Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.
viernes, 29 de abril de 2011
Un torbellino de pensamientos
jueves, 28 de abril de 2011
Mi próximo cumpleaños
¡Mierda, dentro de cuatro días cumplo 47 años!
Está bien, no importa, lo asumo gustosa porque yo tengo el síndrome de Peter Pan, además como dije hace poco ¡No tengo edad, tengo vida! Lo verdaderamente importante es lo mucho que uno ame la vida. Hay personas que tienen biológicamente 20 años y se sienten de 80 (sin demeritar los que han llegado a esa edad, al contrario). Es cierto que a todos nos pasan cosas malas, que en algunos momentos sufrimos mucho por algo o alguien, que otras veces pasamos mucho trabajo, pero lo importante es vivir, amar y saber disfrutar de las pequeñas cosas, de los buenos momentos (que son los que te ayudarán a pasar los malos).
Esta fecha a veces me pone un poco nostálgica, reflexiva, hago un balance de todo el año y pienso en mis expectativas para el siguiente, pero ante todo, es el momento en que agradezco muchas cosas, en primer lugar estar viva, tener una familia, tener mis hijos (mi adoración), un trabajo, amigos (no son muchos pero sí valiosos), agradezco a quienes me han ayudado y quienes se acuerdan de mi.
Lo cierto es que voy flotando dulcemente por los cuarenta y me dedico a observar mucho las cosas. Haciendo un balance de los años vividos y revisando mi “equipaje” (lo que vamos acumulando con los años) me doy cuenta que comienza a ser insoportable su peso por lo que tengo que aligerarlo, es decir sacar y botar algunas cosas para sólo quedarme con las importantes. Así que es necesario escoger, para eso lo mejor es sacarlo todo y ver lo que tengo dentro: amistad y amor tengo bastante pero es curioso eso no pesa nada, también hay sonrisas, felicidad, paciencia (aunque no mucha)… Además encuentro fuerza, esperanza, coraje, entusiasmo, equilibrio, responsabilidad, tolerancia (tampoco mucha para ser franca) y buen humor... esas cosas tampoco pesan y hacen mucho bien, no hay duda que tengo que dejarlas guardadas. Sigo mirando… ¡Ah!, también hay tristeza, incomprensión, desanimo, miedo, pesimismo, traiciones, falsedades… eso sí tengo que sacarlo todo porque son cosas que pesan mucho y hacen daño.
Siento nostalgia de los años que he vivido y de muchas cosas que han cambiado a mi alrededor, de las personas que ya no están conmigo y de las que no estarán...
Poco a poco nos vamos haciendo mayores y le vamos dando al tiempo un valor que antes no conocíamos. Son curiosas las cosas que pienso cuando cumplo años, me siento más vieja de repente y empiezo a pensar en el valioso tiempo de los maduros. El día del cumpleaños para muchos es un día especial y de fiesta, quieren que todo el mundo lo sepa y los traten de manera especial… para mi es un día como otro cualquiera aunque me sienta feliz, por cierto hace años que no celebro mi cumpleaños, me he dedicado ha celebrar el de toda la familia y del mío a veces ni se acuerdan (¿ingrato no?) pero así es la vida en su ir y venir.
Mi vida ha sido como la de cualquier persona un remolino de aciertos y desaciertos, de coherencias e incoherencias, un verdadero manojo de contradicciones… Sí, ha sido un racimo de triunfos y fracasos (que gustosamente asimilo), un mar de inestables mareas, con olas de amores y desamores besando mis orillas… pero no ha dejado de ser como diría un escritor, un lindo poema, un garabato de bellas palabras, un mar de absurdas metáforas donde navego feliz.
Ustedes de mí conocen poco (o casi nada) pero eso no importa demasiado (nombre, edad, procedencia), mi personalidad cada cual la puede deducir de lo que escribo, por mi forma de pensar, de cómo lo digo.
