien en la búsqueda de la felicidad, y que la conquisten del modo más completo posible.
Cada mañana mientras me baño acaricio la cicatriz que me dejaron las cesáreas y sonrío de satisfacción, comprendo que a partir de ese instante ¡sí! estoy completa. Mi cuerpo pasó de ser un modelo de lujo a una maquinaria perfecta creadora de vida. Aprendí a quererme a otro nivel. Reconozco que ser madre no es nada fácil pero decididamente es maravilloso.
Mis “bebés” han crecido demasiado rápido, mi hijo mayor ya terminó la universidad y trabaja; mi hija esta en cuarto año de su carrera, con un parpadeo ya será otra profesional. Hoy sé que he realizado una buena labor como madre, aunque he tenido aciertos y desaciertos como le ocurre a todas, pero el resultado me dice que lo he hecho bien.
Por un hijo se ríe y se llora, se ama y se odia, se mueve el mundo e incluso se mata… porque un hijo es el único ser que se ama más que a uno mismo. Es increíble, como los hijos son nuestra mayor fortaleza y al mismo tiempo nuestra mayor debilidad. Por ellos enfrentamos al mundo y sin ellos el mundo no existe.
Mis hijos son mi vida, mi orgullo, mi sol, mi risa, mis ganas de despertar cada día… a pesar de los miedos que sufro por ellos.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Ver a nuestros hijos crecer



