Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.
viernes, 30 de marzo de 2012
Tu mirada… el silencio… tu ausencia…
lunes, 26 de marzo de 2012
Amor en el baño


viernes, 23 de marzo de 2012
Hijita, me estás lastimando
Mi princesa, como explicarte que me duele en el alma que no busques mi compañía, que prácticamente no me dirijas la palabra, que no me regales una sonrisa, que tus ojitos apenas me miren… me estás matando mi amor, cuando la que debe estar molesta soy yo, tu has asumido una posición que me esta haciendo mucho daño, tal vez en estos días estoy muy sensible, puede ser, pero aunque no lo estuviera eso es algo que viniendo de ti me lastima mucho.
Sobrándome las razones para censurarte, trato de hacerlo poco y de la manera más amigable, además he tenido mucho cuidado de no decir nada indebido al llamarte la atención, para no herir tu sensibilidad. Así es la vida. Los hijos cuando los regañamos, en vez de analizar lo que decimos y las razones de por qué lo hacemos, se ponen esquivos y huraños, nos retiran la palabra y el cariño que a diario nos brindan como una manera de castigarnos sin importarles lo que eso nos hace sufrir, no piensan en el daño que nos hacen. Precisamente a nosotras que les damos la vida al nacer y que somos capaces de todo, hasta de sacarnos el corazón para dárselos si en algún momento de eso dependiera que sigan viviendo.
Mi vida no ha sido una escalera de cristal, todo lo contrario y al recorrerla, he encontrado muchos escalones falsos, partes sin baranda y hasta tramos donde no hay peldaños. Eso me ha hecho ser muy dura, sarcástica y hasta cínica, sin embargo para ti siempre he sido suave, cariñosa y comprensiva.
Tengo nostalgia y de las grandes... por muchas cosas, algunas ni siquiera las puedo definir, pero la mayor angustia es por ti. Desde el día que naciste me propuse llevarte por caminos tranquilos y seguros, para que nunca te hirieras y así fue durante muchos años. Hoy todo ha cambiado, estoy obligada a verte andar caminos por los cuales jamás te llevaría y aunque trato de detenerte insistentemente, raras veces lo consigo. Tengo miedo que salgas muy herida.
Tu eres mi orgullo, siempre seré tu amiga incondicional, la madre que seguirá velando tus sueños, aconsejándote (aunque a veces no te dejas) para que nada ni nadie logre opacar tus ilusiones y metas. Yo creo en ti amor, aunque no lo creas.
Quiero que sepas, que siempre estaré a tu lado para apoyarte y levantarte si tropiezas, y enseñarte que una caída duele, pero sana cuando te levantas. Aprende que la verdad es mas fácil de explicar, la mentira daña tu imagen y afecta a la gente de tu alrededor. La vida es dura pero es muy lindo aprender a vivirla con responsabilidad.
No olvides que nuestro amor y el lazo que nos une, es hermoso, sagrado, puro y transparente como el cristal y a la vez fuerte y duradero como el acero. Le pido a la vida que me permita seguir siendo yo tu mejor guía y ayudarte a alcanzar tus preciosos sueños.
Te quiero mucho más de lo que te pueda escribir con estas simples letras, tú eres la niña que tiene mi corazón en sus manos y el poder de cambiar todo en mi vida con solo decir TE AMO. Ay, hijita… ojala algún día entiendas. Si me mientes me clavas un puñal, si me dejas de abrazar me hundes en un abismo.
A pesar de que cuando te censuro por cosas mal hechas te alejas de mi, ten la seguridad que siempre seguiré a tu lado para que sientas que tienes una mano segura que nunca te soltará, sin importar en qué situación te encuentres.
Te amo hoy, mañana y siempre.
jueves, 22 de marzo de 2012
Triste

Hace unos días que no escribo, mi estado de ánimo no anda muy bien y mi biorritmo está por el piso. En los últimos días me han pasado muchas cosas que no me han sido gratas, ninguna ha sido grave (creo) pero han caído una sobre otra sin darme oportunidad de reponerme de la anterior y lo que han hecho es ir empeorando mi estado de ánimo con el paso de los días.
Hoy decidí volver a este pequeñito espacio que me da tanto gusto y satisfacción, primero que nada porque hago lo que quiero y en segundo lugar por ustedes que sé que están ahí esperando nuevas líneas para leer, para alimentar su alma y comentar en el caso de los que lo hacen.