Hay cosas que me gustaría ser, me explico (no se preocupen estoy filosofando y un poco nostálgica), si pudiera ser un momento escogería el atardecer, si fuera un lugar sería una playa con la melodía de las olas y el perfume de la brisa del mar, si fuera un sentimiento sería libertad (la valoro mucho), si fuera una motivación sería la del amor (por él se hacen las más grandes locuras y damos lo mejor de nosotros), si fuera un animal sería un delfín alegre y bello surcando libre los mares o un tigre reposando entre la belleza de la selva pero con la agilidad y astucia suficiente para sobrevivir… también me gustaría ser lluvia para mojar la tierra despertando su perfume, tormenta para iluminar la noche y truenos para romper con mis problemas.
Con los años nos pasa como con las golosinas, las primeras te las comes con agrado y con prisa, pero cuando ves que quedan pocas, empiezas a saborearlas profundamente. Los mejores años de mi vida se los he dedicado a mi familia (en especial a mis hijos) de ahora en lo adelante los que me queden son muy míos, para vivirlos como yo quiera, porque ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades. Quiero vivir junto a gente buena, que sepa reír, que defienda la dignidad humana y desee tan sólo andar del lado de la verdad y la sinceridad. Me complace disfrutar la compañía de una verdadera amistad, me da placer un sincero abrazo, una sonrisa, un beso, todo lo que se hace con amor y por amor… son cosas que nunca serán una pérdida de tiempo, al contrario hacen que la vida valga la pena. Me gusta rodearme de gente que sabe tocar el corazón de las personas, a quienes los golpes duros de la vida les enseñó a crecer con toques suaves en el alma. Ya no quiero estar en reuniones interminables donde desfilan los egos inflados en ves de resolver problemas existentes, me molestan los envidiosos que tratan de desacreditar a los más capaces para apropiarse de sus lugares y logros. Porque como dice el brasileño Mario de Andrade “Quiero la esencia, mi alma tiene prisa”. No quiero ver las agujas del reloj avanzando en cosas sin sentido, junto a personas inmaduras e injustas. Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que solo la madurez puede dar. Sin desperdiciar las cosas que realmente son importantes y reconfortantes.
Todas estas reflexiones no son crisis de la edad, son enseñanzas que va dando el vivir diario, la hipocresía que rodea al mundo, los golpes de la vida… Creo que en los años vividos ya perdoné suficientes errores casi imperdonables, intenté olvidar personas inolvidables, hice cosas por impulso y me decepcioné con personas que nunca esperé hacerlo pero también... decepcioné a otras. De igual forma en todos estos años he sido capaz de abrazar para proteger y me he reído cuando no podía, he hecho amigos eternos. Asimismo fui amada y no supe corresponder a ese amor, también fui rechazada. Viví de amor y por amor. Grite y salté de felicidad muchas veces. Lloré escuchando música, viendo una película y una novela. A veces he hecho una llamada sólo para escuchar una voz. Me he enamorado por una sonrisa. Otras veces pensé que iba a morir de nostalgia y... tuve miedo de perder a alguien especial… Por eso y quizás mucho más, vivo con determinación, abrazo la vida y vivo con pasión, sé perder con clase y vencer con osadía, porque el mundo pertenece a quien se atreve.
Cada día y año busco un lugar donde todo vaya bien y abunden las sonrisas, donde broten besos al anochecer, donde las madrugadas se iluminen hasta competir con el alba. Busco ese lugar que quizás ni exista, pero yo sigo buscándolo. Si dejo de hacerlo dejaría de ser yo.
Y si, en cuatro días seré un año más vieja… pero no importa, vale la pena dar gracias por un año más y quizás hasta festejarlo (quien sabe) aunque claro si lo hago yo elijo con quién, como siempre.
