Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.

jueves, 5 de enero de 2012

No me dejas escapar


No sé por qué me buscas si te he dicho que no te quiero. No me busques más porque no quiero volver a caer en tu red, te lo pido por favor, no te preocupes si soy feliz o no. Olvídame, no me tientes más y vete. No sabes qué vacío has dejado en mí, aunque no te quiera, no te olvido. Siempre que busco refugio en una piel, evoco la tuya, morena, con tus lunares y cicatrices. Todo tú sigues refugiado en ese rincón que tanto te resistes a desocupar. Quizás es porque nuestros latidos siguen entendiéndose con el mismo código morse… Me duele y cuesta seguir sin ti. Si me pierdo reviviendo tan solo tus pupilas ¿qué va a ser de mí cuando te encuentre de nuevo? Todo empieza a girar, a dar vueltas, a ser desconcertante, como la falta de orientación que me lleva a esas calles estrechas de las que ya no sé salir.
Es como pretender esconder el mar dentro de una botella de cristal para mandarlo envuelto navegando por la nada que dejaste tras el barrido de tus pestañas. A mi ya no me quedan limites de entendimiento, control, represión de mis ganas de recorrerte otra vez. Puedo ser un camino más firme para el juego de tus dedos índice y corazón, y dejarlos pasear entre mi cuello y mi ombligo si prometen no salirse de ahí, puedo ser un dulce para tus labios, un caramelo para tu lengua, puedo ser todo aquello que tus pupilas quieran. A pesar de no querer verte, locos están mis ojos de buscarte entre tinieblas, locos y perdidos.
No tienes idea de la forma en que me siento sin ti, extraño desde tu voz hasta tu forma de hacerme reír. Si quisiera sabes que puedo latir a tu ritmo, concederte el deseo más tonto o más perverso porque compré un billete en primera clase hacía tu cama.
Puedo hacer que coincida el tiempo de mi pregunta con la solución a tu adivinanza... puedo hacer mil locuras… Así me voy perdiendo en los recuerdos y mis deseos por ti, mientras quiero alejarme más de ti y al mismo tiempo espero que vuelvas a robarme un beso y volver a oír al despertar de un sueño tus "buenas, princesa", mientras escondo mis ganas de hacerte el amor… sé que piensas que deberían torturarme para obligarme a decírtelo, porque mi orgullo y mi razón no me dejan, solo si me volviera loca te diría esa gran verdad, que haría el amor contigo toda la vida sin importar nada más.
Siempre supimos ser a la perfección, dos cuerpos buscando estrangularse. Aunque sigamos con nuestro eterno "cuando tu vas yo vengo"... ¿recuerdas lo bien que encaja tu mandíbula en mi cuello? No quería aceptarlo, pero he tenido tantas ocasiones de comprobar lo que me pasa por dentro cada vez que me rozas, que si sigo negándolo terminaré cayendo en la mentira más tonta, la mía. Te encantará leer esto, disfrutas cuando reconozco que me equivoco. Sé que no será bueno a largo plazo para ninguno de nosotros revivir tantos recuerdos, sin embargo ninguno de los dos puede evitarlo… Me gusta todo de ti, me apeteces a destiempo, como siempre. No sé si llegaste a entender nunca, que cada uno de mis mordiscos se dirigían a tu yugular embriagados de una demencia dominada por la idea de comprobar a qué sabes. El alcohol y el humo de tus besos mezclados con ese chocolate... ¡Dios bendito! eres un postre delicioso, aunque empalagues.