Cuando nuestros hijos son pequeños, lo que más deseamos es que crezcan rápido para que no sean tan dependientes de nosotros y podamos tener por lo menos unos minutos respiro. Y creemos que esperar a que crezcan será un largo camino, pero la realidad es que crecen más rápido de lo que uno piensa, y terminamos queriendo que vuelvan a ser niños como antes. 
Todas disfrutamos viendo crecer a nuestros hijos y viendo cómo se hacen cada día más y más independientes. Sin embargo, el sentimiento viene acompañado de otra cara: una sensación de la que no se habla. Nuestros hijos, desde que nacen, se va preparando poco a poco para ir separándose gradualmente de nosotras. Cuando nacen se alimentan a través de nuestro pecho, hasta que un día empiezan a comer alimentos sólidos por sí mismos. Meses después aprenden a andar y ya no necesitan nuestros brazos para desplazarse. 
Cada hito en la vida de nuestros hijos representa un paso en su crecimiento y en su camino hacia la autonomía: empiezan a comer, caminan, dejan los pañales, empiezan el jardín, se atan los cordones de los zapatos, se les caen los dientes de leche, van a la primaria y así sucesivamente en una escalera ascendente de logros que van marcando, para los padres, pequeñas pero grandes despedidas. Todos estos pasos, entonces, tienen dos caras diferentes: el orgullo y la alegría de verlos crecer, y la nostalgia de los tiempos que pasaron y ya no volverán.  
Ver crecer a nuestros hijos nos llena de sentimientos encontrados. Por un lado nos llena de orgullo, y en ocasiones resulta liberador para nosotras, como madres, ver que poco a poco van ganando mayor autonomía y nos demandan menos atención. Pero verles crecer también es doloroso, y exige una gran generosidad por nuestra parte para no entorpecer el proceso. Tenemos que confiar en la fuerza de su alma para hacer su propio camino.
Lo cierto es que un día los miramos y nos damos cuenta de que el tiempo ha pasado muy rápido, que ya no son los niñitos que siempre pretendemos ver y se presentan con problemas normales de su edad. Muchas veces no queremos aceptar que ya quieren tener su propia vida, y se nos hace difícil admitir que alguien entrará en su vida, alguien extraño para nosotros que se convertirá en el centro de su vida y que poco a poco se irán independizando, dejándonos una sensación de vacío. 
Muchas veces me pierdo en mis pensamientos recordando cuando eran pequeños… al llegar la noche, los llevaba a sus cunas, cogía sus manos y me quedaba observando como sus ojos se cerraban mientras su respiración se iba acompasando, hasta que se quedaban profundamente dormidos. Me quedaba contemplándolos un rato y en ocasiones llegaba a sentir envidia de los muñecos que reposaban junto a ellos en la cuna porque durante la noche ellos disfrutaban del calor de sus pequeños cuerpos y estaban al abrigo de esas diminutas manitas.
¡Qué rápido crecen los niños!... El tiempo parece pasar a toda velocidad cuando tenemos hijos. Un día abres los ojos y estás con contracciones de parto, otro día el bebé hace su primer gorgojeo y otro ya le estás acompañando en su primer día de colegio. La crianza es difícil, son tantos los sinsabores como las alegrías y al menos un par de veces llegas a pensar “ojala crezcan pronto”... Y crecen, y de repente entiendes lo mucho que extrañas su preciosa infancia, lo poco que te duró.
Cuando eran adolescentes y los veía dormir a veces me venían a la mente aquellas cunas que al principio parecían inmensas porque sus cuerpecitos se perdían en ellas y como al poco tiempo ya agotan prácticamente su espacio, y cuando menos me lo esperé se le habían quedado pequeñas. La infancia es una época maravillosa, pero pasa deprisa, muy deprisa. Por eso es importante aprovechar cada momento que tengamos con nuestros hijos cuando son pequeños es fundamental no sólo para ellos, sino también para nosotros porque esos recuerdos nos acompañarán por siempre.
Es cierto que muchas veces los niños nos hacen perder la paciencia o nos eleven el nivel de estrés, pero también nos dan momentos tan especiales que son impagables: su primera sonrisa, cuando por primera vez dicen “mamá”, el abrazo de sus pequeños bracitos, sus ocurrencias cómicas, su carita mientras duermen plácidamente...