Pero no encuentro hoy historias, recuerdos, metáforas, sentimientos para compartir que cubran cierta tristeza. La tristeza no es un dolor físico, sino psíquico. Cuando estamos tristes podríamos decir que “nos duele el alma”. Es un estado de ánimo que invade y pinta todo con unos tonos de color… ¡triste! La tristeza es una y las causas son muchas. No existe una “pequeña tristeza” aunque queramos minimizarla, cuando nos sentimos así su tamaño no importa, porque como dije parece invadirlo todo. En estos días estoy triste y hoy es uno de esos días… en que quiero emborracharme para dejar de sentir... o mejor dicho para adormecer la parte de mi cerebro que me recuerda que tengo corazón.
Ya no sé que está bien y que está mal... me siento dividida en dos mitades… una continua con su vida normal, trabaja, lee, escucha música... la otra mitad intenta despegarse de la piel los vestigios de un sentimiento... Ya no es posible perderme en la sinceridad de otros ojos que me hablen sin palabras. Ya no puedo contemplar el alma a través de sus espejos... ¿Qué más queda? Ya mi capacidad de asombro excedió sus límites…
Ya no me interesan las actividades que hacia antes, ni quiero estar con mis amigas, quiero estar todo el tiempo sola y tranquila para no fingir que estoy bien. No tengo fuerzas para seguir adelante, estoy bloqueada y no rindo. Estoy agotada, sin fuerzas, además de tener un claro insomnio, ya no puedo más, llevo días así y en vez de mejorar va empeorando...
La gente dice: “No te pongas triste”, como si la tristeza fuera un vestido o un pañuelo que se puede poner y quitar a voluntad. Es imposible dominar la tristeza aunque se la puede acallar un poco, está ahí, agazapada como un animal herido y de pronto se manifiesta: basta un recuerdo, una imagen, tal vez una palabra o las notas de una canción. La tristeza va ocupando los espacios, haciendo difícil la risa, tiñendo todo lo que toca.
A veces es bueno tocar fondo, para emprender el camino hacia arriba, pero cuesta, y sobre todo cuando no ves la salida. Lo que me queda es salir, distraerme porque sino estoy jodida, y eso no es bueno. Tomo alcohol para olvidar… Siento que no puedo transar en mi independencia, en como hago las cosas, en el fondo tengo mi vida armada y me gusta tal cual como esta… Soy, porque siento, estoy, escucho, vivo, veo… y me pregunto, me invado, me callo, grito y escucho el silencio a través de mi interior, avanzo, retrocedo, tropiezo, me evaporo, floto, y bailo al compás del viento.
Hoy estoy triste, tengo una sensación de vacío... como si toda esta impudicia me despedazara y arrancara a pedazos trozos de mi, si… hoy estoy demasiado triste y me siento tan decepcionada que no tengo fuerzas para disimularlo… por suerte... solo es una mitad... alguien me enseño a dividirme en dos...
La tristeza es algo que nunca estuvo en mi persona, pero cuando algunas cosas sobrepasan los límites, la misma me hace morir en vida… el dolor se irá apagando, y mi verdad y mis errores saldrán a la luz. El llanto silencioso, es a veces el modo de expresar las cosas que no pueden decirse con palabras, gritos, expresiones que un humano quisiera. He perdido la confianza en tantas cosas…
Maldita tristeza me tienes en tu poder... Hoy, es una de esas veces... que no me siento yo... Definitivamente, han sido días muy largos… Necesito tomar aire...
jueves, 15 de marzo de 2012
Una tarde entre amigas
Ayer que era un día especial para mi amiga, lo pasó muy bien, relajada, tranquila y contenta. Aunque a ras del mediodía tuvo un pequeño sustico porque me aparecí con mi marido en su trabajo a recogerla para llevarla a casa temprano, para ello tuve que decir una pequeña mentirilla en la puerta pero funcionó. La llamaron y después del susto solo hizo reírse, y me dijo que nosotros estábamos locos que le dimos tremendo susto porque pensó que había pasado algo en su casa.
Mi marido después de reírse mucho con ella, nos llevó hasta casa de Cary (antes de llegar compramos algunas cosas entre ellas algo de beber como nos aconsejó Peter). Allí nos dejó porque el tenía que continuar trabajando y nos dispusimos a pasar una tarde despejada y apacible porque nuestros hijos estaban en sus respectivas escuelas y nuestros maridos trabajando.
Nos preparamos algo de comer, charlamos un rato, nos reímos un poco y nos pusimos a disfrutar de unas excelentes películas en el DVD inmersas en una paz increíble. Así transcurrió toda la tarde entre películas, tragos, risas y algunos comentarios.
