Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.

jueves, 17 de noviembre de 2011

No hagamos comparaciones

Ayer una compañera de trabajo comparaba sus hijos con los míos y los de una amiga, nos decía que éramos afortunadas que nuestros hijos eran una maravilla que ojala los de ella fueran así, entre otras muchas cosas. Intercambiamos opiniones durante un largo rato y luego me marché, dejándola en su controversia con mi amiga.

Pero eso me ha dado qué pensar. Cómo algunas personas (porque no es la primera que lo hace en mi presencia) se pasan la vida comparando a sus hijos con los hijos de los demás (a veces en presencia de los propios muchachos). Es cierto que como padres queremos que nuestros hijos sean cada día mejores y así debe ser. Pero pasarles a ellos la idea de que tienen que ser mejores que los demás, realmente puede ser frustrante.

Porque miren, el problema es que cuando los comparan toman ejemplos de otros niños o adultos (de la familia o no) cuando eran niños, si saca buenas notas en la escuela le preguntan por el resultado de los demás o le cuentan cómo eran ellos (si es que eran buenos porque si no lo eran se atreven a mentir descaradamente), cuando lo que deben hacer es felicitarlos por haber estudiado y haber obtenido buenos resultados. Y así ocurre con cada área de sus vidas, quieren un humano más que perfecto. Lo gracioso es que yo me pregunto si esos padres han pensado que sus hijos también tienen derecho a solicitar “su” padre perfecto.

Yo creo que en vez de compararlos tanto y exigirles esa perfección que no existe en ninguno de nosotros, todos debemos preguntarnos: ¿estoy educando bien a mis hijos? ¿Qué valores les inculco? ¿Estoy realmente preparándolo para la vida? Porque muchos de esos que comparan tanto a sus hijos son los primeros que permiten malas actitudes y hasta las premian. Les permiten acostarse muy tarde y por supuesto al otro día no se quieren levantar para la escuela, les permiten faltas de respeto, malas notas que son premiadas con regalos caros al finalizar el curso escolar, les compran los juegos y equipos digitales más modernos del mercado… dejan de estudiar y no sólo los mantienen sino que continúan dándole gustos caros, complaciendo caprichos… y así año tras año.

La otra parte del problema empieza cuando se percatan del gran error que han cometido como padres y quieren “recoger la pita” como se dice vulgarmente porque se dan cuenta que se les han ido de las manos, que están criando seres humanos que dejan mucho que decir, que creen que todo se lo merecen a cambio de nada, que no valoran ni consideran nada ni a nadie… entonces ya es tarde, de nada valen las comparaciones ni las lamentaciones, el daño está hecho y muchas veces es irreversible. En los casos que se pueden revertir esas actitudes da mucho trabajo porque es un individuo que ha crecido retorcido, sin valores de ningún tipo, que se cree merecedor de todo y que todo el mundo está contra él, son un verdadero dolor de cabeza.

En la crianza al igual que en la vida todo requiere un equilibrio. Nosotros como padres no podemos sacrificar el tiempo (tan importante para su formación) de permanecer junto a nuestros hijos, de compartir con ellos, conversar, divertirnos juntos, jugar, ayudarlos en sus deberes; por trabajar más, es cierto que necesitamos trabajar mucho para poder darles una vida mejor y más holgada pero no podemos cambiar SU tiempo por dinero, por mucho que este sea necesario. Lo más importante en la crianza de los hijos es lo emocional, el cariño y amor que sepamos darle, los valores que les inculquemos para que se conviertan en hombres de bien, para que sean mejores seres humanos que nosotros. Las cosas materiales nunca pueden estar por encima del amor y la responsabilidad, eso tenemos que entenderlo primero nosotros y hacérselos entender a ellos después, además la única manera de que valoren lo que tienen y sean felices con ello es enseñándoles el sacrificio que cuesta poder dárselos. Creo que la famosa frase que muchos usan “¡Yo no quiero que mis hijos pasen, los trabajos y carencias que yo pasé!“, no da el resultado que debe y lleva a muchos por mal camino en la crianza de sus hijos, es decir manda al diablo su educación.

