A
veces cuando escribo mi corazón no da latidos sino que estalla, y en un instante
me llega la sangre a todos los rincones y hace que surjan las letras formando
palabras, como si todas estas palabras fueran mi sangre metamorfoseada. Posiblemente
mis palabras dejan huellas en la memoria como las dejan los sentimientos en mi
alma.

Escribo
de cosas que me pasan o me han pasado, historias que conozco de otras personas…
pero lo hago con sinceridad y mucho sentimiento. Algunos me han dicho que le
doy demasiada importancia al tema del amor y tienen razón, pero es que para mi
el amor es básico, es el motor que mueve el mundo, da felicidad, alegría y
energía. Por eso es el tema que por lo general abarco. Aunque también duele,
pero no por eso pierde su belleza y profundidad.
Cuando
escribo de amor o por amor, dejo el corazón, el alma... le doy rienda suelta a
las emociones. Es cierto que el amor a veces puede ser fugaz y doloroso, pero nunca
deja de ser bello y eso es lo que me impulsa a escribir sobre él. Todos
queremos que el amor dure y pensamos que así será, por eso cuando escribo sobre
él es un acto de fe, porque de esa manera me garantiza que, de algún modo,
perdurará. Es como cuando le sacamos una foto a un niño, con ella captamos algo
que sabemos que va a cambiar, pero la instantánea nos permite conservar la
belleza y ternura del instante.

Escribir
es el camino que encuentro para expresar todo lo que llevo dentro, palabras que
hablan de sentimientos venidos del alma, que hablan de amor, esperanzas,
nostalgias y alegrías, también de sueños y del inevitable dolor que a todos nos
asedia a lo largo de la vida. Soy una marea de emociones, a veces de
sensaciones encontradas, unas veces más feliz que otras, pero al final siempre
yo.

Muchas
veces escribo para desahogarme, recrearme en un mar de sentimientos, a veces
para olvidar, otras para perderme en un mundo prohibido lleno de sensaciones y
emociones… Y siempre, invariablemente le doy un espacio al romance, al amor, a
ese sentimiento tan maravilloso que algunos no tienen la dicha de conocer y
otros le temen. Siempre deseo que los que lean esos relatos se pierdan allí, en
esas vidas recreadas por mi imaginación y a través de ellas se unan a mí para
juntos entrar a ese mundo donde todo es posible.
Ciertamente
escribir me fascina, me habitan infinidad de sentimientos ¿a quién no?, y
también me habita el agradecimiento por esta forma maravillosa de comunicarme con
gentes diversas en las grandezas, miserias, amores y desamores que todos
compartimos. El que esté libre de cargo y culpa, que arroje la primera
piedra... Algunos dicen que tengo la vena creativa bastante desarrollada, no lo
sé, pero lo cierto es que escribir es una dedicación y que te lean, un sueño a
conseguir.
Me
gusta atar las palabras con lazos sencillos para que se comprendan mejor pero
no siempre salen todo lo claras que yo quiero porque es muy difícil plasmar con
palabras las sensaciones, los sentimientos. Cuando escribo me gustaría
convertir mis sensaciones en palabras y que al ser leídas se volvieran de nuevo
sensaciones, intactas, sin perder un ápice de su intensidad en esa
transmutación literaria. Pero no es posible, las verdaderas sensaciones siempre
quedarán dentro de mí, en un intento de hacerlas salir.
Es
importante aprender a escuchar el mensaje que esconden las palabras por eso
cuando lean las mías no se pierdan en ellas sino encuéntrense en cada una,
porque muchas veces es un lenguaje que no es entendido por la razón pero si
quieres ver mis palabras desnudas léelas con el corazón porque sólo él es capaz
de desnudar los sentimientos y entonces las entenderán.

Hay
palabras que mueven mundos, que producen terremotos... que hacen temblar y
vibrar... que provocan escalofríos, que estremecen, que hechizan… palabras
cómplices dichas al oído, palabras apasionadas y repletas de amor que acarician
y enaltecen, que enamoran, que provocan… Escribo porque conmueve y perdura, para
reflexionar y pensar.
El
arte de escribir me permite sentir el placer de contar la realidad y lo que imagino,
puedo revivir el pasado y combatir el paso del tiempo. Me ayuda a comprender y
a ordenar el desorden, me equilibra, es un placer y una necesidad. Trato de
explicar a los demás como veo la vida, escribo para curar mis culpas, para de
alguna manera sobrevivir a la muerte, para sentir por un pequeñísimo instante
que soy Dios. Mientras escribo soy intocable y eterna, como dice Rosa Montero.

Gracias
a mi musa que me permite escribir y expresarme así para los demás, tengo otra
forma más de comunicarme y mostrarme en forma absolutamente visceral,
emocional, impulsiva, algunas veces desprejuiciada y tantas otras transgresora.
Los que me leen seguramente están de acuerdo con algunas cosas y en contra de
otras, pero como esta página es meramente personal, seguiré escribiendo para el
placer de unos y quizás el tormento de otros.
Como siempre hoy me has hecho caminar por estas hermosas letras que son como la esencia de un exquisito perfume, que esa musa haga presencia siempre. Dios te colme de bendiciones eternamente. Como siempre es un placer dejarte mi comentario y un afectuoso saludo y mi abrazo cariñoso en tus letras.
ResponderEliminarMuy bellas letras y como siempre un placer disfrutarlas. Esa musa siempre te acompañará porque la llevas alojada en el alma. Un abrazo y cuídate.
ResponderEliminarSiempre te he dicho,que creo eres mejor con las letras que con las palabras,no expresas mucho tus preocupaciones pero sí eres capaz de refugiarte en tus escritos, por eso deseo que esa musa que tienes siempre te acompañe, con lo escribes te liberas de toda carga y puedes sentirte como a ti te gusta: mujer plena y satisfecha. cuídate
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