Me encantan esos ojos que me miran y me mandan relámpagos al corazón. Los míos intentando esconder todo sentimiento más allá de la pupila. Y no quiero besarte porque me muero en el último segundo de cada beso, me muero por dentro. No me hace falta ni frasco de veneno ni puñal que yo muero con un beso de tu boca, por si acaso fuera el último, y revivo en el primer segundo del siguiente, si lo hay. Constantemente cierro los ojos y te veo, estoy constantemente sintiendo el cosquilleo de mariposas reviviendo por el electrochoque del roce de tus manos, constantemente queriendo estar contigo para toda la eternidad y al mismo tiempo impidiéndolo.
A las dos de la tarde recostada en mi butacón empecé a pensar nuevamente en ti, y cuando a los cinco minutos me dio por mirar el reloj, eran las siete. Si escapo de ti algún día, si puedo volver a caminar tranquila por la calle sin miedo a que aparezcan tus ojos detrás de cualquier esquina, o cuando pueda pasear por todos y cada uno de nuestros lugares olvidados y desatendidos sin que esos dedos negros y húmedos del dolor me opriman el corazón, si algún día consigo ver más allá de ti y de contigo, entonces quizá, si tú quieres, podremos dejar de ser dos desconocidos... pues eres el desconocido más importante de mi vida. Aún siento el murmullo de tu voz, casi no duermo, no dejo de fumar. Cada recuerdo es una lágrima y aunque me digo que es la última, vuelvo a caer cuando pienso en ti. Pero cómo voy a olvidarte si tú no me dejas escapar de ti y te llevo en la sangre, y aún me pierdo en el último abrazo. No encuentro un antídoto para tu recuerdo, para tu amor que todavía me quema. Pero no sé la razón, no estás aquí porque yo lo quiero así, entonces por qué no puedo olvidarme de ti por más que trato.
Tal ves esta noche duerma con el sabor de tus labios en mi piel, las huellas de tus besos aun están tibias en mi cuerpo. Quizás cuando la magia del sueño se apodere de mi ser y caiga rendida sienta nuevamente tus labios, quizás en la calma profunda de mis sueños te aparezcas y me entregues tu cuerpo ardiente de deseos embriagándome de amor, tal vez nuestros cuerpos se unan en un mismo deseo que enciendan el fuego de la pasión y se fundan en ello... perdiéndose en una explosión de éxtasis... Quiero despertar con la humedad de tu piel, con tu cuerpo cálido abrigándome del frío.
Los ves, me alejo de ti pero mi mente vuelve una y otra vez a ti, a los recuerdos… y cada llamada tuya, cada súplica me pone peor, me hace flaquear. No-me-dejas-escapar. Y yo quiero huir. Por eso te rehuyo para no pensarte, vivirte o soñarte. No puedo permitirme el lujo de revivir tus lunares, repensar tus palabras, “resoñar” tus gestos. Sabemos que puedes hacer caer del cielo la llave que me abre y me expone, que hace que siempre termine diciendo que si. Una vez quise aparentar que nunca habías existido, ejecutando hasta a tu nombre que se volvió impronunciable y contra mí. ¡Qué estúpida! Como si realmente fuera posible aparentar que no ha existido alguien que llevas grado a fuego en la piel y en el corazón. Por eso te pido… ódiame, maldíceme, mátame... pero no me pidas que vuelva... a ti, porque si lo haces ya no tendré fuerzas para resistirme.

