A veces me pongo a
pensar que no existe en el mundo una persona como tú, una persona que en el
primer momento en que la conocí, despertó en mi corazón, ese sentimiento tan
hermoso, tan especial, tan maravilloso que es “el amor”. Es un sentimiento tan
profundo que cada vez que te veo siento esa alegría, esa felicidad que me hace
vibrar y me hace sentir lo hermosa que es la vida a tu lado… eres lo que
siempre soñé.
Me gusta abrazarme a tu
cálido cuerpo, donde nuestros besos suaves nos conducen al éxtasis de querer
dar más, tienes la absoluta capacidad de despertar mi pasión por ti. Hacer el
amor contigo es vivir y morir, es tocar el cielo, es mágico, dos alma que se
hacen una… hacer el amor contigo sin tabúes ni complejos dejando todo mi ser
dentro de ti y haciéndote sentir que mi amor te quema, así hacemos el amor…
Cuando estamos juntos
somos increíbles, es algo tan fuerte y perfecto que a veces asusta. Junto a ti
siempre estoy sedienta de pecado, ansiosa de beber tu aroma, de tatuar tu piel
con mis dedos, de llenarme de tus ojos, beber de tu sonrisa, implicarte en mis
juegos mientras corren ríos de lenguas enredadas. Abrasar como el sol, llover
mis labios en tu tierra, sembrar lascivia para engendrar deseo...
Estoy sentada en una
esquina escribiendo… levanto la vista y me quedo mirándote y siento la punzada
del deseo por esa piel que empieza a estar curtida por los años y sin pensarlo
aparto lo que estoy haciendo y voy ansiosa en busca de tu fuego. Anhelo tu
esencia, tu dulzura, el deseo intimista y prohibido que percibo cada vez que
tus manos me rozan, tu fragancia derramada en mi cuerpo, tu sonrisa hecha de
sol que me calienta aun en el más frío día de invierno.
Intento escribir en tu
piel mi voluntad, a veces con redacción apresurada, despojándonos de las ropas
y las palabras, otras, mi caligrafía esta llena de calma y me complace besarte
en silencio, rozar apenas tu nuca con mis manos, susurrarte mimosa que colmaré
tu deseo, deshacerme en el viaje placido de tu sexo…
Me sientes moverme y
dejas el trabajo que estás haciendo para observarme. Me voy sacando la ropa,
botón a botón, prenda a prenda, empiezas a sonreír con malicia y te acercas
solo un poquito porque no te permito hacerlo más y no dejo que me toques, sólo
que me observes obligándote a que te consumas en deseo, haciendo que me
contemples placentera y maliciosa, quiero ser seducción, tentación, la vida
misma incluso.
Te sientas y me llamas
mala y yo me rió… acorto la distancia, y me siento sobre tus piernas, te enlazo
con las mías y me muero mientras mis manos descubren los efectos causados y te
invito a que descubras tú los que provoca el deslizar presuroso de tus manos.
Palpitan en mí las ganas de ser surcada despacio, de ser bebida con placidez
exquisita y no obstante sigo siendo mala, te recorro despacio negándote mi
mirada, atravesando la distancia entre tu boca y tu sexo para apenas sin
resistencia moverme juguetona ante el, untándote con la humedad de mi saliva y
llenarte de deseo creciente. “Mala”… me dices, me gusta y me rió…
En espera de saciar mi
gula como una loba lujuriosa, me afianzo a tus costados y aferrada a tu
desnudez te ofrezco mi cáliz entreabierto… cabalgo sobre tu cuerpo, me estremezco,
me agito, noto el cimbrear erótico de tu pelvis en el delicioso compás del
penetrar en mí de tu sexo y al fin soy loba herida que cae rendida sobre tu
pecho.
Me quedo allí pegada a
tu cuerpo sintiendo nuestra agitación y esta transpiración que huele a nuestras
pieles, y nos acariciamos, mientras nos miramos susurrándonos dulces palabras
de amor. Así transcurre un breve tiempo y cuando intento volver a mis letras me
lo impiden tus caricias suaves, dulces, tus susurros nuevamente en mi oído y tus
manos comienzan a recorrer mi cuerpo y tu aliento siento que me quema… e
inevitablemente enciendes mi pasión. “Malo”, te susurro… y me rió… Sin decir
casi siempre decimos todo. Sé donde ampliar tu golosa avidez de mi sexo. Se
interrumpe el silencio por los jadeos, consigo excitarte tanto que ahora eres
tu quien pide guerra. Me entrego a tu lascivia palpitante, deseosa, ansiosa…
Es una entrega sin
pensar, sin pausa. Cada vez, cada entrada y salida nos envuelve más en un
placer indescriptible, Siento escalofríos y la sensación evidente de la
proximidad del clímax. Y alzo mi vientre para sentir que te derramas en mi
interior, que te deshaces entre mis muslos, que mis pechos te parecen el manjar
más exquisito. Luego noto esa humedad vastísima y exhalo el último gemido.
Suprema es la intensidad de nuestras geografías al pecar.
Tu eres y serás mi
deseo, serás la mitad de mi cuerpo… muere de placer en mi confesionario... Y
déjame a mí... morir entre tus brazos. No olvides nunca que me gusta hacerte el
amor así, amándote.
Amiga, si lo que escribes es pecado, me confieso pecadora acérrima... Intenso , contagias tu fuerza ... siempre he dicho que nos lo pasaremos mejor los que estemos en el "infierno" que los que pasen el resto de la eternidad en el cielo. un placer nada prohibido.
ResponderEliminarNo hay mejores galas que las tejidas con las caricias de la persona deseada. Felices deseos cumplidos princesa.
ResponderEliminarPecar???? Joder tía, que eso no es pecado.
ResponderEliminarHmmm, pecado es haber estado tanto tiempo sin pasar por aqui. Pero al fin hemos vuelto, y ahora nos toca ponernos al día. Y por supuesto, a pecar ;)
ResponderEliminarUna maldad muy placentera y muy erótica, una maldad que me gusta. Me encantó, sabes seducir; mala.....y te ries porque sabes que encantas la piel, sabes hablar de mil formas, en mil idiomas, malo...te susurro, esta encantador el post. En este mundo necesitamos guerreras como tu para olvidarnos de los problemas diarios. Me encanta tu frase: "conseguí excitarte tanto que ahora eres tu quien pide guerra."
ResponderEliminarNos declaramos pecadores empedernidos y sin ningún tipo de redención. Que gusto! yo te absuelvo... tu tranquila... amiga
ResponderEliminarCuando más mala eres, más le gustas, más me gustas.
ResponderEliminarufffffffff, encendiendo la tarde.........amo la guerra que propones.......
ResponderEliminar