Bueno, ya basta de tanta reflexión, estoy casi de cumpleaños y lo más importante es que estoy viva, con la misma capacidad de soñar que a los 10 años y con la alegría contagiosa de los 20. Por eso seguiré feliz andando caminos y dejando huellas a mi paso, que a nadie le quepa duda.
jueves, 21 de abril de 2011
MARAVILLOSO DESPERTAR
¡Cielos! Me gusta cuando te vuelves perverso, imaginativo… te beso y te toco a toda prisa como si me faltara tiempo para hacerlo… mientras me acuna tu pelvis, siento tus besos, tu risa y tus susurros intentando moderar mis gemidos de placer para no despertar a nadie más. Comienzas a poseerme, embistiendo mi cuerpo, primero tierna y lentamente hasta ir aumentando la intensidad. El ímpetu con que me penetras me hace olvidar dónde me encuentro, la brevedad de la existencia, mi nombre… Solo quedan los gemidos que me matan el alma que ya no tengo y no obstante van colmando mi ser. Percibo cercano tu orgasmo, tus músculos se tensan, me deshago al tenerte en mi interior y solo puedo jadearte al oído, al recibirte embriagado de sexo en un baile de ardor y desenfreno.
Rodamos sobre nuestros cuerpos, ahora yo estoy encima, me agito llena de placer… me gusta subirme a tu cuerpo, morder la comisura de tus labios, palpar tu deseo encendido... Acariciar tu rostro y percibir que esbozas una sonrisa complaciente. Nuestro orgasmo no se aguanta más... estallas tú y luego yo nuevamente. Estoy extenuada y me dejo caer sobre tu pecho, me abrazas y murmuras “te quiero”, al instante me llamas perezosa, sonríes y me envías a la ducha mientras tu corres a la cocina a preparar un café… me lo traes al cuarto y mientras te acercas mimoso y malicioso sin dejar de sonreír preguntas si tuve un buen despertar. Me río mientras me visto a toda prisa y te contesto: “¡maravilloso!”. Nos tomamos el café con prisa, recogemos nuestras cosas y nos besamos al salir de la casa a toda velocidad, como los muchachos cuando hacen una travesura porque quisimos más y ahora llegamos tarde...
Ay, amor, adoro la dulce hoguera de nuestra intimidad, donde consumirse es solo el paso previo.
miércoles, 20 de abril de 2011
¡Que difícil es lidiar con ellos!
Los que tienen hijos adolescentes coincidirán conmigo en que al tratar con ellos a veces hasta lo más insignificante suscita una discusión, conflicto o disgusto. Es cierto que esto da una excelente oportunidad para dialogar pero también nos hace perder la paciencia, porque en ocasiones la actitud de los adolescentes es desafiante y frustrante. Es normal a esa edad la rebeldía y el desacato en muchas cuestiones, pero nosotros tenemos que saber conciliar y vencer con el poder de los argumentos (cosa en ocasiones muy difícil), por eso es nuestra obligación como padres mantener la comunicación a toda costa porque sin ella los problemas pueden empeorar y al final será mucho más difícil reparar los daños.
Cuando son niños controlamos su vida, es lo que corresponde porque de pequeños necesitan mucha protección y asistencia constante, tomamos todas las decisiones por ellos desde lo que comen hasta la ropa que se ponen. Cuando crecen todo cambia y nos cuesta trabajo entender que ya no necesitan de nuestra constante supervisión.
Los tiempos han cambiado mucho, las cosas son muy diferentes de cuando nosotros éramos adolescentes y eso influye en la manera de pensar de los padres (por modernos que seamos). Cuestionamos en nuestros hijos que se quieran ir los fines de semana con los amigos, que vayan a una discoteca y viren a una hora que no fue la pactada, la ropa que llevan, lo que comen, la manera que tienen de “decorar” sus habitaciones, con quién salen y hasta peleamos por la hora que se acuestan. Las disputas familiares además tienen por tema las tareas domésticas (con las que no cumplen), el modo de comportarse, rendimiento académico y salud e higiene.
