Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.

jueves, 19 de abril de 2018

Mi ansiado mar, inmenso, misterioso, seductor


“Para mí fue siempre el mar un confidente, un amigo que absorbe todo lo que le cuentan sin revelar jamás el secreto confiado y que da el mejor de los consejos: un ruido cuyo significado cada uno interpreta como puede.”
Che Guevara

En estos últimos meses he pasado mucho tiempo junto al mar. Y me he sentido feliz, ustedes conocen de mi amor por esa inmensidad profunda de color verde-azul. Y allí he pasado muchas horas reflexionando, recordando y hablando conmigo misma. Algo que me gusta hacer de vez en cuando.
Para los humanos verter sentimientos en los mares es una práctica antigua. Lo hemos hecho a través de pensamientos filosóficos, discursos inspiradores, citas y dichos universales. En pocas palabras, estamos enamorados del mar desde que lo vimos por primera vez.
A mí me hechiza esa enormidad azul de horizontes infinitos, aire puro y rumor de olas. Cuando estoy frente al mar me adentro en sus misterios y silencios, en los secretos que ocultan sus temblorosas y frescas aguas... Y observando toda su grandeza experimento la pobreza de la raza humana. Quieto y embrujado me llena de paz, de amor y de fuerza… es mi riqueza.
El mar es arrullo de noches estrelladas, es paz encontrada, es la orilla del mundo real y también es donde empieza la fantasía. Observarlo hace que me adentre a bogar en leyendas, mitos o cuentos, a imaginar galeones, piratas... en un mundo fascinante.
Me hechiza, pero para ser sincera me gusta verlo y disfrutarlo desde la orilla, cuando entro en él lo hago sólo unas brazadas, no más. Las pocas veces que he estado en altamar me he sentido alucinada, cautiva de esa belleza para toda la vida. Sin embargo siempre me ha dado un poco de miedo por su inmensidad. Porque sé que, en un momento, cualquier viento suelto puede convertirlo en una locura imprevista y entonces me arrastraría con él a la vorágine de un desafío perdido. Lo miro, admiro y respeto por ello y por miedo porque sé de su locura.
Cuando estoy cerca de él, se me hace difícil madrugar y es porque me gusta pasear un ratico a su lado, sin gente, sin ruido… solo con el murmullo de sus aguas que me susurran "Ya estás en casa". Y con sus olas danzantes acariciándome, me gusta caminar mientras aguas mansas en la orilla acarician mis pies. Se limita a lamerme, agradezco el detalle, pero siempre observo desconfiada.
Yo digo que soy una persona de mar porque valoro el tenerlo cerca como un tesoro increíble. Ser de mar no es nadar en sus aguas, es sentir que eres la persona más afortunada del mundo cuando lo tienes cerca. Me gusta escucharlo en sus múltiples lenguajes, a veces susurra y otras en su bravura nos arremete.
Puede hacer sol o estar encapotado, puede rugir o susurrar en mis oídos, no importa siempre es mi mar. Respeto, fuerza y una especie de adicción. Invariablemente me subyuga. Nunca he sido capaz de pasar demasiado tiempo sin verlo. El mar es muy superior a mi palabra, es el guardián de mis sueños, confidente de mis secretos, mi consuelo, mi alegría… Con él tengo una comunicación especial... como si hablara conmigo misma a un nivel muy profundo… ahí encuentro las mejores respuestas y las más sabias decisiones. Él nivela mis aguas internas, me contagia su ritmo... Es un motor que mueve mis interiores a veces dormidos por la vorágine de la ciudad.
Todo el tiempo vivimos tensionados por el trabajo, los hijos, las dificultades del día a día… tanta tensión constante nos impide relajarnos, los problemas nos bombardean provocando un estado de stress que termina pasándonos factura. Sin embargo, pasar al menos unas horas junto al mar me permite desconectarme de ese entorno caótico, es como si creara una burbuja a mi alrededor. Tiene un efecto casi hipnótico que me genera una sensación de tranquilidad y bienestar que me permite recargar energía.
Decididamente el mar es mi gran amor... unido a mi destino porque vivo en una isla. Pero lejos de sentirme prisionera y exiliada por el Caribe y el Atlántico, siento que me abrazan y me transmiten libertad, aliento, ánimo. Si pierdo la costa, pierdo el humor. Simplemente contemplo el mar y soy el mar. Inexplicable con palabras. Siempre está en mi corazón, por eso el día que me muera, que hundan mis cenizas en mi playa, tras la barra.
Pasé unos días realmente placenteros. Una de esas tardes me acosté en la arena sintiendo el ir y venir de las olas, cerré los ojos disfrutando de esa paz que me da el mar, y tu imagen se apoderó de mi mente… sonreí y pensé en lo maravilloso que sería si estuvieras ahí conmigo... pero estás muy lejos, aunque al mismo tiempo muy cerca porque eres Pi constante en mis pensamientos, vives ahí, en una eterna cadena de recuerdos y sentimientos siendo parte y el todo, en mi sentir y en mí.
En vez de entristecerme por la lejanía seguí con los ojos cerrados, para de esa manera estar solo el mar, tú y yo, como realmente ha ocurrido tantas veces. Sonreí nuevamente recordando nuestros paseos en la orilla del mar, esos momentos increíbles donde siempre olvidamos todo, donde solo importamos nosotros.