Una vez leí en alguna parte que una de las mejores cosas que una mujer puede hacer por su salud es cultivar su relación con sus amigas. Porque las mujeres conectan entre ellas y se proporcionan sistemas de apoyo que las ayudan a lidiar con el estrés y las experiencias difíciles de la vida. Físicamente, esta cualidad "tiempo para las amigas" nos ayuda a fabricar más serotonina, un neurotransmisor que ayuda a combatir la depresión y puede producir una sensación general de bienestar.
Las mujeres compartimos los sentimientos, cosa que no hacen los hombres casi nunca, pero nosotras lo hacemos todo el tiempo, compartimos desde nuestra alma con nuestras hermanas y, evidentemente, es muy bueno para nuestra salud. Según los especialistas dedicar tiempo con una amiga, es tan importante para nuestra salud general como ir al gimnasio.
Por lo tanto, cada vez que nos sentamos a charlar con nuestra amiga, tenemos que darnos unos golpecitos en la espalda y felicitarnos por estar haciendo algo útil para nuestra salud. De hecho, somos muy afortunadas por tener a esas personas que nos hacen más llevadera la vida y lo hacen con el corazón.
Por eso mi amiga y yo nos escapamos con frecuencia, esperemos que la siguiente sea pronto. Sientan realmente bien de vez en cuando unas horas de desconexión de la rutina. Seguro que las chicas me entienden. Todas necesitamos encontrar pequeños oasis para estar con una buena amiga o con nosotras mismas y con nadie más. Me consta que todos tenemos nuestros remansos particulares conscientes o inconscientes, ya sea jugando, escribiendo, cantando, bailando, leyendo o charlando con una amiga-hermana.
La amistad es destinarle tiempo a otra persona, para saber de ella, como está, cuales son sus sueños y aspiraciones. Es preocupación y compromiso frente as sus necesidades. Es saber escuchar, por eso uno no es amigo de todas las personas. Ya que uno no siempre está dispuesto a abrirse y dar el mismo esfuerzo por todos los que nos rodean.
La amistad nace de inquietudes, pasatiempos o intereses comunes. Algunas tardan años en formarse y otras tan solo con unos minutos y con los años si se sabe cuidar y alimentar esa amistad se convierte en una eterna hermandad. Lo que hace mágica la amistad es ese don que tiene para crear esperanza, en medio de la desolación y la capacidad de hacer ver a nuestros amigos sus cualidades, recursos y espiritualidad interior.
Pero bueno, volviendo a la tarde de ayer, fue estupenda, tranquila y relajante. Disfrutando de buenas películas, amena charla y fuertes pero buenos tragos. Lo que le hicimos ayer, sacarla del trabajo y llevarla a casa muy temprano no se lo esperaba. Ella dice que yo soy un disturbio en su vida, creo que es cierto.
miércoles, 14 de marzo de 2012
Me moría sin ti
Te necesito conmigo porque ya eres parte de mi, sin ti no hay alegría ni color en mi vida, cuando te veo me sumerjo en tus ojos tocando el cielo con las manos y me siento inmensamente feliz, tu amor inflama mis pulmones, impulsa mis ilusiones como una bomba en un suspiro, tu loco amor me provoca sensaciones indescriptibles. Te amo sin dudar en cada latido de mi corazón, con toda la fuerza de la pasión que aumenta el calor de mi deseo.
Cuando no estás junto a mí, dondequiera que voy tu imagen me acompaña. Echo mucho de menos nuestras conversaciones donde nos contamos tantas cosas entre risas y caricias. Extraño tus ojos que en secreto muestran nuestra confidencia, nuestra pasión cuando estamos juntos, todo lo que compartimos. Cuando estoy sin ti te extraño tanto que nada tiene sentido. Siento un gran vacío en mí que no puedo remediar... Cuando algo nos aleja te extraño como la noche a la luna, como el día al sol, como la sed al agua, como la soledad a la compañía, como el silencio a la música, como la tristeza a la alegría. Tu lejanía me hace daño y me invade una angustia enorme por no tenerte.
Siempre es así, sin ti me siento perdida… como aquella vez que estuvimos separados, estaba desesperada pero además me di cuenta que no tenía fuerzas para soportar esa separación por mucho tiempo. Noche tras noche me dejaba vencer por el cansancio, al despertar tu recuerdo me llenaba de energía, alegría y esperanza. Esos días sin ti me parecieron siglos. Te extrañé tanto que comprendí que necesitaré más de una vida entera para olvidarte. Has llegado muy dentro de mí.