Cuando mis hijos eran pequeños recuerdo que a veces estaba tan cansada que deseaba que llegara la noche rápido para que al dormir me dejaran descansar un rato. Al llegar la noche con el sueño desaparecían sus risas y llegaba ese silencio tan ansiado a lo largo del día, sentía un alivio porque estaba realmente agotada. Sin embargo ese silencio era extraño, inquietante, porque era el silencio de su ausencia. Y a pesar de que en esos momentos recuperaba mi espacio en el sofá, el control del mando a distancia, volvía a ser dueña de mi tiempo… mientras trataba de disfrutar de esa inusitada libertad a la vez extrañaba esos besos de chocolate o helado, discursos ininteligibles y juguetes voladores.
En la noche tenía una sensación de paz muy extraña porque me faltaba algo. Me faltaban ellos porque dormían y en ausencia de ellos la realidad pierde su magia, ese halo de luz que envuelve todo lo que tocan. En medio de aquel silencio y aquella paz miraba a mí alrededor y solo veía juguetes huérfanos y una casa sin vida. Y entonces no podía evitar desear con ansias la llegada de otro nuevo día.
Hoy han crecido y de los pequeñitos que me alegraban y me hacían sonreír cuando aún los podía sostener en mis brazos, ya no queda ni la sombra. Se han convertido en jóvenes y cuando llega este momento nosotras, las madres, necesitamos soltar esa parte maternal que tiende a ser demasiado protectora, ansiosa, dominante y controladora. Después de todo, tenemos que ser conscientes que esos seres no nos pertenecen… han nacido a través de nuestro cuerpo, pero eso no significa que sean de nuestra propiedad.
¿Qué no es fácil? ya lo sé... a las madres nos cuesta soltar, y como madres nunca dejaremos de luchar por ellos, pero llega un momento donde nuestros hijos necesitan marcharse para hacer su propio camino y tenemos que aprender a “dejarlos ser”, tenemos que confiar en la fuerza y capacidades innatas de sus almas para resolver los asuntos que encontrarán durante su camino por la vida.
Y nosotras continuaremos rememorando, con nostalgia, sus primeras semanas de vida, sus años de infancia, sus travesuras, sus logros… y descubrimos que prácticamente solo recordamos los buenos momentos. ¿Es el miedo a perderlos? ¿El dolor de saber que cada vez somos menos necesarias para ellos? No lo sé a ciencia cierta, lo único que sé es que ver crecer a mis hijos me duele, me llena de orgullo, me da miedo, me hace feliz y me entristece. Y todo ello al mismo tiempo. Es una de las grandes contradicciones de la maternidad. 
Frente a estas sensaciones, a veces sentimos culpa y, por lo general, no las comentamos tanto como cuando se trata de compartir sentimientos positivos. Pero esos sentimientos son absolutamente normales, en la medida en que no se transformen en pensamientos continuos y obsesivos. Además, a estos sentimientos se le suma el hecho de que los hijos funcionan, en muchos sentidos, como espejos para sus padres, porque nos vemos reflejados en ellos, y el crecimiento de unos va aparejado al envejecimiento de los otros.
Lo cierto es que cuando nacen estamos deseando que crezcan un poco para tomarnos un respiro, y cuando han crecido queremos que nos devuelvan a nuestros bebés. Y ese es el gran reto también, conseguir disfrutar de cada etapa sabiendo que no va a volver, y lo que un día echamos de más, algún día lo echaremos de menos. 
Ya mis hijos han crecido, se han convertido en dos jóvenes adorables, inteligentes, buenos seres humanos, trabajadores… vivo orgullosa de ellos, son mi mayor logro pero extraño mucho a mis bebés, a esos niños risueños, alegres, que estaban prendidos a mí todo el tiempo, a veces hasta el punto de enloquecerme. Ahora que ya son adultos no se qué deparará el destino tanto para ellos como para mí.
Aún viven conmigo, pero ya no son niños y como adultos toman sus propias decisiones. En algún momento cogerán su camino y se alejarán de casa a formar sus propias familias. ¿Y qué haré? Pues solo pedir todos los días que Dios los proteja y que mis enseñanzas les sirvan para ir por buen camino, y que tengan conciencia de que mis brazos siempre estarán abiertos para que vengan cuando ellos lo necesiten, con la seguridad de que siempre encontrarán unos brazos amorosos para apoyarlos.
Pero cuando sigan creciendo y un día se marchen en mi vida ya nada será igual, porque como dije antes en ausencia de ellos la realidad pierde su magia. Tendré mucha paz a mí alrededor pero también tendré una casa sin vida. Y ya no esperaré con ansias que llegue nuevamente el día como hacia cuando en la noche ellos dormían, no, entonces mi vida estará pendiente de la puerta para verlos llegar.
Este es el sabor agridulce de ver a nuestros hijos crecer.



