Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.

martes, 8 de octubre de 2013

¿Quién se mete en la vida de quién?



¿Les han dicho alguna vez sus hijos: ¡Mamá no te metas en mi vida!? Es una de las frases favoritas de los adolescentes. Yo la he escuchado (como muchos de ustedes) y esta frase ha calado hondamente en mí. He dado alguna que otra respuesta en su momento, pero creo que la más acertada sería:
¡¡Hijitos, un momento, es verdad que yo me meto en sus vida y ustedes se han metido en la mía!!
Voy a contarles cómo se metieron en mí vida: hace años, su padre y yo decidimos tener hijos, pues llevábamos ya varios años de casados. Inmediatamente de tomar tan gran decisión yo quedé embarazada y desde el primer instante de tu vida en mi vientre, hijito, ya todo mi pensamiento y mi tiempo era para ti y en función tuya. Ocupaste todo nuestro tiempo aún antes de nacer. Desde ese entonces toda nuestra vida ha sido primero para ti y unos años después cuando nació tu hermana, para los dos.
Déjenme explicarles para que entiendan por qué aún antes de nacer ya ocupaban nuestro tiempo. En el caso tuyo, hijito, el embarazo no fue malo, realmente me sentía bien, aunque mis piernas se hinchaban mucho y mis pies aumentaron una talla. Los gastos se acrecentaron increíblemente, tanto que gran parte de lo nuestro se gastaba en ti, porque además de la alimentación y los medicamentos para llevar un embarazo saludable, yo me gastaba grandes sumas de dinero en comprarte todo un guardarropa, ¡y juguetes! Compraba carritos, pelotas, soldaditos, etc. Ni siquiera me di cuenta cuándo dejé de comprarme cosas para mí.
Tu padre me decía que era una locura que eso no era normal, pero aquello después lo vimos como una bendición porque después de tu nacer el país pasó por unos años muy difíciles, de una fuerte crisis y carencia casi total de todo pero nosotros no teníamos que preocuparnos por ropa y zapatos para ti porque tenías demasiada. En mi locura había comprado de todo en cantidades y de todas las tallas por lo menos hasta que tuvieras tres años. Tu padre decía que gracias a mi locura sólo nos teníamos que ocupar de la comida.
El embarazo tuyo, hijita, fue más difícil porque estuve muchos meses en reposo y no me sentía bien. Me puse muy gorda, me costaba trabajo moverme y en las últimas semanas no podía ni dormir. Su padre tenía que despertar temprano para ir a trabajar, sin embargo, se esforzaba y se pasaba horas despierto junto a mí tratando de que me sintiera mejor. Además tuvo que hacer maravillas con su tiempo para ayudarme, tuvo que repartirlo entre su trabajo, la construcción de la casa, ayudarme a cuidar a tu hermano y en las tareas del hogar. Fueron meses muy difíciles.
Desde el principio siempre quisimos lo mejor para ustedes, yo dejé de fumar, las parrandas fueron disminuyendo hasta llegar a cero, no frecuentábamos tanto a los amigos, de hecho de algunos de ellos nos separamos por ustedes... renunciamos a muchas cosas por ustedes pero ni un sólo instante nos peso ningún sacrificio.
Y se atreven a decirme ¡QUE NO ME META EN SUS VIDAS!
Después de los meses de espera vino el parto, y fuimos inmensamente felices al ver sus caritas (cada uno en su momento), pero después de ese momento sublime nuestro sueño se fue para siempre. Primero porque cada tres horas, como si fueran una alarma de reloj, nos despertaban para que le diéramos de comer; en otras se sentían mal, lloraban y lloraban sin que nosotros supiéramos que hacer. Otras veces el llanto no era por hambre, simplemente se mojaban y nos levantábamos a cambiar el pañal y antes de haber cogido el sueño ya estaba el bebé llorando otra vez, y a esto súmenle los días y las noches que estaban enfermos.
Cuando empezaron a gatear me levantaba a las cinco de la madrugada, para antes de que ustedes se despertaran poder lavar su ropa, adelantar la preparación de la comida y limpiar para que no cogieran microbios al andar por el piso. Después cuando dejaron de ser bebé y empezaron a andar… ¡diablos! no sé cuándo hemos tenido que estar más detrás de ustedes, si cuando empezaron a caminar o cuando creían que ya sabían. Había que estar atrás de ustedes todo el tiempo, para que no se cayeran, para que no metieran los deditos o cualquier otra cosa en los enchufes, para que no se cogieran las manos con una puerta o una gaveta, no podíamos sentarnos tranquilos ni a conversar porque en un santiamén se perdían de nuestra vista y teníamos que salir corriendo para evitar que se lastimaran con cualquier cosa. En fin teníamos que tener mil ojos para que no les pasara nada.
Todas las enfermedades les dieron y para rematar eran asmáticos. Tuvimos que suspender muchas salidas, ya arreglados, listos para partir, y yo sentir alguno un poco caliente y decirle a su padre: “Cambio de planes, el niño/a tiene fiebre, no podemos ir”.
Y me dicen ¡QUE NO ME META EN SUS VIDAS!
Tú hijito, todavía recuerdo la primera vez que fuiste al jardín infantil, ¡Dios mío! La angustia me mataba porque justo en la puerta te abrazaste a mí a llorar y a suplicarme que no te dejara, no había forma de que me soltaras y toda explicación era inútil. Tuve que hacer de tripas corazón para dejarte. En tu caso, hijita, eras más independiente y aunque lloraste un poco cuando te expliqué que debías quedarte para que mamá pudiera trabajar y que mientras tu jugarías con otros niños hasta que yo volviera, te abrazaste a mi y me pediste aún llorosa que no se me olvidara ir a buscarte. ¡Olvidárseme! Si al dejarlos a cada uno en su sitio cada mañana yo dejaba el corazón con ustedes.