Ya no podía ni quería seguir así, eran demasiados días sin tu presencia, mi boca te extrañaba, mi cuerpo te necesitaba, precisaba de tus palabras, todo en mi te reclamaba pero no sabía qué hacer. Si escuchaba tu nombre mi cuerpo se volvía débil y necesitaba tus brazos para sostenerme. En ese instante extrañaba más que nunca tus sonrisas eternas, esa mirada tan tuya que me hace estremecer y soñaba con volver a amarte sin prisas, lentamente… he quedado presa de esa intimidad tan nuestra, de esas horas tan llenas de pasión.
Por suerte el amor siempre triunfa, o casi siempre… habían pasado varias semanas y si yo me estaba revolviendo en mi ansiedad, tu también y decidiste poner fin a aquella separación. Cuando hay tanta fuerza en los sentimientos no tiene sentido luchar contra ellos. Y aquel bendito día, a tu manera, sin explicaciones (no hacían falta tampoco), apenas sin cruzar palabras resolvimos nuestras diferencias.
Era viernes, el sagrado viernes… yo estaba en aquella fiesta a la que había ido de mala gana pero necesitaba beber y bailar, aturdir mi mente para poder seguir. Estuve bebiendo y bailando (aunque no soy muy buena en eso) como una posesa aquella música de los 80, pero ya estaba cansada y me tenía que ir, no quería que me cogiera muy tarde porque al otro día tenía muchas cosas que hacer. Como sabes mi relación con Morpheo es nefasta, por eso no quería desairarle aunque fuera por unas horitas.
Me dirigí a la puerta, abrí y me dispuse a subir las escaleras de salida, el golpe de aire fresco me hizo estremecer y a mitad de la escalera, noté una mano fuerte que me agarró y sentí una boca pegada a mi nuca, no tuve tiempo de decir una palabra, cuando tu otra mano cubrió desde atrás uno de mis pechos y muy cerca de mi oído susurraste, “Sí, soy yo, no te asustes, y sigue subiendo”, ni siquiera necesitaba mirar el corazón galopaba velozmente al mismo tiempo que mi mente mandaba impulsos eléctricos a toda mi piel que ahora se moría por ti, mientras seguí subiendo noté que tu mano desde atrás se metió bajo mi vestido... uffffffff, estaba encendida como nunca, y me dijiste, “No te gires todavía”, me moría de ganas por verte; por el contacto anterior, juraba que llevas sin afeitarte unos días, seguí subiendo sin volverme... olías bien con ese olor a hombre que me enerva y estaba volviéndome loca por probarte.
Ya afuera, el viento se hizo notar más, te apresuraste a apretarte a mi espalda para evitar que sintiera frío. De repente me diste la vuelta e invadiste mi boca salvajemente, no podía pensar en nada más que en ese beso y la sensación que recorría mi cuerpo pidiendo con urgencia que me poseyeras, no sé como me había excitado tanto en cuestión de segundos, pero tú también lo estabas, lo delataba tu dureza que se apretaba contra mi vientre... cuando te separaste de mi boca abrí los ojos, ahí estabas sonriente pero con las huellas de los días de insomnio en los ojos, con barba de un par de días como había intuido en el primer contacto con mi nuca... Entonces me volviste a besar y tomándome de la cintura me levaste hacia el parqueo, te pregunté adonde íbamos y sólo sonreíste e hiciste el simple gesto de poner tu dedo sobre tus labios en señal de silencio.
Abriste la puerta de un auto, que supuse era tuyo y entré, después entraste tú y lo pusiste en marcha. Todavía estaba muda por la sorpresa y la emoción, coloqué mi mano sobre tu muslo derecho porque necesitaba tocarte y me dijiste... “¿Impaciente?”, a lo que respondí con la voz entrecortada “Más que eso, desesperada, emocionada, caliente, irremediablemente mojada y deseosa”, sonreíste y respondiste “Mmmm qué bien”.
Dejamos de hablar, pero mi mano aún estaba temblorosa sobre tu pierna cuando detuviste el auto en la puerta de una casa, no sabía ni dónde estaba y en verdad poco me importaba, me besaste y saliste del carro, abriste el garaje y regresaste al timón. Yo no podía dejar de mirarte. Llevaste el auto al interior y cuando salí, ya estabas frente a mi, cerraste la puerta a mis espaldas y tu boca se perdió en mi cuello, yo sólo suspiré, sabes de antemano que no puedo con eso, me rinde, sin soltarnos me moviste de lugar manteniéndome entre tu cuerpo y el auto… estaba oscuro, solo se veía la tenue luz de una habitación a través de una pequeña puerta que estaba entornada... pero no nos dirigimos a la casa, te situaste frente al capó del coche, tu boca estaba en la mía, en mi cuello… tu mano se perdió bajo el vestido hasta topar con mi encaje que con prisa apartaste… me tumbaste en el capó, abriste mis piernas y dijiste... “Ahora voy a probar lo que he extrañado y deseado tanto”.