viernes, 12 de diciembre de 2014

FELIZ CUMPLEAÑOS, HIJITA




Hoy cumples 19 años. Es una fecha importante para ti. Con estas letras no solo quiero felicitarte, eso ya lo hice está mañana al despertarte. Pero si quiero decirte lo orgullosa que me siento de ti, y no solo a nivel académico, que sabes que lo estoy por las notas que tienes. Me siento orgullosa de quererte y de que seas de la manera que eres.
Mi linda princesa... Llegaste como la lluvia, empapando mi vida, de alegrías, sentimientos profundos, y un inmenso amor. Mi princesa, dulce, tierna, cariñosa, llena de sueños... De anhelos y preguntas... buscadora de respuestas. Mi pequeña mujercita, en camino al descubrimiento de la vida.
Soy afortunada de compartir cada día mi vida contigo y cuando se cumple un año más tomo más conciencia de lo que te quiero. Y cada año tu hermoso rostro brilla más que las velas del cake. Los cumpleaños van y vienen. Le agradezco a Dios por la fortuna de tenerte conmigo. Y le doy gracias porque permitió que un día como hoy naciera una de las más bellas flores. Las palabras no pueden expresar toda la felicidad que te deseo en este maravilloso día.
Hija de mi vida, pedacito de mi corazón, en el correr de estos años aprendí y entendí que tener paciencia es cuestión de práctica, que el único y verdadero amor incondicional es este, el amor por un hijo. Antes de que nacieras ya te amaba y sabes que verte Feliz es mi felicidad.
¡19 años! Esa edad en la que te comes el mundo, en la que sabes más que nadie, en la que no admites consejos, en la que no oyes nada, en la que estas ciega. Esa edad en la que el armario se cae de ropa y dices "no tengo", en la que los espejos están ya gastado de mirarte y verte tu misma como creces, como cambias y si estas linda... la edad de perder la cabeza por alguien, la de que cuando hay un problema que es como un charquito que se arregla solo discurriendo, para ti es un inmenso océano al que no te acercas tan siquiera por miedo.
Mi princesa, llénate de las mejores energías, respira aires de alegría, disfruta de ese ser único y maravilloso que eres, se optimista, manifiéstate a lo grande, a lo bonito, a lo bueno, a lo mejor. No tienes que demostrarle nada a nadie, solo a ti misma, aprende a diferenciar cuando eres tu y cuando estas siendo lo que otros quieren que seas, cultiva tu sencillez y naturalidad, tolera tus defectos pero intenta superarlos, aprende a asumir riesgos, a tomar decisiones y entender que equivocarse tiene sentido y es el poder aprender...
Diecinueve preciosos años. Toda una vida que se ha ido desarrollando ante mis ojos... ummm eso, no hay cosa alguna que lo reemplace. Diecinueve años en los que ambas hemos aprendido, tú, a vivir y yo a ser madre... bueno, por lo menos a intentarlo. Hasta me has enseñado cosas de mí, que ni yo misma conocía. Sentimientos que sabía que existían, pero desconocía su magnitud. Tanto tu asignatura, como la mía, son difíciles. Pero, yo creo que ambas lo estamos superando con nota. Me gusta tanto verte feliz. Eres una de las dos mejores cosas que me han ocurrido en la vida, y eso, no lo cambio por nada.
Esos 19 años, ahora tienen 365 días por delante, para hacerte madurar y volver a celebrar el próximo año, pero con una Anabel totalmente diferente... ya no se puede decir, es pequeña, o es una niña... no, es el desarrollo de ese proyecto preparado, para ser una persona madura... ese bebe, (que como todos los padres cuando nacen decimos, mi hija va a ser... e imaginamos el mejor futuro que puede existir para ese ser que tenemos en los brazos...) que me miraba con unos grandes, hace 19 años... tiene que dar ya el salto a la vida, a defenderse, a luchar, a decir "aquí estoy yo..".
Ya eres una mujer, por eso quiero que entiendas que tienes el tiempo en tus manos y cada instante es determinante, implacable y jamás retorna, que el mundo es tuyo, si confías en ti, aún cuando otros no lo hagan. Debes aprender de tus errores con actitud positiva, con lo ventajoso y lo favorable de la imperfección del ser humano, no pierdas de vista tus verdaderas necesidades, la responsabilidad de tu felicidad esta en tus manos, no en el apego a otras personas, ni a cosas materiales y mucho menos a drogas o los vicios. Aprende a ver las oportunidades, vive tu presente a plenitud, comparte con el esfuerzo, la buena actitud y buena intención, segura de que en el dialogo esta la magia de convivir con todos sus matices, que implican, aprender del otro, del respeto, la prudencia y la empatía.
Hoy tan solo te puede decir, que eres una de mis dos estrellas, a quien tengo más cerca, quien me levanta cuando caigo… a ti Anabel, te agradezco tantas cosas y te digo QUE TE QUIERO MUCHO, y que aquí estoy para que el salto a la vida, te sea más fácil porque yo estaré siempre para ayudarte... soy tu madre, quien te ha traído al mundo y quien te ha cuidado, la misma que no te va a fallar nunca... ¡Sé muy feliz hija!
La chispa de Dios esta dentro de ti y todo tiene un propósito, aún cuando tu no lo puedas ver, tienes una gran misión en esta vida, crecer, madurar, evolucionar, ser madre… dale rienda suelta a tu vida, a tus alegrías y agrega, serenidad, inteligencia y astucia, permítete volar alto, recuerda siempre tus valores, que son principios esenciales y perdurables, que tienen una importancia intrínseca en ti, son irrenunciables y fundamentales y deben guiar todas tus acciones, comportamientos y decisiones, decisiones que jamás debes tomar desde el dolor y la agresividad, ya que serán decisiones viscerales, de rabia que generaran tormentas y te alejaran de tus metas.
Hoy eres el viento, la brisa, la visitante inesperada y la eterna viajera que pasas por la vida de todos llenándonos de ti, pero jamás pasaras desapercibida, eres una chica brillante, inteligente, preparada... una dama hermosa e inolvidable para muchos.
Si hay algo en lo que deseo que trabajes siempre, es en la virtud del amor, el amor en tu corazón es un bálsamo milagroso, el amor sana, regenera, perdona y libera... Llena de luz y alegría tu vida, el amor es impulsor de cambios y la levadura para los más grandes logros. No te preguntes el por qué de cada experiencia vivida que no comprendas, más bien intenta preguntarte el para qué de eso que estas viviendo. Cada noche antes de cerrar tus ojos agradece en silencio lo infinitamente afortunada que eres, aún cuando en algunos momentos no te lo parezca y abre tus ojos cada mañana con la certeza que ese será un día excelente...
La vida de la mujer es siempre un gran reto, una maravillosa lucha desafiante ante los prejuicios, tabúes y convencionalismo de algunos observadores, las diferentes facetas de una mujer se complementan para dar forma a ese ser único e irremplazable en la vida de cada hombre y de cada hijo. Un día será esposa y madre, pero sobre todo mujer, no olvides que ser madre o esposa no implica anularse como mujer o dejar de tener una vida propia, una madre nunca dejara de ser madre, pero llegara el momento en que tus hijos se vayan y una esposa puede dejar de ser esposa, pero siempre serás esa mujer en las que has trabajado toda tu vida.
¡Tienes un boleto en primera fila para disfrutar de tu vida! Ahora tomémonos de los manos y caminemos juntas por este mundo con coraje y vayamos al encuentro de la alegría de la vida. Las mejores energías para ti, mi amor. Ten siempre la certeza de que tu mami te ama..

Una y mil veces más Feliz Cumpleaños mi Reina. Feliz cumpleaños, preciosa... y que cumplas muchos más, TE QUIERO


¡¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, PRINCESA!!!