Aunque habían ido creciendo y dormían toda la noche, seguí teniendo un sueño muy ligero por si me llamaban, por si me necesitaban a media noche para que les diera algo, por si se sentían mal… Las tardes y los fines de semana eran para ustedes, íbamos al cine, al parque, jugábamos en casa, apenas nosotros veíamos la TV no sólo por la falta de tiempo sino porque cuando queríamos ver algo casi siempre coincidía con algún programa infantil.
Continuábamos haciendo malabares con el dinero para poder comprarles todo lo que necesitaban, pero no nos quejábamos porque éramos felices con verlos felices a ustedes, y más cuando llegaban en la tarde como una tromba a la casa haciendo cuentos de la escuela, y nos abrazaban y besaban diciendo cuánto nos querían.
El trabajo también aumentaba con su tamaño porque constantemente yo tenía que estar recogiendo sus cosas por toda la casa y en sus cuartos, porque los arreglaba un día y al otro tenía que volverlo a hacer porque el desorden era horrible.
¿¡QUE NO ME META EN SUS VIDAS!?
Siguieron creciendo y con ustedes crecían las aventuras y las preocupaciones. Y ahora que ya son adolescentes hemos vuelto a perder el sueño porque salen solos en las noches, tienen mucho más que estudiar, nos preocupan sus amistades, sus notas, su futuro y sus vida en general. Quieren ir muy aprisa, les urge conocer todos los lugares de diversión, apenas con 14 y ya querían ir a todas las fiestas de sus amigos y no querían que los lleváramos, a duras penas dejaban que los acompañáramos hasta una cuadra antes y para recogerlos igual. ¿Se acuerdan?
Ya casi no nos cuentan lo que hacen en la escuela, les aburre hablar con “viejos” que no entienden el mundo de hoy, no nos cuentan lo que hacen con sus amigos, no nos dicen que nos quieren, pero nos reclaman infinidad de cosas en nuestro comportamiento, dicen que no los entendemos, que no los comprendemos, y que no nos metamos en sus vidas. Tampoco podemos hacer comentarios acerca de sus amigos sin que la mayoría de las veces se vuelvan contra nosotros, es como si los conocieran a ellos de toda la vida y nosotros fuéramos unos perfectos "desconocidos" para ustedes. Cada vez sabemos menos de ustedes, por ustedes mismos, muchas cosas las sabemos por otras personas.
Cuando salen, la mayoría de las veces, me paso las noches en vela esperando su regreso y empiezo a desesperarme cuando llega la hora que prometieron regresar y veo que no han llegado, que es de madrugada y no me han llamado, llego a mis límites si veo que son más de las tres de la madrugada y siguen sin llegar... Hasta que por fin los siento entrar y entonces, finalmente puedo dormir.
En cada etapa de la enseñanza cuando se han graduado, hemos estado a su lado llenos de orgullo, hemos dejado compromisos importantes por estar allí junto a ustedes que son lo más importante en nuestras vidas. ¿Cómo me lo iba a perder?
Nos buscan muchas veces cuando necesitan algo o peor aún, los buscamos nosotros, cuando tenemos que llamarles la atención. Hablan poco con nosotros porque dicen que los regañamos mucho y que todo lo que hacemos está mal. Yo les pregunto: ¿No han pensado que con estos defectos que nos señalan les hemos dado lo que tienen hasta ahora? ¿Somos realmente seres humanos tan torpes e inconscientes? ¿Quién se mete en la vida de quién?
Los hijos son un acto de amor, nadie los elige te tocan los que vienen, no son genios ni un dechado de virtudes pero son mis hijos, mis amores, los quiero y estoy orgullosa de ustedes. No importa las diferencias que tengamos en algunos momentos, yo me seguiré metiendo en sus vida porque esa es mi obligación para poder velar por ustedes y educarlos lo mejor posible.
“No te metas en mi vida”. Sin duda a ésta frase cada uno de ustedes como padres, pueden añadir grandes anécdotas, corregir y aumentar, pero no quiero ni imaginar el hecho de que ustedes hubieran decidido no meterse en la vida de sus hijos, ¿qué hubiera pasado? Seguramente algunos de ellos no estarían aquí. Y si sólo se hubieran metido inicialmente y luego hubieran abandonado la tarea de alimentar, educar, cuidar, etc. Muchos de sus hijos no habrían logrado ninguna meta a pesar de sus esfuerzos. Si los padres no se preocuparan por lo que hacen, a qué hora regresan y en qué estado, a dónde van y con quién, quizá muchos ya no estarían entre nosotros, o estarían en un hospital o presos de algún vicio.
Estoy segura que ante estas palabras “NO TE METAS EN MI VIDA”, podemos responder juntos.
Hijos, nosotros no nos metemos en sus vida, ¡ustedes se han metido en la nuestra! Pero les aseguramos que desde el primer día hasta hoy, estamos muy felices de tenerlos, no nos arrepentimos que se hayan metido en nuestras vidas y la hayan cambiado para siempre. ¡MIENTRAS ESTEMOS VIVOS NOS METEREMOS EN SUS VIDAS!… para ayudarlos, formarlos, amarlos y hacer de ustedes personas de bien.
A todos los que son buenos padres ¡¡ BENDITOS!! Por meterse en la vida de sus hijos, ahhh más bien (corrijo) por haber dejado que sus hijos se metan en sus vidas. Todos los que se meten en la vida de sus hijos consiguen verlos realizados en cada etapa de su formación y logran hacer de ellos hombres y mujeres de bien.
Y ustedes HIJOS, empiecen a valorar a sus padres, porque a pesar de no ser perfectos (ustedes lo son mucho menos) se esfuerzan mucho por y para ustedes, porque los quieren y darían su vida si fuera necesario por ustedes, porque lo único que quieren es que sean felices y triunfen en la vida, que lleguen a ser grandes personas con grandes valores.
Empiecen hoy mismo a darle las gracias a sus padres por haber dejado que ustedes se metieran en su vida, o si no, esperen un poco a que lleguen los críticos más implacables… sus propios hijos. La vida da muchas vueltas, y en menos de lo que ustedes se imaginan alguien les dirá... "¡¡¡NO TE METAS EN MI VIDA!!!”. Veremos entonces qué piensan y qué dicen.