Tu cabeza se perdió entre mis piernas, me estabas volviendo loca pero quería que ese instante durara para siempre, me estabas matando cabrón y me moría porque me poseyeras de mil formas diferentes... ya ni me acordaba del frío... no sé el tiempo que paso, sólo recuerdo que llevaba dos orgasmos y estaba desesperada porque me penetraras, no me percataba que seguíamos sobre el capó del coche expuestos a la vista de cualquiera que pasara por la calle, por suerte estábamos dentro del garaje y estaba oscuro... finalmente bajaste mi vestido y vi tu mirada de satisfacción al tiempo que te topaste con la mía lasciva... me besaste tiernamente y me dijiste al oído “Sabes a gloria, shhhhh, no digas nada, ven que tengo una sorpresa para ti”.
Cerraste el garaje y me llevaste de la mano con una sonrisa pícara hacia la puerta, entramos y nos enredamos en un beso salvaje… no podía esperar a ver tu sorpresa, no podía esperar nada, quería tenerte dentro de mi ahí mismo, lo sabías, lo entendías, me volteaste y colocaste mis manos en la puerta, levantaste mi vestido y me embestiste con lentitud, el ritmo me enloquecía y te pedí que fueras más rápido y más fuerte, aceleraste y era tanta la excitación de ambos que no duramos mucho, en pocos minutos estallamos.
Te quedaste abrazado a mí, con mucha ternura con tu boca recorriste mi cuello, mi rostro y susurraste en mi oído “Te quiero, nena, me moría sin ti y por lo visto tú igual… ven amor, te va a encantar la sorpresa”. Me volteaste, tomaste nuevamente mi mano y tras volver a besarnos entre risas nos encaminamos a la habitación que estaba en penumbras.
viernes, 9 de marzo de 2012
Eres justo lo que siempre quise
miércoles, 7 de marzo de 2012
Mujer: la palabra más completa

Me encanta ser mujer porque visto las lágrimas de esperanzas y doy nuevas ansias a una ilusión. Soy capaz de crear un amor en mis entrañas y un mejor mañana. Sueño con la dicha de encontrar lo que quiero, no me conformo ante las limitaciones humanas, lucho por tener alas y volar. Pregunto sin miedo el por qué de las cosas y crítico las rutinas que no llevan a nada, voy tejiendo fantasías donde no existe el llanto y las mezclo con mi identidad, mi realidad. Me rindo lentamente a un "te amo", me entrego sin excusas, sin miedos, sin pretextos, envuelta en pasión y ternura. Amo la independencia, vengo de la naturaleza que creó mi cuerpo, del viento que me dio libertad, del mar que creó en mí la locura, de
Soy dueña de la vida, del amor, de la certeza, de la ternura, de la generosidad, la sensibilidad y la fortaleza, soy hembra y compañera, amante y amiga... soy suave, frágil y con una voluntad férrea; en medio del dolor soy fuerte; he aprendido que el universo es pequeño y que cada día es un regalo. Mujer que lo puede todo cuando ama, cuando trabaja y cuando sueña. Que pone de manifiesto su corazón de acero, para defender a su prole, para pelearle a la vida y al mundo por llenar a sus hijos de amor infinito. Mujer que no es bella porque la aman, es bella porque se deja amar. Mujer que detiene el mundo, para que su girar no la alcance, pero mueves su mundo con una mirada, con un suspiro con sus sueños de mil colores y lucha por hacerlos realidad.
MUJER, la palabra más completa, la que no piensa tanto las cosas y actúa como le dicta el corazón, la que siempre esta dispuesta a escuchar a una amiga aún cuando ella tiene problemas, que le da figura a la nada y lo conviertes en almohada y cobija para cubrir del frío a los suyos, que le da forma a sus sentimientos y los repartes incansablemente con sonrisas y amor. ¡Somos mujeres! Lo somos hoy y lo seremos siempre, porque somos alma, corazón y vida.
Somos quienes damos la vida por un hijo si es necesario, quienes siempre damos una sonrisa aunque el corazón lo tengamos lleno de tristeza, las que somos enfermeras cuando alguien enferma y lo cuidamos con ese cariño que sólo una mujer puede dar. Somos es madre, chofer, doctora, chef profesional, siempre una buena amiga y podría seguir haciendo una lista interminable de lo que significa ser mujer, pero no acabaría, porque una mujer, lo es todo, así de sencillo.