Amigos, nunca me acostumbraré a lo rápido que pasa el tiempo, pero es una alegría verla crecer y disfrutar de ella. Es preciosa y también es muy estudiosa, responsable y cariñosa. Además de ser hermosa tiene un corazón que vale más que un tesoro. Estoy muy orgullosa de mi hija.

viernes, 12 de septiembre de 2014

El amor: La disculpa de mamá



Si una madre publicara los silencios que ha guardado, se volverían santos los hijos al escucharlos.
Alicia Beatriz Angélica Araujo

Una madre ama siempre y lo único que pide a cambio es amor. Una madre no se pregunta el tiempo que va a estar con sus hijos, si será mucho o poco, simplemente valora cada momento que pasa con ellos y lo guarda en su memoria por siempre.
Todos estos días he estado pensando y meditando sobre la alegría en nuestras vidas. Todo el mundo e inclusive yo misma, manifiesto en que debemos ser positivos y alegres. Pero en nuestros hijos muchas veces vemos un halo de tristeza por lo que no son o tienen (materialmente hablando). Y ese halo de tristeza nos duele.
La vida de una madre esta llena de amor pero también de dolor… dolor, al saber desde el mismo instante en que los carga en sus brazos, que algún día se irán y la dejarán porque tienen que hacer su vida y que en el trayecto sufrirán. Y una madre sufre cuando ve a sus hijos tropezar por la vida y no puede hacer nada, pues sus hijos son “mayores y saben lo que hacen”.
Todos saben que tengo dos hijos (18 y 24 años) y a veces me preocupo cuando los veo callados o malhumorados y me pregunto ¿Dios como puedo ayudarlo? ¿Que pasará por su mente que no me dice? ¿Como puedo ver un poco de alegría en su rostro?
La mayoría de las mujeres que tenemos la fortuna de ser madres solemos desear siempre para la familia lo mejor: que sea feliz, que siempre esté unida, que tenga salud, educación… En pocas palabras, podemos decir que una madre se realiza a través de su familia.
Cuando los hijos asumen alguna actitud ausente de alegría, sin duda nosotros los padres, sobre todo las madres nos sentimos mal y llegamos a dudar hasta desde nuestra forma de actuar. Cuando pasan estas cosas ¿porque tenemos que sentir todo el tiempo que lo estamos haciendo mal? Ojala de verdad existiera un manual para criar a los hijos, para en esos momentos en que nos sentimos tan inútiles y aportando tan poco a esa alegría, tomarlo y que nos sirva de guía.
Dicen que cada niño y adolescente es una caja de pandora. Como todo ser humano. Sin embargo, el dolor de una madre es mayor cuando sus hijos rechazan su ayuda, cuando la rechazan a ella después de haberlos cuidado tantos años… desprecian sus opiniones, no le hacen caso. A veces pienso ¿pero no pasamos nosotros por lo mismo cuando teníamos su edad?, pero no siempre es el caso. ¿O será que no quiero en el fondo que ellos tomen las mismas malas decisiones que a veces llegué a tomar? No lo sé, entonces trato de ponerme en su lugar y ¡PUM! explota en mi cara, esa personalidad. Mi personalidad. Bueno, bien dicen que los hijos son nuestro reflejo. Y nosotros nos repetimos una y otra vez: "No quiero que mis hijos pasen por lo que yo pasé", pero a veces poco a poco los llevamos a sentirse como nosotros. Es difícil, realmente difícil.
Ser madre puede llegar a ser un dolor de cabeza, aunque un dolor que vale la pena, cuando ves la recompensa. Lo sé por experiencia propia, porque a pesar de muchas cosas que no comparto vivo orgullosa de mis hijos y no me importa todo lo que he luchado para llegar hasta aquí, ni me importan los inconvenientes ni obstáculos que he tenido que pasar. Reconozco que ser madre no es nada fácil pero al mismo tiempo es maravilloso. Cuando van creciendo, con ellos también crecen los problemas, preocupaciones y dificultades, pero siempre tenemos que seguir ahí, por difícil que parezca... Mis hijos son diferentes en muchas cosas, en el carácter, en sus gustos, en su forma de pensar… pero para ser sincera les diré que yo amo sus diferencias, ambos son especiales.
