"¡Nada es tan mío como lo es el
mar cuando lo miro"
Elías Nandino -poeta mexicano
(1900-1993)
Mi
mar tiene magia y misterio… mar de sueños… lo mismo me devuelve a mi infancia
que me proyecta al futuro… Es etéreo, se entremezcla con el cielo, se confunde
con el viento… Y me invade sensación de inmensidad, de salvaje y poderosa
energía… A veces es poderoso e implacable otras tantas veces nos acarician sus
suaves olas en la orilla de alguna playa donde se pueden ver las mejores salidas
y puestas de sol o ver con la rabia que rompen las olas sobre rocas y
acantilados, es bello por donde se mire.
Me
fascinan los colores del mar. Azul... ¿sólo azul? El mar cambia de color, su
tonalidad puede ser muy diferente en pocas horas. El cielo también decimos que
es azul y... ¡vaya si es diferente desde el amanecer al anochecer! Evidentemente
nuestra mente tiende a la simplificación. El color del mar tiene siempre algo
que ver con el color del cielo y de su suelo. Una tonalidad más blanquecina o
amarillenta se entrevé en la proximidad. Su fondo es arenoso. !Qué diferente
color tiene en ese día tranquilo a ese azul fuerte marcado con blanco indicativo
de oleaje, de mar movida!
Me
hechiza esa inmensidad azul de horizontes infinitos, aire, luz, rumor de olas y
la sensación de paz que su visión nos inspira. Cuando estoy frente a el me
adentro en sus misterios y silencios, en los secretos que ocultan sus temblorosas
y gélidas aguas... el corazón del mar es inmenso, profundo, sabio como lo es
todo en la naturaleza. El mar es arrullo de noches estrelladas, es paz encontrada,
es la orilla del mundo real y en donde empieza la fantasía. Su resplandor
remero nos adentra a bogar en leyendas, mitos o cuentos, a imaginar galeones,
piratas o corsarios...
El
mar es un pozo infinito para crear, inventar o soñar todas las historias que se
nos ocurran. Aunque si soy sincera me gusta verlo y disfrutarlo desde la orilla
y adentrarme en él unas brazadas, no más. Cuando he tenido experiencias de
estar en altamar siempre me han dado un poco de miedo por su inmensidad. Pero,
estar en una playa, mirándolo en toda su plenitud me embarga un estado
delicioso, sintiendo en mi cuerpo y en mi espíritu la unión de los cuatro elementos
vitales. La tierra que piso, el aire que respiro, el sol que me calienta y el
agua, imprescindible para la vida. Es entonces cuando me hago una con el
Universo y la
Trascendencia.
Cuando
estoy cerca de el, no es difícil madrugar con tal de acercarme un ratico a
pasear a su lado sin gente, sin ruido, sin nada. Y el se fascina con mi
llegada, noto que cuando voy a verlo me dice: "Ya estás en casa". Soy de mar porque valoro el tenerlo cerca
como un tesoro increíble que no está al alcance de todos. Ser de mar no es solo
nadar en sus aguas, es sentir que eres la persona más afortunada del mundo
cuando lo tienes cerca.
Mi
hora favorita, el amanecer, cuando el sol ya ha salido pero aun provoca estrellitas
en el agua… Me gusta pasear por la orilla del mar… andando despacito… descalza…
por la arena mojada, hundiendo mi huella en ella… un caminar ligero y suave
cuando los primeros rayos del sol bañan cálidos mi rostro…
Mar
inmenso y profundo. Amparo de mis sentimientos, refugio de mis penas. Apoyo
incondicional y sincero. Zozobrando entre sus olas, única y grande me siento.
Lugar de mis sueños y anhelos... Me gusta su hipnótico movimiento, su fuerza.
Me encanta su rugir y sentir su brisa. Amo el mar, pero no me adentro en él,
suele ser engañoso, bipolar.... Tal vez no sea él, tal vez soy yo, que debo
aprender a nadar bien.
A
primera hora de la mañana… no se ve ni un alma, quizá duermen… Sólo una gran
extensión de arena frente a mi, sin pisar, bañada por una espuma blanca
susurrante… Me paro y la observo… Me parece increíblemente lejano el final…
inmensa como ese mar que está ahora a mi lado… Andar sabiéndose solo en todo el
mundo… un paso tras otro, sin prisa, por una playa desierta… camino infinito…
El
mar es un mundo sorprendente. Me fascina el color cambiante del agua, siempre
distinto según la luminosidad del día o de la hora, según las nubes oculten el
sol o lo muestren en todo su ardiente esplendor, y me subyuga definitivamente
la tonalidad de un azul intenso que adquiere a cotas de gran profundidad. Esas
aguas azules con aroma a vida, nos
permite olvidar o rescatar recuerdos, enterrar nombres o recordar en sus arenas.
El corazón del mar late por nuestras venas, susurra palabras y versos de amor.
Cerremos los ojos y naveguemos a la deriva, aferrados sobre sus alas, gracias a
sus aletas y al viento de sus olas...
Este
fin de semana estuve junto a él. Una vez más. El paisaje que pude contemplar
era hermoso a la par que extraño. Como si de una acuarela se tratara, se veía
distorsionado el contorno de la playa y las olas que rompían con fuerza en su
orilla, dejando la estela blanca de la indómita espuma. Siempre es una visión
fascinante. En aquel momento, me habría gustado saber pintar y poder trasladar
a un lienzo aquel paisaje casi onírico.
Puede
hacer sol o estar encapotado o con densas nubes de tormenta, puede rugir o
susurrar en mis oídos. Es mi mar. Respeto, fuerza y una especie de adicción.