Las mujeres hemos cambiado mucho, para nuestro bien por supuesto, pero también es cierto que una cosa es sufrir un cambio y otra muy distinta es hacérselo sufrir a otros (cosa que también hemos aprendido). Convengamos que uno cambia cuando no soporta más lo que le pasa, por mucho que le pese a los que no puedan soportarlo. Así que, la que hasta ayer esperaba pacientemente despierta y sin protestar hasta la hora que fuera la llegada de su hombre ahora simplemente cambia la cerradura; la que sólo se ocupaba de ver siete telenovelas ahora se anota en siete cursos; la que se moría si la dejaban ahora te pone el divorcio o se busca un amante; la que maneja una empresa y de pronto se quiere ir a vivir en carpa; la flaca se pone hecha una vaca y la gorda baja veinte kilos, etc.
En medio de todo te van tildando de insatisfecha, ciclotímica, inmadura, egoísta y por supuesto feminista. Pero no todo es negro: muchos de nuestros cambios son recibidos con gran alegría por aquellos que nos rodean y nos comprenden, como nuestro nuevo marido o nuestro viejo amigo. Y no fue fácil para nosotras las mujeres descubrir que teníamos derecho a cambiar. Por eso no podemos permitir que ningún hombre nos esclavice porque nacimos para ser amadas no esclavas, no podemos desperdiciar el tiempo con alguien que nunca tiene tiempo para nosotras, ni permitir que alguien nos grite porque necesitamos que nos hablen con amor. Nunca podemos perder “nuestra dignidad de ser mujer”. Por encima de todo tenemos que querernos nosotras mismas porque sin duda somos la más bella creación de Dios.
Tantos cambios nos han llevado a que hoy tenemos más libertad para expresar nuestros deseos, nuestras intimidades y hemos perdido el miedo a ser juzgadas por decir que nos encanta hacer el amor, que nos gusta beber, que estamos enamoradas de alguien ajeno… en fin, nada nos calla la boca, somos más auténticas. Y miren que interesante se ha vuelto la vida nuestra… hoy los hombres tienen que aprender a valorarnos si quieren conservarnos, tienen que cuidarse con lo que hacen porque no pueden resolverlo con mentiras ya que siempre sabemos cuando nos mienten, los hombres son muy predecibles y las mujeres sin discusión alguna somos más inteligentes. Nosotras somos más directas si algo no nos gusta, en cambio ellos hacen todo un teatro para decir algo que ya sabemos que van hacer o decir. Somos increíbles, ¿verdad?
Por eso, amigas, mujeres no permitan sentirse solas, y si lo están aprendan también a disfrutar de ello. No se vean feas, gordas o demasiado flacas porque en la realidad importa más el contenido que el estuche. Ámense mucho, imagínense felices, la mente es un imán y todo lo que deseen y piensen lo atraerán, nunca se sientan menos que otra mujer porque ella puede ser más o mejor en algunas cosas, pero tú tendrás tus virtudes en otras... Amen la vida, con sus días de sol y también con sus días nublados, con sus tormentas eléctricas y con su paz... La vida está para gozarla, disfrutarla a cada instante, en cada momento.
Llenen su mochila de bellos recuerdos y dejen los malos a un costado del camino, párense frente al espejo sonrían y miren en su interior: el poder está en ti... Pueden elegir: sentirse bellas y amadas o feas con una vida sin sentido, darse otra oportunidad de ser felices o esperar con tristeza que sus vidas se apaguen. Pueden elegir la alegría o la tristeza, cerrar los puños y pelear o perder todas las esperanzas. Fíjense metas y luchen por ellas sin sentir culpa alguna, ni se sientan egoísta si dedican parte de su tiempo a algo que les gusta y que las hace feliz.
Siempre hay algún punto de la vida en el que recibimos golpes bajos, momentos en los que sentimos que se nos rompe el corazón. Pero las mujeres detrás de nuestra apariencia débil, somos fuertes y nuestro corazón también. Siempre estaremos unas para otras porque las mujeres sabemos ser amigas de verdad y por tanto siempre tenemos a nuestro lado a esos seres incondicionales que nos ayudan a pasar por todo, a defendernos de todos los daños que otras personas puedan causarnos, a levantarnos de los tropiezos. Cuando somos muy unidas y damos buenas batallas nos tachan de feministas, pues sí ¿y qué?.