El varón es cariñoso, conversa mucho conmigo (bueno, ya no tanto, pero aún lo hace), es un joven inteligente y lleno de vida, cada día me sorprende más con su madurez y personalidad, es serio, juicioso, sosegado… la hembra es un amor, habla menos que él, es más reservada, es una chiquilla que se roba el corazón de todo el que la conoce, es un cascabel, siempre bailando, cantando, sonriendo, muy pícara y dulce, es alegre, vivaracha, un poco alocada (en el mejor sentido de la palabra), ingeniosa... pero hoy por hoy hay cosas en cada uno que me preocupan de manera diferente.
A veces pienso que cuando yo tenía su edad era casi igual en muchas cosas. ¿Será genético? Pero no, no es la genética (que aunque muchas veces influye), es el medio que nos rodea que lamentablemente no ha cambiado, aunque ellos y nosotros en ocasiones pensamos que si. Ha cambiado en la libertad que hoy tienen los jóvenes y el modo de vida pero los seres humanos somos exactamente igual hoy que hace 25 o 30 años atrás. Sigue habiendo jóvenes sectarios, insensibles, buenos y malos. Es exactamente igual. Pero ¿cómo explicarles y que de verdad lo entiendan que esa juventud no es tan diferente, en ese sentido, a la que nosotros vivimos? Cuando intentas explicarles lo que va a pasar referente a una situación específica, ellos siempre contestan: "mamá no es lo mismo". ¿Y cómo lo convences de que sí? Que a pesar de la diferencia de época hay cosas que nunca cambian.
Soy una madre que de verdad quiero cumplir cuando digo la trillada frase de “no quiero que pases por lo mismo que yo” o “no quiero que pase nada que te lastime más”. Muchas veces nos sentimos tan sensibles y vulnerables que toda esa experiencia que tenemos, no sabemos utilizarla y cometemos el mismo error que hace 25 años cometieron nuestros padres.
Con respecto a mis padres yo me siento diferente, un poco más moderna, más contemporánea como dicen, abierta de mente, pero que va... siempre existe esa barrera que ni ayer, ni hoy, ni mañana podremos cruzar. Y sinceramente estoy algo cansada de tratar de complacerlos y sentir que no lo logro. De todas maneras creo que ante cualquier diferencia de criterio o forma de ver la vida desde puntos diferentes, debemos ante todo intentar el diálogo desde el amor y la comprensión y establecer una conversación rica y productiva que nos aúne en lugar de separarnos.
Las palabras encierran mucho más de lo que imaginamos. No es sólo comunicación. Las palabras bien avenidas crean sueños, ilusiones, pasiones, pero cuando no son adecuadas… Muchas peleas se deben a malentendidos comunicativos. Decir estupideces sin saber las consecuencias crea enfrentamientos evitables, pero la soberbia de algunos está por encima de su propia inteligencia. Lo malo de todo esto es que la falsa ilusión de creerse con la verdad absoluta en sus manos hace que esas personas terminen lastimando y lastimándose ellos mismos. En determinadas circunstancias, las palabras sólo consiguen incomunicar. Y después las recordamos como se recuerda el sabor amargo del aloe muchos días después de haberlo probado. La boca jamás logrará ser tan rápida como el alma y por eso que no todo lo que se cruza por la mente puede convertirse en palabras, ni lo merece...
El dolor de una madre a los ojos de los demás, es invisible, ella lo oculta bien aunque en mi caso no siempre puedo, pero al menos me lo callo. El dolor de una madre es grande, pero a pesar de todo, nunca será más grande que el amor que siempre le tendrá a sus hijos.
A pesar de algunas discrepancias. Mis hijos son mi sol, mi risa, mis ganas de despertar cada día… son lo mejor que la vida me ha dado. Definitivamente Dios me bendijo con los dos ángeles más hermosos que El ha creado y me los dio a mi para que me acompañen y me enseñen a ser madre. Solo puedo terminar diciendo que voy a seguir tratando de entenderlos y darle alegrías, así me lleve la vida en ello. A mis hijos les pido que me perdonen por tal vez no ser esa mamá que ellos desean. Trato de hacer lo mejor que puedo y con las herramientas que tengo. Pueden tener la certeza de que los amo por sobre todas las cosas.