miércoles, 4 de enero de 2012

Hacía frío

El frío abrazaba la mañana, me tomé un café recién hecho y todavía estaba temblando. Me asomé a la ventana, aparte del denso aroma del café, olía a viento frío… En la calle la gente caminaba hacia su lugar de destino, marchaban rápidas a sus quehaceres, desde temprano hay un ligero sol que apenas calienta y, desde mi ventana veo vidas que se cruzan y no se encuentran, no se paran como suelen hacer normalmente para contarse sus cosas, hoy solo se saludan deprisa y siguen con la mirada al frente persiguiendo el quehacer diario para regresar al calor del hogar, hace viento y eso baja más la temperatura. Yo también tuve que salir a la calle, mis obligaciones me reclamaban.
Caramba lo único que no me gusta y nunca me gustará de la época de invierno, es el frío que invade el ambiente y congela hasta los huesos; además hay algo que me evita calentarme, no sé que es, pero… no piensen mal no hablo de esa calentura. Estamos hablando del frío y los estragos en el cuerpo humano, hablo de tener las orejas, los dedos, las narices congeladas y que no exista un poder humano que eleve la temperatura corporal a un nivel más placentero. Con este frío ni ganas dan de salirse de la cama.
Seguí caminando y sentí mis dedos muy fríos, no sentía la nariz, tenía que hacer algo imperativamente, no me había percatado pero me estaban temblando las manos, Me detengo frente a un parquecito y me siento en un banco, mi mente comienza a volar junto con el aire frío… Basta acercar mi mano a unos centímetros de la cara para darme cuenta de que huelo a ti, reconocería ese olor a millas y millas de distancia. Incontrolablemente el corazón comienza a galopar a mil por hora, doliendo cuánta más velocidad alcanza, y duele porque sin previo aviso tu perfume se cuela por mis fosas nasales cuando más te echo de menos. Solo con respirar recuerdo cada milésima de segundo que mis dedos han rozado tu cuello, y pienso, solo así pueden oler a ti mis manos. Habiendo estado pegadas a tu nuca con ese pegamento permanente, rindiéndose a esa fuerza magnética del imán que habita en cada poro de tu piel y que empuja a los míos a estar muy pegados. Fuerza magnética que me empuja hasta ti esté a la distancia que esté, imposible de ignorar, como ese motor que mueve mis músculos con el único objetivo de alcanzar tus labios.
La mente es increíble, me estaba muriendo de frío y en lo que pensaba era en mis ganas de que se hicieran realidad esos momentos entre sábanas pegando mis fríos pies contra tus piernas, las cosas que se me ocurren mientras me congelo en este banco viendo cómo por todos lados no hay más que gente caminando deprisa y un fuerte viento que azota mi cara. Pero es que recordarte y sentirte vale la pena hasta tal punto, que es irresistible hacer cualquier esfuerzo. Y cuánto te quiero, cuánto más se enrojece y se enfría mi nariz.
Para evitar morir de frío hay que ingerir muchas calorías que aporten energía pero sobre todo calor al cuerpo humano, ya saben cafecitos, chocolaticos, algún trago y toda clase de porquerías que eleven nuestro calor corporal y nuestros niveles de grasa para que nos protejan de las bajas temperaturas pero nada mejor que… vuelves a mi mente, el recuerdo es tan vívido que ahora tiemblo y no es sólo de frío, te siento recorrer mi cuerpo, languideces mis sentidos con tu simple mirada, con tus labios que me devoran y me provocan. Amo tu aroma de macho en celo, tu locura y tu pasión, la sinrazón del animal que me posee. Adoro tus labios que me llenan de miel, esas horas que se pierden en el túnel del día y la noche mientras cabalgo entre tus caderas cadenciosas. Olvidando hasta mi nombre en el vértigo del placer unísono de los amantes.
Decido levantarme y seguir, pero me detengo nuevamente a mirar a dos enamorados que abrazados se protegen del fuerte aire frío, sonrío y… alguien a mis espaldas me rodea con sus brazos, intento librarme cuando siento su voz en mi oído: “¿Qué estás haciendo aquí?, hay demasiado frío”, cierro los ojos creo que estoy soñando, pero su voz es real, sus brazos, sus besos en mi cuello… sus manos frías se meten bajo mi abrigo buscando acariciar mi piel, abrasándose con el calor de mi cuerpo. Sin dejar de besarme dice: "¿Cómo lo haces? con el frío que hace y estás ardiendo”. Sonrío y me vuelvo entre sus brazos, para antes de besar su boca contestarle: “No, cómo lo haces tú, porque es por tu culpa". Nos fundimos en un beso fuerte, apasionado, lleno de deseos mientras nuestros brazos querían fundir nuestros cuerpos. Instantes después sentimos que el frío seguía arreciando hasta llegar a hacernos tiritar y sonriendo salimos abrazados en busca de un refugio y una cama para compartir en la que yo volviera a sentir que me moría pero esta vez no de frío sino de calor.