En la actualidad estamos más contentas con nosotras mismas cambiando lo que no nos gusta y no sólo los pañales. Somos capaces de lograr tantas cosas… podemos asustar a nuestros jefes hombres con excusas de misteriosos desordenes ginecológicos, los taxis se detienen por nosotras, tenemos la habilidad de vestirnos nosotras mismas y comprar nuestra propia ropa, le hablamos a la gente del sexo opuesto sin tener que imaginárnoslos desnudos, deducimos como es alguien con tan solo mirarlo, hacemos comentarios sobre lo tontos que son los hombres en su presencia porque no están escuchando de todas maneras…
SER MUJER ES SER HEMBRA, ES SER INFINITA, HUMANA, ÁNGEL Y DEMONIO...
¡FELIZ DÍA INTERNACIONAL DE
lunes, 5 de marzo de 2012
Madre e hija: relación compleja
Voy a tocar un tema que pese a lo complicado es relevante y motivo de conflicto en muchas ocasiones. No entraré en experiencias personales y eso que ejemplos no me faltan. Simplemente la pregunta es: ¿Por qué las relaciones entre ambas son a veces tan complicadas? Los especialistas afirman que la relación entre madre e hija es la más compleja de las relaciones familiares, más que la de la mamá con su hijo o la del padre con su hija. No existe una explicación científica, se desconocen los motivos de tal hecho. Inclusive, para muchas mujeres es un misterio las manifestaciones de amor con sus hijas, porque a pesar de los contratiempos y las desavenencias el vínculo es muy fuerte.
Amor-odio, aceptación-rechazo, alejamiento-acercamiento, son sentimientos que caracterizan, con mayor o menor intensidad, al vínculo más profundo que existe en la vida de toda mujer, la relación con su madre. Esa unión cambiante y progresiva resulta fundamental para la esencia de cualquier mujer. Las iras, las frustraciones y el auténtico amor que las madres y las hijas compartes dan lugar a emociones muy complejas, variadas y versátiles, que hay que explorar para descubrir las mujeres que somos. Nancy Friday en su espléndido libro Mi madre yo misma, dice: “Cuando dejé de ver a mi madre con los ojos de una niña, descubrí la mujer que me ayudó a alumbrarme a mi misma”.
Cuando somos niñas idolatramos a nuestra madre, en ocasiones la aborrecemos en la pubertad, y muchas veces la creemos nuestra enemiga en la adolescencia y, si todo marchó más o menos bien, la comprendemos y valoramos de adultas, acercándonos más a ella. Si existen relaciones pasionales y complicadas, esa es sin duda la de madre e hija. Entran en juego muchos sentimientos y distintas concepciones de la vida. Llevarse bien no es tan fácil como podríamos esperar, principalmente en la adolescencia que es la edad más intolerante. A veces esas relaciones se tornan tan tormentosas que llegan al rechazo, con gritos y expresiones hirientes, difíciles de olvidar.
No cabe duda que esta relación es de una complejidad interesante. Puede abarcar los dos polos extremos: amor y odio. Cuando una hija es pequeña tiene a su madre como diosa, todo lo que hace su mamá es bueno y siente un apego emocional muy grande. Se establece en estas primeras etapas unos vínculos de intimidad muy fuertes. Pero cuando la niñez se trasforma en pubertad aparece el rechazo y el enfrentamiento. La mamá amiga y referencia en todo, pasa a ser prácticamente la enemiga número uno. La pubertad da paso a la locura hormonal de la adolescencia, que trasforma definitivamente la relación en tortuosa y difícil.
La relación madre-hija se encuentra casi siempre en los límites; es indefinible e inalienable. Como todo vínculo en crecimiento, es mutante: transforma y se transforma. Es necesario darnos la oportunidad de revisarla y, de ser necesario, modificarla o transmutarla en otra cosa. Las peleas son continuas, pero aún así sigue estableciéndose un vínculo de necesidad de la una por la otra. La madre se siente muchas veces dolida por las respuestas o acciones de su hija y la hija se siente incomprendida. El choque emocional está servido: cada una de ellas no entiende como la otra no la comprende. El final de la adolescencia da paso a un acercamiento tímido pero constante en las relaciones entre madre e hija.
Pero el tiempo pasa, se convierten en adultas y les llega el momento de preguntarse: ¿qué sucederá cuando sea madre? Entonces van teniendo más conocimiento de lo que significa ser madre y por tanto entienden más a la suya dándose cuenta de lo injustas que han sido en ocasiones. Cuando el vínculo de amor entre ambas no se ha dañado la relación entre ellas se estrecha aún más al convertirse la hija, es un momento de acercamiento y de reencuentro.