8 comentarios:

  1. La conclusión a la que llego es que siempre...SIEMPRE...me meteré en la vida de mis hijos, con consejos y sugerencias. Pero son libres de elegir. No seré yo quien les reproche que no hayan seguido mis pautas,pues necesitan vivir sus propias experiencias y tener su propio vuelo. No puedo imponerle el mío, ni mi foma de volar. Pero nunca quedaré callado ni indiferente ante sus proyectos. No me lo perdonaría. ¿Quien se mete en la vida de quien? Solo es cuestion de respeto mutuo. Hermoso y reflexivo lo que has escrito. Solo debemos tener paciencia con los hijos. Lo entendemos a cabalidad cuando.....nacemos como padres. Gracias por el post!!

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  2. Precioso y cuanta verdad. Es claro lo que dice Peter entendemos mejor a nuestros padres , cuando emprendemos la hermosa tarea de serlo Saludos y gracias por compartirlo.

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  3. Es muy cierto todo lo que narras y, cuántas veces dije "no te metas en mi vida" a mis padres, no lo sé... Sólo sé que hoy mi necesidad es estar cerca de mi mamá. Agradezco que me haya dado espacio para ser, pero que no haya desaparecido. Ella no sería madre sin mí, y yo no sería hija si no hubiera sido así...Relato reflexivo sin dudas. Gracias!

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  4. ¡asi es, joder! cuando uno es madre nunca mas vuelve a dormir tranquila nunca mas te sentis sola y tus problemas son nada si ellos sufren, nuestras vidas cambian tanto que nunca mas volvemos a ser las mismas ....somos ellos. besos

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  5. Prefiero no opinar, yo no elegí nacer...

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  6. pues aunque no opines Turco por lo menos debería servirte para reflexionar porque piuenso que esa expresión de "yo no pedí nacer" dices mucho, tu debes ser de esos que grita NO TE METAS EN MI VIDA, sin la menor consideración y respeto. Los padres damos todo por los hijos,dar sin esperar nada,es complicado pero la vida es asi, este es un texto para pensar y meditar,un abrazo.

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  7. Cuando los hijos van creciendo pareciera que el consejo y el cuidado de los padres no importara tanto como el de los amigos y muchachos de su edad. Creo que es un proceso normal de crecimiento, tienen que afianzarse en su personalidad, y uno confiar en ellos y en los valores que le hayamos dado. No es fácil, todo desprendimiento de ellos es duro, pero necesario. Un placer pasar por tu espacio y reflexionar sobre tantas cosas interesante que nos escribes. Un gran abrazo, amiga.

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  8. es cierto, ellosno entienden q todo lo q hacemos y decimos es por su propio bien porque son lo + importante para nosotros y entonces como en r evancha se atraven a juzgarnos como si fueeran ellos perfectos y tuvieran las verdades en sus manos. no piensan q al entrar en nuestra vida aunque sean niños deseadospusieron nuestro mundo de cabezas, esa es la mera verdad.

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