martes, 22 de julio de 2014

Me siento muy honrada de ser tu mamá, mi santo varón



(Esto lo escribí hace unos días pero saben todos los entuertos que he tenido y no lo había publicado pero como es algo que no quiero dejar pasar por alto y lo escribí llena de emociones, hoy lo comparto con ustedes, perdonen la tardanza).

Tengo el corazón henchido de emoción… cuánta euforia, de verdad siento que mi corazón va a reventar de orgullo... cuántas satisfacciones me ha traído mi hijo mayor, Dios mío, gracias por la dicha de ser su madre...
Amigos, mi hijo se acaba de graduar en la universidad de ingeniero, sinceramente no tengo palabras para describir la emoción que siento. Siempre hablamos de este día como de un sueño muy lejano, pero finalmente llegó. Llegó como siempre que uno le pone a un sueño todas sus energías. Tu hijito le pusiste eso y más para hacerlo realidad, me consta. Me consta como a nadie más todo el sacrificio, el esfuerzo, la voluntad y la lucha interna que hay detrás de esta grandiosa realidad de hoy.
Tu llegada a la vida, completó el hecho de realizarme como madre. Disfrutaste tu niñez, fueron muchos los amigos que te acompañaron en esa etapa de despreocupación. Eras un torbellino en la primaria, esa camisa que era blanca impecable cada mañana regresaba siendo gris y negra. Simpático y amigable con todos. Ya casi adolescente, iniciaste "tu deporte" favorito: karate. El mismo que sumó grandes valores y códigos para tu tránsito por esta vida. Lealtad y disciplina por sobremanera.
Hoy siento la necesidad de expresarte cuanto te quiero y cuanto te admiro… aunque hemos tenido en estos años algunos encontronazos e incomprensiones, pero los entiendo. Sé muy bien que el camino del adolescente es difícil de transitar. Lo sé porque lo he recorrido. También es difícil la labor de ser madre. He visto caer algunas estrellas del cielo, y quebrarse muchos bastones en los cuales uno confiaba, para poderse sostener. Pero bueno afortunadamente estos años han concluido y ya eres todo un hombre.
Después de este día, entenderás con certeza las palabras que te dije al inicio de este ultimo año, porque ya nada será como antes, se acabaron las mañanas de clases, las horas de juego, las noches entre amigos… dejas atrás mucho de ti, y lo que ayer te desesperaba, en los años venideros muchas veces será motivo de nostalgia y añoranzas. Porque en esas paredes de las aulas quedaron atrapados los mejores años de tu vida, que implican muchas horas de juegos, de disciplina, de sueños y esperanzas. Se con certeza que has recibido la mejor preparación académica, pero más que eso, te han llenado de valores y tu alma ha sido transformada, en el devenir de todo este proceso.
Estoy muy feliz. Tu logro es nuestro logro. A nuestra edad, ya no pedimos muchas cosas, solo deseamos la felicidad, el bienestar y el éxito de nuestros hijos. Nuestro deseo más grande es que tu estés bien y feliz. Queremos que ustedes sean mejores que nosotros, y estén mejor que nosotros en la vida.
Estoy muy orgullosa de ti porque por más complicado que fue jamás te apartaste de tu sueño, hoy llegó el día tan esperado y sólo te queda disfrutarlo al máximo con tus seres queridos. Hoy te recibes como profesional y empiezas una nueva etapa que sin dudas será excelente pues eres una persona brillante, inteligente y disciplinada. Te aseguro que cada día dedicado a estudiar valió la pena, gracias por haberte graduado y haber valorado nuestro sacrificio, sobre todo el mío porque tenerte lejos durante cinco años ha sido un verdadero calvario.
Me miro hacia adentro buscando… queriendo desenredar esta maraña de sensaciones que me inunda, pero de inmediato me pregunto; ¿para qué? Sí, ¿para qué? Si después de todo, (y el después de todo es literal, y el todo es inmenso), lo que realmente cuenta es tu logro hijo y la felicidad que nos trae a los que te amamos.
Llegaste siendo un tierno muchacho a la Universidad y sales convertido en un fuerte Joven, que ha de enfrentar retos difíciles, tentaciones… Hoy es el día que marca un punto de referencia, el antes y el después de la Universidad. Hoy es el día que te paras en un punto y miras al frente y solo tú tienes la dimensión de hasta dónde quieres llegar. Hoy, hijito, has marcado con esta fecha un cúmulo de experiencias que pasarán al inventario de tus recuerdos, por la complejidad de lo vivido y de lo que has aprendido.
Como tu mamá me siento muy orgullosa de ti, me constan todos los esfuerzos que haz realizado por alcanzar la meta. Tantas noches, tantos días de lucha constante tienen ahora su recompensa, felicitaciones por tu graduación mi Ingeniero en Ciencias Informáticas. Que rico saber que la vida te ha premiado, tu mismo haz creado los caminos para que el triunfo llegara por la puerta grande.
Hoy es un gran día, porque avanzas un peldaño muy importante en esta escalera del éxito en tu vida, ten presente que todo no termina aquí al contrario la vida continua y tal vez vengan tiempos muy difíciles, con aciertos y desaciertos, solo tienes que saber campear esos temporales con sabiduría, paciencia e inteligencia. Este nuevo paso que has dado te dará las armas necesarias para poder aprovechar las oportunidades que te de la vida y seguir superándote como persona. Ten siempre presente que: "el conocimiento se aprende por medio del estudio, la sabiduría por medio de la observación"
