Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.

lunes, 18 de junio de 2012

Darle el justo valor a las cosas


Es de madrugada y estoy cansada, pero he salido como tantas otras noches a la terraza a respirar un poco el aire fresco de la noche y a mirar ese horizonte que a penas se intuye entre las sombras, pero que yo sé que esta ahí. Me gusta mucho esa quietud, ese silencio. Y hoy, especialmente, lo he saboreado más, porque me siento tranquila, relajada.
El otro día le dije a alguien que yo prefiero trabajar o batallar con un hijo de puta inteligente que con buenazo mediocre y se molestó mucho, me dijo horrores. En distintos momentos de mi vida he sido criticada por mi gusto por la inteligencia. Cuando uno habla de que le gusta la gente inteligente o aún peor, de que uno se considera inteligente, suena pedante. A mi la pedantería me incomoda. Pero también es cierto que me considero inteligente. En este punto es necesario saber qué se entiende por inteligente, porque en realidad no es un puntaje de C.I., cuando yo hablo de inteligencia me refiero a una mezcla entre creatividad, ingenio, y una gran dosis de interés por las actividades que se hacen.
Es cierto que hay otras cosas importantes. Obvio. De hecho, mucha gente que considero inteligente son bastante insufribles, inestables emocionalmente, limitados en su área de conocimiento, o simplemente malas personas. También hay quienes confunden inteligencia con seriedad, lo que es un error, ya que no hay nada menos inteligente que no tomarse las cosas con humor. Tampoco es conveniente confundir inteligencia con una aureola de "bondad" generalizable a todos los ámbitos. En lo personal, he conocido muy buenas personas que han estado lejos de ser brillantes.
Llevo varias semanas agobiada con mucho trabajo (de esos que no sabes cómo entrarles y los vas dejando hasta que te pones contra-reloj) y problemas personales. Algunas veces lo que quiero y lo que no quiero, se ignoran mutuamente, negándose importancia. Lo mejor podría ser abandonar, la esperanza para empezar, la nostalgia para seguir, los objetivos en general, para terminar. No quiero defender el hedonismo, no quiero defender nada. No quiero ningún estandarte. A veces lo que uno quiere no está entre las alternativas y elegir nada, al final es elegir algo, porque eso sí estaba dentro de las opciones. Tener una historia para contar nunca es malo, aunque sea una historia triste.
Bueno, creo que me he ido enredando toda, pero lo cierto es que ahora, ya lo he encaminado casi todo y empiezo a sentir menos presión. Eso hace que me sienta más liberada y feliz. Pero esto me ha llevado a pensar en el valor que uno le da o no le da a las cosas en determinado momento. Dicen que sólo valoramos aquello que perdemos, ¡qué estupidez la nuestra!, aunque muchas veces es así.
Por ejemplo en este instante yo valoro la paz que siento y es que me doy verdaderamente cuenta de lo que significa no sentirse presionada; pero a veces no valoramos el que tenemos trabajo, o a la gente que nos quiere de verdad, o que tengamos 20 putos pesos en la cartera, o que alguien nos sonríe al darnos los buenos días…
Si algo tengo claro es que cualquier cosa que hoy tengo, mañana tal vez ya no la tenga. Y en ese saco incluyo todo cuanto poseo, desde lo más valioso, como la gente que quiero, a las cosas más insignificantes, como el simple trago que me estoy tomando. Hoy estoy aquí pero mañana no sé donde estaré, hoy he sonreído escuchando el canto de los pájaros pero tal vez mañana no pueda escucharlo; he trabajado, me he reído, he hablado con mucha gente, he besado a mis hijos y he tecleado como loca en mi computadora. Pero, mañana, tal vez no pueda hacer ninguna de esas cosas.
En cada amanecer, abrimos los ojos para enfrentarnos a un día más... La mañana se va llenando de un taconeo incesante, las calles se llenan de estudiantes y trabajadores marchando hacia sus tareas diarias, y otras muchas personas empeñadas por llegar al lugar deseado... Tanta es la prisa que miramos sin mirar... Quizás recordamos una marca, comentamos el gesto huraño de alguien sin importarnos la causa que lo provocó. Así transcurre el día y nos quedamos sin descubrir el interior de quienes nos acompañan, o nos privamos del disfrute del vuelo de los pájaros o la sonrisa de los niños cuando juegan. etc. Todos los días son buenos para redescubrir sonrisas hermosas, actos valiosos, manos habilidosas, espíritus valientes, luchadores incansables de lo bueno.
Por eso hoy quiero ser consciente, valorar y agradecer a la vida todo cuanto tengo antes de perderlo, o, más todavía, aunque no lo pierda nunca. Y, sobre todo, agradecerle esta capacidad que constantemente me brinda para sentir, para ser capaz de conmoverme cuando siento el viento fresco de la noche en mi piel o mientras intuyo un horizonte entre las sombras.
No podemos vivir tan deprisa, eso conspira contra nosotros mismos. Siento rabia y tristeza cuando me doy cuenta de que no nos detenemos ni un instante y es necesario hacer un alto como el que he hecho esta noche, para tomar consciencia de muchas cosas. Y aunque me arden los ojos, no he querido acostarme sin sentarme a escribir esto, para ver si de este modo me lo grabo definitivamente en mi memoria, en esta mente traicionera y desleal que muchas veces se empeña en hacerme olvidar lo maravilloso que es vivir cada instante y disfrutar de las cosas simples.
Las cosas que el dinero no compra son las más valederas. La recompensa más grande es la sensación de haber hecho "mi mejor esfuerzo", de no haber desmayado en la lucha, de no tenerle miedo a la noche sino dejarme seducir por su profundidad. La recompensa más grande es darle gracias al camino cuesta arriba que en lugar de cansarme, me revitaliza. El premio más grande es verme con grandes ojeras acompañadas de una gran sonrisa que dice he caminado un largo trecho, con muchas caídas y desaciertos, con algunas cicatrices, polvo y lágrimas, en medio de algunos berrinches y angustias, pero que cada obstáculo me dio un talento, mientras más grande es el reto más son las ganas de superarlo.
¡Ah! Déjenme decirles algo más en cuanto a la inteligencia, cuando digo que me gusta la gente inteligente, no es una declaración de principios con respecto al valor de las personas, que suelen tener cualidades en los diversos ámbitos, sino solamente una declaración de gustos. La inteligencia me gusta como me gusta el cine, me atrae como me atraen los hombres, ni más ni menos. No hay por qué molestarse.
Soy consciente de la suerte que tengo por estar aquí, por ser, por aceptar y disfrutar todo cuánto la vida me regala en cada momento. Quiero sentirme todos los días (sé que eso es imposible) tan liberada y feliz como me he sentido esta noche, cuando buscaba ese horizonte entre las sombras, disfrutando del frescor de la madrugada y con la satisfacción de muchas cosas resueltas.