Nunca he sido capaz de pasar demasiado tiempo sin verlo. El mar es muy superior
a mi palabra, rebasa mis brazos y mi mirada. Es el guardián de mis sueños,
confidente de mis secretos, mi consuelo, mi alegría y mi salvación. Con el mar
tengo una comunicación... como si hablara con mi ser, como si hablara con migo
mismo a un nivel muy profundo… ahí encuentro las mejores respuestas y las mas
sabias decisiones. Él me traspasa, nivela mis aguas internas, me contagia su
ritmo... Es un motor que mueve mis interiores a veces dormidos por la vorágine
de la ciudad.
Descalza,
alcancé la orilla y de pronto me sentí parte de aquel cuadro mágico. El mar
golpeaba con fuerza los riscos y la arena. Un viento molesto revoloteaba
incómodo levantando a su paso arena de la zona seca de la playa. Cerré los ojos
dejando que la brisa salpicara mi rostro e intentando conservar en mi retina
aquella escena casi dantesca de la mar embravecida.
Los
cinco sentidos se agudizan en el silencio… Ver, oír, tocar, oler y gustar de
ese sabor a sal que se nota en la garganta… y poco a poco pareces sentir que
formas parte real del Universo. Que cuadras. Se puede sentir en un plano distinto…
Sólo
con uno mismo… encontrarse con el interior, despacio… y sacarlo afuera… en
silencio y con calma… observando todos y cada uno de los detalles que el mundo
me muestra… descansar en ellos…. sólo contemplando la belleza de un instante
tras otro… impregnándose de ella, disfrutando y saboreando cada momento…
dejándote arropar por un sentimiento ascendente, creciente sensación de
libertad…
Ignoro
el tiempo permanecí allí, sentada frente al mar. En esa playa distante y
hermosa. Ahora el agua serena y suave llegaba hasta mis pies y los besaba
amorosamente con besos de espuma. Lucía el sol y el cielo estaba con ese azul
diáfano característico de mi tierra. Apenas unas nubes salpicaban de blanco
como gaviotas planeando en el manto azul del cielo.
En
otras ocasiones lo he dicho. Existe un affaire entre el mar y yo. Supongo que
lo he sabido desde siempre: estamos ligados por espíritu. Tratar de negarlo es
inútil. Es una relación que se aviva con cada reencuentro. Nunca puedo
separarme de ese mar tan monstruosamente seductor sin una desconsoladora
amargura. Cuando tengo que regresar a casa y me despido de esa belleza incomparable
siempre me siento abatida.
Yo estoy de acuerdo contigo, el mar produce un efecto maravilloso en mi, es una sensación de paz interior y armonía que hasta el aire que se respira en sus orillas nos llena de gran bienestar. Eso además de deleitarme con la gama de azules y verdes y el sonido de sus aguas cuando rompen en la orilla, ahhh, sí, el mar es un bálsamo divino.Yo también lo adoro.
ResponderEliminarLa pasión por el mar es una de las cosas que tu y yo tenemos en común. Y cuando nos pasamos unas horas o días en la playa, disfrutando de esa maravilla de la naturaleza nos llenamos de energías y sobre todo mucha paz. Como estamos hoy. Ese viaje nos hizo mucho bien.
EliminarPues es muy extraño porq me da mucha paz el observarlo... pero solo de imaginarme q estoy en medio de el mar me da mucho pavor así q cuando voy a la playa le hablo con mucho respeto para sentirme mas tranquila porq supuestamente si le hablas así a la mar, porq se supone q es mujer, ella respeta tu vida.... es algo espiritual .....besos....
ResponderEliminarYo lo adoro mucho pero lo respeto, me paso horas dentro de sus aguas pero sin descuidarme, así que te entiendo. Gracias por tus palabras.
EliminarEsta vez, acariciaste con tus letras algo que me emociona, algo que amo, algo que me da paz, que me hace sentir pequeñito, que llena mi vida cada vez que lo veo, que hace estallar mi pecho con solo pensar en él… Me gustó como lo hiciste… Eres magnífica….
ResponderEliminarGracias Carlos por tan lindas palabras, tienes razón en cuanto a esa sensación de pequeñez cuando uno está frente al inmeso mar.
EliminarUn placer recalar en tu paraíso. ¡Que bella descripción de ese momento vívido y vivido! Mientras recorría tus letras sentía que yo también vivía el momento contemplando tan bello onirismo y a tono con lo que sentías. Gracias amiga por compartir algo tan lindo.
ResponderEliminarEl mar...la metáfora perfecta, la excusa ideal, cabecera y pie para cientos de sueños que solo se cantan en la intimidad de los pensamientos... que hoy, de la mano de los tuyos...han dado alas a los míos... Precioso, con todo su poder y energía el mar sana nuestras vidas y nuestras almas. Me adentré en tu mar...Cuando salí estaba vestido de sueños.... me atrapas entre ése cielo y ése mar, dejándome eternamente anclado en tu orilla.
ResponderEliminarSoy más de interior, pero esto podría convencer a cualquiera.
ResponderEliminarNada más bello que el mar. Tus letras, mi queridísima amiga, siempre me hacen soñar. Al igual que a ti el mar me produce paz, calma, y mucha felicidad, me hace sentir bien, demasiado bien. Gracias...Un abrazo sincero perfumado con esencia de algas, coral y madreperla...
ResponderEliminarP.D.-Me alegro que hayas podido pasar el finde en tu mar y me alegro que nuestra amiga Cary te haya acompañado. Imagino se divirtieron mucho.
A mí también me fascina el mar y tu reflexión es preciosa.
ResponderEliminarMe he sentido reflejada en muchas de tus palabras.
Gracias