lunes, 2 de enero de 2012

Lo que pueden causar unas palabras

Tenemos que cuidar nuestras palabras, nuestra forma de expresarnos… porque lo que podemos decir en determinado momento influirá directamente en los sentimientos de las personas y en las relaciones humanas. Cuando emitimos un criterio no tenemos ningún derecho a herir a nadie, ni que nuestras palabras supongan agravio ni menoscabo para nuestro interlocutor. Merece la pena que todos dediquemos nuestro mayor esfuerzo a la tarea (dura y ardua como pocas) de convertirnos en personas un poco más asertivas y empáticas. En la vida todos, alguna que otra vez, nos hemos levantado en la mañana pensando: “ayer volví a pasarme, discutí como un loco y perdí el control. Y lo peor de todo es que lo que estaba discutiendo era mucho menos importante que el cariño de quien me enfrenté”.
Las palabras encierran mucho más de lo que imaginamos. No es sólo comunicación. Las palabras bien avenidas crean belleza, sueños, ilusiones, pasiones… con doble sentido a veces alimentan la imaginación pero también esconden mucho veneno, dañan, lastiman… a veces lo mejor es alejarse del emisor. Eso, al menos desconcertará al imbécil que pretende dársela de inteligente. De lo contrario, si lo enfrentamos, daremos inicio a un conflicto aunque no somos los responsables. Si nos paramos a pensar y “rebobinamos” un poco algún conflicto comprobaremos que, con frecuencia, el principal motivo del enfrentamiento no es tanto lo que decimos sino el cómo lo hacemos.
Existen personas que parecen especialistas en generar conflictos, y esto les afianza su autoestima porque se sienten seguros reafirmándose en sus argumentos, ideas, comportamientos, su actitud ante la vida y ante los demás. También están los que se ven inmersos en el conflicto, y asumen su parte de responsabilidad sintiéndose culpables por no haberlo sabido evitar o por no ser capaces de resolverlo. El otro día fui testigo de como una amiga sufría por un conflicto que no tuvo sentido y pudo ser evitado, yo entendí su dolor y lo hice mío.
Creo que ante cualquier diferencia de criterio o forma de ver la vida desde puntos diferentes, debemos ante todo intentar el diálogo desde el amor y la comprensión, colocarnos en el lugar de quien tenemos enfrente y establecer una conversación rica y productiva que nos aúne en lugar de separarnos.
Es cierto que este debate o diálogo es imposible cuando nuestro interlocutor no escucha razones y solo desea que prevalezca su criterio, se ofusca en mantener su visión y sus argumentos por encima de los demás, incluso –a veces- por encima de aquello que consideramos sentido común, incluso cordura y, desde luego, con una ausencia absoluta de respeto hacia el otro. Esto marca más distancia y genera un dolor inmenso porque hieren en lo más hondo en el intento desesperado por mantenerse firme en su posición a costa, incluso, de culparnos, catalogarnos, etiquetarnos de mil maneras diferentes, incluso con agresividad y de manera cruel.
Hay una frase de la sabiduría popular, quizás un poco redundante, pero que encierra una grandísima verdad: “Nadie tiene el permiso de hacerme sentir mal sin mi permiso”. Veo diariamente personas que se molestan unas con otras por las cosas que se dicen o hacen; por una mirada, por una actitud hiriente o por palabras ofensivas. La veracidad de la frase radica en que es cierto que nadie puede obligarte a sentir algo que simplemente no es beneficioso para tu espíritu; vivir en paz no es fácil en un mundo lleno de personas tan diferentes, con tantas diversidades de criterios en ocasiones malintencionados otras no, pero no nos pueden obligar a ser como otros quieren que seamos.
Nuestros diálogos discurren impregnados de emociones y sensaciones, porque la comunicación se da entre seres vivos que aman y odian, disfrutan y sufren, ríen y lloran, atraviesan buenas y malas épocas. No se trata de un entendimiento entre máquinas, sino de conversaciones entre entidades vulnerables, distintas y cambiantes. Especialmente, cuando la charla aborda temas “sensibles”. En estas discusiones que nos “tocan el alma” resulta difícil controlar las emociones. Y directamente imposible, actuar de modo empático y asertivo. Pero algo hemos de hacer para evitar que los sentimientos y el impulso del momento nos venzan y surjan las palabras hirientes, arrollándolo todo a su paso. Porque Hay palabras que están de más y hay momentos que sobran.
Las personas que no participan de nuestra opinión o forma de ver las cosas, nos llegan a ver como un ente a quien tienen que vencer para evitar que los derrote. Con este esquema, terminan adoptando una actitud de guerra en la que asimismo les quedan sólo dos alternativas: mantenerse a la defensiva o pasar al ataque. Estas dualidades tan simplistas reducen el terreno, remarcan las diferencias y alejan los puntos en común. Además, arruinan los matices y los obligan a depender de lo que haga o diga la otra persona. Las respuestas, normalmente, acaban tiñéndose de agresividad. A veces las palabras son duras lastiman sin límites ni barreras.
Muchas peleas se deben a malentendidos comunicativos. Decir estupideces sin saber las consecuencias crea enfrentamientos evitables, pero la soberbia de algunos está por encima de su propia inteligencia. Lo malo de todo esto es que la falsa ilusión de creerse con la verdad absoluta en sus manos aleja a esas personas de la felicidad, terminan lastimando y lastimándose ellos mismos, por falta de comprensión y flexibilidad. Y una persona así, se aleja de poder comprender la sencillez que fluye en otras personas. La vida siempre termina poniéndolas en su sitio pero a veces de manera dolorosa.
La sensación de impotencia y el dolor ante la agresividad, la falta de respeto, el ataque o el insulto del otro se entremezclan muchas veces, y es lo que nos queda al quedarnos a solas. Pero es ahí donde tenemos que sacar nuestra caja de herramientas y utilizar ese armamento que guardamos y que actúa de bálsamo para el alma. Y, por encima de todo, tenemos que perdonar y perdonarnos cuando, en el fragor de la batalla, herimos o nos hieren profundamente.
Hay un proverbio árabe que dice: “Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio: no lo digas”. A fin de cuentas, aunque nos vestimos con uniformes de ejércitos diferentes y asumimos el papel de soldados defensores de nuestras propias causas, es importante recordar que, en el fondo, todos estamos en el mismo bando, unos más adelante y otros en la retaguardia. Desde esta certeza como punto de partida, siempre tendremos ganada, no la batalla, sino la guerra entera.
En determinadas circunstancias, las palabras sólo consiguen incomunicar. Y las recordamos como se recuerda el sabor del vino aún después que su olor se ha desvanecido y que su copa ha desaparecido. ¿Por qué no entender, de una vez, que la boca jamás logrará ser tan rápida como el alma? Y que no todo lo que se cruza por la mente puede convertirse en palabras, ni lo merece...