4 comentarios:

  1. Coincido mcontigo en lo de la inteligencia. En lo de la prisa no creo que sea tan así, porque en muchos casos no es por mero gusto sino por lo difñicil y complicado de la vida, aunque tienes razón en que necesitamos detenernos de vez en vez para disfrutrar esos pequeños instantes y pensar en lo que tenemos.

    ResponderEliminar
  2. Sos genial, me encanto eso de "la inteligencia me gusta como me gusta el cine, me atrae como me atraen los hombres, ni más ni menos. No hay por qué molestarse". decís bien, fijaos si me gusto que copie textual las palabras.

    ResponderEliminar
  3. Esta sociedad de consumo, consume igual a los intelectuales. Se quedan en poesias orientales lamiéndose las heridas que no tienen tiempo de curarse.
    Incluso la "vida acelerada" tiene un fin humano que los funcionarios han logrado 'descafeinar' como lo hacen con todo. Creo que cuando uno viaja en moto a mil por hora, tiene que confiar en los instintos y los reflejos mas que nunca. Pero, no funciona cuando nos empujan a movernos y no es algo que sentimos... ¿Cómo conocernos mejor?

    Me preocupan esas nuevas esclavitudes que generan como preguntas en ese gran cerebro que forma toda la humanidad:
    El alquiler de vientres, es algo que siempre ha existido. Pero, hoy, una pareja homosexual paga $12000 para inseminar un óvulo comprado y gestarlo en el vientre de una chica hindú-musulmana. La chica, no le cuenta nada a su familia, porque no entenderían ni creerían toda esa tecnología. Se va a Nepal a vivir por un año y vuelve para comprarse una tienda y empezar una nueva vida. Pero, a ella le pagan como mucho $3000 cuando deberían pagarle $6000. Y dicen que hay chicas que acceptan incluso $300!!.
    Me preocupa que si algún dia terminan con esa mafia, estos van a secuestrar chicas para seguir el negocio, imponiéndose por la fuerza, como siempre...

    La mayoría de los problemas actuales surgen porque no le damos a las cosas el valor que realimente tienen.
    ¿Cómo hacerlo? ¿Seguiremos creyendo que si podemos pagar por algo, nos merecemos tenerlo? ¿Y podemos tirarlo cuando nos cansamos?
    Tiene que existir algo que nos impida obtener las cosas hasta que no creamos que nos las merecemos... Algo que salga de nosotros mismos, sin importar lo que nos diga nadie.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me faltaba agregar una sugerencia que en un momento mencionó S. Hawkings sobre como decidía sus próximas actividades. Decía que solo se guiaba por lo que tenía en 'la punta de la nariz' para seguir adelante. Descartando un universo (imaginar las ideas de ese genio) de asuntos, como menos interesantes...
      Así, logró negar su propia teoría de que nada podía escapar de un agujero negro. Volviendo a sorprender a los mismos científicos que ahora son sus seguidores...

      Eliminar