Hoy
es unos de esos días en los que camino sin rumbo por la calle, perdiendo mi
mirada entre la gente, sintiendo el roce de cada persona que pasa a mi lado sin
saber lo que llevo en mis pensamientos… en mi corazón. Hoy es uno de esos días
en los que te busco en la inmensidad del cielo al alzar mis ojos, en la calidez
del sol cuando abro mis brazos, en los que busco tu sonrisa en cada flor que regala
su perfume...

Hoy
es uno de esos días que quiebran la cintura, que me superan. Se van deshaciendo
entre mis dedos y me acuerdo de ti estos días, me dan ganas de llamarte y
contarte lo que me pasa, lo que hace que se me desajuste el ritmo. Pero no
puedo hacerlo. Y me recreo en mis recuerdos para reconstruirte y contártelo
aunque no me escuches.
Hoy
quisiera cabalgar en tus brazos, remontar el cielo, desbordarme de pasión y
lujuria, mientras nuestros sudorosos cuerpos están piel con piel y nuestras
lenguas bailan al son de la pasión. Hoy quisiera acariciar tu piel y ver como te
enloquezco lentamente llevándote a un lugar sin retorno, donde la vida es
muerte y la muerte es vida, y tú te conviertes en mi todo. Te quiero porque te
quiero porque decidí quererte así, te tengo y no te tengo, intento aceptarlo
así y hay días que no puedo, grito tu nombre en silencio y dejo de ser fuerte,
me hundo en esta distancia y es cuando más necesito un abrazo tuyo.

El
hoy me duele, es algo que yo decidí y ahora me pasa factura. Supongo que en el
fondo no me lamento de estar así, ni de desearte, aún tanto. Soy la vigilia de
una noche que inicia en la ausencia de tu cuerpo y que concluye en la soledad
de las palabras calladas por doquier. Eres mi sueño blanco, en el que cada
suspiro que se va, es una eternidad que estremece. Me duele la vida sin ti… y
tengo ganas de verte, ven y abrázame.
Qué
difícil es despertar y tratar de no pensarte, abrazar mi almohada y sentir el
vacío, que difícil es comparar tu sonrisa con otras mil sonrisas y sentir de
pronto lo diferente que es el mundo cuando no estas conmigo. Se asoman a mi ventana
las voces del recuerdo de éste amor que llega hasta el umbral de mi alma, y es
que contigo, solo contigo cada día, cada noche yo me vuelvo a enamorar… las
fuerzas de siempre serán renovadas en algún peldaño del cosmos, trepando
montañas, cruzando mares, quemándote la piel, amándote…

Te
quiero junto a mí no importando a que distancia estés cuando leas esto, no
importando el día en que lo leas, no importando lo que este pasando entre nosotros
en el instante que leas estas palabras. Porque lo importante de estas palabras
no es el momento en que las escribí, porque estas palabras son eternas y están
escritas en un presente continuo. Así, cuando las leas siempre será lo que
estoy pensando en ese instante. Porque hoy, sólo quiero que sepas, que te
quiero junto a mí.

El
tiempo ya se ha hecho muy largo y pesado. ¡Tiempo! sé justo y dile al hombre
que amo, al que lleva el brillo de mi mundo, que busco refugio a ésta distancia,
a éste transcurrir de los días, de los meses... ¡Tiempo! pasa deprisa, quiero
mi realidad de ensueños, mi corazón no descansará hasta que llegue el día en
que vea nuevamente mi reflejo en sus ojos.
Este
texto es sencillo, simple, sin giros, tal vez a veces sin sentido, pero quizá
en su simpleza se esconda alguna esencia que hasta a mi se me escapa. Seguiré
arañando el cielo de la noche para sentir otra vez el tacto entrelazado de tus
dedos con los míos.