Cuando llega ese momento, es que nos damos cuenta de la complejidad que representa “hacer” personas, criar seres humanos. Recuerdo que cuando me quejaba de la incomprensión maternal por algún error en mi comportamiento, mi madre me decía: “me entenderás cuando tengas tus propios hijos” y ¡claro que la entiendo! por eso le digo lo mismo a mi hija cuando se suscita un conflicto o discrepancia entre nosotras.
La relación madre e hija es un vínculo tan pasional que a veces resulta difícil controlar. Del odio al amor en un solo paso, de la compañera confidente a la enemiga mortal, y de vuelta al reconocimiento. Los avatares de las relaciones entre ambas muchas veces parecen los de una montaña rusa, que en cuestión de minutos puede pasar de un día soleado a la más grande de las tormentas, para luego volver a ver el arco iris. Las mujeres construimos en dicha relación nuestro “yo” y nuestra identidad femenina.
La relación perfecta madre-hija es un mito. ¿Cuántas mujeres se sienten asfixiadas por sus madres? ¿Cuántas madres sienten que sus hijas no las comprenden? Tanto madres como hijas suelen sentirse atrapadas en estas relaciones sin siquiera poder visualizar cómo salir del conflicto. Es más, si existiera el término “divorcio” para madres e hijas, estoy segura que muchas lo harían en determinada etapa de la vida. Existen principios fundamentales para sanar la relación:
El primer paso es entender que tu madre, tan solo es humana, frágil, imperfecta, quizá con una infancia infeliz. No idealices ni desprestigies, tu madre no es Dios, ni tú como hija una santa. Somos personas y lo mejor que podemos hacer es humanizarnos, así que perdónala si se equivoca o hace algo que no te gusta, recuerda que quieres vivir tu vida a tu manera, déjala entonces que ella viva la de ella, simplemente ámala como es.
El segundo paso es reconocer el sufrimiento para no quedarte atrapada en el y en la relación mal sana con tu madre. No tienes que cambiar nada ni a nadie. Sólo dale amor, protección y comprensión al ser que te dio la vida, tú existes porque existe ella. Aprender a vivir tu propia vida.
El tercer paso es aprender a poner límites y no dejarse manipular. No es malo decir que “no”, “hasta aquí” y poner un límite en la convivencia con los seres que más amamos. Los límites son para dar libertad y seguridad, no sólo para ti sino también para tus hijos. A partir de la sanación de las heridas, empieza a amarte a ti misma, y a darte la oportunidad de ser libre, fuerte y crecer espiritualmente con ella.
Dejemos que viva lo que nos diferencia de nuestras madres sin borrar lo que nos hace semejantes a ella. Veamos en nuestras madres a una mujer, con todo lo que ello implica, y enseñemos a nuestras hijas (si las tenemos) a vernos como tales. La relación entre madre e hija puede ser una de las más hermosas que experimentemos en nuestra vida, y es una de las más intensas, profundas y complejas del ser humano.
Pero lo cierto es que hay que tener cuidado con estos conflictos porque ni madres ni hijas salen “intactas” de ellos. Por eso es muy importante y necesario poner límites a las recriminaciones y hay que aprender a perdonarse mutuamente. Sin perdón, desperdiciamos el tiempo de amar. Hace unos años una amiga me dijo: “Yo tenía conflictos con mi madre de todo tipo pero sobre todo por mi culpa porque cuando fui creciendo le exigía que viviera siendo el modelo que yo quería y no logré llevarme bien con ella hasta que la acepté tal y como es, con sus defectos y sus virtudes”.
Mi hija adolescente a veces también me recrimina pero para ser sincera no lo hace demasiado ni me juzga, creo que si me pasara le pondría un punto final a ese conflicto de inmediato, aclarándole hasta dónde llegan sus límites, para evitar daños mayores. Porque al final cuando ella sea una adulta no sólo comprenderá las cosas que ahora le digo sino hará con su vida lo que quiera aunque yo no esté de acuerdo, por eso no puedo permitirle que intente dirigir y juzgar la mía y mucho menos de forma injusta.
Amigas, si tienen una hija adolescente que dice odiarlas cuando pelean y las juzgan con dureza, no crean que están solas, que les ocurre solo a ustedes. Todas las madres del mundo pasamos por lo mismo sobre todo en la adolescencia.
Una cosa importante no olvidemos que no hay ni madres ni hijas perfectas. Y a pesar de todos los conflictos que puedan presentarse nos une un amor tan grande y un vínculo tan fuerte que no se puede romper. Como mismo damos la vida por ellas, ellas la dan por nosotras.