Bienvenidos a este humilde pero sincero espacio. Aquí escribo mis pensamientos, cosas que me preocupan, algunas vivencias, historias que conozco... lo que me dicta el corazón para compartirlo con otras personas, es una manera de saber que no estamos solos en este mundo virtual y poder hacerlo más real y cercano. Me gusta escribir y me siento bien haciéndolo, ojala estás letras lleguen a ustedes como yo quisiera. Siéntanse libres de comentar lo que deseen. Gracias por estar aquí.

sábado, 21 de enero de 2012

Lo que esperamos de los demás

Hace unos días me encontré con una amiga que hacía algunos años que no veía. Un hecho que me dejó un sabor agridulce porque después de la alegría del reencuentro, mientras conversábamos vino el desánimo del desencuentro. No crean que estoy loca, es cierto, a los pocos minutos de estar hablando me sentí desalentada porque la persona que tenía frente a mi no era ni la sombra de quien yo había conocido en años anteriores.

Antes era una persona muy sociable y divertida, ahora es una mujer muy frustrada, que manifiesta que “no ha tenido suerte en la vida”. Pero el problema es que ha basado su vida en esperar que los demás le proporcionen todo aquello que cree que necesita y de la manera que ella espera. Sus amigos y su familia no han estado “a la altura” y se siente sola frente al mundo. Mi desánimo del desencuentro aumentó cuando me di cuenta de que yo tampoco estaba ya “a la altura”, me estaba convirtiendo en una nueva decepción para ella porque no le estaba diciendo lo que ella quería oír.

Cuando miramos a nuestro alrededor vemos personas que tienen diferentes puntos de ver la realidad, depende de cada uno y sobre todo de las acciones. Cada uno puede cambiar su realidad, sólo hay que buscar la manera y poner mucha voluntad, porque a pesar de que siempre existen muchas posibilidades muchas, no faltarán los obstáculos. Pero para cambiar la realidad primero hay que cambiar la forma de ver las cosas.

Entiendo que no se pueden desbaratar los esquemas mentales de un plumazo y tampoco lo pretendía cuando hablaba con ella. Tan solo intenté que se diera cuenta de que su dolor es el fruto de esos esquemas, nada más, y que ser conscientes de ello es el primer paso para poderlos cambiar y así cambiar su realidad.

Cambiar muchas veces es una palabra difícil de pronunciar, pero no muchas veces es difícil de lograr, el punto es diferenciar entre el bien y el mal. En la vida se aprenden muchas cosas, se viven experiencias que son concluidas en un lugar y tiempo determinado, uno en la vida va aprendiendo a cruzar diversos caminos, un mundo en el que existen diversos retos. Tenemos que mirar las cosas desde varias perspectivas, relacionarnos con los demás y darnos cuenta que podemos desarrollar diferentes actividades. No podemos pretender que todo lo que aspiramos y deseamos venga en la medida que queremos de las manos de los demás, tenemos que tener voluntad para enfrentar la vida y asumir lo que nos toca a nosotros como entes sociales.

La voluntad es la capacidad de los seres humanos que nos mueve a hacer cosas de manera intencionada, por encima de las dificultades, los contratiempos y el estado de ánimo. La voluntad se manifiesta "haciendo". No por nada se ha dicho que "obras son amores y no buenas razones". Es necesario aprender a usar las dos manos y no tirar tanto de las de quienes te rodean, necesitamos ser autónomos, independientes, y tirar del carro con las fuerzas que tenemos dentro, que son grandes si te esfuerzas.

No podemos esperar que los demás cubran siempre nuestras necesidades, que se muevan en función de ellas. Nosotros somos quienes más podemos hacer por satisfacerlas, y también hay que aprender a vivir con algunas necesidades insatisfechas sin por ello venirse abajo. Tampoco podemos juzgar a todos con la misma vara sencillamente porque no cumplen con lo que nosotros queremos y en la forma que deseamos. Las personas que nos rodean nos aportarán muchas cosas, su compañía, su ayuda en determinado momento, su conversación, su apoyo… pero no son nuestros brazos, y nosotros no somos niños pequeños necesitados de que alguien balancee constantemente nuestra cuna para poder conciliar el sueno.

Es inútil, además de una osadía, pasarnos la vida esperando a que los demás se acoplen a nuestros intereses, ideales, creencias y circunstancias. No podemos pasarnos la vida esperando que alguien nos llame, nos visite, nos escuche o actúe por nosotros, en ese instante exacto en que pensamos que es el oportuno y de la manera que consideramos que es la correcta. Tampoco podemos pasarnos la vida mascullando entre dientes “eso no lo haría yo”, porque resulta que él o ella es otra persona, con otros principios, otras vivencias, otras carencias, otra visión de las cosas y otra manera de actuar, de pensar y de sentir.