domingo, 1 de enero de 2012

BUENOS DIAS 2012

Pues ya pasó esa noche en que todo debe ser maravilloso y todo el mundo debe pasarlo lo mejor posible, y todas esas cosas. Pero lo cierto es que es una noche más. Una circunstancia por la que hay que pasar, y nada más. Yo hace tiempo que decidí pasarla de la forma más relajada posible. Aunque eso sí, siempre rodeada de gente a la que quiero o que me importan, o gente con la que quiero estar. No me apetece nada salir de fiestas, bares y discotecas esa noche tan ruidosa, cara y bulliciosa. Prefiero reservarme para cualquier otra noche en que pueda disfrutar de ello como quiera, con quién quiera y cuando quiera, sin imposiciones del calendario.

Cociné una estupenda y sana cena, a base de verduras y pollo asado, y brindamos por toda la felicidad posible para este nuevo año que comienza. Nos montamos un grupo curioso, no muy numeroso, pero bien avenido, y disfrutamos de la noche a nuestra forma, y de la mejor manera que nos apeteció. Bebida, música, películas, juegos, charlas, risas, baile y hasta canto, porque a los muchachos les dieron por cantar, se imaginan. Hemos tenido lo suficiente para pasar de una forma divertida y amena la noche, sobre todo estar juntos y llenos de amor y alegría. Nos lo pasamos muy bien, sin aspavientos ni grandes excesos, pero muy bien. ¡Como debe ser! Creo que los últimos se fueron de casa como a las cuatro de la mañana, por poco nos coge en tanta bachata el primer amanecer del nuevo año.

Así pues el primer día del año lo he pasado durmiendo la mayor parte del tiempo. Presiento que este va a ser un muy buen año. Por lo menos los buenos deseos y augurios ya están echados... Sin duda lo mejor del año pasado han sido los amigos, algunos nuevos, y el afianzamiento de la amistad con los que ya tenía. Con todos ellos estoy enraizando relaciones importantes, y sin lugar a dudas mantener esa amistad y potenciarla, será lo mejor de este nuevo año que comienza. Y bueno hablando de amistad, mejor me voy a cocinar porque en unas horas estarán aquí mis amigos, mi otra familia, para comer juntos y seguir otro buen rato de cumbancha.