Los adolescentes se enfadan porque consideran que los padres no los respetamos ni les dejamos espacio para hacer lo que quieren y les gusta, a nosotros nos molesta su rebeldía, no estamos de acuerdo con las decisiones que toman o sencillamente (¿por qué no decirlo?) porque sentimos que estamos perdiendo el control sobre sus vidas. Con frecuencia tememos que los enfrentamientos nos alejen y se tuerza la relación que hasta ahora teníamos con nuestros hijos, nos asusta cuando arremeten contra todo y contra todos, pero eso es parte indispensable de su crecimiento aunque cuesta reconocerlo.
Establecer una relación fuerte y verdadera con nuestros hijos adolescentes requiere esfuerzo, tiempo y prioridad. Sabemos que este es un periodo de múltiples cambios que son vividos con muchos sentimientos, a veces contradictorios. Ellos para poder crecer y convertirse en personas independientes tienen que romper normas (porque de lo contrario no le soltaríamos la mano jamás), por eso comienzan a discutir con nosotros y a poner en tela de juicio muchos de los patrones familiares.
Piensan que tienen derecho a todo, que son más fuertes y listos que los adultos, especialmente que nosotros, sus padres. Creen que son especiales, que su experiencia es única y no están sujetos a las leyes que rigen al mundo, lo peligroso de estos pensamientos es que pueden llevarlos a asumir conductas de riesgo, porque piensan que nada malo les va a pasar.
¡Otra cosa! Tampoco podemos negar las nuevas culturas ni manifestar con mucha fuerza nuestro desacuerdo, pelear contra el reggueton y otras formas culturales de expresión juvenil, es todo un reto porque va en contra de lo que a ellos les gusta y si lo hacemos en forma desmedida nos pone en muy mala posición.
A veces tengo la impresión de que discuten más para convencerse a sí mismos que para convencernos a nosotros, pero he observado que mis hijos (me imagino que todos pero no me atrevo a afirmarlo) son muy sensibles a la sinceridad en la relación y en el diálogo, por eso trato en la medida de lo posible de buscar momentos de calma para facilitar las conversaciones y evitar malas interpretaciones de ambas partes. Es importante que cuando expresan sus ideas no busquemos solamente el lado negativo para evitar una discusión sin sentido cuya consecuencia será que pierdan las ganas de hablar con nosotros y contarnos sus problemas. Manteniendo todo el tiempo la calma (algo que reconozco es muy difícil a veces) sin agresión verbal, hacerles entender nuestro punto de vista, con respeto y sin hacerlos sentirse inferiores.
Los considero (creo que todos los padres pasan por lo mismo) adultos para unas cosas y niños para otras, es así de complicado pero lo cierto es que son personas con ideas propias que necesitamos respetar. Es importante no sólo escuchar sus palabras, sino también percibir sus sentimientos. No podemos pretender que piensen como nosotros, es decir como adultos porque precisamente no lo son.
Todos fuimos adolescentes una vez, también cometimos errores y tuvimos ideas equivocadas sobre muchas cosas, por eso sabemos lo que vale un buen consejo y tener alguien que te guíe en esa etapa, y por supuesto quien mejor que nosotros: sus padres. Sus cuestiones personales se resisten a discutirlas con nosotros y prefieren pedir consejo a los amigos. Un factor clave para que esto no sea así (por lo menos en las cosas más serias e importantes) es mostrarnos disponibles, demostrarles que los comprendemos, y que pueden hablar con nosotros abiertamente sin que los juzguemos; sólo así se abrirán y se sentirán cómodos. No olvidemos que el presente es crucial y que los consejos y enseñanzas que reciben durante estos difíciles y a la vez maravillosos años, influyen en su vida futura. Algunas de las decisiones a las que se enfrentan pueden parecer insignificantes pero otras pueden afectar el resto de sus vidas.