Es muy difícil hacerle entender a alguien que es necesario aceptar a los demás como son y mostrar hacia ellos la misma comprensión y generosidad que esperas para ti mismo. Ojala todos fuésemos capaces de romper esa vara de medir que guardamos y cuyos valores numéricos aplicamos en función de lo que cada cual consideramos correcto o incorrecto, y que generalmente utilizamos para etiquetar a los demás y esconder detrás de esa pegatina nuestras propias sombras y justificar nuestra decepción.

En cualquier lugar existen personas dispuestas a ayudarnos, a permanecer junto a nosotros en las buenas y en las malas, pero son seres humanos como nosotros y no son perfectos. Además sus puntos de vista nunca van a ser los nuestros. Esa persona que aunque no tenga experiencia de las situaciones que estamos viviendo es capaz de ayudarnos a encontrar una solución, y mucha veces nos ayuda a darnos cuenta que nada esta fuera de nuestro alcance, que todo es cuestión de esfuerzo y dedicación, de voluntad.

No podemos esperar de los demás otra cosa que aquello que ellos mismos son, y no hay sensación más hermosa que la de la gratitud cuando alguien se entrega a ti tal y como es, con sus luces y sus sombras, sin miedo a que le juzgues, y te acepta a su vez, con tus luces y tus sombras, sin medirte ni juzgarte. Y esa es la grandeza, la maravilla, de la amistad, del amor.

A cualquiera que le preguntes qué espera de la gente que quiere te dirá que: lealtad, entrega, confianza, compasión, generosidad... Pero lo curioso es que cada uno aplica su propia visión de estos valores tergiversada, contaminada, por sus propias ideas. Es imposible adaptarnos a los fundamentos que tiene cada persona que nos rodea que le sirven de referencia en el momento de valorar e incluso juzgar a los demás.

Por mucho que hablé con mi “amiga” de todas estas cosas, ella no entendió nada y siguió diciendo que ella lo que no tenía “era suerte en la vida”. Es lamentable, seguirá siendo una persona cada vez más frustrada e inconforme porque continuará esperando a que el mundo se adapte a ella. En medio de su creciente frustración no se dará cuenta de la certeza de la frase muy simple pero que abarca mucho: “uno no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde”; y así es… aprenderá a valorar a quienes tiene a su alrededor y cuanto esas personas tienen para darle cuando los pierda definitivamente, entonces quizás entienda que no es que ellos no estuvieran “a su altura” sino que su maldita vara de medir era demasiado alta.

Todos en determinados momentos nos encontramos esperando, juzgando y sintiéndonos frustrados. Por eso es tan importante destrozar de una puñetera vez nuestra propia vara de medir para poder aceptar a las personas con sus virtudes y defectos, para saber valorar lo que nos dan, aunque no sea exactamente lo que nosotros deseamos. De esa forma seremos más felices porque no esperaremos de los demás lo que no pueden darnos.

No esperemos nada de quienes nos rodean y nos sorprenderemos con todo lo que nos entregan, simplemente vayamos escribiendo una historia distinta a las demás, original y llena de aventuras… que eso es la vida, una aventura donde nosotros somos los protagonistas.

3 comentarios:

  1. Muchas veces detrás de una agresión hay alguien que manifiesta incapacidad para recibir (o para valorar lo que recibe) de otros que generosamente le brindan algo. Como no perciben lo que reciben, van por más, como si fuesen agujeros negros que tragan todo, aun la luz de aquellos que tienen brillo propio y se les acercan para ayudarles. Cuidate.
    Una frase para ti:
    “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio” (Albert Einstein)

    ResponderEliminar
  2. Tu amiga esta jodida porque esa vara de medir que todos tenemos no puede ser demasiado alta porque nos quedamos solos. en la vida hay enfrentar las cosas con valor y voluntad y no esperar que la gente que te quiere te lo ponga facil.

    ResponderEliminar
  3. No te preocupes porque "no estuviste a su altura" ella vive muy equivocada y tu siempre estas a la altura de cualquiera porque te sobra generosidad, comprensión y mucho amor para con los demás. Aunque estoy seguro que no es tu AMIGA es de esas amistades que conocemos y por costumbres llamamos amigos.

    ResponderEliminar