No olvidemos que como decía Eleanor Roosevelt: "El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños". Yo todavía creo en los míos, no dejen ustedes de creer y luchar por los suyos, así que repitamos: BIENVENIDO 2012, y que este año sea para colmarnos de felicidad, pero recuerden que no cae del cielo, la felicidad y la prosperidad son bienes por los que hay que luchar.

MUCHAS FELICIDADES, NUEVAMENTE, PARA TODOS.

Otro año que se va

Termina el año siempre igual, pero nunca es lo mismo. El tiempo pasa y como cada año (aunque este haya sido particularmente duro) hay muchas cosas que celebrar. El tiempo pasa inexorablemente para todos, aunque cada año uno es más viejo también se gana en experiencias y conocimiento. Y lo más importante de todo es seguir siendo joven de espíritu. Y en eso estamos...

En la vida nos vamos acostumbrando a muchas cosas, entre ellas a estar inmersos en nuestro propio mundo sin prestar mucha atención (o ninguna) a lo que ocurre a nuestro alrededor y olvidamos el sol, el aire, la amplitud, las personas que nos rodean. Nos acostumbramos a despertar sobresaltados y tomar el café corriendo porque se nos hizo tarde y estamos atrasados, a comer una pizza o un pan con tortilla porque no da tiempo para más y dormir con el estómago pesado sin haber vivido el día. Nos acostumbramos a sonreír para las personas sin recibir una sonrisa de vuelta, a ser ignorados cuando precisábamos tanto ser vistos.

Si tenemos demasiado trabajo, nos consolamos pensando en el fin de semana y peor aún, hacemos pesado nuestro trabajo, y a los demás, viviendo en las críticas destructivas y, a veces, en la siembra de la discordia hablando negatividad y todavía sin argumento alguno. Y si el fin de semana no hay mucho que hacer vamos a dormir temprano y nos acostumbramos a quedar satisfechos porque siempre tenemos “sueño atrasado”. Y así vamos ahorrando vida que de todas formas se gasta y que una vez gastada, por estar acostumbrados, nos perdimos de vivir. Alguien dijo: "La muerte está tan segura de su victoria que nos da toda una vida de ventaja". Por eso, amigos, yo los invito a dejar las costumbres y comenzar el nuevo año viviendo la vida con intensidad.

No nos comparemos con nadie, ni a favor ni en contra; cada cual recibe de la vida lo que merece y cosecha lo que siembra. Tratemos de lograr lo mejor de nosotros mismos y de nuestra vida; todos tenemos metas diferentes y lo que hace felices a unos puede ser la infelicidad para otros. Si cometemos un error no resolvemos nada poniéndonos tristes, ni deprimiéndonos, tenemos que tomarlo positivamente y considerarlo un aprendizaje, una lección importante. En la vida lo grave no es equivocarse, sino seguir cometiendo el mismo error una y otra vez; pensemos donde radicó nuestra equivocación e intentemos remediarla; de esa manera cada error se convierte en un paso adelante y en una lección aprovechada positivamente.

Las personas que nos rodean, familia, compañeros, amistades, conocidos… no nos querrán más y nos recordarán mejor por lo que tenemos, sino por ser quienes somos y por las cosas que hacemos y decimos. Por eso tenemos que hacer lo posible por mejorar internamente y superarnos en lo que hacemos por y para los demás; estas son las cosas que nos merecerán prestigio, respeto y aceptación.

Enfoquemos los problemas, preocupaciones y angustias desde el punto de vista de lo que podemos hacer para superarlas y no desde lo que ellas pueden hacer para destruir y amargar nuestra vida. Indudablemente somos más, podemos más y valemos mucho más que lo que nos preocupa, por eso no podemos dedicarnos a angustiarnos, tenemos que dedicar nuestros mejores esfuerzos a buscar las soluciones.

Procuremos la excelencia en lo que nos ocupa, en el trabajo, el estudio y en nuestras relaciones familiares, laborales y personales; cualquier trabajo y actividad son dignos y nos proporcionarán crecimiento si lo hacemos lo mejor posible exigiéndonos sobre todo a nosotros mismos. Busquemos nuestro propio nivel de excelencia.

