Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.

martes, 5 de julio de 2011

ME PIERDO EN LA ORILLA DEL MAR

El sábado fui a la playa. Pasé un día genial, siempre es así aún cuando estoy deprimida (que no era el caso). Cuando me acerco al mar… a esas aguas verde esmeralda que son amigas y compañeras de mis sueños y esperanzas, que también en ocasiones han estado dispuestas a esconder mis lágrimas... frente a su inmensidad siempre pienso en la pequeñez humana, su vanidad, envidia, orgullo, falsedad, todo es tan insignificante en comparación con la grandeza de la naturaleza... Me encanta pasear alejada del concreto, del aire contaminado y el ruido de la ciudad… sentir la brisa del mar, los rayos del sol y contemplar las aguas puras y cristalinas… y si llega la noche con sumo placer observar desde la playa el tapiado de estrellas que cubre el cielo.
Adoro el verano, el mar, el sol y las noches interminables en la playa. Ese mar que me enamora y me envuelve con el romper de sus olas impregnándome de un sensua
l aroma salado que penetra mi cuerpo, quedándose atrapado en los poros de mi piel. Admito que el verano no es mi estación favorita del año, porque no me gusta el calor excesivo, pero ir a la playa, meterme en el agua para sentir la fuerza de las olas, oler el mar (la brisa huele a salitre), recoger caracoles por la orilla de la playa, escuchar el canto de las aves... sentada en la arena dejar volar la imaginación en ese punto donde nos podemos conectar con Dios para recobrar energías y continuar viviendo. Realmente es algo que me supera.
Amo sus aguas que cambian de tonalidad se
gundo a segundo, que atraen mi mirada quedando mis ojos fijos en su inmensidad, llenándome de sentimientos tiernos y profundos, que hacen de ese mar tan querido mi pedazo de mundo, ese lugar tan amado donde siempre que puedo me cobijo y escojo como refugio sin importarme el frío ni el viento.
Cuando voy a pasarme unos días en la playa siento una sensación increíble al levantarme temprano, abrir las ventanas o salir al portal de la casa y contemplar a lo lejos el mar, tomar mi café y enseguida caminar hacia la playa para sentir el agua fría de la mañana recorrer mi cuerpo, sentir el sol en mis brazos, en mi espalda, mientras río, juego con lo muchachos, converso, bebo un trago o una envidiable cerveza fría “que parte” como decimos nosotros. Les digo la verdad, me encanta que me encante.
Todos ansiamos la llegada del verano y las vacaciones porque es el tiempo ideal donde buscamos siempre una excusa para pasear, despejar la mente o simplemente para pasar un rato alegre con los amigos. Pero con el paso de los días, el calor del sol, las destellantes mañanas y relajantes tardes, se vuelven comunes y hacen que a cualquiera se nos antoje una escapada a la playa, un buen chapuzón o un paseo para alejarnos de la desgastante rutina. Me encanta lanzarme a la carretera en busca de relajación, el objetivo es pasarla bien, diversión o a
ventura, da igual. La temporada amerita ir a refrescarse con la brisa del mar y sentir cómo la arena se cuela hasta en el último pedacito de nuestra conciencia.
Una playa con atardeceres hermosos es el lugar ideal para sentir la tranquilidad que el mar y sus olas regalan. Siendo sinceros, cuando termina el verano, todos pedimos pasar sólo un día más en esos paradisíacos lugares. Eso queremos… sólo un día más, aunque a mi ni el invierno me aleja del mar, me encanta esa calma que da caminar por la playa solitaria en un día de invierno donde hace frío, con el mar revuelto y sus olas embravecidas bañando la orilla, sentir la brisa marina (aunque fría) mover mi pelo, estar horas sentada frente al mar, escuchándolo… y sentir ese tímido sol de invierno que nos entrega su calor.
Puedo pasar horas sentada, aunque sea sola, viendo al mar que viene y va, m
irando romperse mil veces las olas… hay días en que está quieto como un lago o bordado con frágiles olas blancas que no alcanzan a llegar a la orilla crujiendo coquetas muy adentro y otros en que el fuerte viento lo mece con tanta fuerza que sus aguas arremeten furiosas contra la orilla.
Me gusta estar junto al mar con mi famili
a y amigos, sin importar el tiempo. Es fascinante ver el destello de color por todos lados: sombrillas, palmeras, agua, botes, casas, gente… me gusta su movimiento, la vida que desprende, sentir moderadamente el calor y en las noches estoy tan cansada por el mar, por los juegos, por reírme hasta que me duela el estómago que descanso plenamente.
Por eso me refugio en el mar... el me da fuerza, mucha energía, sus agitadas aguas transparentes me han dejado cautiva para siempre, y sobre todo me da tranquilidad, me lleno de esa inmensa p
az que trasmite. De regreso en mi tibia morada su vivo recuerdo se me hace latente, acompañándome con esa fuente de paz que tanto buscaba mi alma. El tiempo que paso junto al mar es especial, me borra la rutina y me reconforta el corazón junto a los seres que amo. Es un paréntesis necesario en la vida diaria, para mi significa desconectarme del mundo por unas horas para luego continuar, parece una locura, pero cuerda al fin y al cabo.

1 comentario:

  1. Definir el mar es como tratar de hacer lo mismo con el amor. Y es muy complicado. Me gusta su inmensidad, ese azul turquesa como colorido, la esencia de sus aguas y profundidades y sobre todo el yodo que nos llega cuando estamos en las playas al borde de las costas. Esas aguas azules, tan suntuosas que con tanto saber describes para entregarlas, es una fascinación que me llena de pasión por adentrarme en ellas. Yo también adoro el mar y me pierdo en sus orillas. Besos amiga por estas maravillosas aguas de sentimientos que dan ganas de observar y poseer. Cuídate mucho.

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