Me queda claro que cuando uno se propone con ganas sacar adelante sus sueños, los mismos se pueden lograr, tu eres un ejemplo a seguir, sin duda. Nunca dudé de tus cualidades, cuando uno es juicioso, perseverante en luchar por salir adelante, se logra llegar a la meta... todo es cuestión de tiempo.
Decirte que estoy muy feliz, es poco. Admiro en ti la constancia para tus proyectos. Que sin duda, son muchos y sobre todo que vas plasmándolos uno a uno. Tranquilo por naturaleza, callado en demasía y cabal en tus opiniones y conceptos. Sin duda, siento mucho orgullo de verte ya convertido en un joven preparado, juicioso y seguro de ti.
Me alegra verte caminando este sendero que terminas y el que apenas comienzas, me alegra ver tu alma feliz, tu entorno con todos aquellos que amas y que te han acompañado en este largo caminar y que continuarán siendo parte de tu vida. Yo sé que me he equivocado en muchas cosas en la vida y seguramente me habré equivocado muchas veces contigo, habrás sentido que no todas las veces fui justa o no me comporté como hubieses querido, pero espero estés seguro de que yo daría todo lo que tengo y lo que no tengo por ti, daría hasta mi propia vida.
Espero se te cumplan todos tus sueños, pues esos serán mis sueños, que logres todas tus metas porque serán las mías. Se en esta vida lo que quieras ser, pero recuerda siempre que “El hombre es su medida” Si piensas en grande serás grande y si grabas en tu mente “yo puedo” de seguro podrás. Nada es grande si no es bueno y nada es verdadero sino es permanente.
No seas un mediocre. Los mediocres son como los cobardes, siempre encuentran pretextos para evadir sus responsabilidades. Tu no eres ni cobarde ni irresponsable, por lo tanto la puerta que se te abre en esta etapa de tu vida te muestra el camino a tu destino. Depende de ti como lo transites, pero cada paso que des, que sea con pisada fuerte y segura, con la plena confianza que estaré a tu lado siguiendo tus huellas y que esas huellas serán las que dejarás a tus hijos.
Todos tus triunfos los siento como propios, sigue adelante que vas muy bien. Recuerda que debes seguir siendo igual de humilde, para que sigas siendo el faro de esta familia, y tu hermana (que ya va por muy buen camino) siga tu ejemplo. Muchas felicitaciones, que la alegría y la buena suerte siempre sean un factor constante de ahora en adelante.
Gracias mi amor por esta felicidad de hoy. Por el orgullo y admiración que me provocas que de tan grandes no me caben en el cuerpo. Gracias por tu desbordante humanidad y por tu transparencia irrepetible. Gracias por ser quien eres, un ser humano que lucha por sus ideales y principios. Y gracias también por tu tesón y perseverancia que te condujeron a este glorioso día en que comenzarán a llamarte ¡INGENIERO!
Me siento orgullosa de ser tu madre, son demasiadas situaciones complejas y maravillosas que me dejan ver que eres como siempre supe que serias, un buen hijo, hermano, amigo, y un ser humano muy especial. Espero que nunca olvides y lleves como lección de vida, que se debe de trabajar para poder dar más de cada uno de nosotros. Aprende de los buenos ejemplos, escucha a los demás con atención y respeto cuando se hable de sabiduría, dicha humana, generosidad, libertad, virtud, necesidad… pero siempre atento, porque como dice el refrán no todas las nubes llevan agua.
Hijo del alma, de más esta decirte que alabaré tus éxitos y sufriré si en algo fracasas, pero seré siempre cómplice en ambos casos, tanto en lo bueno como en lo malo seré tu incondicional. Tus responsabilidades serán mayores, por esa razón deberás reflexionar antes de actuar, deberás también medir las consecuencias de tus actos, aprenderás que se puede ser valiente sin arriesgar inútilmente la vida, que no serás menos hombre porque llores, que vale más la pena ganarse el respeto de un enemigo que la adulación de un amigo, que se puede ser justo sin ser implacable, discreto sin ser retraído y aprenderás que no estás solo en este mundo, que eres parte importantísima de él y de tu familia, la que te apoyará incondicionalmente en todo y para siempre.
Una carrera finaliza. La misma te dará un lugar en la sociedad. La instrucción recibida te hará brillar más de una vez, además de sostenerte en el momento que corresponda.
Hijito, ahora eres como el nuevo barco que está zarpando del puerto... Toma control del timón de tu vida mi CAPITAN y nunca olvides que son NUESTROS VALORES, los que siempre nos guiarán a puerto seguro. Podría seguir escribiendo ¿Pero que más podría decirte que ya no te haya dicho? Por alta que sea tu cumbre que la humildad y el amor por tu familia sean cosas que prevalezcan siempre en tu vida porque ellas te acompañarán aún cuando las cosas vayan mal.
Gracias a Dios por permitirme estar a tu lado y disfrutar de todas tus cosas. Me siento muy honrada de ser tu mamá. ¡¡Gracias hijo de mi alma!! por este premio, que sin duda es mérito tuyo. Te abraza... "tu mamita", como solías llamarme cuando eras pequeño.
Para mi lindo triunfador, un abrazote y muchos besos.

P.D. En verdad siento que mi mayor logro en la vida han sido mis hijos, porque son lo que cualquier madre desearía. Mi princesa también terminó con muchos éxitos su primer año universitario.