Puedo asegurar sin riesgo a equivocarme que el 2011 ha sido uno de los peores años de mi vida, de esos que se quieren olvidar cuanto antes, estoy deseando que acabe. Por supuesto, ha habido cosas buenas, y muchas, pero las malas han empañado casi todo lo demás. Espero que el 2012 sea un año mucho mejor. Y deseo que al menos traiga mucha felicidad a toda la gente que quiero (por supuesto a los demás también). Ya estoy contando las horas para que llegue. ¡MUCHA SALUD, PAZ Y AMOR PARA TODOS EN ESTE NUEVO AÑO QUE COMIENZA!

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Una lágrima

Una lágrima es eso que humedece los ojos y que muchas veces nos empeñamos en ocultar. Es eso que nos tragamos tantas veces por soberbia, por orgullo, por demostrar fortaleza y queda atorada en la garganta, apretada en el corazón comprimiéndolo todo. Es tan profunda que no sabemos con certeza de dónde nace, ni si podrá morir alguna vez.

Si el dolor o la tristeza nos invaden las lágrimas brotan del alma, silenciosamente, se dan furtivamente… ruedan, en humedad, por la mejilla. Nos llegan desde el alma, simplemente son gotas del dolor que sentimos...

No soy una persona propensa al llanto, sin embargo últimamente he llorado mucho… he tenido y tengo deseos de llorar, sentir que una lagrima corre por mi mejilla para sentirme liberada de esta pena… quiero correr, desaparecer, tengo ganas de no estar, quiero volver a sentir que mi corazón y cada respiro diario tiene un objetivo… este intenso dolor borra todo lo bueno que me rodea, me atormenta tanto que mi felicidad se la lleva el viento, que la alegría se va junto con el humo de un cigarrillo, ya no sé qué hacer para mejorar mi estado porque cuando la gente que me rodea logra que me sienta mejor, todo vuelve a empezar… y no se donde ir...

Aunque en muchas culturas llorar se asocia con debilidad, las lágrimas hay que verterlas y nunca reprimirlas, según dicen los especialistas porque cuando las emociones se quedan dentro actúan como una olla Express y degeneran en enfermedades del cuerpo y del alma. A veces una lágrima cicatriza una herida, lava una pena y ablanda el corazón.

Una lágrima es un recuerdo, una angustia, una desesperación, una interrogante... a veces puede ser el comienzo del perdón, la primera luz de la rectificación, que hace estrechar una mano, también puede ser rebeldía o arrepentimiento. Odio. Amor, luz o sombra… puede ser el sueño desvanecido que rozó nuestros párpados o el amor perdido que aun está dulce, húmedo.

Una lágrima en ocasiones es la gota mágica que hace cambiar por dentro, cuando tenemos que pagar nuestra cuota de dolor, la lágrima ayuda. Cuando la derramamos en el corazón querido o en la intimidad de la amistad la lágrima une, estrecha, funde. Las lágrimas transforman, enseñan, disuelven los rencores, las espinas, las malas yerbas que van creciendo e impidiendo acercarse, abrazarse, comprenderse.

Quien no te conoce siempre ignora los motivos por lo que las derramas. Las lágrimas que se convierten en una válvula de escape y que consiguen disminuir los niveles de angustia actúan como un calmante natural, ya que tras el llanto alcanzamos un estado de cierta relajación. Así, al reducirse la intensidad de esas emociones somos capaces de enfrentarnos a ellas para solucionar, en la medida de lo posible, los problemas que provocaron la tristeza.

¿Son lágrimas de amor? muchas veces sí, pero también la expresión de una inmensa pena... Las lágrimas se dan sencillamente, cuando a llorar la vida nos condena... Debemos llorar cada vez que sintamos ganas de hacerlo porque es medicina para nuestro corazón, si tienes deseos de llorar... Llámame... No lo impediré, pero... Te prestaré mis lágrimas para llorar por ti o contigo. Te daré mi hombro para que llores en él, como hacen conmigo personas que me quieren, que me dan su espacio para que me refugie, sus brazos y su corazón para apoyarme y ayudarme a lidiar con tanta tristeza, para que no me hunda en ella, porque la vida tiene que seguir y yo en ella.