Los recuerdos me golpearon fuerte y mis deseos de amarte fueron más grandes que el mismo mar. Entre mis manos la tarde palpitaba trayendo el olor de tu piel que reverdece y abraza los silencios de mi desnudez… El amor despeinó la tarde en el horizonte, mientras tu boca se hizo verbo en mi lengua... Los besos se quedaron con mi feminidad entre tu hombría. Siento tu presencia tan vívida… que siento el roce de tu piel, el contacto de tus labios, las manos que acarician… estamos solos frente al mar, enamorados, con el mismo deseo y objetivo... amarnos hasta el cansancio.
Mi mente sigue jugando conmigo. Los pensamientos me transportaron a otro día, uno de tantos… Ahí estaba yo en la arena recostada sobre tu pecho, dejándome llevar, sin preocupaciones, observando tus ojos clavados en mí… Hablábamos en susurro, sin dejar de acariciarnos, sin dejar de besarnos… Ya casi teníamos que irnos, era tarde, pero no queríamos abandonar ese paraíso. Había sido un día magnifico donde habíamos disfrutado del mar y de nuestros cuerpos sin escatimar.
Y en lugar de tomar nuestras cosas y terminar de marcharnos, las miradas se hicieron más intensas, los besos más apasionados y llenos de deseos, ya no había sol, pero en nosotros la temperatura había subido y el calor era abrazador. Te pusiste en pie y tomando mi mano tiraste de ella para adentrarnos en el mar.
En el agua nuestras bocas se buscaron con pasión, nuestras manos se movían con ansiedad como si nos hubiéramos encontrado después de mucho tiempo, nuestros cuerpos se entrelazaron… mis manos en tu cuello, mis piernas alrededor de tu cintura… nuestras bocas se devoraban mientras tu sexo busca el mío con un deseo incontenible. Me sonrío porque pareces un adolescente y te siento entrar en mí, seguimos besándonos mientras tu sexo palpitante entra y sale, el movimiento se va haciendo más rápido, más fuerte, estamos fuera de control, desaforados.
Entre beso y beso, se escuchan gemidos y palabras de amor, no hay contención ninguna, hay un solo testigo y no dirá nada porque guarda en sus profundidades muchos secretos. Nos movemos convulsamente, arriba y abajo, más, más… Hasta que explotamos, volamos tocando el cielo que ya se está tornando oscuro. Nos quedamos abrazados jugando tiernamente con nuestros labios, mientras nuestros fluidos van disolviéndose en el mar.
Salimos del agua tomados de la mano y de pronto me dices: “Fue explosivo” y sabiendo lo que quieres decir mis carcajadas irrumpen en aquel silencio donde sólo se escucha el sonido del mar. Comienzas a reírte también y tiras de mí para abrazarme nuevamente. Me regodeo entre tus brazos y doy gracias a la vida por tenerte porque todo en ti me lleva a un mundo de sentimientos, porque llenas de luz mi vida. Volvemos a besarnos y nos disponemos a marcharnos, ya se ha hecho muy tarde.
Abrí los ojos y regresé al momento en que me tumbé en la arena, y me río todavía con las sensaciones a flor de piel como si todo hubiera acabado de ocurrir. Contigo siempre he vivido momentos intensos y este mar continuamente me invita a revivirlos… esos momentos donde solo existimos tu y yo, donde nada más importa, donde yo soy tu estrella y tu mi delfín en la inmensidad. Me levanto, comienzo a caminar y sigo sonriendo porque me doy cuenta de que eres dueño de mi alma y hasta de mis silencios. Tengo conmigo el secreto de los días, de las palabras que seducen…
La tarde siguió transcurriendo contigo de fondo, siempre ahí, como el ruido del mar, incesante, a veces calmado, a veces tempestuoso, pero siempre sonando. Ya en la noche al acostarme me dormí con el pensamiento de que en la tarde el mar me regaló el cielo. La noche me vistió de sus misterios... y en mi sueño me dejé acariciar nuevamente por el viento, el agua y por ti… y mi mente pervertida se deslizó por el abismo de la bestia.
Como ven cuando estoy frente al mar, mi mente sucumbe ante su poder… puedo estar perdiéndolo todo y ser feliz, puedo estar incluso muriéndome y sentirme flotar en la vida, y saben por qué precisamente porque el yo pequeño de la mente en esos momentos no puede dar la lata.
Mis ojos disfrutan de su belleza sintiendo su superioridad. Lo contemplo extasiada, enamorada, sí, es un amor verdadero, único, indescriptible e inmenso… amo el romper de sus olas y su gruñido constante cuando no está tranquilo, y sé con certeza que pase lo que pase, siempre estará ahí para acomodar mi alma y hacerme sentir completa.
En otras ocasiones lo he dicho. Existe un affaire entre el mar y yo. Supongo que lo he sabido desde siempre: estamos ligados por espíritu. Tratar de negarlo es inútil. Es una relación que se aviva con cada reencuentro. Nunca puedo separarme de ese mar tan monstruosamente seductor sin una desconsoladora amargura. Cuando tengo que regresar a casa y me despido de esa belleza incomparable siempre me siento apesadumbrada.
Pero cuando me marcho de sus orillas es cierto que me alejo de él, sin embargo realmente no lo dejo porque es imposible dejar el corazón y llevarse tan solo el cuerpo... conmigo van sus olas y la furia de sus vientos contrapuestos, su magia y sus misterios, sus promesas y todos sus silencios, sus colores y el ronroneo incesante de sus aguas cuando besan las arenas soñadoras de la playa.

