
Nosotras venimos en medias, tacones y pelucas diferentes.
Estamos en todas partes, en la calle, oficinas, playas, templos, espectáculos y
siempre que podemos fuera de la cocina. Los automovilistas nos temen, los
modistos nos odian, los hombres nos adoran, los niños nos necesitan, y las
lágrimas nos protegen.
Lo más hermoso de ser mujer es tener el poder de la
transformación y de la trascendencia de la raza humana. Si bien es cierto que
los hombres hacen su aporte al poner el espermatozoide para la creación de un
nuevo ser, es la mujer quien tiene el poder de transformar ese huevo fecundado
en un ser humano completo, quien se encarga de alimentarlo, de llevarlo en su
vientre hasta el momento del nacimiento y de llevarlo de la mano a lo largo de
su vida para convertirlo en un ser humano íntegro.

Las mujeres tenemos el don de escuchar y comprender, de
hacer varias cosas al mismo tiempo, ocultar las lágrimas perfectamente, seguir
adelante como se pueda y hacer feliz a alguien con sólo una sonrisa. Sabemos destacar
los pequeños detalles, valorar las pequeñas acciones, así como repudiar y enojarnos
por lo más mínimo, por una palabra mal dicha en un momento inoportuno.
Las mujeres somos el amor tras una capa de pintura, el misterio
tras una mirada y la ternura en metro y medio. Tenemos la astucia del zorro, el
candor de un lirio, la audacia de un tigre, el fuego de un volcán, la pureza de
la nieve, la intuición de cuatro linces, la mansedumbre de un arroyo, la
curiosidad de un gato y la fortaleza del acero.
Como todas las mujeres, amo amar y ser amada
apasionadamente sin motivo de vergüenza alguna pues un ser sin pasión es un ser
muerto en vida. También, he experimentado el lado opuesto de amar y no ser
correspondida y puedo decir de igual manera que he sabido lo que es que me amen
y no corresponder. He sabido limpiar los errores para comenzar desde cero y
salir triunfante comprendiendo que de los errores se aprende pues son lecciones
para que el alma se renueve y se fortalezca. He tenido la oportunidad de hacer
muchas cosas con la libertad de decir cuándo, cómo y con quién lo hago y con
quién no.

Nos gustan los perfumes, ir de compras, los halagos, las
joyas, las noches de luna y los versos de Neruda. Nos desagradan las visitas
repentinas, la nariz brillante, los ratones, llegar a tiempo a una cita, los
hombres sin rasurar…
Como todas yo he experimentado grandes momentos como
grandes aislamientos, todos resultados de mis elecciones. Pero creo inequívocamente,
luego de tantas desazones, que lo primerísimo que una mujer debe aprender es a
conocerse y amarse a sí misma, aún en momentos de dolor, de incertidumbre, de
malas decisiones, de soledad, de traición, de derrota, de enfermedad como en
las luces de la dicha, de la alegría, del triunfo.
No es lo que está fuera de nosotros lo que esclaviza,
maneja o manipula; es el equilibrio de nuestro mundo interior el que nos
permite romper con cualquier tipo de cadenas, con ese silencio mortal que
paraliza nuestra vida. Por eso tenemos que luchar por conseguir el equilibrio
de nuestro ser integral, y que todo lo que realicemos nos haga sentir plenas y
bien con nosotras mismas. Ser mujer es sinónimo de muchas cualidades innatas,
esto nos hace adquirir experiencia y ser exitosas.

Pero nacimos para dar vida, es nuestro mayor don. Estamos
destinadas a ser luz. Nadie más soporta en silencio un dolor como el del parto
y llora porque se le quemó el asado. Ni se acomoda en un bolso cincuenta
chucherías y olvida la llave de la casa. Nadie más recuerda el color del
vestido que llevaba una amiga años atrás. Ni le dice a una enemiga sonriendo:
¡Que linda te vez!
Disfruto grandemente de mi género, de ser mujer en todo
el sentido de la palabra. Disfruto de mi soledad y de mi compañía y sobre todo,
disfruto de ser mía, de ser dueña de mi propia persona. Amo los días lluviosos
tanto como un precioso día soleado. Los deportes no son mi fuerte prefiero la
música que alimenta mi alma. Me libero de lo que me atrasa aunque me duela y me
nutro de lo que me eleva. Soy cariñosa, malcriada, caprichosa, engreída, algo
loca, ligera de pensamiento, apasionada, traviesa, seductora, sensible, madre,
hermana, buena amiga... 100% Loca, 100% Humana... Sencillamente 100% MUJER.
Ser mujer no es sinónimo de cocinar, lavar, planchar,
esas cosas se hacen por amor a la familia o por necesidad. Ser mujer es abrazar
con el corazón cuando las palabras sobran, amar con todo el ser sin medida y a
cualquier hora. Amar con el cuerpo, con la mirada, con una caricia, con una
palabra. Es muchas veces tener que llorar en silencio, y a solas y no por
orgullo. Es entregarse sin dejar de ser ella misma, ser mujer… es usar todos
los sentidos al mismo tiempo. Sin duda, somos increíbles.

Las mujeres somos seres excepcionales y enigmáticos. Sin
nosotras no habría poesía ni canciones, ni grandes hombres, ni razón de vivir.
Ni calor en el hogar ni ternura para el niño. Nosotras somos la mejor creación
de Dios.