Buscando siempre una manera más eficaz de llegar a mis hijos, trato de crear un ambiente propicio contándoles anécdotas mías de cuando tenía su edad, algunos problemas que tuve y momentos cruciales donde me vi obligada a tomar decisiones radicales (sin mentirles por supuesto), he observado que es un modo efectivo porque se animan a hablar de cuestiones similares, ganan confianza y cuentan sus preocupaciones abiertamente. Esto hace que se sientan acompañados y comprendidos, les demuestra que los entiendo porque viví los mismos conflictos o parecidos y que ahora estoy ahí para lo que necesiten porque me preocupo por ellos. Aprovecho el momento para explicarles las enseñanzas que saqué de lo que viví.
Esto no quiere decir que seremos sus confidentes de la noche a la mañana y nos harán todo tipo de revelaciones en ese mismo instante, todo depende del grado de confianza que tengamos con ellos, si logramos un nivel sólido cuando lleguen los verdaderos problemas seremos los primeros en saberlo.
Necesitamos provocar las conversaciones sin caer en interrogatorios porque eso sólo hace que se molesten. Es completamente normal que los adolescentes tengan sus propias opiniones, ideas y valores sobre la vida (nosotros también las teníamos); eso es precisamente lo que los prepara para la etapa adulta. La calidez, la comunicación positiva (sin subestimarlos), hacerles sentir y saber que creemos en ellos son aspectos claves para ganar su confianza.
Estoy segura de que no existen los padres perfectos, tenemos que tomar conciencia de qué hacemos, cómo lo hacemos y para qué lo hacemos porque a pesar de todas las diferencias la familia es para ellos lo más importante, porque a pesar de discutir y pelear, nosotros somos su punto de referencia. Tenemos que cuidar la buena salud de los conflictos porque las discusiones entre padres e hijos pueden lastimar mucho a cualquiera.
Ser padre de adolescentes es una tarea que produce stress y frecuentemente crisis, pero si los sabemos comprender y guiar completaremos la educación que comenzamos en su niñez y los haremos personas de bien. Por eso es importante que ante un conflicto nos aseguremos de que les quede claro que es algo en su comportamiento lo que nos disgusta, pero no ellos. Comprenderlos y animarlos es uno de los trabajos más difíciles que como padres debemos hacer.
Tengan la edad que tengan siempre intentaremos protegerlos y garantizar su seguridad, porque son nuestra mejor obra. ¿No creen?
lunes, 11 de abril de 2011
¿Es tarde?


domingo, 10 de abril de 2011
Besos y abrazos, IMPRESCINDIBLES en la vida.



jueves, 7 de abril de 2011
No tengo edad, ¡Tengo Vida!
Envejecemos cuando nos cerramos a las nuevas ideas y nos volvemos radicales.
Envejecemos cuando lo nuevo nos asusta.
Envejecemos también cuando pensamos demasiado en nosotros mismos y nos olvidamos de los demás.
Envejecemos si dejamos de luchar.
Todos estamos matriculados en la escuela de la vida, donde el Maestro es el Tiempo.
La vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás. Pero solo puede ser vivida mirando hacia adelante.
En la juventud aprendemos; con la edad comprendemos.
Los hombres son como los vinos: la edad estropea los malos, pero mejora los buenos.
Envejecer no es preocupante: ser visto como un viejo si que lo es.
Envejecer con sabiduría no es envejecer.
En los ojos del joven arde la llama, en los del viejo brilla la luz. Siendo así, no existe edad, somos nosotros que la creamos.
Si no crees en la edad, no envejecerás hasta el día de tu muerte.
Personalmente, yo no tengo edad: ¡Tengo vida!
No dejes que la tristeza del pasado y el miedo del futuro te estropeen la alegría del presente.
La vida no es corta; son las personas las que permanecen muertas demasiado tiempo.
Haz del pasaje del tiempo una conquista y no una pérdida.
(Desconozco autor)
martes, 5 de abril de 2011
Estoy muy enojada contigo, pero...