“No hay nada más hermoso que la forma en que el océano se niega a dejar de besar la costa, sin importar cuántas veces se aleje.”
Sarah Kay

5 comentarios:

  1. Hay que dejarse mimar por el mar, él sabrá llevarte a buen puerto. Sin dejar de respetarlo claro. Surcar el mar es una dicha inmensa. Como siempre es un placer leerte.

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  2. Es un mundo maravilloso de seres vivos, de mundos infinitos. De eternas oquedades desconocidas, de secretos inalcanzables y hasta ahora no descubiertos, que encierra en su entrañas bien custodiado, la historia de sus moradores, los tesoros de quienes allá buscaron la paz, el descanso o el reposo de su ajetreada, trágica o dichosa vida.

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  3. El mar, cabecera y pie para cientos de sueños y recuerdos que solo se cantan en la intimidad de los pensamientos... que hoy, de la mano de los tuyos... han dado alas a los míos... Me has hecho sentir la presencia de una mujer que ama el mar tanto como tú y me has puesto una sonrisa mientras te leía. Me adentré como tantas otras veces en tu mar y cuando salí estaba vestido de sueños.... me atrapas entre ése cielo y ése mar, dejándome eternamente anclado en tu orilla. Cualquier otro día tendrás a tu amor ahí contigo físicamente porque pienso que el amor que los une los mantiene unidos estén donde estén. Cuidate mucho.

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  4. Me encantó esa comunión con la orilla del mar. Un beso

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  5. Que bonitas letras. También yo soy de mar, de ese mar que, en mi tierra, cambia cada día y casi a cada instante. Ese mar que susurra y que te envuelve en nostalgias, esperanzas y alegrías. Un abrazo

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