No podemos olvidar que los niños a los dos años piden una cosa y a los catorce otra, por eso hay que enseñarlos desde pequeños y no podemos ser permisivos en exceso, ni basar la felicidad de nuestros hijos en las cosas materiales que les damos y mucho menos enseñarlos a compararse con lo que otros tienen o pueden hacer, porque el resultado será adultos que no tienen los pies en la tierra y serán infelices siempre.

Además si los comparamos y los enseñamos a compararse todo el tiempo con otros niños, no les quepa duda que también en todas las etapas de su vida nos compararan con otros adultos (por supuesto con los que ellos creen que son mejores por ser más permisivos y tolerantes o con los que tienen más posibilidades económicas y por tanto dan más) por lo que siempre saldremos perdiendo en la comparación porque como dijo alguien, es más difícil ser el padre perfecto que aceptar al hijo que no será perfecto.

Los que cometen estos errores con sus hijos, paren con ello y comiencen a educarlos con principios y responsabilidades, con valores, no olviden que para que triunfe el mal solo necesita que se lo permitamos. La diferencia la hace el que enseña y educa, así que no es a ellos a quienes tenemos que criticar o exigirles, es a nosotros mismos porque en realidad, lo más importante es lo que nos ven hacer y no lo que le decimos. Por eso antes de querer que actúen en determinada forma mejor fijémonos bien qué es lo que hacemos nosotros porque hablar no sirve de mucho si no se acompaña con el hacer, nosotros somos el ejemplo, y si hacemos las cosas mal no podemos esperar que ellos las hagan correctamente, eso es una actitud hipócrita “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”. Eso es como el que va a la iglesia los domingos a dejarle sus pecados al Señor, para regresar la próxima semana a confesar nuevamente sus pecados (porque los sigue cometiendo)... eso no funciona. Si quieres transmitir buenas costumbres y moral, con sólo una vez que lo confieses será suficiente... a partir de ese día actuarás correctamente y no tendrás que arrepentirte de nada.

Es importante que nuestros hijos entiendan que asistir a la escuela, es un compromiso con la vida y que de la responsabilidad con que lo cumplan dependerá su calidad de vida futura, hay que enseñarles a cooperar con las tareas del hogar, a comportarse donde quiera que estén, aconsejarlos, hablar mucho con ellos, regañarlos cuando es necesario pero sin ofenderlos y no los reprenderlos en público porque si lo hacemos, nunca lo olvidarán, nunca nos lo perdonarán. Cuando tu hijo hace algo procura analizar y entender primero lo que tú haces porque no podemos enseñarles a nuestros hijos lo que no sabemos o no practicamos.

En fin, amigos, no critiquemos todo el tiempo a los jóvenes ni comparemos a nuestros hijos, seamos capaces de dar un buen ejemplo y creo que todo funcionará mucho mejor..

3 comentarios:

  1. Yo no tengo hijos y eso es algo que a veces me golpea, otras me conformo, pero bueno ese no es el tema, creo que tienes razón hay que predicar con el ejemplo, recuerdas aquello que decía “el niño hace más lo que ve hacer que lo que le dicen que haga”. Los adultos, los padres son el patrón a seguir y si el ejemplo es malo, si se consienten mucho los caprichos y se es permisivo en exceso eso al final trae malos resultados. Se vuelven personas que creen que todo hay que ponérselo en las manos sin que ellos realicen el menor esfuerzo por lograrlo. Son muy pocos los casos de niños rodeados de malos ejemplos que se convierten en personas de bien. Cuidate, siempre es un placer leerte.

    ResponderEliminar
  2. yo pienso igual q tu, mi madre me crio sola y con grandes esfuerzos siempreme enseño a valorarlas coasa a respetar a las personas y ha esforzarme para lograr las coas en la vida, hoy estoy trerminando mi carrera con mucho sacrificio pero le agradesco a mi mama la persona en q me he covnertido gracias a sus enseñanzas y su ejemplro. Besos.

    ResponderEliminar
  3. tienes razón, yo era de esos padres complacientes en exceso y poco exigentrehoy me pesa, el mayor dejo los estudios no trabaja y vive del narco, ya no lo veo nunca a veces tengop notocias de el pero otras pasa mucho tiempo y no se si esta vivo o muerto. los otros dos que son mas chicos por suerte no cometi los mismos errrores y son muchachoso de bien.

    ResponderEliminar